Iván Giroud, presidente del Festival de Cine de La Habana: «El público no es uno, es múltiple y debemos buscar filmes que cumplan sus expectativas»

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Entrevista a Iván Giroud, presidente del Festival de Cine de La Habana

Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Iván Giroud

 es el presidente del Festival de Cine de La Habana. Ingeniero civil de profesión, ingresó en 1988 a trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y desde entonces forma parte del Festival.

Por esos años, previos a la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS, el encuentro tenía una dimensión diferente a la de hoy. Así lo cuenta el propio Giroud en su libro El pretexto de la memoria, que narra sus años trabajando en este evento. “El Festival era entonces pantagruélico. Con independencia de la programación cinematográfica —que en los primeros Festivales era solo de películas latinoamericanas—, el certamen organizaba varios conciertos, obras de teatro, exposiciones, reuniones especializadas de críticos, distribuidoras alternativas, cineclubes y cinematecas, más tres eventos teóricos cuando menos y el MECLA. Y no se limitaba al cine: en 1986 se había incorporado la televisión y el video, con un centro aparte para esos géneros en el Pabellón Cuba y una retahíla propia de premios. La desmesura misma. Era el sello de Julio García Espinosa, que concebía el Festival como una fiesta de toda la cultura, casi en la frontera con un carnaval que movilizara a la ciudad y en el que la música y el baile, hermanos del cine, nos acompañaban todo el tiempo”.

Un detalle del relato de Giroud merece una digresión. Mientras el resto de mundo del cine comenzó a pensar al campo audiovisual de un modo ampliado recién en los últimos diez años, desde el ICAIC lo hicieron hace más de 30. Así el Festival de cine de La Habana se distinguía obviamente por su perfil latinoamericanista, por ser un lugar de encuentro para todos los cineastas y productores de la región en especial, pero de todo el mundo en general, y también por romper la tradicional idea de los festivales de cine de ghetto.

Otra marca de identidad que permanece hasta el presente es su carácter popular, la aceptación masiva del público cubano. El año del debut de Giroud contó la gran presentación de Gabriel García Márquez como parte central de muchas de las presentaciones. Por entonces aun la dinámica era diferente a la actual. “La programación de aquellos Festivales era tan caótica como maravillosa. Como se desconocía cuándo llegaban las películas, se programaba solo a partir de la certeza de su presencia física.(…) El Festival presumía, y con razón, de ser único en el mundo al que los cineastas podían llegar con la lata de su película debajo del brazo. En esa edición se extendía por veinte cines de la ciudad, abarrotadas de público en cada proyección”, cuenta el actual presidente del Festival de cine de La Habana.

Desde entonces Giroud es parte del principal encuentro del cine latinoamericano y caribeño. Lo conoce como pocos. Su mirada se proyecta sobre el largo plazo para reflexionar sobre la historia tanto como para diseñar el presente. Y sin dudas también para pensar el futuro.

En los días previos al comienzo del Festival Nodal Cultura dialogó con Iván Giroud para conocer las particularidades de esta 41° edición y su mirada sobre la actualidad del cine latinoamericano.

El Festival de la Habana suele recorrer un amplio espectro de producciones, desde las claramente comerciales a las más experimentales o del documental político al trabajo de observación más intimista. ¿Qué es lo que llevó a constituir esta identidad y a conservarla a pesar de los giros que muchos festivales han realizado en los últimos años?
Nosotros hemos tratado de ser consecuentes con el concepto que hizo que nuestro Festival surgiera. Presentar la producción más relevante de América Latina, a la vez que propiciar el encuentro de los cineastas de nuestra región.
Para ser consecuentes con el sentido que debe tener cualquier Festival, hemos tenido que ir cada año buscando esa producción cinematográfica que va mutando en sus formas de expresar esas realidades, darle espacio al talento emergente, y descubrir los temas que con mayor intensidad se subrayan dentro de esa producción. Que están de una forma u otra reflejando nuestras diversas realidades. Nosotros partimos de esa realidad cinematográfica y tratamos de darle su marco de relevancia.
Creo eso nos hace diferentes, porque pensamos en una realidad cinematográfica continental que es diversa, como lo son nuestros países y culturas a la vez que pensamos también en nuestro público, de ahí esa diversidad que tu mencionas, porque también el público no es uno, es múltiple, y debemos buscar filmes que cumplan sus expectativas, la clave esta en como se ordena en el programa.

La muerte de un burócrata (Cuba, 1967) de Tomás Gutierrez Alea, clásico restaurado que se verá en La HabanaEn la apertura de la 39° edición, en 2017, anunció que el Festival debía reformularse en cuanto a la enorme cantidad de películas que se presentaban y que la edición 40, del año pasado, tenía que tener menos obras programadas. El Festival continúa buscando ajustar la cantidad de películas. ¿Por qué esto es necesario y cómo evalua esta decisión luego de comenzado este proceso?

Nuestro equipo consideraba desde hace unos años que debíamos acortar un poco el programa, porque correspondía a  otra época, aquella cuando disponíamos de un circuito de exhibición que duplicaba en cantidad las salas y el Festival duraba 15 días.
Las claves para pensar la programación han sido las mismas, sólo que hemos tratado de presentar un programa mas concentrado, con menos títulos, y más acorde con el circuito de exhibición con el cual trabajaremos: 10 salas y 10 días en los que se desarrolla el evento.
Creo es pronto para evaluar si acertamos o no. Cuando finalice el Festival y evaluemos los resultados estaremos más capacitados para responder. Pero el público, los cineastas y los visitantes tendrán la última palabra sobre si valía la pena o no esta reducción.

Siendo este el festival que mejor da cuenta del cine de nuestra región es una suerte de resumen anual de la producción de América Latina y el Caribe ¿Con qué latinoamérica nos vamos a encontrar a través del cine?
Lo que trae el Festival no es lo que se ve solo en los concursos, aunque estos obviamente merecen la mayor atención. Tenemos un programa de cine latinoamericano paralelo, que lleva por título Latinoamérica en perspectiva, que complementa esa visión del cine continental.
En el caso de Centroamérica, en particular, como se esta viendo en los últimos años se destacan Guatemala y Costa Rica por su estabilidad y por la calidad de sus obras. Yo espero que en unos pocos años Panamá comience a despuntar también en este escenario.
Quiero destacar también que desde hace muchos años presentamos en secciones paralelas filmes relevantes de otras partes del mundo, con el objetivo de que nuestro programa general aporte una visión mucho más amplia del cine que hoy de produce en el mundo. Nos interesa que las películas latinoamericanas y las no latinoamericanas dialoguen entre si en un mismo programa.

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