[NODAL Cultura] Carmen Romero, directora del festival Santiago a Mil: «Teatro a Mil es parte de la memoria emotiva de la ciudadanía chilena»
Entrevista a Carmen Romero, directora del festival Santiago a Mil
Por Daniel Cholakian – Nodal CulturaSantiago a Mil
es uno de los festivales escénicos más importantes de América Latina. La vigésimo sexta edición, que se extenderá hasta el 26 de enero, tiene epicentro en la capital chilena, pero también se expandirá hacia otras comunas y ciudades del país, como Antofagasta, Valparaíso, Rancagua, Concepción y Frutillar.
Durante estas 3 semanas el Festival presentará mucho de lo mejor del teatro chileno pero también producciones del resto de América Latina (Argentina, Bolivia,Brasil, Cuba, Haití, México, Perú, Uruguay y Venezuela) y trabajos invitados de África, Asia y Europa.
Sin dudas la situación social chilena marca el Santiago a Mil 2020 de manera insoslayable. En los últimos años gran parte de la escena chilena puso sobre escena miradas, preguntas y debates a propósito del impacto social del modelo neoliberal, hoy rechazado por la gran mayoría de los ciudadanos.
Según Carmen Romero, directora de Santiago a Mil, la relación entre el teatro y la política está en los orígenes. “En Chile el teatro ha sido de la historia política y social del país. La nación en sus 200 años tiene que ver con una historia del teatro. La historia de Chile, desde que la nación se instaura como tal, está emparajeda con la del teatro. El teatro chileno ha sido siempre visionario en poner en escena todos los temas. Desde la colonia y la fundación del estado hasta como defender y vivir en democracia”.
En un final de año marcado por la movilización popular en demanda de igualdad, mejoras en materia de educación, salud y sistema previsional, el mundo de las artes escénicas no ha sido ajeno a esas luchas y constituyéndose como espacio para conversar y debatir, asumiendo sus diferentes estéticas y temáticas. Santiago a Mil no quiso mantenerse al margen de esta realidad y por eso dio inicio a la edición 2020 el viernes 3 de enero con con un Cabildo Cultural Abierto, realizado en el Centro GAM en Santiago de Chile.
Este año el lema del Festival es El poder de actuar y, aun cuando el mismo ha sido definido antes del comienzo de las movilizaciones, ese sentido marca el arranque de Santiago a Mil. Este Cabildo Cultural es parte de una serie de encuentros para que la comunidad converse acerca del papel de las artes en las transformaciones sociales que está viviendo el país y cual será el papel de la cultura en la Nueva Constitución.
Nodal Cultura dialogó con Carmen Romero a propósito de la impronta con la que la situación social marca al Festival, sobre la relación de teatro y sociedad en este marco político, la curaduría de las obras para esta nueva edición y el lugar del teatro y la cultura en el proceso de integración de América Latina.
Inevitablemente no podemos hablar sobre Santiago a Mil sin pensar con el presente que está viviendo la sociedad chilena, y me parece oportuno relacionarlo a partir del lema que han elegido para esta nueva edición: El poder de actuar ¿Cómo reflexiona sobre esto sobre el inicio del Festival?
Es importante tener en cuenta que lanzamos esta edición el 16 de octubre y el estallido social en Chile ocurrió el 18, o sea que nosotros pensamos en como comunicar Santiago a Mil mucho antes del comienzo de estas movilizaciones. Habíamos pensado en El poder de actuar, que es el lema que elegimos para que nos defina en 2020, porque no hay nada más propio en la condición humana que ese poder de actuar. Actuar juntos, tomar la iniciativa, irrumpir en el flujo de todo lo establecido, remover prejuicios, emancipar ideas y proponer otros caminos. Todo eso sentimos que lo hace el teatro, y es lo que hemos hecho como Teatro a Mil desde hace 26 años. De alguna manera ya entonces era El poder de actuar, porque este Festival nació como una iniciativa que no se proponía ser lo que es hoy, nació con la idea de estar juntos tomando un espacio. Estar juntos artistas y nosotros, que entonces éramos una productora. Ese es el origen. Luego deriva en ser un Festival, primero nacional, después incluimos a Latinoamérica y luego se hace internacional.
Esto tiene que ver con El poder de actuar y cambiar las cosas e incidir en las decisiones políticas. Insistiendo en la importancia que la Cultura y las Artes tienen para el desarrollo social y el capital simbólico del país y para seguir haciéndonos preguntas. El teatro tiene una gran capacidad para abrir preguntas sin dar respuestas.
Este poder de actuar está presente en este estallido social, uno comprende que aquí en Chile la ciudadanía se está expresando en este sentido. Esto es una maravilla, es un país que despierta y que va a construir un nuevo proyecto, una nueva constitución que parte de cero, que aspiramos a que sea hecha por una asamblea constituyente que sea pararitaria y plurinacional, que es lo que reclama la ciudadanía. O sea que ese lema que pensamos porque queríamos una sociedad más justa, dialogante y sustentable, para la que hay que actuar, se nos dio y hoy en día tiene más sentido que cuando lo imaginamos.
¿Como está imaginaron la programación para esta edición la programación de Santiago a Mil?
En un primer lugar para las obras chilenas que forman parte del Festival hay dos líneas curatoriales. La primera está conformada por un jurado que evalua las obras que se postulan y selecciona entre ellas. Esta selección suele permitir ver de que está hablando el teatro en el contexto particular del Chile que estamos describiendo, ya que esa programación se decidió en el mes de agosto.
Hay otra línea que son colaboraciones. Nosotros creemos que Teatro a Mil ha sido generador de un gran movimiento, por lo tanto ampliamos el Festival a otros espacios no siempre incluidos en la selección de los jurados. Son espacios que emergen en forma independiente y que nos interesa mucho apoyar . Por ejemplo este año en la Aldea del Encuentro hay un foco donde está Teatrocinema encabezando las actividades; o en el Anfiteatro de Bellas Artes, donde está Jaime Lorca trabajando todo el año, también ponemos un foco. Del mismo modo lo hacemos Oscar Casco que está en la comuna de La Cisterna.
Otro punto que vamos a ocupar con nuestro foco es el Instituto Nacional que tiene un centro de extensión que no se había utilizado para el teatro y se inauguró hace poco, donde van a estar compañías como La PatoGallina o Tryo Teatro Banda.
También hacemos trabajo territorial en algunas regiones donde el teatro se hace otra manera, comunitariamente. Ahí también estamos colaborando. Como en los casos de Cerro Navia o San Joaquín.
Finalmente están las coproducciones. Este año nos habíamos imaginado el Santiago a Mil como un espacio de creación, como una fábrica de creación. Por eso hay algunas colaboraciones en coproducción, como por ejemplo con Daniel Veronese, que está haciendo una versión de Encuentros breves con hombres repulsivos con actores chilenos. O Lisandro Rodríguez que ha estado trabajando todo el año en un proyecto con La condición humana, para lo que fue invitado a Chile.
También invitamos a Séverine Chavrier para hacer Las palmera salvajes para que en lugar de hacerla en francés la hiciera en español y también con actores chilenos. Como trabajamos hace muchos años con Leni Ponifasio, desde que nos conocimos no nos soltamos más, él está haciendo una obra con Elisa Avendaño y Natalia García Huidobro, dos personajes en escena y él haciendo su performance, que se llama Amor a la muerte.
Con Alemania y otros apoyos internacionales, creamos con Antu Romero una versión de La Flauta Mágica que tiene música de Horacio Salina, creador y director de Inti Illimani histórico, letra de Julieta Venegas y textos de Guillermo Calderón, además de contar con actores de Perú, Uruguay y México más músicos de Italia, Alemania y Chile.
En relación con las colaboraciones internacionales ¿qué impacto tiene en la programación la relación que están construyendo el FIBA en Buenos Aires que comienza cuando termina Santiago a Mil y que a partir de 2020 se hará anualmente?
Este fue también un proyecto de larga data para generar un circuito mayor en Latinoamérica, y como nosotros somos más viejitas, vamos a cumplir 27 años, nuestra colaboración con el Festival de Buenos Aires fue desde el primer año y hoy día se concreta porque nos cruzamos en fechas, allá comienzan en la semana en la que nosotros terminamos, lo que es muy bueno para los artistas que se presentan. El año que pasó fue particularmente complejo para todos y todas, acá y también allá y la unión nos sirve para presentar espectáculos en conjunto.
Vamos a presentar a Pippo Delbono juntos, lo mismo que el trabajo de Lisandro Rodríguez, que también es un trabajo de colaboración con ellos y también irá a Buenos Aires la puesta de Plata quemada de Teatro Cinema, sobre la novela de Ricardo Piglia.
Esta es una colaboración que es necesaria en la región. Nos permite trabajar juntos y de alguna manera sientes que no estás solo. Si hoy es fundamental colaborar con el mundo, hacerlo con Argentina, como con el resto de los países de Latinoamérica, es un gesto importante. Además de la excelencia del teatro y de las artes escénicas argentinas, a veces las miradas está muy dirigida hacia Europa y no hacia Latinoamérica, pero esto cambia un poco esa relación y estamos más conectados y programando juntos.
Además nos abre un montón de posibilidades que no teníamos antes, porque a los grupos que vienen hacia Latinoamérica, que tienen un viaje largo, les podemos ofrecer una visibilidad mayor para su trabajo, o sea que es bueno para los artistas y bueno para nosotros.
Además implica una mayor integración entre Argentina y Chile, y yo espero que sea mucho más, porque es súper importante que sigamos mirándonos en nuestros procesos, porque no son muy distintos.
Si bien somos diferentes hay temas pendientes que se resuelven de una manera allá y de otra diferente acá, es bueno mirarse. Pensemos sino en el movimiento de las mujeres, por ejemplo, que es clave en el estallido social chileno. En Argentina ha sido muy grande su movilización en apoyo a la demanda por el aborto libre y seguro y acá ahora Las Tesis han llevado al frente las demandas por el derecho de las mujeres, por el reclamo del fin de la violencia de género.
Sin dudas el teatro latinoamericano es parte de los debates y las prácticas que se integran con los movimientos sociales, tanto en Chile y Argentina, como en Brasil o en México. Pero como afirmaste, entre nosotros parece que nos miráramos poco, las miradas suelen estar orientadas principalmente hacia Europa, y faltan gestos de integración en el arte en general.
Creo que lo que dices es correcto. Por eso recalco que nuestro primer gesto, cuando decidimos abrir el Teatro a Mil, fue hacia Latinoamérica.
Hoy día “Platea”, la semana de programadores, es una semana de Latinoamérica. Nosotros queremos ser la puerta del sur para el teatro de América Latina. En nuestra programación está Argentina, Bolivia, Cuba, México, Perú, Uruguay y Venezuela, además de Chile. Eso es lo primero. Nosotros no concebimos el Santiago a Mil sin la presencia de Latinoamérica, es parte de nuestro corazón y nuestra historia. Creo que hay mucho trabajo que hacer en este sentido en relación a mirar lo que nosotros mismos hemos generado.
Y si debemos reconocer que con la globalización a los maestros contemporáneos del teatro europeo los puedes ver y conocer sus trabajos en vivo, hay que lograr el equilibrio para que aparezcan las voces propias, porque el Festival funciona como un puente con otras partes de la región. Basta pensar en el teatro argentino, mexicano, colombiano o chileno que está en los grandes escenarios del mundo, porque ciertamente se busca lo que se produce aquí. Por eso hay una gran cantidad de programadores que nos visitan cada año. Yo no se concibe en la programaciones solo una mirada europea. Y se abrió no solo hacia América Latina, sino también hacia los países árabes o los africanos o los asiáticos. Esto tiene que ver con el trabajo que hicimos desde los festivales que nos interesaba pelear por este tema. No ha sido fácil conseguir esos espacios.
Cuando comenzaron las protestas se viralizó el video de un pequeño discurso sobre la situación política en Chile que dio una de las jóvenes protagonistas de Paisajes para no colorear, que muchos vimos en Santiago a Mil en 2019. Allí aparece la voz de las mujeres jóvenes en un fuerte gesto interpelador para los espectadores, pero luego del estallido social adquierió un sentido tal vez no pensado en el origen de la obra. Me parece que tiene que ver con lo conversamos con la capacidad del teatro de anticipar sucesos, pero también del valor de un festival que le puede dar una visibilidad de otra dimensión. Sin su presencia en Santiago a Mil dificilmente hubiera llegado a ese escenario.
Es importante lo que decís y volvemos al mismo tema. En el teatro nacional todos los temas pendientes, todo este estallido, han estado desde siempre presentes. Si tu mirás Dragón, la obra de Guillermo Calderón que se va a ver en esta edición completa, también están los temas. Lo mismo todo lo relativo al medio ambiente y muchas otras preguntas que no tienen respuestas todavía. Están en casi todas las obras chilenas.
Paisajes para no colorear puso la voz de las adolescentes, que efectivamente nos interpelaban, y que resuenan en cualquier parte del mundo, porque su mensaje no es para acá solamente. Hoy día hubo otro colectivo, Las Tesis, que son de Valparaíso y que se han destacado a partir de esta suerte de himno “El violador eres tú”, replicado en todo el mundo. A ellas las hemos sumado hace muy poco a la programación. A partir de ver lo que hicieron y saber que teníamos dos actrices de un colectivo que hace performance, conversamos con ellas para mostrar el trabajo donde está inserto este himno. Porque lo sacaron de un trabajo que estaban haciendo. Entonces vamos a mostrar a los programadores esta nueva creación y de donde viene esta canción y vamos a mostrarlo también en la comuna de Renca.
El teatro chileno tiene todos los temas sociales que nos interpelan y nos ayudan a reflexionar y dialogar. Por eso no es raro ni casual que durante todo este tiempo los teatros hayan abierto a horarios diferentes a los habituales, porque no se podían hacer funciones en horarios nocturnos y porque había muchos de los teatros que están la zona donde se concentraban las protestas. Entonces se adecuaron y abrieron las puertas para dialogar. Las obras comenzaron a tomar una connotación y una resonancia distinta. Eso es muy loco.
Uno de los teatros en los que vamos a poner en el programa Platea, el Teatro del Puente, se transformó en un centro de emergencia para que los universitarios y ayudantes de medicina pudieran atender a los heridos en las protestas. Ese teatro durante los días de protesta abría como una posta de emergencia y los fines de semana a mediodía hacían teatro.
Así se fueron transformando los espacios del teatro en espacios para que la ciudadanía acudiera en caso de necesidad, pero también para ellos era importante estar vinculados con las protestas, porque la exposición era total, estaban en el campo de batalla. Era un puente. Entonces tomaron esa decisión y se transformaron en posta de emergencia y de teatro.
Es la analogía perfecta de lo que es el teatro en Chile y de como ha sido de importante en estos años, en todos los procesos.
Imaginate de que se trata que nosotros abrimos Santiago a Mil con Cabildos Culturales para preguntarnos cómo van a estar las artes en la nueva constitución. Esa es nuestra respuesta a lo que está ocurriendo. Y lo hacemos en el GAM, que es nuestra sede central y que ha estado en el centro de todo el movimiento social. Hoy sus muros son una galería de todas las expresiones posibles, porque fue un espacio que la ciudadanía se ha tomado.
A ese Cabildo Cultural le sumamos una exposición sobre el teatro de los ’80, cuando nosotros estábamos abriéndonos a la democracia. Habían los primeros teatros en la calle y todos los espacios de resistencia que se hicieron desde el teatro, en las calles y los teatros. Y ahora nuevamente el teatro se une a la ciudadanía, porque siempre ha sido parte de la misma.
Y nosotros como Santiago a Mil también lo somos. Cada Teatro a Mil, que no solo es en Santiago, es parte de la memoria emotiva de la ciudadanía chilena. Este es El poder de actuar, todas juntas y todos juntos.