Las razones de la dura derrota del partido de Uribe en las elecciones regionales

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El propio expresidente, jefe máximo del Centro Democrático, reconoció el fracaso.

“Perdimos, reconozco la derrota con humildad. La lucha por la democracia no tiene fin”. Con estas frases, el expresidente Álvaro Uribe, jefe del Centro Democrático —el partido de gobierno—, reconoció anoche el fracaso de su movimiento político en las elecciones regionales de este domingo.

Aunque Uribe se apersonó de la campaña y recorrió gran parte del país impulsando las aspiraciones de sus candidatos, el balance en las urnas fue negativo.

Si bien el Centro Democrático, según el preconteo de la Registraduría, se quedó con las gobernaciones de Casanare, con Salomón Sanabria, y de Vaupés, con Eliécer Pérez, perdió en su principal fortín: Antioquia.

Igual pasó a nivel de alcaldías. Sus grandes apuestas –Medellín y Bogotá– también se le fueron de las manos.

En el caso de Medellín, su candidato a la alcaldía, Alfredo Ramos, perdió contra Daniel Quintero, de los sectores alternativos. Y en Bogotá, Miguel Uribe Turbay, el aspirante al que Uribe le dedicó varias jornadas proselitistas, quedó de cuarto, con 426.982 votos.
De hecho, fue el candidato por el que el Centro Democrático declinó tener una aspiración propia.

En el caso de Ramos, se trata no solo de la derrota del partido, sino de uno de los candidatos que provienen de las entrañas del uribismo. Su padre, el exgobernador de Antioquia y exministro Luis Alfredo Ramos, es uno de sus líderes reconocidos, y, además, Alfredo Ramos fue senador por el Centro Democrático.

Adicionalmente, se trata de Medellín, una ciudad de la que Uribe fue alcalde al inicio de su carrera y uno de sus principales bastiones.

Para el politólogo Jairo Libreros, los resultados “rompen una tradición”, y es que a los partidos de gobierno usualmente les iba bien en los comicios regionales.

¿Qué pasó?

El malestar político de los uribistas frente a la administración de Iván Duque es evidente, y este resultado va a complicar más la situación de gobierno de su administración frente al Congreso”, afirmó Libreros.

Y agregó que “quizá algunos del bloque uribista van a tratar de dar un paso al costado para evitar el desprestigio”.

Esto se traduce en que la posición del Centro Democrático frente a los demás partidos, los cuales ya salieron a declarar sus triunfos, puede complicarse en el Congreso.
El Gobierno no tiene una coalición sólida que apoye su agenda legislativa, y con los resultados de ayer, es previsible que varios sectores de las demás colectividades aumenten su presión hacia el Ejecutivo.

Y más tomando en cuenta que el presidente Duque se ha negado a implementar el sistema de colaboración que se venía manejando en la relación entre el Gobierno y los partidos, que es calificada por varios sectores partidistas como “fría”.

En la agenda del mes y medio que queda de Congreso habrá un tema fundamental: la nueva ley de financiamiento o reforma tributaria, la cual es considerada como un proyecto de ley vital para la buena salud de las finanzas públicas.

Pero la baja popularidad de Duque no es al único factor que se le puede endilgar la derrota en las urnas.

Es claro que el propio Uribe ha tenido un desgaste, que se percibe en la baja de su imagen favorable.

De hecho, él mismo admitió que el proceso que le sigue la Corte Suprema, por supuesta manipulación de testigos y fraude procesal, podría pasarle la factura en las urnas.

Según él, el caso ha apuntado a deteriorar su reputación y a afectarlo electoralmente.
Lo cierto es que los resultados obligan a que Uribe replantee el futuro
de su partido de cara a las presidenciales de 2022.

El Tiempo


La derrota del uribismo: ¿es un mensaje para el gobierno Duque?

La derrota del uribismo se convirtió en uno de los grandes hechos de las elecciones de este domingo. A nadie le queda duda que el Centro Democrático (CD), el partido del gobierno del presidente Iván Duque, no colmó las expectativas que tenía en las diferentes regiones del país. El primero en reconocer este complejo panorama fue su líder natural, el expresidente y senador Álvaro Uribe, quien trinó: “Perdimos, reconozco la derrota con humildad. La lucha por la democracia no tiene fin”.

Las cifras evidencian la crisis del uribismo en materia electoral: en materias de alcaldías, el CD pasó de 1‘489.240 votos en el 2015, a 1‘171.560 el domingo. Y con un agravante en esta oportunidad, si se tiene en cuenta que se trata del partido de Gobierno.

Por eso, una de las preguntas obligadas hoy es ¿por qué los colombianos castigaron en las urnas al partido de gobierno? El analista Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, señaló: “Aquí hubo cuatro hechos fundamentales: 1) Se cayó la teoría de que Colombia es un país que se está derechizando; 2) Los malos resultados del Centro Democrático son el reflejo de los malos resultados del Gobierno; 3) Si quiere sobrevivir en política, la derecha tendrá que desligarse de la figura de Uribe porque le está haciendo daño; 4) Hay mucha gente que respalda a Uribe como persona, pero los candidatos que presentó su partido en general fueron muy malos».

En Bogotá, el uribismo quedó en el último lugar de la elección a la Alcaldía con Miguel Uribe Turbay, quien obtuvo 426.982 votos, que equivalen al 13,5 por ciento del total de los votos. La misma suerte corrió en el Concejo de Bogotá: de 271.828 votos que obtuvo en el 2015, pasó este año a 263.014 votos. Es decir, pasaron de seis a cinco concejales. En el caso de Medellín, la plaza por naturaleza del uribismo, perdieron las elecciones a la Alcaldía con Alfredo Ramos, quien fue derrotado por Daniel Quintero, un candidato joven que enarboló una bandera independiente.

En el análisis hay quienes piensan que todo se debe a un desgaste del partido por cuenta de la mala hora del gobierno Duque en la opinión pública. Otros afirman que el proceso judicial que afronta el expresidente Uribe en la Corte Suprema de Justicia pudo haber incidido.

El reconocido abogado penalista Iván Cancino cree que también se hace necesario que otras figuras entren a apoyar el trabajo de Uribe. «Es un mensaje no solo para el Centro Democrático, sino para toda la derecha colombiana que descansa únicamente en la cabeza de Uribe y que necesita encontrar más líderes. No hay que descargar solo en los hombros de Uribe todo el peso de la lucha política», aseguró Cancino. El representante uribista Edward Rodriguez, por su parte, afirmó que «nunca se había visto un presidente que no pusiera la maquinaria a funcionar sino que fuera un estadista verdadero». Según el congresista, la distancia que el presidente marcó con el proceso electoral puede haber jugado un papel importante en el resultado.

En algunas regiones, puede afirmarse que el uribismo aumentó su participación en alcaldías y gobernaciones. En cuanto a estas últimas, pasó de tener una a tener dos. En estas elecciones se hicieron a la victoria en Vaupés y Casanare. Pero hasta ahí llegaron las buenas noticias para esta colectividad. En materia del alcaldías, el partido uribista aumentó su presencia (pasó de 57 a 120) gracias a las coaliciones pero disminuyó significativamente su votación total.

Aunque algunos uribistas como la senadora Paloma Valencia han salido a reclamar una victoria, evidentemente no tiene el mismo peso ganar la alcaldía de Medellín que la de Sabanalarga. Así mismo, conquistar la gobernación de Casanare no puede compararse con hacerse a la gobernación de Antioquia. Por esto el análisis que se limita a los números absolutos no tiene validez a la hora de medir el desempeño de un partido. Lo cierto es que en los lugares en donde más cuenta, el Centro Democrático sufrió una estruendosa derrota.

«El Centro Democrático no salió derrotado en estas elecciones. Ganamos, crecimos. De una gobernación pasamos a cuatro, y de 57 alcaldías pasamos a 120. Sin maquinaria, sin corrupción, sin clientelismo y siendo un partido nuevo», aseguró la senadora Valencia.

De las ciudades capitales, el uribismo solo ganó la Alcaldía en Sincelejo, en donde fueron en coalición con el Partido Conservador, Cambio Radical y La U.

El senador Ernesto Macías ha tratado de matizar los resultados adversos de la jornada electoral. «No se puede perder lo que no se tiene. Dicen que perdimos la Alcaldía de Bogotá, pero no la teníamos. Dicen que perdimos la Alcaldía de Medellín, pero no la teníamos. Dicen que perdimos la Alcaldía de Cali, pero no la teníamos. El Centro Democrático seguirá luchando por Colombia», afirmó Macías.

El balance de la jornada suena precario, por decir lo menos, al tratarse de un partido que viene de elegir a 51 congresistas, al presidente Iván Duque con más de 10 millones de votos y de ganar en el plebiscito. La lectura más acertada podría ser que las elecciones del domingo fueron, de alguna manera, un escrutinio a la gestión del presente gobierno. Para nadie es un secreto que desde que empezó esta administración, el presidente Duque no ha logrado conectarse con la opinión. En el mejor de los casos, su popularidad ha llegado a rondar el 40 por ciento.

Lo mismo se repite en el país político. En su esfuerzo por acabar con la práctica de la mermelada, el presidente terminó divorciándose por completo de los partidos, no los llamó a gobernar, y esto le pasó factura.

La precaria situación de gobernabilidad de Duque ha hecho que muchas de sus iniciativas se estrellen con un muro de contención en el Congreso y eso ha generado malestar tanto en el electorado como el propio Centro Democrático. Las elecciones de este domingo, lo ponen en una situación política aún más difícil que la que ya existía hace unos días. Y los temas en los que necesitará apoyo parlamentario no son de poca monta. Está pendiente la reforma pensional, la reforma a la justicia, la reforma política y ahora, está el enorme desafió de volver a pasar una reforma tributaria. El gobierno también tiene pendiente la llamada ‘Ley Arias’, la aplicación de la cadena perpetua para violadores de menores y otros temas que para su electorado son fundamentales.

El uribismo perdió en las elecciones regionales

El experto en comunicación política Carlos Arias, CEO de la firma Estrategia y Poder, señala que la derrota del domingo se debe tomar como un campanazo de alerta para el Gobierno. «Deben entender las transformaciones políticas y culturales que se están dando en el país. El liderazo del propio senador Uribe viene de capa caída y así lo confirman los estudios de percepción. Y mientras eso ocurre, vemos fenómenos como un aumento en la participación de los jóvenes y los primivotantes que salieron a votaron en esta ocasión. Ellos reemplazaron el escenario de la plaza pública por las redes sociales para dar la discusión y eso puede explicar, por ejemplo, la derrota del uribismo en Medellín y el triunfo de Daniel Quintero», dijo Arias.

Así las cosas, estas elecciones le dejan al gobierno y a su partido varios mensajes. En términos de opinión, es claro que los colombianos salieron a expresar que algo en el ejecutivo tiene que cambiar. Hoy el electorado no está contento con el gobierno y eso se hizo evidente en las urnas. En términos políticos, el presidente tendrá que evaluar si ha llegado el momento de llamar a una crisis ministerial y refrescar su gabinete con figuras que representen a los partidos para tener un mayor margen de maniobra en lo que resta de su administración.

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