Renacer de las cenizas: repetir la historia que en 2003 escribió Kirchner, asistido por Alberto Fernández – Por Horacio Rovelli

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Horacio Rovelli(*)

El gobierno de la coalición neoliberal Cambiemos empujó a cinco millones de argentinos a la pobreza (la mitad de los niños tienen carencias que dejan secuelas irreparables en su vida), destruyó eslabones de la cadena productiva e hizo que una parte importante de los trabajadores perciban salarios por debajo de la línea de subsistencia, trabajan y son pobres.

Redujo fuertemente el poder adquisitivo de los haberes previsionales de manera tal que, no menos de la mitad de los siete millones de jubilados y pensionados nacionales deben optar entre comprar la medicación o comer.

Paralelamente endeudó al país de sobremanera porque decidió financiar el déficit fiscal que es en pesos (a los proveedores, contratistas, trabajadores, jubilados y pensionados del Estado se les paga en pesos) con dólares que consiguieron colocando títulos de deuda y a corto plazo. Y cuando no pudieron hacer frente a los vencimientos nos ataron al FMI.

Toda esta política benefició esencialmente a los grandes bancos; al sector energético y a la minería; y a los grandes productores, acopiadores y comercializadores de granos.

  • Los bancos: En 1974 había en el país más de 600 entidades financieras, la mayoría eran cooperativas y cajas de crédito que utilizaban el ahorro local (del barrio, del pueblo, de la ciudad) para prestárselo en pesos a los productores, comerciantes y para la construcción de viviendas de esa misma localidad. Actualmente hay 78 entidades pero solo 10 (diez) de ellas [1] reciben el 85% o más de los depósitos. Mientras que en 1974 el total de crédito al sector privado era el 35% del PIB, ahora es solo el 7,5%.  Prefieren prestarle al BCRA en LEBACs (Letras del BCRA) y ahora LELIQs (Letras de liquidez del BCRA a siete días) con una tasa altísima y segura (paga el Estado) con lo que captan depósitos del público y  le prestan al BCRA, sin ningún riesgo y ganando un spread o renta diferencial excepcional.
  • La energía: Basta ver cómo aumentaron en la gestión de Cambiemos los precios de los combustibles y de la energía eléctrica para ver quiénes fueron los otros beneficiados del modelo macrista. Desde el 10 de diciembre de 2015 al 31 de octubre de 2019 el precio del petróleo y el gas se incrementó en un 368,3%; el de la energía eléctrica 794,1% y, los precios a nivel general 272,8%.
  • Por supuesto que menos crecieron los salarios, jubilaciones y pensiones. Cuando uno observa quiénes son los dueños de esas empresas, se encuentra con la firma Pluspetrol de Edith Rodríguez de Rey, la mujer más rica de la Argentina; la anglo holandesa Shell (cuyo CEO, Juan José Aranguren, fue ministro de energía de Macri); Axion (del grupo Bulgheroni en asociación con ingleses y chinos); e YPF donde es importante la participación estatal.
  • Y si nos referimos a la provisión de electricidad, observamos el peso del grupo Pampa Energía que es a sus vez propietario de Transener y Edenor, cuyos principales accionistas son Joseph Lewis y Marcelo Mindlin, ambos ligados a Mauricio Macri; o las empresas vinculadas a Nicolás Caputo, el hermano del alma de Mauricio, que asociados a los españoles (Endesa), a los italianos (Enel) y a capitales chilenos, controla Edesur; y las empresas de Rogelio Pagano, dueño de Edesa, Eden, Edes, Edea y Edelap.
  • La minería: la Argentina exporta 62 toneladas de oro por año por unos 2.244 millones de dólares, que es el tercer producto más vendido del país, todos explotados por capitales extranjeros. Las principales empresas son la canadiense Barrick Gold en Mina Veladero en San Juan, la norteamericana Newmont Goldcorp en Cerro Negro – Santa Cruz, la australiana E2 Metals Limited en Cerro Vanguardia también en Santa Cruz y, en Bajo la Alumbrera en Catamarca, la firma Glencore de Inglaterra.
  • Todas ellas le pagan al Estado nacional 4 pesos por cada dólar exportado y a las provincias el 3% del valor en la boca de pozo. Gozan de estabilidad fiscal por la ley 24.196/1993 vigente de inversiones mineras, que hace que por un período de 30 años no puede verse afectada en más la carga tributaria total determinada al momento de la presentación del estudio de factibilidad.
  •  El “campo”, como les gusta llamarse a las patronales agropecuarias, teniendo la tierra más fértil del planeta contribuye con el impuesto inmobiliario rural solamente con el 0,4% del PIB [2]. Por dólar exportado aportan 4 pesos y, los productos agropecuarios y su manufactura representan el 67% de los 53.848 millones de dólares vendidos al exterior por nuestro país en los primeros 10 –diez– meses del año 2019.
  • Por supuesto tienen nombre y apellido, entre los grandes productores el Grupo Grobocopatel, el Grupo el Tejar, el Grupo Don Mario y como acopiadores y comercializadores ADM, Bunge Ceval, Cargill, Cofco, Louis Dreyfus y Glencore Agriculture Limited. Todos ellos gozan de una renta extraordinaria por su situación de predominio en sus respectivos mercados, cautivos de su política y de sus designios, fijando las condiciones de producción, de comercialización y de precios, y pagan impuestos muy por debajo de su capacidad real y potencial. 

Marco interno y externo

En esa situación lo obvio y razonable es que se les grave con impuestos y que se les controlen sus precios, pero son sectores con poder real que se fortalecieron tras la dictadura de Videla-Martínez de Hoz y no están dispuestos a ceder un ápice de su posición de privilegio, a la vez que, por estar posicionados en sectores estratégicos como son el sistema financiero, minería, energía, alimentos e ingresos por exportaciones, se torna muy difícil disciplinarlos para que cumplan con la normativa general.

Si a lo relatado le sumamos la presión del FMI para que se le pague la deuda que contrajo Macri, presión que no solo significa cobrar, sino básicamente imponer condiciones que se resumen en una disminución del haber de jubilados y pensionados (cuando el 60%  cobran cerca de la mínima) para que exista un mayor porcentaje del presupuesto para pagar los servicios de la deuda, y en la flexibilidad laboral que es el pretexto que tienen para reducir los salarios con el fin de mejorar las tasas de ganancia.

Argumentan que así se facilitaría la inversión, cuando en verdad lo que hacen es reducir el mercado interno y condenarnos a una economía en recesión y más injusta.

Todo lo referido es en un marco en que los Estados Unidos vienen perdiendo la carrera tecnológica y comercial con China en primer lugar y en muchos nichos productivos y comerciales con Rusia y Alemania y, con ello, la primacía del dólar con respecto a las demás monedas.

Es por eso que el lunes 2 de diciembre de 2019 en forma inconsulta el Presidente Donald Trump decidió subir los aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de la Argentina y Brasil, aduciendo la devaluación que han realizado ambos países en el peso y el real respectivamente.

Fija un tope de 180.000 toneladas anuales, sumando acero y aluminio. Las ventas de biodiésel, acero y aluminio, restringidas por Trump, representan más del 40% de las exportaciones argentinas a ese destino, que es el segundo socio comercial en el hemisferio después de Brasil.

Tampoco el actual gobierno de Brasil nos la hace fácil, tras devaluar el real al nivel más bajo desde su creación en 1994, un dólar vale 4,24 reales al 4 de diciembre de 2019. Para que Estados Unidos no le suba los aranceles, ofrece comprarle más trigo, disminuyendo lo que adquiere en la Argentina.

A lo antedicho debe agregarse que al revés de lo esperado, ni la India ni China, los dos países más poblados del planeta y que tienen una sostenida tasa de crecimiento de su PIB, muestran apuro alguno en cambiar la matriz energética que en ambos es a base de carbón mineral (coque), con lo cual la demanda y por ende el precio del gas shale tienen un fuerte freno, que se refleja al interior de la economía estadounidense y agrava el panorama financiero de las petroleras, por la propia característica de la producción no convencional que obliga a una inversión al alza constante para contrarrestar la caída de producción que sufre rápidamente este tipo de yacimientos.

Finalmente, en el plano político, la intromisión de los Estados Unidos mediante la OEA en Bolivia y el respaldo a la administración de Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia y Martín Vizcarra en Perú, frente a las protestas de la población, son ejemplo flagrantes de que el imperio no está dispuesto a soportar ningún modelo que trate de ser independiente de sus designios y que nos sigue considerando su patio trasero. 

Tarea

Alberto Fernández era el segundo de Néstor Kirchner y vio y se formó en generar poder a través de medidas férreas que hizo que, con solo el 22% de los votos alcanzado en las elecciones nacionales del año 2003, pese a la presión de los grupos de poder y la supervisión del FMI, que es la quinta columna del imperio, se logró

  • avanzar sobre la justicia menemista;
  • suspender el pago de la deuda;
  • congelar las tarifas y controlar el tipo de cambio;
  • aumentar por decreto salarios, jubilaciones y pensiones, lo que recreó el mercado interno.

La Argentina, como el Ave Fénix, resurgió de las cenizas. Se pusieron en marcha las máquinas paradas, se incrementó la compra de insumos y la contratación de trabajadores  y crecimos a tasas chinas. Ese circuito virtuoso debe reproducirse, con las limitaciones actuales, que básicamente no son distintas a las que Néstor Kirchner y su equipo enfrentaron en mayo de 2003.

Con claros objetivos que son el de crecer y generar puestos de trabajo, mejorar la situación de la población, redistribuir mejor el ingreso, todo basado en fortalecer el mercado interno, la Argentina se puso de pie.

Se trata de repetir la historia.

Notas:

[1] Entre las diez el Banco de la Nación Argentina, el Banco Provincia de Bs As y el Banco de la Ciudad de Bs As

[2] Se recauda más con el impuesto inmobiliario urbano que el impuesto a la tierra productiva

(*) Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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