TIAR y Colombia: claves para esta fase de guerra contra Venezuela – Por Marco Teruggi

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca es parte del intento de asfixia diplomática contra Venezuela y una puerta de entrada para ingresar a una guerra total donde Colombia ocuparía un rol central. En diálogo con Sputnik, el historiador y politólogo Juan Romero explica el escenario en desarrollo.

«Están haciendo una asfixia institucional utilizando la Organización de Estados Americanos (OEA)», explica Juan Romero, historiador y politólogo venezolano. El último paso fue la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), aprobado por Estados Unidos, diez países de América Latina y por un enviado de la oposición venezolana.

«Es un mecanismo de escalada donde el TIAR sirve en este contexto de una guerra de sustitución o guerra proxy desde Colombia», analiza. Romero tiene el cargo de secretario de fronteras del Zulia, un estado fronterizo con Colombia en el noroccidente venezolano.

El TIAR fue firmado en 1947: «estuvo pensado en términos geopolíticos, en cómo se dividió el mundo y las áreas de influencia, Estados Unidos (EEUU) siempre ha considerado a América Latina como un espacio vital y el TIAR fue para la contención del peligro de una expansión del bloque comunista en este espacio», analiza Romero.

72 años después el bloque comunista ya no existe, pero América Latina continúa siendo parte del área vital norteamericana, y algunos de los instrumentos de EEUU pueden desempolvarse para darle una máscara diplomática a una declaración de guerra. Eso indica lo que fue activado con el TIAR: la posibilidad del uso de la fuerza militar contra Venezuela por parte de los firmantes.

Visto en términos de legalidad tanto la OEA como, en consecuencia, el TIAR, está fuera de los marcos del derecho internacional público: el gobierno venezolano se retiró de la OEA, y este organismo asignó la silla del país al enviado por el autoproclamado Juan Guaidó.

«El mecanismo de incorporación del representante que ha pretendido imponer el presidente Guaidó no corresponde con las formas y contenidos, la OEA no se encarga de reconocer gobiernos, sino que recibe la representación de los gobiernos», explica el historiador y politólogo.

¿Cuál es el lugar del derecho cuando se intenta derrocar un gobierno democráticamente electo? El plan, diseñado por EEUU, aplicado a través de diversas vías, como la diplomacia de guerra de la OEA y el TIAR, no se detiene en el derecho internacional. Ese plan construye su propia narrativa para justificar acciones fuera de ley.

«Buscan aplicar la matriz de que somos un Estado forajido, es decir que violenta las normas del derecho internacional, que no cumple con el respecto a los derechos humanos, incapaz de atender social y políticamente a sus ciudadanos, una amenaza para la estabilidad de la región, y por lo tanto exige una intervención», analiza Romero.

A esas acusaciones se agregan otras, como los vínculos que tendría el gobierno con el grupo libanés Hezbollah, y con las organizaciones armadas colombianas del Ejército de Liberación Nacional y el sector de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que regresaron a la lucha armada.

Las piezas se unen: OEA, TIAR, Colombia, acusaciones como justificativos, la acumulación de asedio diplomático, de narrativa, de ilegalidad presentada como legal. Como si el cuadro estuviera en proceso acelerado de maduración para llegar a su punto máximo: «una guerra de espectro total», señala quien día a día recorre la frontera en un escenario de alerta naranja decretado por el presidente Maduro.

El rol de la frontera con Colombia

Por un lado, existe la asfixia diplomática, pública, con medios de comunicación, tribunas internacionales. Por el otro lado, se desarrolla la trama subterránea de la guerra, su máscara paramilitarizada, no declarada, aunque ya inocultable: las fotografías del Juan Guaidó con jefes del grupo paramilitar colombiano Los Rastrojos dan otra prueba de eso.

En ese contexto Colombia cumple un rol determinante. El secretario de frontera del estado Zulia señala la situación entre ambos países como de «máxima tensión». Ese papel cumplido por la élite colombiana se debe, según el historiador, a dos razones centrales.

Por un lado, la posición actual como socio global de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el rol de subordinación ante EEUU, que se expresa el conjunto de bases norteamericanas en territorio colombiano, que son «una estructura que sirven en este momento para el desarrollo de los planes expansionistas que pretenden los EEUU contra Venezuela».

Por otro lado, Romero se refiere a los intereses geopolíticos de la «élite propietaria ligada a la producción de coca, al narcotráfico, a un Estado criminal».  Esos intereses tienen en intereses en Venezuela para lograr desarrollar sus rutas de contrabando:

«Venezuela tiene un frente caribeño de 550.000 kilómetros y eso es sumamente atractivo para las rutas de las drogas, mientras que se necesita un tránsito vía terrestre cercano a las 21 horas para llegar a los puertos en el Caribe o Pacífico, los puertos del lago de Maracaibo están a ocho horas». El lago de Maracaibo está en el centro del estado Zulia, y tiene otra característica más: una reserva de 26.000 millones de barriles de petróleo.

Son varios intereses que confluyen, tanto de las élites colombianas, como por parte de EEUU, que tiene en Colombia a una de sus principales plataformas para desarrollar los planes que Romero describe recurriendo al concepto utilizado en la tesis del teórico norteamericano, Zbiginiew Brzezinski: el caos constructivo.

«Esa tesis sostiene que si no se logra la desestabilización de un país que no corresponde a los intereses de los EEUU, debe generarse un proceso de fragmentación interna tal como sucede en Libia o como pretende hacerse con Siria, para fragmentar el territorio y generar dentro otros Estados que respondan a los intereses de los EEUU».

El intento de aplicación de esa tesis se ha estado ensayando, según el politólogo, particularmente en la frontera occidental con Colombia, que cuenta de 2219 kilómetros.

La conjunción de todas las piezas permite crear posibles escenarios. Romero describe uno de ellos: «que desde Colombia se genere un falso positivo con respecto a una tensión en la frontera, que pueda generar una doble reacción, una en la OEA, convocando al TIAR, o una a través de la OTAN ya que la figura de socio global de Colombia le permite solicitar a los socios permanentes un apoyo en caso de producirse una agresión».

Este escenario parte de una lectura de la fase actual del conflicto donde a EEUU le interesa que la guerra pase «de una híbrida a una guerra de espectro total». Ese tránsito debe construirse sobre las matrices acusatorias contra el gobierno venezolano, de manera a «convocar la doctrina de la necesidad de proteger, conocida como R2P, que señala que la necesidad de que varios Estados intervengan en un tercer Estado».

Cada elemento encaja: la narrativa política internacional, las acusaciones del gobierno colombiano, la asfixia diplomática con el nuevo eslabón del TIAR, la construcción de la frontera como zona de quiebre del escenario y aceleramiento de los acontecimientos.

La activación de la defensa

Nicolás Maduro convocó al Consejo de Defensa de la Nación, declaró la alerta naranja por la amenaza desde Colombia, y dio la orden de iniciar los ejercicios militares denominados soberanía y paz, de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

«Hay una activación total y conjunta de cuerpos de combatientes milicianos, el ejército y toda la estructura del poder civil, todos los cuerpos y unidades están con el apresto operacional al máximo ante cualquier escenario tal como corresponde a la alerta naranja decretada por el presidente Maduro», señala Romero.

La situación se repite en toda la frontera, donde la FANB comenzó los ejercicios que durarán hasta el 28 de septiembre. En este contexto el historiador destaca la importancia del estado Zulia donde las alertas están en el máximo nivel ante un intento de provocación, una acción de falsa bandera:

«El Zulia es una barrera de contención en lo que está sucediendo en Venezuela en este momento, es el primer mecanismo de defensa en este escenario de guerra proxy que adelanta Colombia», y resalta la importancia del alineamiento, como ocurre en los otros estados de frontera, como Táchira y Apure, entre las autoridades regionales, nacionales y el Consejo de Defensa de la Nación.

El escenario que atraviesa Venezuela escala en sus fases de asedio. El horizonte inmediato no permite prever un descenso de las tensiones. Quienes conducen la guerra, es decir EEUU, no desistirán de su objetivo estratégico que es lograr el control del territorio, la política, los recursos y el cuerpo social venezolano. Juan Romero destaca un último punto sobre los laberintos de la administración Trump:

«La salida de John Bolton no significa que baje la conflictividad del gobierno de Trump hacia Venezuela, al contrario, su sucesor creo que va a incrementar sus agresiones solo que de otra forma, son estilos de manejar la política y la asesoría».

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