Marcia Tiburi, filósofa y escritora: «Fuera de Brasil, todos ya percibieron que Bolsonaro es un maniático»
Por Juan Manuel Palomino Domínguez
En mayo de 1933, frente a la Ópera de Berlín en Alemania, aproximadamente cuarenta mil personas aplaudieron la quema de libros de intelectuales contemporáneos como Einstein, Stephen Zweig, Jacob Wassermann y Freud al grito de “¡Contra marxistas, judíos y materialistas!”. Freud, en particular, sería perseguido y acusado de ser un pornógrafo, pedófilo y pervertido, entre otras cosas, a causa de sus teorías sobre psicoanálisis, las cuales eventualmente se convertirían en un pilar fundamental en la estructura del pensamiento occidental moderno.
Meses después de la toma del poder, los nazis invadieron y destruyeron el Instituto de Sexología, donde se realizaban investigaciones para discernir el comportamiento sexual humano. A lo largo de este período, Freud trató de alejarse de las proclamaciones izquierdistas para mantener en funcionamiento el Berliner Psychoanalytisches Institut (BPI), pero los nazis dieron un nuevo giro y pusieron el instituto al servicio de una psicoterapia hitleriana que, curiosamente, tendría como uno de sus defensores más destacados a Carl Jung.
Jean Joseph Goux dice en “Freud y la estructura religiosa del nazismo” que el discurso mesiánico y religioso de Hitler trascendió su psique desequilibrada y tenía propósitos estratégicos para la dominación de masas. Hitler era un maníaco que entendía el poder de la retórica política estructurada sobre la fuerza de la religiosidad y de la de un ideal del ser alemán. Esto sirvió para iniciar rápidamente, y sin espacio para el debate, una persecución infernal de artistas, intelectuales, homosexuales, gitanos, judíos, negros y cualquier persona que no se ajustara al ideal de la nación alemana.
La actividad intelectual y artística independiente fue totalmente anulada o controlada por el régimen. El exilio le llegó a grandes nombres como Fritz Lang, Sigmund Freud, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Annie Fischer, entre otros. También vale la pena recordar que durante el período del gobierno de Hitler se prohibieron las exposiciones de artistas como Picasso, Henri Matisse y Marx Ernst, por mencionar algunos, considerados impuros o perversos, contrarios a los intereses y al espíritu puro del pueblo alemán.
Es casi imposible, con este escenario, no hacer analogías con lo que sucedió y aún sucede en Brasil. Los casos de Marcia Tiburi, Jean Wyllys, Debora Diniz, entre otros, son paradigmáticos y parecen obedecer la misma secuencia de persecución y calumnia que llevó al exilio de esas grandes figuras en la Alemania nazi hace casi cien años.
La producción de lo que hoy se conoce como “fake news” (Freud era el blanco más grande de noticias falsas que alimentaban la idea de que él fuera un pervertido sexual), se practicaba en los periódicos oficiales y no oficiales del partido (una lógica parecida a la seguida por los trolls de Marcos Peña). “Der Angriff” fue un periódico fundado por Joseph Goebbels en 1927 y tenía una línea editorial que propagaba el odio hacia el “sistema” usando un lenguaje agresivo y directo. Sus temas más recurrentes fueron el antisemitismo, la demonización de los intelectuales, de la política tradicional, de la democracia y el “arte perverso y comunista”. Similar al trabajo realizado en los medios del MBL (Movimiento Brasil Libre), uno de las fuerzas responsables de organizar las manifestaciones que culminaron con el impeachment de Dilma Roussef.
Marcia Tiburi comenzó a ser boicoteada y escrachada después de un episodio el 24 de enero de 2018, cuando abandonó un programa en la radio Guaíba cuando se cruzó con unos de los líderes del MBL, Kim Kataguiri, quien fue y sigue siendo un participante activo de varias acciones de censura a exposiciones artísticas como “Queermuseu – Cartografías de la diferencia en el arte brasileño”, o de la participación de Judith Butler en el debate sobre la democracia en el SESC Pompeia.
Tiburi escribirá sobre el episodio:
“… No me permito participar en un programa que tenderá a convertirse en un espectáculo grotesco en el que dos idiomas que no se conectan quedarían expuestos en una especie de ring, en el que los argumentos pierden sentido frente a un discurso ya conocido (hice una reflexión sobre esto en mi libro “El Arte de Escribir para Idiotas), que cuenta con varios divulgadores, desde postadolescentes hasta conocidos psicóticos…”
Poco después, Marcia sufrió sufrió una serie progresiva de ataques y difamaciones de diferentes sectores de la derecha: Flavio Bolsonaro (el hijo del presidente) y varios youtubers del MBL, entre otros, publicaron un video de ella haciendo un análisis antropológico de los mecanismos (como contexto, situación social y situación financiera) que pueden llevar a una persona a desencadenar un robo. En el video, Marcia no justifica ni realiza una apología del asalto, pero analiza que hay contextos que pueden lanzar a alguien a cometer esta acción. El video, viralizado en Whatsapp, Youtube y el resto de los medios, acompañado de un subtítulo que apela a puntos sensibles del ciudadano común, como el problema de la seguridad y la violencia social, contribuyó a generar una sensación de insensibilidad al respecto de las figuras intelectuales del país, y particularmente un resentimiento de la clase media hacia su figura particular. La misma estrategia de manipulación empleada por los nazis hace casi un siglo.
La escritora comenzó a recibir amenazas a través de las redes, por correo electrónico y por teléfono. En abril de 2018 tuvo que cancelar la presentación de su libro “El Feminismo en común”, debido a la falta de seguridad por causa de las amenazas y quejas que recibieron los organizadores y la propia escritora.
“Fui perseguida todo el año. Todos mis eventos y lanzamientos de libros han sido boicoteados, o había una promesa de invasión. Muchas amenazas… amenazas del tipo “cuando estés firmando un libro, te voy a matar… Varios de estos tipos iban a la fila para el lanzamiento de mi libro, a menudo incluso compraron el libro para poder ingresar. Una vez que entraron, de repente saltaban entre la audiencia y realizaban un escándalo. Esto se volvió algo muy peligroso, porque no era un peligro solo para mí, era un peligro para la cultura brasileña, es un peligro para la cultura literaria”.
“La gente quiere ir a un evento para escuchar, escuchar a un escritor … El último evento al que asistí, que fue en noviembre de 2018, fue muy significativo porque hubo amenazas de muerte e invasión … Fui a hablar sobre literatura, la campaña ya había terminado, la extrema derecha ya había ganado. Pero no te dejan en paz. No puedes ser escritor, no puedes escribir novelas… fue triste ver esa seguridad armada. Personas, quinientas personas siendo revisadas por guardias de seguridad, personas que querían asistir a un evento literario. Las amenazas ocurrieron en la calle, por correo electrónico, en eventos, por teléfono. Decidí que por mi propia seguridad, pero también por la seguridad de las personas que me acompañan, que viven conmigo, incluso en estos eventos, lo mejor fue que me fuera de Brasil ”.
Actualmente Brasil está sufriendo un éxodo importante de intelectuales, artistas, profesores y activistas políticos. Conocidos y no conocidos. El éxodo anónimo es muy superior al de las figuras públicas. Desde la aparición de Steve Bannon en el escenario de la política global, los trolls o haters digitales son el mecanismo para realizar ese trabajo sucio de intimidación y difamación de la oposición a la ultra derecha neoliberal. Marcia Tiburi es una de las víctimas de esta guerra sucia digital.
¿Creés que hay una manera de hacer filosofía sin hacer política?
Ciertamente, la filosofía es una cierta política de la verdad, una que lucha por su exposición. La ideología es, a su vez, la política de ocultamiento de la verdad. Es una pena que las personas hayan sido conducidas nuevamente a nuestro país por la ideología capitalista y neoliberal que oculta la verdad. Deberían haberse preocupado por la crítica, es decir, el análisis y la reflexión, que serían el camino hacia la verdad.
Un ejemplo muy interesante hoy para que entendamos qué es la verdad en la práctica: la verdad es lo que sale a la luz hoy con historias hechas por los periodistas de The Intercept (que denunciaron que el enjuiciamiento de Lula fue una jugada política). ¿Y por qué realmente hablamos de eso? Porque se trata de mirar directamente a lo que sucedió, a la evidencia. Cuando hablamos de verdad hablamos de hechos y su prueba. No de intenciones u otras abstracciones.
Los medios tradicionales en Brasil juegan el papel de crear ideologías, es decir, crear encubrimientos. Los medios alternativos tienen la oportunidad de revelar la verdad a través de los des-ocultamientos. De hecho, históricamente esto es también lo que la filosofía siempre ha hecho, des-ocultar. Pero a la gente no parece gustarle mucho la verdad. Y esa es una característica de la verdad, cuando surge en los juegos de poder, siempre es la parte que desagrada.
Derrida desarrolló el concepto de falogocentrismo, en otras palabras, la idea de que la filosofía era un circuito cerrado para los hombres blancos de origen y pensamiento eurocéntricos. ¿La filosofía todavía necesita ser ocupada por otros cuerpos, sensibilidades distintas al hombre eurocéntrico?
Las filósofas feministas lo sabían desde hace mucho tiempo. El término de Derrida es muy feliz porque condensa toda una crítica del tema histórico de la filosofía que todavía existe, pero está siendo superado por nuevos temas. Esta crítica del tema filosófico encarnado en este tipo de cuerpo “blanco y europeo” ya estaba en el libro “Dialéctica del Iluminismo”, de 1947. Allí los filósofos Adorno y Horkheimer ya denunciaban el eurocentrismo, el machismo y el capitalismo, así como la mistificación fascista que vemos regresar hoy bajo moldes “tropicales”.
La pregunta de hoy también es “geopolítica”, especialmente después de las críticas a la colonización, y nos obliga a discutir cada vez más el orden del discurso, es decir, la producción del pensamiento en un momento en que el sistema económico trata de eliminar la reflexión de alguna manera y para eso usa la vieja y conocida industria cultural.
Cuatro de los exiliados más importantes del período Bolsonaro, involucran a dos intelectuales y activistas mujeres (usted, Marcia Tiburi y Debora Diniz), el primer diputado asumido a favor de los derechos de los LGBTQI (Jean Wyllys) y el escritor Anderson França, un activista por el fin de la violencia policial y de la pobreza extrema en las periferias. A esto se suman las persecuciones y amenazas cada vez mayores contra The Guardian y el periodista de The Intercept Glenn Greenwald. ¿Qué podrías reflexionar sobre esto?
Hay varios intelectuales y activistas que ya han abandonado el país, algunos no han sido noticia. E incluso no voy a comentar quiénes son estas personas porque en estas situaciones de persecución, amenazas de muerte, represalias, todo lo que nos sucedió a nosotros, y también les sucede a estas personas, cada uno sabe lo que es mejor para sí mismo. Pero hay varias personas que dejaron Brasil. Estas personas dejaron Brasil no porque no les guste Brasil, o consideren que Brasil es un lugar peor para vivir, o que hay otros lugares mejores para vivir en el mundo. No son elecciones. En nuestro caso no fue una elección.
En mi caso, me considero expulsada de Brasil. Prácticamente expulsada. Sufrí un tipo inusual de intimidación y amenazas. La difamación y la campaña de noticias falsas en mi contra fue enorme, y al mismo tiempo siempre esperé que pudiéramos superarlo. Que todo esto sería fugaz. Que las figuras que fueron responsables de crear las mentiras y la calumnia contra mí serían superadas y desenmascaradas con el tiempo.
Hoy la gente no sabe dónde vivo. Hay muchas personas que piensan que estoy viviendo en París, hay personas que piensan que estoy viviendo en los Estados Unidos. La gente no sabe dónde vivo simplemente porque no he decidido dónde alojarme. Entonces, transito entre varios países. Algunas veces viviendo en la casa de un amigo, otras recibiendo invitaciones de universidades. Solo estableceré un paradero en septiembre.
En lo que ha cambiado tu vida hoy, ¿cuáles son las consecuencias psíquicas, físicas y espirituales de tu situación?
Hoy puedo evaluarlo de la siguiente manera: el costo psicológico es inmenso, el costo económico es inmenso, el costo emocional para las familias es inmenso. El costo profesional es inmenso. Al mismo tiempo, quienes se encuentran en esta situación cuentan con la solidaridad de muchas personas, especialmente la solidaridad internacional. En mi caso, tengo mucho apoyo de todos los brasileños que están fuera de Brasil, y tengo el apoyo de varias personas de otros países e instituciones de otros países. Y es por eso que podré elegir dónde quedarme a partir de septiembre.
Entonces, sigo escribiendo, por suerte. Tengo esta característica, sigo trabajando en mi área de escritura. Seguramente pasé por una destrucción de una forma de vida y de una organización familiar. Pero no es la mayor tragedia en Brasil. La mayor tragedia en Brasil es lo que se hace con nuestros indios, nuestros jóvenes negros, nuestros pobres y nuestra naturaleza. Y Europa ahora se da cuenta de lo que Bolsonaro también cree sobre ecología.
También me doy cuenta del debilitamiento del poder de este presidente abyecto en nuestro país y fuera de nuestro país. Fuera de Brasil, todos se han dado cuenta de que es un maníaco. En Brasil, mucha gente ya se dio cuenta, mucha gente ya lo sabía. Pero hay personas que siguen al líder autoritario. Son estas personas las que componen el escenario del fascismo brasileño actual. Y desafortunadamente estas personas también tienen mucha fuerza, porque hacen mucho ruido, y muchas de ellas tienen mucho poder, incluido y especialmente el poder económico. Por supuesto, la clase media baja que la acompaña no tiene poder económico, sino que actúa imitando al líder autoritario, tratando de obtener un lugar junto a estas figuras, identificándose con estas figuras y sus actuaciones autoritarias.
Si nuestra historia continúa repitiendo las leyes que parecen haberla gobernado desde su inicio, este período de ira conservadora terminará (posiblemente después de una devastación económica y humana considerable). ¿Cómo creés que te sentirás cuando todo esto termine? ¿Puedes hacer este controvertido ejercicio de futurología?
Tu pregunta es muy curiosa. ¿Cómo pensar el futuro? ¿Cómo pensar dónde estaremos, qué haríamos después de que todo esto termine? ¿Qué puede pasar? Si miramos los ejemplos de los ciclos de gobiernos totalitarios, de Estados totalitarios que ya han causado desastres humanos en el mundo, puede ser demasiado optimista decir que sobreviviremos a todo. Entonces, ¿qué puede pasar? ¿Qué pasó con los alemanes después del paso de Hitler por Alemania? ¿Qué le pasó a la gente de Camboya? ¿De Vietnam? ¿Qué les sucede hoy a los diversos pueblos que han sufrido sus regímenes totalitarios de las formas más diversas?
Quiero mantener el optimismo, considerando que podremos resistir colectivamente. Te confieso que no estoy preocupada por mí misma, en absoluto. Aunque amenazada, pude dejar Brasil porque escribí muchos libros y fui rescatada por una institución que protege a escritores de todo el mundo. Entonces, como escritora y como profesora de filosofía, estoy protegida y realmente no estoy preocupada por mí. Me preocupan las personas que no pudieron protegerse. Ya sea como activistas o como ciudadanos comunes que hoy siguen adelante con sus vidas. Yo no estoy indefensa, estoy apoyada por instituciones internacionales. Me preocupan los brasileños a quienes se les ha lavado el cerebro en exceso, me preocupan aquellas personas que no han elegido este gobierno delirante y, sin embargo, sufren los efectos de él. Me preocupa la seguridad de los objetivos de los asesinos del gobierno, personas que por error, ingenio o estupidez, votaron por figuras que hoy prometen la muerte de las poblaciones marginadas. Me preocupa que haya personas en Brasil que hayan cruzado la línea del sentido común y la dignidad humana, sin respetar la regla básica de nuestra civilidad que es “no matar”.
Espero que podamos superarlo. Seguimos luchando por ello. Estamos pensando en proyectos, pensando en cómo rescatar a Brasil. Pero necesitamos hacer esto hoy con mucha inteligencia, más habilidad y aptitud. Necesitamos estar aún más lúcidos hoy para comprender cuáles son las necesidades para lograr nuestra reconstrucción.
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Los libros más conocidos de Marcia Tiburi son:
O Feminismo em Comum (2018)
Ridículo Político (2017)
Como conversar com um Fascista (2015) – (Akal publicó en 2018 una versión en castellano titulada “Cómo conversar con un fascista. Reflexiones sobre el autoritarismo en la vida cotidiana”).
Delirio do Poder (2018)