La sexta «Marcha de las Margaritas» y la lucha de las mujeres brasileñas
Nueva marcha de mujeres rurales brasileñas contra Bolsonaro
La voz de las mujeres brasileñas del campo y la ciudad se escuchará nuevamente hoy aquí durante una marcha por un Brasil con soberanía popular, democracia, justicia, igualdad y libre de violencia.
‘No hay una receta para construir esta Marcha das Margaridas (como se conoce)… lo que prevalece es la creatividad y la audacia de cada mujer o grupo’, indica la convocatoria que sugiere acciones y la posible participación de 100 mil trabajadoras rurales en la movilización en Brasilia contra los retrocesos del Gobierno de Jair Bolsonaro.
Celebrada cada cuatro años desde el 2000 en esta capital, la marcha se define como una acción amplia y estratégica de mujeres del campo, los bosques y el agua, con el objetivo de ganar visibilidad, reconocimiento social, político y ciudadanía plena.
Luchan contra todas las formas de explotación, dominación, violencia y por la igualdad, la autonomía y la libertad de las mujeres.
Para ser amplios y representativos, se realizan reuniones descentralizadas y con varios grupos de féminas (jóvenes, viejas, asalariadas, agricultoras familiares, sin tierra, quilombolas (afrobrasileñas), ribereñas, pescadoras, entre otras).
‘Es esencial que estas reuniones sean muy participativas, estimulando el debate sobre la realidad que viven las mujeres del campo, el bosque y las aguas en la coyuntura actual del país y relacionando estos temas con el carácter, los ejes y los desafíos de construir la marcha’, refuerzan los organizadores.
La coordinadora general de la Marcha das Margaridas 2019, María José Morais Costa, señala que miles de mujeres están involucradas en la construcción de este evento que empezó ayer y concluye este miércoles.
‘Es un proceso de formación, movilización y construcción en la base. Definimos el lema, el carácter y los ejes temáticos que trabajaremos’, precisa.
Margarida Maria Alves es la fuerza inspiradora de la marcha. Trabajadora rural del noreste, logró romper el patrón machista y ocupó, durante 12 años, la presidencia del Sindicato de Trabajadores Rurales de Alagoa Grande, estado de Paraíba (nordeste).
Vinculada al trabajo sindical, Margarida luchó y alentó a sus compañeros a luchar por el derecho a la tierra, por la reforma agraria.
También quería que las mujeres estudiaran y fundó el Centro de Educación y Cultura de los Trabajadores Rurales. A los 40 años, el 12 de agosto de 1983, fue asesinada en la puerta de su casa. Desconocidos armados le dispararon frente a su hijo y esposo.
La Marcha de las Margaritas y la lucha de las mujeres brasileñas
Por Elaine Amorim*
La sexta “Marcha de las Margaritas” comienza este 13 de agosto y se extenderá durante dos días. Cada cuatro años, las “trabajadoras rurales, de la selva y de las aguas” llegan a Brasilia desde todos los estados brasileños. Se trata de la movilización más grande de trabajadoras rurales del país (en los últimos años se sumaron las mujeres del sector urbano) y su nombre es un homenaje a Margarida Maria Alves, una trabajadora rural e importante líder sindical, asesinada en 1983.
Es importante decir, con base en los estudios de la antropóloga Vilena Aguiar [1], que la emergencia de varios movimientos de mujeres rurales ocurrió, en la década de 1980, a partir, especialmente, de los procesos de formación ofrecidos por las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y los grupos pastorales, influenciados por la Teología de la Liberación. En aquel momento las mujeres no eran reconocidas como trabajadoras rurales por el Estado y tampoco por los sindicatos, lo que les impedía acceder a los derechos laborales, previsionales y a la seguridad social, siendo excluidas de los derechos a la licencia por maternidad, jubilación, sindicalización, entre otros. Eso significa que el trabajo de la mujer del campo, aunque imprescindible para la familia, era desvalorizado y visto simplemente como una “ayuda” al marido.
Esa discriminación se extendía a la participación en los sindicatos, donde la mujer podía participar sólo en la condición de dependiente de su marido o padre. La conciencia de esa condición social de sumisión y de la importancia de tener una participación política fue despertada en las trabajadoras rurales por las CEBs y las pastorales, que contribuyeron para que ellas iniciaran su militancia en los grupos de mujeres y, posteriormente, en sus propios movimientos. Una de las principales reivindicaciones presentadas, en aquel momento, era el reconocimiento social y político de la trabajadora rural, conquistado en la Constitución de 1988.
Desde entonces, innúmeros movimientos de trabajadoras del campo se formaron en las diferentes regiones de Brasil, comisiones, secretarias y espacios dedicados a problemáticas enfrentadas por las mujeres en el ámbito sindical. El reconocimiento de los derechos de las trabajadoras rurales y de las cuestiones de género fue procesual, ganando en los años ‘90 cada vez mayor visibilidad. Por ejemplo, recién al final de esa década el Movimiento Sin Tierra (MST), considerado el principal movimiento de trabajadores rurales del país, incorporó efectivamente la temática de género, porque antes de eso la consideraba incompatible con las cuestiones de clase[2].
Un aspecto bastante significativo, que ocurrió especialmente a partir del año 2000, fue la ocupación de los espacios públicos por los movimientos de mujeres rurales. Así como las Jornadas de Lucha del 8 de marzo de la Vía Campesina, organizadas por las trabajadoras del Movimiento Sin Tierra (MST) y por el Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC), la “Marcha de las Margaritas” dio visibilidad a esas mujeres y a sus reivindicaciones, que no se limitan a las necesidades específicas de sus actividades laborales o de sus condiciones de vida en el campo.
La “Marcha de las Margaritas” se construye a partir de la coordinación de la Comisión Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales de CONTAG (Confederación Nacional de los Trabajadores Rurales Agricultores y Agricultoras Familiares), en articulación con varias organizaciones feministas, movimientos de mujeres, centrales sindicales y organizaciones internacionales, además de involucrar un proceso previo de debates y formación en varias regiones del país. Organizada por primera vez en el 2000, en adhesión al movimiento “Marcha Mundial de las Mujeres” (MMM), tuvo como lema “2000 razones para marchar contra el hambre, la pobreza y la violencia sexista” y contó inicialmente con la participación de 20 mil mujeres; número que aumentó gradualmente en las marchas siguientes, en 2003, 2007, 2011 y 2015.
Paralelo a ese crecimiento que en 2011 abarcó a 100 mil mujeres, incluso de varias categorías profesionales del sector urbano, otras modificaciones fueron siendo incorporadas a la marcha a lo largo del tiempo. Por ejemplo, se redefinió la identidad de quiénes eran las “margaritas”, pues, inicialmente eran identificadas como siendo las trabajadoras rurales, en la marcha de 2007 pasaron a denominarse como “mujeres del campo y de la selva”, atendiendo a una reivindicación de las trabajadoras extractivitas; en 2015, incorporaron la designación “mujeres de las aguas”, para afirmar la diversidad de las trabajadoras rurales al incluir un conjunto mucho más amplio de trabajadoras, como las sin-tierra, pescadoras, asalariadas, mujeres de los pueblos tradicionales/originarios y muchas otras.
¿Y cuál sería el perfil de esas trabajadoras participantes de la marcha? De acuerdo con el relevamiento realizado, en 2011, por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA)[3] con 611 entrevistadas (489 del sector rural y 122 del sector urbano): gran parte de las participantes tenía entre 33 y 54 años (56,7%), siendo seguidas por la juventud rural, entre los 15 a 32 años (24,3%), y 19% con más de 55 años (edad con la cual pueden jubilarse); la mayoría se reconocía como negras, o sea 77,6%, porcentaje un poco superior a los 60% registrados por el Censo Demográfico de 2010, pero esa autoafirmación de su identidad étnica probablemente indicaría el mayor grado de politización de las entrevistadas. Específicamente en el caso de aquellas del sector rural se observó que el 82% tenían la actividad agrícola como ocupación principal y el 89% trabajaban en la producción para el autoconsumo y en la producción para la venta.
Esos dos últimos datos, según el informe de IPEA, son muy relevantes porque se contraponía a las estadísticas oficiales de la PNAD[4], según la cual, en el año de 2009, del total de 12,081 millones de mujeres con domicilio rural y con edad igual o superior a 10 años, 6,071 millones no estaban ocupadas, o sea, la mitad no ejercía ningún trabajo productivo y solo el 42% eran económicamente activas. Un dato con lo cual las propias mujeres de los movimientos rurales y sindicales no se identificaban. Por tras de eses porcentajes lo que parecía ocurrir era todavía la anulación del trabajo rural femenino, especialmente cuando se trata de la agricultura familiar.
Conforme el análisis producido por IPEA, las fronteras entre el trabajo realizado en la casa y en la tierra son muy tenues y a veces inexistentes, porque el domicilio rural es visto también como una unidad productiva. En el caso de la actividad agrícola, principalmente de la agricultura familiar, se hace muchas veces una separación entre la esfera productiva (producción para la venta), asociada a los hombres, y la esfera reproductiva (producción para el autoconsumo), asociada a las mujeres. Pero la separación entre trabajo productivo y reproductivo ejercidos por esas trabajadoras es, según el informe, mucho más ideológico, una vez que en la práctica no hay una separación entre las actividades que ellas ejercen; al contrario, son indisociables. Sin embargo, es bien probable que en el plano político esa división sexual del trabajo siga siendo utilizada para legitimar la dominación masculina.
Entre las consecuencias de esa separación están el refuerzo de la invisibilización del trabajo de las mujeres rurales y la imposibilidad de mensurar la carga de las largas horas de trabajo impuesto a ellas. Incluso, llama la atención que mismo entre las militantes de la marcha, el 26% de las entrevistadas identificaban como trabajo doméstico varias actividades relacionadas a la esfera de la producción, como creación de animales, participación en la producción agrícola, cultivo de huertas. No por casualidad, cuando preguntadas sobre sus tiempos libres, ellas tenían dificultad para identificarlos, al punto del relevamiento constatar que sus jornadas de trabajo tenían un promedio de 15 horas diarias, explicitando, así, la intensidad de sus trabajos.
Otro elemento importante es la diversidad productiva agrícola realizada por esas trabajadoras en la agricultura familiar. Ellas privilegian la producción de los géneros alimenticios y la comercialización del excedente producido, como también hacen un uso muy benéfico del suelo y eficiente de sus pequeños lotes de tierra (62% de las entrevistadas tenían un área menor a 20 hectáreas). En Brasil, las trabajadoras rurales tienen un rol fundamental en la agricultura familiar, que produce 70% de los alimentos consumidos por la población. Contradictoriamente, conforme atesta el relevamiento de IPEA, buena parte de las familias de la agricultura familiar enfrentan situaciones de vulnerabilidad alimentar en función de varios factores que conllevan a una superexplotación de sus trabajos. Por eso y por tantas otras cuestiones la lucha de las trabajadoras rurales es crucial.
De acuerdo con los materiales de formación preparados para la “Marcha de las Margaritas” de 2019[5], a lo largo de la trayectoria de esa importante movilización las mujeres rurales conquistaron varias reivindicaciones, entre las cuales, cabe destacar algunas: i) obligatoriedad del título de la propiedad de los asentamientos rurales destinados a la reforma agraria en nombre de las mujeres (y no solo de los hombres); un cambio fundamental en la medida que establece una igualdad de género en la política de acceso a la tierra, permitiendo que actualmente, según CONTAG, el 70% de los títulos de tierra emitidos tengan la mujer como primera titular ; ii) creación del Programa Nacional de Documentación de la Trabajadora Rural, por medio de unidades móviles de registro civil, a fin de reducir la gran cantidad de trabajadoras rurales sin documentos básicos; iii) ampliación de la participación de las mujeres en el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura (PRONAF) y creación del PRONAF Mujer; iv) creación del Programa de Apoyo a la Organización Productiva de las Mujeres; v) creación y implementación de la Política Nacional de Agroecología y Producción Orgánica (PLANAPO); vi) formación del Fórum Nacional de Elaboración de Políticas para el Enfrentamiento a la Violencia Contra las Mujeres del Campo y de la Floresta; entre otras.
Desde el año de 2016, esas y otras conquistas pasaron a estar bajo amenaza con la nueva correlación de fuerzas conformada en un contexto de fuerte crisis social y política en el país. Durante el gobierno de Michel Temer espacios institucionales, responsables por la elaboración e implementación de políticas públicas destinadas a las trabajadoras, fueron simplemente extinguidos, como por ejemplo, la Secretaria de Políticas para Mujeres (SPM) y la Dirección de Políticas para las Mujeres Rurales (DPMR), del también extinto Ministerio del Desarrollo Agrario (MDA).
Con las elecciones parlamentares de 2018 la llamada banca ruralista o del agronegocio, considerada una de las más articuladas del Congreso Nacional, obtuvo un crecimiento de su influencia en el gobierno, al volverse una de sus principales interlocutoras. Entre sus demandas se encuentran: la transferencia de las decisiones sobre la demarcación de tierras indígenas del ámbito del Poder Ejecutivo para el Congreso Nacional; permisión para explotar esas tierras; liberación del uso de agrotóxicos; alteraciones en las reglas relativas a la desforestación, entre otras. Para se tener una idea de las propuestas de esa banca en relación a los derechos de los trabajadores rurales, en 2016, uno de sus diputados (no reelecto en 2018) presentó un proyecto de ley (PL 6.442/16) que previa la posibilidad del pagamento de los trabajadores rurales ocurrir mediante “remuneración de cualquier especie”, lo que podría incluir alimentación y habitación. De acuerdo con el DIAP (Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentar), “este polémico proyecto solo no fue incluido en la Reforma Laboral [aprobada en 2017] porque el gobierno se sintió temeroso en “contaminar” la materia y, así, comprometer su aprobación”[6].
Al mismo tiempo, hubo un crecimiento de los conflictos en el campo, conforme el relevamiento que la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) elabora anualmente: fueron registrados 1.489 conflictos, en 2018, en los cuales casi 1 millón de personas estuvieron involucradas, lo que corresponde a un aumento de 35% en relación a 2017. En ese mismo periodo hubo un aumento de 40% de los conflictos por agua y de 108% de las familias afectadas e involucradas, que son en su mayoría las comunidades tradicionales. Otro dato importante fue el registro de 2.307 mil familias expulsas del territorio, o sea, retiradas sin orden judicial por el poder privado y, en general, de forma violenta; esa cantidad representa el 59% más que el registrado en 2017[7].
Es en resistencia a los retrocesos que esa nueva correlación de fuerzas tiene impuesto a las trabajadoras y trabajadores rurales y urbanos que las mujeres marcharan. El lema de la marcha de 2019 tiene como lema “Margaritas en la lucha por un Brasil con soberanía popular, democracia, justicia, igualdad y libre de violencia”, que se despliega en diez ejes políticos:
- Por democracia con igualdad y fortalecimiento de la participación política de las mujeres;
- Por la autodeterminación de los pueblos, con soberanía alimentar y energética;
- Por la protección y conservación de la sociobiodiversidad y acceso a los bienes comunes;
- Por tierra, agua y agroecología;
- Por autonomía económica, trabajo y renta;
- Por la autonomía y libertad de las mujeres sobre su cuerpo y su sexualidad;
- Por una vida libre de todas las formas de violencia, sin racismo y sexismo;
- Por un sistema previsional y asistencial público, universal y solidario;
- Por salud pública y en defensa del Sistema Único de Salud;
- Por una educación no sexista y antirracista y por el derecho a la educación del campo.
A casi dos décadas de la primera “Marcha de las Margaritas”, realizada en un contexto en que la consolidación del neoliberalismo presentaba sus graves consecuencias para las condiciones de vida y trabajo de la población rural y urbana, la trayectoria de las trabajadoras rurales es marcada por el fortalecimiento de sus luchas y por la incorporación del feminismo como referencia política. La fuerza que esas mujeres demuestran en su cotidiano, ejerciendo jornadas de trabajo intensas, bajo sol o lluvia, será fundamental para el enfrentamiento no sólo de esas condiciones de trabajo injustas, sino también para la acumulación de fuerzas contra esta nueva faz que el neoliberalismo asumió en el país, caracterizada por una radicalidad que se articula y se potencializa con proyectos conservadores y reaccionarios.
*La autora: Elaine Regina Aguiar Amorim es Socióloga (Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de Campinas, Sao Pablo, Brasil), radicada en Buenos Aires, integrante del Laboratorio de Pensamiento Popular-ATE / CTA-Autónoma.
Notas:
[1] AGUIAR, Vilena. Mulheres Rurais, Movimentos, Participação: reflexões a partir da Marcha das Margaridas. Política & Sociedade, Florianópolis, v.15, Edição Especial, p. 261-295, 2016. Disponible en: https://periodicos.ufsc.br/index.php/politica/article/view/2175-7984.2016v15nesp1p261. [2] DEERE, Carmen Diana. Os direitos da mulher à terra e os movimentos sociais na reforma agrária. Estudos Feministas, Florianópolis, vol. 12, n. 1, p. 175-204, jan./abr. 2004. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/ref/v12n1/21698.pdf. [3] VALADARES, Alexandre et al. Marcha das Margaridas: perfil socioeconômico e condições de vida das mulheres trabalhadoras do campo e da floresta. Relatório de pesquisa. Rio de Janeiro: IPEA, 2013. 59p. Disponible en: http://www.ipea.gov.br/portal/images/stories/PDFs/relatoriopesquisa/251013_relatorio_marchas_web.pdf. Accedido en: 25 jul. 2019. [4] Encuesta Nacional por Amuestra de Domicilios, producida por el órgano publico IBGE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística). [5] Esos materiales son utilizados para la formación y preparación previa de las participantes, siendo compuestos por 7 cuadernos (uno introductorio y los demás dedicados a cada uno de los ejes políticos de la marcha). Las reivindicaciones que mencionamos fueron publicadas en: CONTAG. Subsídio da Marcha das Margaridas 2019. Brasília, 2019, p. 10. Disponible en: http://www.contag.org.br/imagens/ctg_file_350653567_24012019145732.pdf. El material completo puede ser consultado en: http://www.contag.org.br/index.php?modulo=portal&acao=interna&codpag=615&dc=1&nw=1. [6] DIAP. Radiografia do Novo Congresso Nacional. Legislatura 2019-2023. DIAP: Brasília, 2018. p. 110. [7] Datos de CNBB. Comissão Pastoral da Terra lança relatório Conflitos no Campo Brasil 2018 na sede da CNBB. 2019. Disponible en: http://www.cnbb.org.br/comissao-pastoral-da-terra-lanca-relatorio-conflitos-no-campo-brasil-2018-em-brasilia-na-sede-da-cnbb/.Marcha das Margaridas leva 100 mil mulheres do campo a Brasília
6ª edição tem como temas a agroecologia e o enfrentamento da violência contra a mulher no campo
No dia 14 de agosto, às 7h, um grupo de mulheres sairá do Pavilhão do Parque da Cidade, em Brasília, para marchar em direção à Esplanada dos Ministérios, um centro de decisões chave para o País. Segundo estimativas, elas serão mais de 100 mil. O horário não assusta: para mulheres rurais, da floresta e das águas, o nascer do sol é rotina em seus trabalhos, que se concentram em setores da agricultura familiar e da agroecologia.
A Marcha das Margaridas é a maior ação de mulheres da América Latina e entrará em sua sexta edição a partir desta terça-feira 13, em que será feita uma sessão solene na Câmara dos Deputados para trazer a temática das camponesas. Outras atividades estratégicas devem tomar corpo ao longo do dia, mas é apenas no dia 14 que elas colocarão nas ruas as vozes, os corpos e os chapéus de palha pelas demandas. Por acontecer a cada quatro anos, a Marcha pode escapar do calendário tradicional de atos – como o 8 de março, outra data importante para o movimento das mulheres -, mas contará com o suporte e a presença de indígenas, quilombolas e mulheres urbanas.
A coordenadora nacional da Marcha, Maria José Morais, explica que o movimento foi criado em homenagem a Maria Margarida Alves, sindicalista assassinada em 1983 por enfrentar barões do açúcar em Alagoas. Entre as principais pautas que unem as trabalhadoras rurais, a coordenadora destaca uma “luta de classes” pela manutenção de direitos, como a aposentadoria.
“Por mais que nós não fomos atingidos diretamente [pela reforma aprovada na Câmara, que teve a alteração da aposentadoria rural vetada], têm outras categorizas com as quais a gente se solidariza”, explica Morais, que também é Secretária de Mulheres da Contag (Confederação Nacional dos Trabalhadores na Agricultura). Nascida em Batalha, município piauiense localizado a 165 km de Teresina, Maria José é ligada desde os 16 anos à causa sindical. “Trabalhava com a juventude em programas que garantissem a permanência no campo, que ficassem não por obrigação, mas por se sentirem à vontade porque teriam educação, saúde, esporte, cultura e lazer”, explica.
A questão da violência contra a mulher nos interiores brasileiros é, para Maria José, a questão que mais lhe tira o sono. “Não dão a importância necessária, fica invisibilizado. A gente não tem, infelizmente, um instrumento para ter esse diagnóstico, para saber como que é essa violência. Mas acontece feminicídio também no campo, e ele precisa ser visto.”, completa.
A defesa pelo modo de vida das margaridas é um ponto permanente, que passa, também, pelo direito à terra e à denominação na titulação conjunta da propriedade – uma demanda conquistada pelas mulheres na Marcha de 2003, no governo do ex-presidente Lula. Maria José explica que a articulação com todas as camadas vêm de, pelo menos, 2 anos de trabalho antes do ano da próxima edição, um trabalho de base minucioso.
“A gente trabalha com 10 eixos temáticos que são extremamente importantes. Dentre eles, está a questão da previdência, da saúde, da educação, da terra, da água, da agroecologia. Desde o final de 2017, viemos fazendo esse debate com cada uma de nossas companheiras, para que todas as mulheres que vêm a Brasilia saibam o significado politico da Marcha das Margaridas e qual o impacto da Marcha na vida das mulheres.”, explica Maria José.
Em 2019, porém, uma tradição será quebrada: elas não entregarão ao governo as pautas de debate – pelo menos, não antes da Marcha acontecer, de fato. Maria José Morais diz que os ‘retrocessos reais’ do atual governo deixam a Marcha com um caráter de pressão, e não primeiramente de negociação. Na Esplanada, mesmo sem serem avisados, os políticos estarão cientes de que as margaridas estarão por lá. Em uma de suas canções, elas clamam:
“Terra sadia pra lucrar/ Canja na mesa no jantar / Um mínimo para se ter / Direito à paz e ao prazer”
Trabalhadoras rurais fecham Eixo Monumental durante Marcha das Margaridas
Trabalhadoras rurais de todo país deram início, na manhã desta quarta-feira (14), a uma passeata entre o Pavilhão do Parque da Cidade e o Congresso Nacional em protesto por mais políticas públicas voltadas ao campo.
A manifestação, conhecida como Marcha das Margaridas, ocorre desde 2000 (entenda abaixo). Por causa do evento, o trânsito na área central de Brasília sofreu alterações.
O grupo deixou o Pavilhão do Parque da Cidade por volta das 7h30. De lá, seguiu pelo Eixo Monumental, onde chegou a ocupar todas as faixas da via S1. O tráfego de veículos foi afetado e os principais acessos ao Plano Piloto ficaram engarrafados.
Com o bloqueio do Eixo Monumental, houve congestionamento até a altura de Águas Claras. No balão do Aeroporto Internacional de Brasília, na Estrada Parque Indústrias Gráficas (EPIG) e no Sudoeste, motoristas enfrentaram lentidão.
Às 9h, já na altura da Torre de TV, as manifestantes organizaram a caminhada em três faixas da S1, o que permitiu a circulação de automóveis nas outras três pistas da via. Por volta das 9h50, elas alcançaram a Alameda das Bandeiras.
Mesmo com a liberação das três faixas, o subcomandante do Comando de Policiamento de Trânsito da Polícia Militar, tenente-coronel Edvã Sousa, recomendou aos motoristas a evitarem a região.
«Os condutores que puderem deem preferência a rotas alternativas, principalmente, no início da manhã. Uma opção para aqueles que acessam a área central pela Estrutural é utilizarem a pista em frente ao Noroeste e, depois, seguirem pelo Eixo Rodoviário ou W3 Norte. Uma outra alternativa é usar a EPTG.»
O ato conta com a participação de agricultoras familiares, ribeirinhas, quilombolas, pescadoras, extrativistas, camponesas, quebradeiras de coco, trabalhadoras urbanas e dos movimentos feministas e de mulheres indígenas.
Força Nacional
A pedido do Gabinete de Segurança Institucional (GSI), o ministro da Justiça, Sérgio Moro, determinou o uso da Força Nacional para proteção da área da Esplanada dos Ministérios nesta quarta.
A solicitação também foi feita para as manifestações pela educação e contra a reforma da Previdência que aconteceram, nessa terça-feira (13), na área central de Brasília.
Marcha das Margaridas
O nome da marcha presta homenagem à Margarida Maria Alves, ex-presidente do Sindicato dos Trabalhadores Rurais de Alagoa Grande, na Paraíba.
Ela foi assassinada em 12 de agosto de 1983, a mando de latifundiários da região. Por mais de dez anos à frente do sindicato, Margarida lutou pelo fim da violência no campo, por direitos trabalhistas como respeito aos horários de trabalho, carteira assinada, 13º salário, férias remuneradas.
VOLVER