Juan Guaidó, dirigente opositor: “En Venezuela no hay un problema de izquierda y derecha, sino un conflicto por comer”

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Por Francesco Manetto

El martes se cumplen seis meses desde el día en que Juan Guaidó (La Guaira, 1983) se juramentara como presidente interino de Venezuela durante una multitudinaria movilización. Desde entonces, el jefe del Legislativo ha tratado de mantener el pulso con Nicolás Maduro para lograr su renuncia. Lo hizo en la calle y buscando una ruptura del estamento militar. A pesar de miles de deserciones y el apoyo de más de 50 países, encabezados por Estados Unidos, el mandatario chavista se mantiene en el poder.

Hace dos semanas se reactivó el intento del diálogo. Las conversaciones entre Gobierno y oposición que se celebran en Barbados, bajo el auspicio de Noruega, exploran la posibilidad de una solución negociada. En pleno impasse, Guaidó intenta reavivar las expectativas de sus seguidores con unas giras regionales. El dirigente de Voluntad Popular, el mismo partido de Leopoldo López, atiende a EL PAÍS en Margarita, la isla que un tiempo fue epicentro del turismo en el Caribe y hoy es otro símbolo del deterioro de Venezuela.

Pregunta. Desde enero ha repetido en varias ocasiones la fórmula “el momento es ahora” para anunciar un cambio inminente. Pero ese momento no ha llegado. En Margarita ha vuelto a decirlo. ¿Qué le hace pensar que ahora hay condiciones para romper el estancamiento?

Respuesta. Estamos en una situación inédita, desde hace seis meses estamos en esta especie de lucha por la democracia. Comentamos que el momento es ahora para lograr ejercer la presión necesaria a una dictadura y salir del bloqueo. Tenemos el reconocimiento creciente de la comunidad internacional. Europa incluso asoma sanciones. La más reciente votación del Europarlamento así lo refleja. Hemos visto cómo la comunidad venezolana se mantiene firme, en pie de lucha, movilizada, en expectativa, pensando en los planes de desarrollo del país. Cuando decimos “el momento es ahora” es porque vemos a un régimen más aislado, más solo, disminuido, ahogado en contradicciones. Pero seguimos enfrentándonos a una dictadura que mató a palos, literalmente, y torturó a un capitán.

P. Habla de expectativas, pero ha pedido a sus seguidores que no pierdan la esperanza. ¿Ha sentido su frustración?

R. El Estado venezolano se ha reducido al miedo y a los subsidios. A perseguir, hostigar, dar castigos ejemplarizantes a políticos, dirigentes estudiantiles, sindicales… a una clarinetista miembro del sistema de orquestas sinfónicas venezolanas la metieron presa 45 días por un tuit. Y el subsidio es cada vez más miserable porque se robaron todo el dinero de los venezolanos. Es el enemigo que tenemos hoy. ¿Qué buscan? Generar desesperanza, miedo, que la gente se vaya del país. Tenemos que mantener una especie de resistencia, de aguante. Claro que hay que entender la frustración, y la desesperación incluso, de mucha gente. Pero no puede ser lo que prime cuando tenemos realmente la oportunidad de cambio en el país.

P. ¿Por qué cree que ha llegado la hora de hablar con representantes de Maduro en Barbados?

R. Naturalmente, luego de los intentos anteriores hay que dudar de todo. Estamos enfrente de una dictadura que no se va a levantar con una epifanía. Por eso para nosotros la mediación del reino de Noruega, la facilitación del Grupo Internacional de Contacto en el cual participa la UE en pleno, el Grupo de Lima, la OEA, los Estados Unidos son parte del esfuerzo por la presión. Sería un error ver un mecanismo [de mediación] como un objetivo, un fin o una solución en sí misma. Si la puerta de salida que deciden utilizar es Oslo, bueno, bienvenido, pero tenemos que responsablemente evaluar todas las opciones.

P. ¿Ve viable que el Gobierno acepte elecciones presidenciales?

R. Es una posibilidad. Habrá que esperar los resultados. Nuestra ruta ha sido muy clara: cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres. Estamos trabajando intensamente para eso y vamos a seguir.

P. ¿Qué falló en su plan y en la acción militar del 30 de abril?

R. Cristopher Figuera, que fue director de la Inteligencia, ha revelado muchos datos gravísimos. Por ejemplo, querían meter presa a mi madre. Pero que se manifiesten militares de alto rango, comandantes, coroneles, tenientes coroneles, mayores… Queda en evidencia el descontento al interno de las Fuerzas Armadas.

P. ¿Y cree que se mantiene ese descontento?

R. Vamos a ver, un sargento gana 14 dólares o menos. Sus familias también se quieren ir, las Fuerzas Armadas tienen la tasa de deserción más alta. No por ser militares viven otra esfera.

P. Hay militares que le apoyaron, desertaron hace meses, hoy están en Cúcuta (Colombia) y se sienten abandonados y olvidados.

R. Hemos hecho un gran esfuerzo. Tienen cinco meses en esta situación, se hizo un convenio con Colombia para estabilizar su estatus migratorio, para que puedan trabajar, mantenerse, formarse mientras esperan el cese de la usurpación y tienen garantizado el regreso a las Fuerzas Armadas a través de la ley de amnistía y garantías una vez superemos esta etapa. Es importante que lo sepan y sé que han pasado un tiempo muy difícil, pero hemos hecho todo lo posible por garantizar su estadía y su alimentación.

P. ¿Qué espera de la Unión Europea y de la nueva Comisión?

P. Esperamos el respaldo que nos han dado, que ese pronunciamiento del Europarlamento se ejecute. Fue transversal, por cierto. Luego del informe de Michelle Bachelet [expresidenta chilena y alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU], creo que se borra cualquier reduccionismo sobre que este es un problema de izquierda y derecha. Era muy cómodo reducir esto a un conflicto entre tendencias. No es así. Es un conflicto por el derecho a la vida, a elegir, por el derecho a la libertad de expresión, por el derecho a comer, a subsistir incluso. Europa cumple y va a cumplir un rol fundamental.

P. ¿Requirieron ustedes los fondos que EE UU contempla desviar para la oposición?

R. No. Nosotros lamentablemente no manejamos recursos. A pesar de la crisis y de la conflictividad, lo hemos hecho con voluntariado, con pocos recursos. No contamos con financiamiento de ningún país. Veremos si es necesario o no y evaluaremos en su momento la pertinencia de esto.

P. Usted prometió aplicar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, llamado TIAR, que abre la puerta a una vía militar.

R. El TIAR es un tratado interamericano, en sus grandes líneas, de asistencia humanitaria. Dicen que tiene que ver con el tema del uso de fuerza. No es así. Principalmente afecta a cuestiones de asistencia humanitaria.

P. La aplicación de este tratado se ha interpretado como gesto hacia el malestar que ha generado en algunos sectores de la oposición la mediación de Noruega. Es el caso, por ejemplo, de María Corina Machado.

R. No tiene que ver con eso y además, ojo, no es un tema automático, hay unos pasos que cumplir, tiene un proceso propio.

El País

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