Miles de personas exigen justicia a 51 años de la Masacre de Tlatelolco

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Comité 68 llama a construir un nuevo modelo nacional

Por Emir Olivares y Arturo Sánchez Jiménez

Cincuenta y un años después, por fin hay condiciones para cambiar el país, pero nada ha cambiado aún. Para conseguir un nuevo modelo nacional se requiere la organización ciudadana. Este fue el punto central en el que miles de personas coincidieron durante la marcha conmemorativa por el 51 aniversario de la represión y la masacre contra el movimiento estudiantil el 2 de octubre de 1968.

Décadas han pasado y la juventud sigue haciendo suyas las calles para expresar su demanda de transformación y, sobre todo, con el propósito de exigir justicia por los crímenes del pasado y del presente.

Somos los nietos de los que no pudiste matar, con esta leyenda escrita en una pancarta se podía resumir el sentir de los jóvenes que ayer se sumaron a la movilización que comenzó en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco y concluyó en el Zócalo capitalino.

Como cada año, el Comité 68 encabezó la manifestación del 2 de octubre, y como cada año también, se sumaron a la marcha miles de jóvenes universitarios, bachilleres y normalistas, así como integrantes de organizaciones y movimientos civiles, sociales y sindicales.

Sin embargo, a diferencia de otros años, esta fue la primera manifestación conmemorativa de la matanza de Tlatelolco que se da bajo un gobierno que se presenta de izquierda. Por ello cobró aún más fuerza la exigencia de que el Estado ponga fin a la impunidad.

Unos 10 mil manifestantes, de acuerdo con los cálculos del gobierno de la Ciudad de México, marcharon por el Eje Central y 5 de Mayo, en medio de edificios tapiados, cercas y una valla humana denominada cinturón de paz, integrada por más de 12 mil trabajadores del gobierno capitalino y algunos voluntarios, hasta confluir en el Zócalo.

Hubo intentos de grupos de jóvenes embozados vestidos de negro por generar violencia en varios puntos de la movilización. Sin embargo, salvo dos momentos de tensión (donde hubo enfrentamientos con policías y detenidos) la marcha transcurrió en relativa calma, debido a que los encapuchados agredieron a algunos integrantes del cinturón de paz y a reporteros.

Los primeros contingentes ingresaron a la Plaza de la Constitución minutos después de las cinco de la tarde y fueron recibidos con el Cielito lindo interpretado por la Orquesta Filarmónica Tosepan, de la sierra norte de Puebla.

Como cada año, justo a las 18:10 horas se guardó un minuto de silencio en memoria de los caídos en 1968 (la hora en la que se dio la orden de ataque aquella tarde en Tlatelolco).

En el Zócalo, rodeado por el cinturón de paz dispuesto por la administración de Claudia Sheinbaum, las consignas se dirigieron contra los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría (señalados como responsables de la matanza del 2 de octubre de 1968) y Enrique Peña Nieto.

Al gobierno actual le tocó muy poco: Ni Guardia Nacional, ni cinturón de paz.

El nombre del presidente Andrés Manuel López Obrador no se escuchó en las consignas durante la marcha ni en el mitin.

Tampoco le dedicaron críticas ni alabanzas. Pero sí se le exigió actuar ya para resolver los crímenes del pasado y del presente, y acabar con la impunidad.

Félix Hernández Gamundi, uno de los líderes históricos del movimiento estudiantil de 1968 e integrante del Comité 68, afirmó que hace 51 años se cometió un crimen de Estado contra la juventud mexicana y el pueblo de México. Desde ese momento se ha luchado por cambios en el país. Hoy, hay condiciones para transformarlo, pero nada ha cambiado aún. Por eso hay que organizarnos, y debemos hacerlo todos.

Llamó a la organización ciudadana y a tomar en cuenta las lecciones más importantes que les dejó el movimiento del 68: conocer la importancia de la unidad, la solidaridad y la camaradería, reconocer el derecho de los demás, entender al diferente, al diverso, que tanto vale cada compañera como cada compañero.

Refrendó el compromiso del Comité 68 de luchar contra la impunidad en la que están los responsables de aquellos hechos y exigió una reforma del Poder Judicial. Pero a la vez, agregó, hay nuevas demandas: el rescate del campo, de los servicios de salud, del sistema educativo; en suma, de crear un nuevo modelo de país. Eso nadie nos lo va a dar, por eso tenemos que organizarnos.

La Jornada


La disputa por el 2 de octubre

Por José Ignacio De Alba

Los papeles de la marcha estaban invertidos, la preocupación por el pasado corrió a cargo de los jóvenes y el reclamo por el futuro, a cargo de los viejos. Dos generaciones que no conciliaron ni el tono, ni las consignas, ni siquiera en los significados sobre el 2 de octubre.

Los muchachos se manifestaron con un discurso como si estuvieran en los sesenta, en un esquema de confrontación abierta. En cambio los viejos, vestidos con playeras blancas, hablaban de conceptos como “democracia”, “paz” y “cambio climático”.

Guillermo Velázquez fue uno de los estudiantes reprimidos en 1968, el hombre se queja un poco de los asistentes a la marcha: “éstos no van a resolver nada arrojando la piedra y escondiendo la mano”.

Velázquez lleva una pancarta y de cuando en cuando regaña a los jóvenes que llevan el rostro cubierto: “quítese eso de la cara, muchacho”. Asegura que su generación no se ocultó para dar batalla al régimen.

“¿Tienes esperanza de que algo cambie con Andrés Manuel?”, se le pregunta a Velázquez, a lo que responde: “sí, es un gobierno que encarna ideales de justicia, algo por lo que hemos luchado desde hace años”.

La marcha fue el choque de dos visiones sobre el 2 de octubre. De los creen que la llegada del nuevo gobierno es consecuencia de ese movimiento, y hay condiciones para modificar las injusticias, y de los que consideran que nada ha cambiado.

María Nieves, una chica de 19 años proveniente de la Universidad Autónoma Metropolitana, responde que Andrés Manuel “es lo mismo del pasado”.

-¿Qué significa el 68 para ti?, se le pregunta a un joven encapuchado que se rehúsa a dar su nombre.

-La oportunidad de combate a un Estado opresor- responde el chico vestido de negro hasta los calcetines.

-¿El Estado te ha reprimido?

-Sí, allá atrás intentaron agarrarme- responde sin ganas de platicar.

Al final de la manifestación se reportaron dos detenidos por parte de la policía, y también hubo heridos menores a causa de los golpes. Una mujer fue atendida porque le incendiaron el cabello.

No todo fue blanco o negro en la manifestación, Carlos López de 25 años, perteneciente al grupo estudiantil de izquierda Relevo XXI de la UNAM, preparó con sus compañeros una pancarta que dice “luchemos para ser la última generación que nazca en el neoliberalismo”.

El chico explica en entrevista que ya no luchan contra el Estado, sino ahora lo hacen contra las medios y empresas que buscan desestabilizar a un gobierno.

Cuando se le pregunta a Carlos López si está a favor de la violencia en la manifestación, vuelve a citar al golpe blando: “lo que quieren es desestabilizar a un movimiento legítimo”.

Desde Tlatelolco los vendedores ambulantes hicieron su abasto, ellos entendieron que la oferta de la venta debía ser amplia: había llaveros de Andrés Manuel López Obrador, paliacates, Che´s Guevara, libros, banderas y jicaletas.

Los estudiantes de las normales rurales marcharon en paz, fue uno de los únicos grupos que manifestó al unísono el reclamo de “¡justicia!” y en el Zócalo atendieron las actividades del Comité 68. Formados escucharon a la banda musical de la organización indígena Tosepan Titaniske.

EN el estrado el Comité 68 y diferentes organizaciones tomaron el micrófono.

La marcha por el 2 de octubre también fue una protesta contra la impunidad acumulada de medio siglo.

María Herrera, en el templete, reclamó por la desaparición de sus cuatro hijos durante la guerra contra el narcortráfico y la falta de justicia en su caso; un grupo de feministas aseguró desde el estrado que el padre del patriarcado es el capitalismo; también estuvieron los ejidatarios de Atenco reclamando tierras y castigo a sus represores.

La polifonía de voces no mereció la atención de la mayoría de los medios que estuvo más atenta a las tropelías que a los mensajes de los arganizadores.

Félix Hernández Gamundi, del Comité 68, aseguró en el micrófono:

“Hoy, todo está pendiente. Está todo por hacerse, hay condiciones para comenzar a cambiar al país. Tenemos que cambiarlo con nuestro esfuerzo, tenemos que cambiarlo con nuestro trabajo y para eso hay que organizarnos. Y en este trabajo de construcción tenemos que caber todos, así como estamos en esta plaza: estudiantes de todas las instituciones de educación pública y privada del país, tenemos que caber todos, porque para todos hay lugar”.

Gamundi aseguró que un primer paso debería ser renovar al “amafiado” poder judicial.

Una batalla anunciada

Desde antes de la manifestación la ciudad parecía lista para los enfrentamientos. Los edificios históricos fueron tapiados para que no fueran dañados por los manifestantes. Hubo negocios sobre Eje Central que no abrieron, otros pusieron protecciones y un letrero petitorio: “por favor no lo rompas, es una pequeña empresa familiar y su sustento depende de este negocio”.

El “Cinturón de Paz” estuvo compuesto por funcionarios y trabajadores de diferentes alcaldías de la Ciudad de México, según explicó Genaro Olivares de Xochimilco. Pero hubo también quien aseguró que dentro de las brigadas había voluntarios.

El cordón humano, ideado por la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, buscaba evitar las confrontaciones en la manifestación. Al final los grupos de jóvenes encapuchados abusaron de ellos: hubo casos en que fueron golpeados y se les pintó con aerosol. Muchos de los cordones humanos se quitaron la playera y huyeron para no ser agredidos.

La idea Sheinbaum era dejar fuera a los cuerpos policiacos, pero la realidad es que hubo decenas de policías vestidos de civiles entre los manifestantes en la marcha. El grupo de granaderos -que formalmente no existe- tuvo intervenciones marginales (sin gases lacrimógenos).

El grupo más activo para atender incidentes o calmar los ánimos de los enjundiosos fue Marabunta, una iniciativa ciudadana de paz que lleva años trabajando en la Ciudad de México atendiendo desde derrumbes de sismos, hasta 2 de octubres.

El director de la organización, Miguel Barrera, denunció en un comunicado que la policía capitalina cometió “abusos” en contra de manifestantes, incluso aseguró que elementos policiacos robaron pertenencias a un par de sus integrantes. Barrera pidió una disculpa pública por parte de la jefa de gobierno.

En la marcha hubo bombas molotov y enfrentamientos con la policía, entre las calles Isabel la Católica y 5 de Mayo la taquería Tlaquepaque se mantuvo abierta durante las hostilidades. No fue hasta que en una rebatinga, entre chorros de agua, extintores y fuego, que los taqueros defendieron el carnoso trompo cerrando el changarro. Aquí puede caer el Estado, el capitalismo o el patriarcado, pero jamás el trompo.

En algún momento un grupo de encapuchados rompió los vidrios de un puesto de periódicos. Otro de los contingentes “duros” pasó después y arremetió contra los cristales, ya rotos, que ya estaban en el piso. La violencia tendía a lo absurdo. “¿Qué van a lograr con esto?”, se le pregunta a uno de los iracundos: “Sembrar la lucha contra el Estado, con miles de pequeñas acciones como ésta se puede derrocar al Estado”.

Paradójicamente, un vendedor de periódico, cuyo negocio sobrevivió a los embates, cree que el origen de las acciones de los jóvenes con el rostro cubierto obedece a lo más añejo de la estructura del Estado mexicano: “seguro les pagó el PRI”.

Pie de Página


Matanza de Tlatelolco fue un crimen de Estado: Sheinbaum

Al encabezar la ceremonia por el 51 aniversario de la Masacre de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas, la jefa de gobierno, Claudia Sheibaum Pardo, calificó a ese suceso como un crimen de Estado.

Acompañada por parte de su gabinete, representantes de los tres poderes locales, autoridades federales y exlíderes del movimiento del 68, la mandataria sostuvo que nunca más habrá un gobierno represivo, sino responsable.

Antes izó la bandera a media asta y colocó una ofrenda floral en la Estela de Tlatelolco, que recuerda a los caídos y desaparecidos del 2 de octubre de 1968.

En el inicio de su mensaje pidió un minuto de silencio a los presentes «por los caídos en esta plaza, por los caídos en la lucha por la democracia y las libertades de nuestro país y por aquellos que en el camino nos han ido dejando”.

Recordó que en 1968 ella tenía seis años y su madre participó en el movimiento estudiantil como profesora de la Escuela de Ciencias Biológicas del Politécnico, por lo que creció al lado de dirigentes estudiantiles como Félix Hernández Gamundi, Raúl Álvarez Garín y Salvador Martínez della Rocca.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México destacó lo que la matanza de Tlatelolco significó en su vida personal y ahora como gobernante para luchar a favor de la justicia, las libertades y la democracia en el país.

“El día de hoy estamos conmemorando un crimen de Estado, una masacre a jóvenes estudiantes que luchaban por la libertad y la justicia”, señaló.

Hizo alusión al pliego petitorio de los estudiantes, lo que la llevó a tomar la decisión como jefa de gobierno de desaparecer el cuerpo de granaderos de la Policía de la Ciudad de México.

“Nos formó, nos marcó en la idea de la lucha por la libertad, por la democracia, y jamás utilizar las fuerzas del Estado para reprimir los movimientos sociales, los movimientos democráticos y menos los movimientos estudiantiles”.

En su oportunidad el exlíder del movimiento del 68 Félix Hernández Gamundi externó que si bien siguen vigentes muchas demandas sociales éstas deben externarse en forma pacífica.

“Hay que sumarnos a esa lucha, hay que sumarnos a las demandas del pueblo mexicano, pero hagámoslo pacíficamente porque todo mundo tiene un lugar, y todo mundo debe ocupar ese lugar siempre que tenga una demanda que pueda respaldar de manera honorable con dignidad y reconociendo el derecho de los demás a la libertad y a manifestarse pacíficamente”, llamó el exdirigente.

Excelsior


‘Nunca más un 68’, dice AMLO este 2 de octubre

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reiteró este miércoles que en México no habrá represión ni tortura, en referencia al 51 aniversario de la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.

«Nunca más una represión en México, nunca más torturas, desapariciones, masacres, nunca más un 68 y se está logrando establecer esta nueva política a pesar de provocaciones y de afanes autoritarios”, dijo durante su conferencia de prensa matutina desde Palacio Nacional.

López Obrador aseguró que seguirá gobernando sin violencia, sin violar los derechos humanos.

«Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”, reiteró.

El presidente dijo que este miércoles se recordarán los hechos lamentables del 2 de octubre de 1968 y añadió que hay que tomar en cuenta que el uso de la fuerza no es la opción para resolver problemas que se originan por la falta de libertades y por la falta de justicia.

El jefe del Ejecutivo federal aseguró que estamos en una etapa nueva, en la que el uso de la fuerza ha quedado relegado. Dijo que no se puede hablar ni siquiera de la razón de Estado, de que el Estado tiene el monopolio exclusivo del uso de la fuerza.

«Nosotros queremos vivir en una sociedad en paz, sin violencia, sin usar la fuerza, convencer, no vencer, convencer, persuadir, dialogar, vivir en armonía, vivir en paz”, sentenció.

Pide AMLO ejercer sin violencia el derecho a la protesta

López Obrador enfatizó que hoy se garantizan las libertades de manifestación, de protesta, el derecho a disentir y pidió a todos los que van a ejercer su derecho de manifestación a hacerlo de manera pacífica, sin violencia.

Sugirió también a los que participen en las marchas ayudar a las autoridades aislando a los provocadores y no cayendo en provocaciones, haciéndose a un lado y explicándoles que ése no es el camino.

Reiteró que el que lucha por la justicia y la democracia no tiene por qué ocultar su rostro, sino que tiene que dar la cara, además de que no tiene que traer armas, aunque sean piedras, petardos, porque no se requieren esas formas y esas maneras.

Añadió que de todos modos las autoridades estarán al pendiente durante la marcha, porque ésa es su función.

Va a estar a cargo de llevar a cabo el seguimiento de esta manifestación, sin impedirla, la jefa de gobierno (Claudia Sheinbaum)”, dijo y reiteró su respaldo a la funcionaria.

Agregó que su gobierno ve muy bien que civiles vestidos de blanco participen en la marcha de este 2 de octubre porque es el momento de llamar a la paz. Dijo que lo más importante de un revolucionario verdadero es la honestidad y la congruencia.

Dijo que no hay un gobierno autoritario y no se debe culpar al gobierno actual de represión, pues ni siquiera tiene (su gobierno) recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por violar derechos humanos. Aseguró que no se ha permitido ningún exceso de las autoridades.

Pidió no olvidar el 68 porque fue el inicio de una etapa nueva. Añadió que de un hecho lamentable de represión surgió la esperanza de un México nuevo, distinto, mejor.

No fue en vano ese sacrificio, esa lucha. A partir de ahí empieza a haber una apertura y eso nos permite que se lleven a cabo los cambios en el país y que ahora se esté iniciando una transformación y garantizádose las libertades y estableciéndose un verdadero estado de derecho y una auténtica democracia”.

Televisa


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