Puerto Rico, redes sociales y violencia de género – Por Juan Ernesto Trejo, especial para NODAL

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Por Juan Ernesto Trejo *

Los más de tres millones de habitantes de Puerto Rico han visto pasar a tres gobernadores distintos este agosto. Algo tan atípico que la Fortaleza, la residencia oficial del Ejecutivo, ya ha sido calificada como un Airbnb en redes sociales. Y todo esto después de la renuncia del exgobernador Ricardo Roselló, después de que el Centro de Periodismo Investigativo publicara una lista de mensajes misóginos y homófobos que el exmandatario realizó con sus colaboradores en un chat.

La renuncia de Roselló brotó como un caso interesante de lo importante que son las redes sociales para la política y el activismo. Imposible no recordar en el futuro que personalidades como Ricky Martin con sus más de 20 millones de seguidores en Twitter, Bad Bunny con sus 18 millones en Instagram o Residente con su cerca de millón y medio en Facebook apoyaron la causa y movilizaron a sus seguidores para demandar la renuncia del hoy exmandatario.

Y sí, las redes sociales fueron un instrumento, pero el mensaje que llevaron también importó. Se trata de un mensaje de odio, homofobia y violencia de género, teniendo al exgobernador y sus allegados como autores.

Puerto Rico no está ni cerca de tener resuelto sus pendientes en materia de violencia de género y crímenes de odio. Según datos de su policía, durante el año pasado, 974 mujeres fueron víctimas de delitos sexuales. Esta cifra solo representa los casos mencionados por las fuentes oficiales. Además, la isla caribeña reporta más de 452 casos de violencia doméstica por mes. Por lo menos, así fue durante el

primer trimestre del año. Aquí hay que resaltar que las cifras de casi cualquier organización no gubernamental superan esos datos.

Sobre la misma materia, Naciones Unidas (ONU) también ha resaltado los retos y temas pendientes de Puerto Rico, como lo hizo en un informe sobre la aplicación de la Plataforma de Beijing, y destacó los siguientes: “1) los cambios de administración gubernamental cada cuatro años es uno de los obstáculos que retrasan o detienen cualquier trabajo, 2) las actitudes sexistas del personal a cargo de la aplicación de las políticas públicas es también uno de los constantes desafíos, y 3) los recursos financieros muchas veces no cubren las necesidades requeridas para poder implementar los programas que requiere la aplicación de las políticas públicas en los distintos ámbitos”.

La ONU hace un buen diagnóstico. La misoginia es un cáncer presente entre las cúpulas políticas de Puerto Rico y fue la protagonista en la controversia del exgobernador. “Puta” fue la palabra usada en el chat del exgobernador Roselló para referirse a Melissa Mark-Viverito, expresidenta del Consejo de la Ciudad de Nueva York. “Eso tiene que ser algún tipo de récord” fue la frase del célebre exgobernador para referirse a una activista de Colectiva Feminista en Construcción que llevaba una playera con las palabras “Antipatriarcal. Feminista. Lesbiana. Trans. Caribeña. Latinoamericana”. “Hija de puta” fue otro calificativo que Carmen Yulín, alcaldesa de San Juan, recibió en el chat del exgobernador. Yulín no se quedó callada y contestó la agresión de Roselló, llamándolo “machista, sexista y

cobarde”. Puerto Rico lidiaba con un jefe de gobierno que se expresó así de mujeres, tan solo por ser mujeres, y al mismo tiempo generaba una crisis de violencia de género en toda la isla, según aseguran activistas.

Y eso no es todo. En Puerto Rico la homofobia también mata. Un miembro de la comunidad LGBT podría morir asesinado por heridas cortantes en diferentes partes de su cuerpo, con dedos cortados, baleado, calcinado, decapitado o desmembrado, tal y como ha ocurrido. Que eso pasara en la isla no fue impedimento para que el exgobernador se expresara de Ricky Martin o de políticos opositores con comentarios homófobos. Eso tampoco lo detuvo.

Ignorar las realidades del pueblo es un crimen político. Por fortuna, para Ricardo Roselló la factura llegó pronto. Ahora será el turno de Wanda Vázquez, a quien organizaciones de la sociedad civil ya le piden declarar un estado de emergencia por la violencia de género. Habrá que esperar a ver si la nueva gobernadora, quien por cierto no quería serlo, sí escucha a su pueblo o si será el próximo objetivo de las redes sociales organizadas.

* Internacionalista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y exsecretario del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígalo en @JuanErnestoTG


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