Lecciones argentinas – El País, Uruguay

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Las elecciones primarias de Argentina llevadas a cabo el domingo 11 de agosto dejaron un panorama inesperado, al menos para las encuestas públicas que se manejaron en los días previos. Salvo algún fenómeno particularmente inusual, la fórmula conformada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner encabezará el próximo gobierno, con una probabilidad alta incluso de triunfar en primera vuelta.

Pocas veces un resultado electoral puede explicarse a través del desempeño de la economía. En las elecciones de mitad de período, cuando se renovó parcialmente el parlamento, el triunfo de Macri coincidió con una economía sin sobresaltos que tenía algunos “brotes verdes”. Luego vino la devaluación provocada por la desconfianza de los mercados ante los desequilibrios fiscales y los problemas de financiamiento, con su terrible secuela de inflación, recesión, pérdida de empleos e incremento de la pobreza.

La disociación que existió entre el discurso del macrismo que alentaba la posibilidad de construir bases sólidas para dejar atrás el populismo y lograr crecer consistentemente para dejar atrás la decadencia que signa el último medio siglo largo de historia argentina se estrelló contra sus pésimos resultados económicos. Es cierto que el gobierno de Macri tomó medidas para normalizar la economía luego del desastre que le legó el kirchnerismo, pero su problema fundamental, que era un desequilibrio fiscal que le deparaba un crecimiento fuerte del endeudamiento, no lo comenzó a corregir hasta que fue demasiado tarde.

En términos más gráficos, es cierto que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner le dejó una bomba de mecha corta a Mauricio Macri, pero luego de recibirla tuvo 2 años para desactivarla y no lo logró hacer. El problema no fue tanto el mentado gradualismo que esgrimió como estrategia, fue no haberlo instrumentado en la realidad y haber dejado prácticamente intocado el déficit fiscal en momentos en que la economía internacional se deterioraba. A la hora de las culpas, ni el gobierno ni la oposición pueden lavarse las manos.

Otro punto central donde falló Macri es en la ausencia de reformas de fondo. Argentina sigue estando en el fondo de la tabla a nivel internacional en materia de libertad económica o facilidad para hacer negocios, por ejemplo. Las inversiones que se esperaban nunca llegaron, en buena medida porque no estaban dadas las condiciones para poder llevarlas adelante en un entorno razonable.

Sin desdeñar algunos esfuerzos como el fin del cepo cambiario o la eliminación de parte de las retenciones a la producción agropecuaria, lo cierto es que fue un intento que quedó a mitad de camino, más atento al marketing electoral que a la sustancia de las decisiones económicas.

Con los resultados a la vista, el proceso iniciado por el macrismo parece derrotado de antemano de cara a las elecciones nacionales de octubre, pero el partido hay que jugarlo. Las reacciones del día siguiente a la elección, con caída récord en la bolsa, desplome del peso y de los títulos de deuda, entre otras señales que serán, nuevamente, costosas para la Argentina, dan muestra de que le deparan aún nuevas cuotas de sufrimiento y quizá un nuevo gobierno populista y corrupto con el regreso de connotados personajes de la administración anterior. El tema no es que los argentinos prefieran a un gobierno corrupto, es que ante la dura realidad que enfrentan y la decepción con la actual administración, parecen inclinarse por la única alternativa que tienen a mano.

Lo ocurrido en Argentina debe llamarnos a la reflexión. No solo por las consecuencias que se sentirán en nuestro país a partir de los tristes episodios de estos últimos días, sino para no cometer los mismos errores. El Frente Amplio ha manejado la macroeconomía con características macristas: desdén por las restricciones fiscales, restándole importancia a la inflación, incrementando la deuda pública y errándole sistemáticamente a sus proyecciones económicas. Como partíamos de un punto mejor aún tienen aire, pero va camino a agotarse y seguimos dejando que se deteriore la macroeconomía uruguaya sin tomar medidas.

Del actual gobierno, como del de Macri en Argentina ya es difícil esperar algo, pero el próximo tendrá la difícil tarea de pagar la tremenda irresponsabilidad del Frente Amplio en el gobierno. En tiempos de campaña electoral a veces se ajustan los hechos a los deseos y se procura ocultar la realidad, pero bien miradas las cosas, la política económica de Macri se parece mucho a la del gobierno en este último período.

El País

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