Brasil y la tensión latente: ¿Es posible un golpe militar a Bolsonaro? – Por Victoria Darling, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Victoria Darling *

En los últimos días, fue dada a conocer la noticia de que el general del Ejército Walter Braga Netto, hasta ayer Ministro-Jefe de la CasaCivil, habría asumido la Presidencia operacional de Brasil. Esto es, sería el encargado de la gestión de Estado por tiempo indefinidode las medidas a adoptar en torno de la crisis frente a la pandemia del COVID19 y de las políticas que de ella se derivan. La noticia nofue dada a conocer por los grandes medios con llegada nacional como Folha de Sao Paulo,O Globo, o agencias de noticias oficiales, sino por medios alternativos entre los que figura el sitio defesanet.com.br, medio de divulgación de noticias reconocido entre los y las miembros de las fuerzas de seguridad.

La noticia del desplazamiento del presidente Bolsonaro por un grupo de militares se presenta como una salida plausiblesi aquello que se analizan son las medidas recientes del Ejecutivo y los avances y retrocesos de políticas públicas en la actual coyuntura. En las últimas semanas prima una sesgada atención de la opinión pública a los sucesos políticos en Brasil, apenas la ciudadanía consigue concentrarse en las tareas primordiales de prevención del nuevo coronavirus. Se recibe información diversa, noticias contradictorias, sin orientación precisa sobre lo que es prioritario hacer frente a la pandemia y frente a las opiniones de los políticos.

El Ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, dijo durante la conferencia de prensa del día 27 de marzo que es necesario orar porque es lo que la ciudadanía necesita, yaque la fe es un elemento que mejora el alma y el espíritu, y que por ello las iglesias serían consideradas servicios esenciales. A su vez, el médico traumatólogo que transitó parte de su ejercicio profesional en el Hospital General del Ejército, afirmó en consonancia con el Presidente que la economía es importante y que la salud no puede tratarse desde el aislamiento. Sugirió incluso tomar mucho té, reforzando esa idea en otras apariciones públicas en que comentó las propiedades benéficas del té de manzanilla.

Frente a estas declaraciones del ala de profesionales de la salud del Ejecutivo, del todo esquivas, poco claras y sin mayor sustento científico, Bolsonaro por su parte, fue cambiandoen orientación y énfasissu discurso. Partiendo de una burla inicial a los efectos de la pandemia del COVID19 en el mundo, enfatizó y continuó haciendo alusión pública a las magrasconsecuencias que ésta podría tener en Brasil. No sólo ridiculizó a quienes mantenían la posicióndel necesario distanciamiento social desde un inicio, sino que incluso desvirtuó afirmaciones del Director General de la Organización Mundial de la Salud, TedrosAdhanomGhebreyesus, sacando de contexto un video en el que alerta sobre los impactos del distanciamiento social. El video original contenía un mensaje en que el Director de la OMS alertaba sobre el impacto del aislamiento en los sectores más pobres de la sociedad con miras a orientar acciones para protegerlos.  En el extracto tomado por el equipo de comunicación de Bolsonaro se mostraba sólo el pasaje en que se hacía alusión al aislamiento como riesgo para la economía. De aquí se esperaba dar una imagen de plena concordancia de las directrices de la OMS y las acciones promovidas por Bolsonaro. En adelante, el presidente no cesó en su línea distorsiva yllegó a compartir en las redes sociales un video en que un muchacho de Minas relataba el desabastecimiento de un mercado mayorista del sudeste de la ciudad de Belo Horizonte, antecedido por la frase “para ustedes que dijeron (…) que la economía no es importante y que hay que salvar vidas, miren”. Ese mismo día, medios locales salieron a desmentir las imágenes del video. El presidente se disculpó aseverando: “tengo la humildad de disculparme por esto”.

Oficialmente, desde el día 31 de marzo, apenas, el poder Ejecutivo y los gobernadores de los estados parecen haber logrado unpunto de acuerdo. Hasta ese día, los gobernadores sólo se manifestaban tomando medidas en sus propios territoriosvis a visuna cadena dereclamos al Ejecutivo a través de los medios pidiendo recursos para mejorar y actualizar los servicios públicos de salud. De 27 gobernadores en el país, 25 de ellos, incluso algunos del mismo sector político que el presidente, se colocaron contra las medidas de dar prioridad a la economía y no promover medidas de distanciamiento y confinamiento en el hogar. Algunos expresaron públicamente su oposición a los dichos del Presidente y a su propuesta de “aislamiento vertical” en la que sólo los grupos de riesgo deberían aislarse.  Otros evitaron criticarlo pero mantuvieron las medidas de aislamiento en sus estados. Hasta ahora, las medidas adoptadas revisten la misma contradicción que las políticas asumidas. Por un lado, el Ejecutivo dijo que el coronavirus tendría efectos en la salud que no sobrepasarían los de una “gripecita”, y al mismo tiempo destinó 600 millones de reales, adicionales a los 400 millones ya asignados, desde el ministerio de salud a las secretarías de salud de los estados. Por otro lado, si bien el Ejecutivo incentiva la no paralización de actividades, se comprometió a distribuir 600 reales a cada beneficiario del programa social “Bolsa Familia” para apoyar las medidas de distanciamiento social.

En una marea de políticas y manifestaciones públicas que no logran encontrar cauce, la figura del Presidente se desdibuja mientras el ala militar de su Gabinete, se fortalece.

¿Impeachment o golpe blando?

El gabinete del Poder Ejecutivoestá compuesto por 22 representantes, dentro de los cuales hay 16 ministros, 2 secretarías y 4 órganos con status de ministerio. La relevancia de los Ministerios radica en su capacidad de crear políticas públicas, desarrollar programas federales y alcanzar una buena comunicación con los sectores que representan. Son responsables por la orquestación de políticas para el sector y para el establecimiento de prioridades.

De un total de 22 cargos, ocupan espacios de dirección en carteras tan sólo 2 mujeres, una es pastora evangélica -Damares Alves-, y la otra es Tereza Cristina, quien lidera el ministerio de agricultura dando claras señales de representar activamente a los intereses del agronegocio. Además, diezde los dieciséis ministerios, están encabezados por militares de formación o que por su trabajo, pertenecen a la corporación castrense. El vicepresidente de la nación es, también, un general retirado.

BragaNetto es el actual ministro-jefe de la Casa Civil.  Este ministerio opera como un jefe de gabinete en otros países, esto es, articula las políticas del resto de los ministerios con el jefe del Ejecutivo y establece comunicación con el congreso. Su legitimidad civil es desconocida, pero su legitimidad en la esfera militar es central, pues fue interventor militar en Rio de Janeiro durante el gobierno de Michel Temer en 2018. De reconocida trayectoria en el Ejército, Braga asumió el control de la Policía Civil, la Policía Militar y la administración de las cárceles. Afirman que, durante su gestión, en diez meses, disminuyó la cantidad de robos en la ciudad al ritmo que aumentó de la cantidad de muertes provocadas por la policía. Desde aquel momento, Braga Netto se convirtió en aliado a las políticas de contención social en manos de los militares. La confianza de Bolsonaro en Braga dejó traslucirse cuando en febrero de este año, pocas semanas atrás, lo nombró ministro-jefe de la Casa Civil.

La actual noticia de una presidencia operacional no resulta descabellada si leemos su presencia como una constante en la política estratégica del gobierno federal. Braga no sólo estabiliza la relación del Presidente con el Ejército, separándolo de sus funciones clave sino que además, contiene la aspiración de juicio político de sectores opositores, entre los que se encuentra el PT. El propio Lula insiste en la moción de una embestida jurídica que acuse a Bolsonaro sobre crímenes de responsabilidad.

La edición de abril de ISTOÉ, una de las revistas de mayor impacto en la ciudadanía, va en este sentido, con el título “La solución Mourao” en su portada. Esta versión nada ingenua, anuncia la posibilidad de que el vicepresidente, Hamilton Mourao, del ala de los boinas azules de los militares, pueda ser una fórmula de salvataje del actual gobierno.

No es menos cierto que la presencia de Bolsonaro al frente del gobierno continúa siendo útil para los fines de los sectores políticos y económicos determinantes. No obstante, es hoy más que nunca un tema de debate la relevancia de su figura en tanto ecuación desequilibrada entreliderazgo y ejercicio del poder real. Las contradicciones en el discurso y las prácticas del Ejecutivo no son gratuitas. Una Presidencia operativa es una función pública inexistente en las reglas de juego democrático y sí en el ámbito del deporte, no obstante, el lema evita entrar en debate al respecto de un golpe de Estado o pregunta sobre la toma de poder.

Como hemos apreciado, en el escenario regional, la discusión sobre el régimen político no parece ser de potencialidad explicativa inmediata en los tiempos actuales, el debate entre intelectuales y académicos sobre el caso boliviano condujo a mayores distanciamientos entre posturas no del todo disímiles que a conclusiones transformadoras. En ese sentido, vale la pena detenerse y precisar en el campo de las prácticas aquello que ocurre en el terreno de la elite gobernante, mucho más para pensar en la necesidad de construir sentido y alertar sobre los impactos que estas acciones políticas tendrán que por el afán de conceptualizar. Si bien el gobierno en Brasil se encontraba al mando de un ex capitán del ejército, electo por voto popular, lo que de aquí en más se espera es una mayor intensidad en la conducción por parte del propio ejército. Este desplazamiento enfatiza lo que va construyéndose como una democracia militar en la que, sumada a los varios casos ya existentes se distorsionan los marcos legales y se justifican avances sobre las libertades civiles y políticas. La pandemia se recrea como escenario de excepcionalidad en la que aislarse parece ser lo correcto, no obstante, nunca ha sido, en todo caso, tan peligroso mantener el aislamiento social.

* Profesora de la carrera de Ciencia Política y Sociología y de la maestría en Integración Contemporánea de América Latina de la Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana( UNILA) de Brasil. darling.victoria@gmail.com


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