Argentina: la política en tiempos interesantes – Por Horacio Rovelli

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Horacio Rovelli *

Los chinos dicen “ojalá te toquen vivir tiempos interesantes”, y el que vivimos lo es. En tiempos interesantes hay que tener muy claros los objetivos, medir bien las relaciones de fuerza, conocer al enemigo y a nosotros mismos, con la más amplia y profunda acepción de la palabra conocer, que es saber de verdad, para generar una estrategia y dar cada paso.

Perón sostenía que, teniendo una estrategia y objetivos que cumplir en política, “la misma es construcción de relaciones de fuerza, implica oposiciones, voluntades que se enfrentan, que se asocian, que disputan la apropiación de recursos materiales y simbólicos. Es conflicto, es contradicción, pero es también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas”.

Decimos esto porque la situación que se debe enfrentar en lo económico, en lo político y en lo social es compleja y difícil de resolver… pero no imposible.

En lo económico, no solo nos dejan una deuda que representa el 90% de nuestro Producto Bruto Interno anual, que es la cantidad de bienes y servicios finales que se producen en el año y que se estima en unos 382.000 millones de dólares.

También dejan una deuda de 343.000 millones de dólares y, además y principalmente, una estructura de fuertes vencimientos en el corto plazo, exacerbada por el “reperfilamiento” en que pagaron y pagan solo el 15% del capital adeudado de los títulos que vencen desde el 28 de agosto 2019; de manera tal que, según el informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación, se deberán desembolsar 23.664 millones de dólares en los primeros seis meses del año 2020, con el agravante que no tenemos acceso a los mercados de crédito para refinanciar esos vencimientos

Teníamos esa plata, pero desde las elecciones internas PASO, del lunes 12 de agosto, al viernes 25 de octubre de 2019, dado que el lunes 28 se impuso un severo control cambiario, el BCRA de la gestión de Cambiemos vendió 22.758 millones de dólares y, al 10 de diciembre de 2019, se estima que quedarán en el BCRA a lo sumo unos 11.000 millones de dólares de libre disponibilidad.

Es imposible refinanciar esa deuda sin quita del capital, reestructuración de los plazos y reducción de la tasa de interés. Esa es una puja con el FMI y con los acreedores internacionales de todo tipo.

Los mercados internacionales ya lo tienen contabilizado. Eso explica que los títulos públicos se coticen al 40% de su valor o menos.

Por ejemplo, el valor de compra del Bonar 2020 que vence en octubre del año que viene, al viernes 22 de noviembre era de 37,55 dólares la lámina de 100 dólares y devenga un interés anual del 8%. De cumplirse lo firmado se invierten U$S 37,55 y se cobran U$S 108. Una tasa de 300% en dólares.

Lo ideal sería suspender todos los pagos hasta que se audite la deuda, para saber en qué invirtieron los créditos contraídos, quiénes compraron los dólares que ingresaron y qué vendió el BCRA, que a su vez debe servir de precedente para futuras administraciones.

En lo social se ha empujado a cinco millones de argentinos a la pobreza, más de la mitad de los chicos que viven en la Argentina son pobres. Casi las tres cuartas parte de los jubilados y pensionados no llegan a fin de mes y tienen que optar entre comprar la medicación o comer. Se han roto cadenas del proceso productivo y distributivo, llevando la tasa de desocupación de trabajadores a los dos dígitos.

Como dijo el Presidente electo, Alberto Fernández, el problema urgente es el hambre y tiene armado un plan para combatirlo que, por los trascendidos, permite dar respuesta a más de dos millones de personas y también un plan de salud y medicamentos en general y para unos 3,5 millones de jubilados y pensionados en particular, cuyo costo total implica reasignar recursos en torno al 5% del presupuesto de la administración nacional.

El proyecto enviado por el Ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, destina el 17,2% del mismo para el pago de los servicios de la deuda. Lo que se ahorre en los servicios de la deuda pública (al suspender los pagos y/o al reprogramarlos) se debiera emplear para el plan social de emergencia.

Y en lo político, no es menor que el macrismo haya conseguido más de 10 millones de votos en las elecciones nacionales del 27 de octubre. Si bien muchos de los que lo votaron no gozan de los beneficios de la elite que los dirige, no es menos cierto que ideológicamente le responden y prefieren votar lo vivido, con recesión, con injusticia social y sin futuro digno, antes de lo que ellos consideran un gobierno nacional y popular y por consiguiente el “empoderamiento” de los trabajadores.

El marco externo

En un marco regional desolador, donde las fuerzas reaccionarias apoyadas por los Estados Unidos han logrado hacerse de una manera u otra con el gobierno para administrarlo en consonancia con sus intereses y los intereses de los Estados Unidos, así como la oligarquía argentina se subordinaba al colonialismo ingles a fines del siglo XIX y comienzos del XX, generando un modelo extractivista y primario, como las actuales explotaciones mineras, petroleras y gasíferas y la soja.

Todas estas actividades operan con alta rentabilidad y son verdaderos enclaves sin efecto multiplicador sobre el trabajo y el resto de la producción nacional. Si no, preguntémonos cuánta mano de obra demanda la exportación de una tonelada de soja, de oro, de un barril de petróleo o de metros cúbicos de gas.

La mayoría de las veces se trata de explotaciones contaminantes del agua, del aire y de la tierra, y sin embargo no solo no se les impide que hagan esos daños, sino que pagan poco o nada al erario público en impuestos. En el caso de las mineras, por tener una ley de estabilidad fiscal por treinta años desde 1993, herencia del menemismo; en el caso de los hidrocarburos porque nunca se sabe cuál es el costo de extracción y producción, pero se infiere que es seis o siete veces menor que su precio internacional que, en el caso del barril del petróleo, es de 58-59 dólares; para la soja en granos solo se retienen 4 pesos por dólar exportado; y lo mismo con los minerales, esencialmente el oro, dado que la Argentina exportó el año pasado 62 toneladas de oro por 2.442 millones de dólares (ingresa más por exportación de oro que por exportación de trigo o de carne que fueron nuestras ventas emblemáticas) y solo se lo grava desde septiembre de 2018 con $ 4 por dólar ingresado y a la provincia de donde lo extrae le paga un 3% de lo que declaran en boca de pozo.

Allí también se necesita de mucha argucia política para lograr que esos sectores rentísticos paguen las retenciones que corresponden.

Argucia política para poder avanzar en un plan de gobierno que defienda los intereses nacionales y populares con lo que, a la vez, va ganando consenso en la población que es la mejor garantía de que los sectores privilegiados del modelo macrista no intercedan o irrumpan como lo hicieron en Brasil y en forma más drástica y cruel en Bolivia.

Mientras construye legitimidad y poder para realizar las transformaciones necesarias, el nuevo gobierno va a ser hostigado por la crítica permanente de los grandes medios y la presión de la American Embassy. Como bien dijera el Presidente depuesto, Evo Morales, en Estados Unidos no hay golpe de Estado porque no tiene embajada de los Estados Unidos.

No es fácil, se debe avanzar y construir a la vez, sabiendo que la población requiere trabajo y producir, que el hambre no espera y que los demás pueblos de los países vecinos necesitan del apoyo del gobierno argentino. En la actualidad ese apoyo es esencial para los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y de México y para todas las fuerzas populares y democráticas de lo que José Martí denominó como Nuestra América.

No asumió su mandato, pero su accionar en el caso de Bolivia y Chile, haberse sumado al Grupo de Puebla y su condena a la política de intromisión en la región de los Estados Unidos, demuestra auspiciosamente que la región tiene una base de apoyo. Lo tiene en claro el Presidente electo cuando afirma: “Nuestra mayor obsesión es reconstruir la integración regional en América Latina, con México incluido, porque, desde la llegada de López Obrador, México ha vuelto a mirar a América del Sur”.

Los sectores privilegiados ligados al imperio van a tratar de impedirlo. Como escribió Antonio Gramsci, “el único modo de predecir el futuro es organizarse y hacer que eso que quieres ocurra”. Y lo que queremos es vivir dignamente.

* Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Publicado en elcohetealaluna.com


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