¿Es posible la democracia con estos niveles de desigualdad? – Por Rosa Cañete Alonso

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Por Rosa Cañete Alonso *

Democracia y desigualdad son opuestas, contrarias, jugadoras de equipos rivales. En ese sentido, cuánto mayor sea la mayor desigualdad, más difícil será conseguir una representación igualitaria de los diversos intereses de una sociedad y, por lo tanto, más débil será el sistema democrático.

Hace años formé parte de un equipo de investigación en República Dominicana en que explorábamos los vínculos entre el poder, el territorio, la política y el desarrollo. Una compañera que trabajaba sobre el Sistema de Seguridad analizó exhaustivamente las actas de las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad Social en República Dominicana (CNSS de RD). Este consejo, como muchos otros en América Latina y el Caribe, es una entidad creada para asegurar la participación equitativa de los diferentes actores e intereses afectados por una política pública. Lamentablemente su análisis probó que estaba muy lejos de asegurar una participación igualitaria y que más bien venía a bendecir las desigualdades de partida.

Los coordinadores del consejo y el sector empleador contaban con un poco más del 50% del uso de la palabra. El sector sindical solo participaba un 12%, el representante de discapacitados, indigentes y desempleados y el de los trabajadores de microempresas (juntos más de la mitad de la población dominicana) tomaban la palabra solo un 4% y un 2% de las intervenciones. Además, se evidenciaron habituales conversaciones previas a las reuniones del Consejo, entre el Estado y el sector empleador, no así con el resto de los sectores participantes.

Por otra parte, cada representante acudía con sus propios recursos y propuestas, lo que colocaba en desventaja a los actores con menos recursos. Asimismo, estos últimosno tenían la capacidad de llevar propuestas técnicas o de analizar los efectos de las propuestas de la patronal o el gobierno. En definitiva, el Consejoera un caso, así como otros miles en la región,que más que asegurar la participación igualitaria, lo que hacía erareproducir las desigualdades extremas de la sociedad.

Hace ya mucho que los Estados aceptaron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que los diferentes derechos son interdependientes. Es decir, los derechos socioeconómicos limitan o expanden los civiles y políticos y viceversa. Como prueba el caso del CNSS dominicano, las desigualdades extremas con las que convivimos en América Latina y el Caribe limitan la democracia incluso en casos bien intencionados como la creación de instancias de participación ciudadana en las que pueden acabar primando de nuevo los intereses de los sectores más poderosos. Cuando esto ocurre, se recorta también el avance de la garantía de los derechos de grandes grupos de población.

La concentración de riqueza,es también concentración de poder. Se trata de un poder que puede ser utilizado para asegurar ventajas y privilegios en el diseño de las políticas públicas. Un poder que permite capturar el sistema democrático y poner a los Estados a privilegiar a ciertas élites a costa de los derechos de todas y todos. En“Democracias capturadas, el gobierno de unos pocos”, una investigación de Oxfam y CLACSO que estudia y sistematiza mecanismos utilizados por las élites para asegurar sus privilegios,se analizan múltiples casos en diferentes países desde 1990 hasta la actualidad que muestran los distintas formas en que opera la captura del Estado en la región.

El estudio revela que el lobby desmedido, las puertas giratorias, el financimiento partidario, las campañas mediáticas, los sobornos, la opacidad o las estructuras de participación que no toman en cuenta las desigualdades, como el CNSS de República Dominicana, son algunos de los mecanismos utilizados para que dentro de nuestras democracias haya sido tan difícil reducir las brechas de las desigualdades. Los ejemplos campan en la región, no hay más que mirar quiénes ganan y quiénes pierden en políticas como la privatización de los sistemas de pensiones o el aseguramiento en salud, en la aprobación los salarios mínimos que no dan ni para subsistir, en un sistema tributario que decide recaudar del consumo y el trabajo de todos y no de la riqueza o el capital de unos pocos.

Todo esto parecería un círculo vicioso difícil de romper. Sin embargo, conocer cómo operan estos mecanismos nos proveede herramientas para poner barreras que limiten tanto el poder del dinero de las élites económicas,como el poder para mantener el poder de las élites políticas. La aprobación de la ley de lobby en Chile o Perú, las leyes de partidos que regulan el financimiento partidario como en Honduras, las estructuras de participación ciudadana que aseguran que cada sector que se siente en la mesa cuenta con los recursos para colocar sus intereses en igualdad de condiciones, la limitación de la publicidad estatal en medios de comunicación y los límites a la concentración de medios, entre otros, son iniciativas centrales para tener democracias más plenas que permitan la aprobación y puesta en marcha de políticas públicas que reduzcan la desigualdad.

Es muy importante que la ciudadana apoye con su voto partidos que estén dispuestos a mejorar la calidad democrática recortando su propio poder y el de las élites económicas. Es central que la ciudadanía de el paso de participar política a través de la creación de nuevas opciones partidarias que empujen estas reformas o regenerando los partidos existentes. Es muy importante contar con movimientos y organizaciones sociales fuertes que participen y vigilen a sus gobiernos para asegurar que sus voces sean escuchadas y representadas

Solo con más igualdad tendremos más democracia, solo con más democracia tendremos más igualdad. Es necesario avanzar en ambos caminos de forma simultánea.

* Coordinadora Regional del Programa de Lucha contra la Desigualdad y la Captura del Estado. América Latina y el Caribe. Oxfam


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