El Acuerdo Cartes-Macri debe ser derogado – ABC Color, Paraguay
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El presidente Mario Abdo Benítez tiene una promesa electoral incumplida: la derogación del nefasto Acuerdo Cartes-Macri sobre Yacyretá. Una de sus promesas electorales más emblemáticas fue su frontal oposición al entendimiento suscrito por su antecesor en el cargo con el expresidente de la Argentina, en consonancia con la desaprobación masiva de los paraguayos de tal entendimiento por varias razones básicas. La primera, el acuerdo de marras convalida la lesiva nota reversal del 9 de enero de 1992, convenida por el Gobierno del general Andrés Rodríguez con el de su homólogo Raúl Alfonsín, por la que la Entidad Binacional Yacyretá pasó a ser administrada discrecionalmente por el Gobierno del vecino país antes que como una joint venture binacional. Documento diplomático rechazado por el Congreso paraguayo en 1995, deviniendo inválido de conformidad con la ley internacional, pero que los gobiernos argentinos de turno lo siguieron aplicando impunemente merced a la actitud entreguista de los codiciosos y serviles gobernantes paraguayos de la era democrática.
Segundo, el acuerdo de marras reconoce una deuda espuria de más de US$ 4.000 millones a ser pagada por mitad entre ambos socios, resultante de un balance no auditado por la contraparte paraguaya y que no lleva en cuenta la proporcionalidad de la obligación de pago en función del consumo de la energía eléctrica por las partes, como lo establece el Tratado (Argentina lleva consumida en promedio 98 por ciento de la electricidad producida en la central, por lo que le correspondería asumir el pago de dicha deuda en esa proporción).
Tercero, se mantiene la ínfima compensación de US$ 11/MWh por la energía paraguaya cedida a Argentina y se posterga por 10 años más el pago compensatorio por territorio inundado por el embalse de la represa en más de 80 por ciento de su superficie, así como la compensación por la inutilización de la antigua vía férrea del histórico Ferrocarril Central del Paraguay en el tramo Encarnación-General Artigas.
Como lo sostuvo en su oportunidad el expresidente de la República Federico Franco, al expresar su opinión contraria a la aprobación de las notas reversales que convalidan el Acuerdo Cartes-Macri, el peor contenido o implicancia del mismo es que convalida enteramente las sistemáticas violaciones del Tratado perpetradas por la Argentina en los más de 40 años de vigencia del mismo, obviamente en beneficio suyo exclusivo, sin compensación alguna para nuestro país, según una métrica de suma cero que sistemáticamente nos aplican nuestros socios argentinos, hasta para revender nuestra electricidad al Brasil a una tarifa 10 veces superior a la que ellos nos pagan.
Por tal razón, causó una pésima impresión cuando poco antes de asumir el cargo, concretamente el 9 de junio del 2018, en un acto público en la ciudad misionera de San Miguel, el presidente electo Mario Abdo Benítez sorprendió a la opinión pública sosteniendo que él apoyaba el proyecto de maquinización del brazo Aña Cua, convalidado en el mencionado acuerdo Cartes-Macri. “Tenemos que ganar credibilidad y seguridad jurídica en el Paraguay, no podemos frenar el proceso donde se cumplió el circuito legal, eso generará un caos”, dijo en un radical cambio de la postura que había sostenido a lo largo de su campaña electoral.
Ni cortos ni perezosos, en correspondencia con el cambio de actitud del presidente electo sobre el acuerdo de referencia, el entonces canciller Eladio Loizaga y el director paraguayo de la entidad, Ángel María Recalde, acudieron eufóricos al Congreso en la víspera de la decisiva votación de las dos notas reversales que convalidaban el antipatriótico acuerdo a fin de instar a la aprobación de ambos documentos diplomáticos.
Y así fue que con los decisivos votos de los legisladores del movimiento “Colorado Añetete” del presidente electo, el Congreso aprobó las humillantes “actas” de rendición incondicional ante nuestro verdugo de siempre, reconvertido legalmente en nuestro virtual patrón en el emprendimiento hidroenergético binacional compartido.
Pero al Gobierno de Mauricio Macri pareció importarle un bledo la aprobación por el Congreso paraguayo de las notas reversales NR 6/14 y NR 2/17 que formalizaron el acuerdo que había suscrito con su colega paraguayo Horacio Cartes, pues acaba de terminar su mandato sin haber remitido dichas notas a consideración del Congreso de la Nación Argentina. Lo que en retrospectiva podemos suponer es que tal desinterés se debió al hecho de que, con o sin la aprobación del Congreso paraguayo, el Gobierno argentino seguiría administrando a su antojo la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), como lo venía haciendo desde el comienzo de la firma del Tratado. “Si por 40 años manejamos Yacyretá como si fuera exclusivamente nuestra, por qué habría de preocuparnos ahora lo que el Paraguay diga o haga al respecto…” podríamos imaginar diciendo al ahora ya expresidente Macri.
Desprecio diplomático que es una razón más para que el presidente Mario Abdo Benítez aproveche la oportunidad que se presenta ahora con la iniciativa para derogar el mencionado acuerdo, y reivindicar así la dignidad de la República, honrando su incumplida promesa electoral, haciendo que los legisladores que dicen responder a su liderazgo voten sin más por la revocación de las fatídicas notas reversales resultantes del mencionado acuerdo bilateral.