Argentina: de salida, Macri hace el trabajo sucio para Donald Trump – Por Luis Bruschtein

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“La alianza entre Italia y Estados Unidos se remonta al imperio romano” mandó Donald Trump, mientras en la Argentina, su amigo Mauricio Macri, en campaña, arengaba: “¡Que se escuche en todo Corrientes!” pero estaba en la provincia de Chaco. Están hermanados por un rasero cultural de cuarta. Y bien clasista en cuanto importa más el poder del dinero que el conocimiento. Por lo menos los dos coinciden en sus dificultades con historia y geografía y en otras cuestiones, como Venezuela.

Macri se desvive por halagarlo. Diez días antes de los comicios en los que todo el mundo da por descontado que no tendrá reelección, que será rechazado por la absoluta mayoría de los argentinos, sin siquiera segunda vuelta, tomó decisiones estratégicas para beneficiar los intereses de Trump en la región pero que comprometen el planteo más democrático y pacífico del futuro gobierno.

Ante el inminente derrumbe de su presidencia, Macri hizo renunciar a Paula Bertol como representante del país en la Organización de Estados Americanos (OEA) y ordenó al canciller Jorge Faurie que la reemplace por un funcionario de carrera allegado al PRO a través del secretario de Asuntos Estratégicos de la cancillería, Fulvio Pompeo.

Bertol es un cuadro destacado del PRO. Ha sido legisladora por la ciudad y diputada nacional. Su designación se correspondió con la decisión de Washington de convertir a la OEA en la herramienta principal de su ofensiva para recuperar el petróleo de Venezuela, una prioridad de la política norteamericana para la región.

Felipe Solá, posible futuro canciller de Alberto Fernandez si gana las elecciones, denunció estos cambios en la cancillería como “escandalosos y de mala fe”. Y explicó en declaraciones periodísticas que “Bertol no cumplió su mandato como embajadora, renunció para la campaña y nombraron a un embajador de carrera que piensa parecido en la OEA, donde se discuten cosas donde nuestro pensamiento es distinto al del Gobierno».

Como la de Bertol fue una designación política, hubiera tenido que renunciar al cambiar el gobierno, ahora el nuevo representante tendrá que ser removido por decreto. Macri hizo renunciar antes de tiempo a Bertol con la excusa inverosímil de que la necesita en una campaña que ya está en su tramo final. Antes de renunciar, la dirigente aprobó una convocatoria al TIAR impulsada por Estados Unidos para estudiar un plan conjunto de agresión a Venezuela.

Entre los puntos que incluyó esa decisión se indica que una de las medidas que se podrá tomar será «identificar o designar personas y entidades asociadas al régimen de Nicolás Maduro involucradas en actividades ilícitas de lavado de activos, tráfico ilegal de drogas, terrorismo y su financiación y vinculadas a redes de delincuencia organizada transnacional, a los fines de utilizar todas las medidas disponibles y disponer el congelamiento de sus activos ubicados en los territorios de los Estados partes del TIAR».

Durante la administración de George Bush, Estados Unidos secuestró en distintos países a personas acusadas de terrorismo y las mantuvo desaparecidas en campos de concentración como el de Guantánamo. El documento que firmó Bertol en Nueva York, con la anuencia de Macri habilita “investigar, perseguir, capturar, extraditar y sancionar”.

Durante el debate electoral, Alberto Fernández advirtió sobre la posibilidad de que esa decisión de política exterior que tomó el macrismo, junto a otros gobiernos reaccionarios de la región, sea usada para legitimar una invasión a Venezuela.

“No quisiera que un soldado argentino cayera muerto en territorio venezolano” fue la frase que utilizó Fernández y que para muchos sonó a exageración. El candidato del Frente de Todos no exageró. El TIAR fue creado en 1947 en el marco de la Guerra Fría y se utilizó para legitimar intervenciones militares en Guatemala en 1954, en Cuba en 1961, en República Dominicana en 1965, en Granada en 1983 y en Panamá en 1989.

Por orden del entonces presidente Juan Perón, el canciller Juan Atilio Bramuglia había dado una dura batalla para oponerse a la creación del TIAR, pero finalmente Argentina tuvo que plegarse para no quedar aislada del resto de sus vecinos. En 2012, Hugo Chávez retiró a Venezuela del organismo y lo siguieron Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
«Resulta doloroso que países que fueron invadidos por tropas estadounidenses y cuyos pueblos fueron masacrados en aplicación del TIAR –declaró el ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela en un comunicado– hoy avalen un crimen semejante contra un país hermano, en una sesión del Consejo Permanente de la OEA a todas luces írrita y nula. Será la Historia y los pueblos de la Patria Grande los que se encarguen de juzgar esta indigna actitud».

El comunicado recordó que durante la guerra de Malvinas, Argentina convocó al TIAR, pero Estados Unidos ignoró el compromiso de auxilio al que obliga el Tratado ante una agresión externa y, en cambio, actuó como aliado de Gran Bretaña en la OTAN, el enemigo de Argentina, que ahora se junta con Estados Unidos para agredir a Venezuela.

El desarrollo del conflicto con Venezuela puso en evidencia el papel hegemónico de Estados Unidos en la OEA porque el país que exigió la intervención del TIAR, fue la delegación venezolana, que representa a un grupo de la oposición y no al gobierno que ganó las elecciones.

Juan Guaidó fue reconocido como presidente de Venezuela por una minoría de países influenciados por Washington. En vez de buscar una solución pacífica, el gobierno de Macri ha sido uno de los más entusiastas en acompañar la escalada agresiva de Donald Trump.

En un gesto que a esta altura tiene una proyección puramente simbólica, Macri reconoció hace pocos días a la representante de Juan Guaidó, Elisa Trotta, como la única embajadora de ese país en Argentina. Y dejó trascender que no renovará la visa a los diplomáticos venezolanos reales.

Si Macri ganara las elecciones, este proceso hubiera provocado una escalada que pasaría por la expulsión de los diplomáticos que representan al verdadero gobierno de Venezuela, el que, a su vez, hubiera tenido que expulsar al representante de negocios argentino en ese país.

Pero Macri ha sido el gran derrotado y el único objetivo de estas decisiones ha sido poner obstáculos a su sucesor, sobre todo en la relación con Donald Trump, quien tendrá que ser necesariamente un interlocutor importante en la negociación de la deuda. De esta manera, Macri le hace el trabajo sucio a Washington.

Ya lo hicieron antes. “Trabajo sucio” fue la frase que usó el ex ministro de Economía Alfonso Prat Gay seis meses después de que asumiera Macri, cuando explicó en Nueva York que habían dolarizado las tarifas y eliminado los obstáculos para pagarle a los fondos buitre y tomar deuda.

La caída de Macri deja muchos ejemplos de trabajo sucio. El Cronista Comercial confirmó la salida del país del presidente local del HSBC, Gabriel Martino. En 2015 se descubrieron cuatro mil cuentas de argentinos, con más de 3500 millones de dólares sin declarar, en la sucursal suiza del banco. Fue evidente que esa fuga de capitales, –como estuvo sucediendo a ritmo récord estos últimos meses– había sido estimulada por el banco a través de pequeñas trampas en las operatorias. Hubo multas y denuncias judiciales contra el ejecutivo de ese banco e incluso el Banco Central estuvo a punto de pedir que lo expulsen.

Pero Martino se salvó porque cuando ganó Macri, usó su influencia y pararon todas las causas judiciales en su contra. El hombre se convirtió en uno de sus asesores más influyentes, con entrada libre a la Quinta de Olivos, e intervino incluso en varios tramos de emisión de deuda.

Su defensora en ese escándalo por fuga y lavado de 3500 millones de dólares fue María Eugenia Talerica. Como un gran símbolo del discurso perverso y mentiroso de su gobierno, cuando asumió Macri la designó vicepresidenta de la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo que debería combatir la fuga y el lavado de dinero, delito por el que había defendido a Martino.

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