Neofascistas vs. militaristas: Reproducción del capital e inestabilidad hegemónica en Brasil – Por José Luis Ríos Vera
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Introducción
Impulsadas por un Estado de excepción con competencia electoral, las clases dominantes en Brasil cerraron filas en la elección del gobierno Bolsonaro. Una primera caracterización del proyecto económico, político e ideológico del nuevo gobierno puede definirse por una violenta restauración de la política económica neoliberal (privatización, disciplina fiscal, austeridad, desregulación, ataques y desaparición de servicios públicos como salud, educación, vivienda, agua, etc.) subordinada a una profundización de la acumulación financiera vinculada a su vez a una modalidad de reproducción ampliada del aparato de especialización productiva volcado a la exportación. El principal rasgo de este aparato productivo consiste en la primarización regresiva de la economía, lo cual implica un estado de crisis socio-ambiental permanente además de la acentuación del proceso de desindustrialización estructural.
En el marco de la crisis mundial y brasileña en particular, el fundamento del modo de acumulación reside en la centralidad de las relaciones de superexplotación del trabajo[1] aceleradas en Brasil por distintos vehículos: reforma laboral, el deterioro de derechos laborales, violación de contratos colectivos de trabajo, primacía de lo “negociado” sobre lo legislado, tercerización “total”, intermitencia y precarización del trabajo, incremento de la edad de jubilación, disminución pensionaria, financiarización-capitalización de los fondos de pensión, vaporización de la justicia laboral, desmantelamiento de organizaciones sindicales, flexibilización de las normas de regulación del trabajo esclavo, infantil, de seguridad y salud del trabajo, flexibilización de la “formalidad” laboral (cartilla de trabajo “amarilla”, “roja”), descalificación laboral, incremento del desempleo-desvalorización salarial, etcétera. En el cuadro de crisis del capitalismo mundial, con prácticamente cinco años de recesión en Brasil, la ofensiva del capital pretende imponer una nueva etapa de degradación-transgresión históricamente cualitativa del tiempo de trabajo necesario para la reproducción del trabajador colectivo, cuyo metabolismo se caracteriza en las economías dependientes por la violación al valor de la fuerza de trabajoo superexplotación del trabajo[2].
En el nuevo estadio del salto tecnológico acompañado de una redefinición de los escalones en la división internacional del trabajo, a la que Bolsonaro cierra los ojos sometiendo al Brasil a la sobreexplotación de recursos naturales y de la biodiversidad realineándose a la geopolítica imperialista de Estados Unidos, el nuevo gobierno pronuncia al extremo el abismo que separa al aparato productivo respecto de las necesidades del trabajador colectivo y de la mayoría de la población.
Nuevas bases de acumulación aceleradas por los planes de privatización radical, ligadas a las nuevas y violentas condiciones de consumo del trabajador colectivo, reestablecerá a una nueva escala la concentración del capital con impactos en la estructura de la producción, la cual además de recrear un deterioro crónico del mercado nacional, necesariamente arrastraría a la economía a un mayor robustecimiento de los nudos de dependencia con el mercado externo, en un marco de fuertes turbulencias en la economía mundial.
Sustentar la crisis mediante la mayor explotación del trabajo no hará sino agravar los problemas que atañen al modo de reproducción de las economías dependientes. Sostener al mercado externo como esfera dominante de realización del capital, lo cual emana de las relaciones de producción-explotación que conforman al modo de acumulación, reproducirá en escala ampliada las contradicciones que atraviesan al ciclo del capital de una economía dependiente: la escisión entre la estructura de la producción (local) y la esfera de la circulación (orientada al exterior), esto es, la reproducción de un aparato de producción subordinado a las demandas del exterior y de sus imperativos de valorización.
Sobre estas bases, volcar la fuerza de trabajo hacia la especialización de commodities, no solo impedirá la “salida de la crisis”, sino que agravará las contradicciones, profundizará el expolio, perpetuará el atraso y el subdesarrollo brasileño. De ahí que experimentamos en Brasil la redefinición de una nueva morfología de un Estado fuerte, autoritario, de rasgos neofascistas. Ilustraciones hay muchas: El proyecto de Seguridad del ex juez Sergio Moro (“paquete anticrimen”) que incluye la suspensión autoritaria de garantías constitucionales; el decreto de Bolsonaro sobre la liberalización de la posesión y portación de armas de fuego; prácticas de censura y apartheid social, la militarización del personal del Estado con casi dos centenas de funcionarios en las alturas del gobierno; mayor activación y participación de los aparatos represivos, etc.
Dos debilidades del proyecto
Sin ir más lejos, apuntamos dos debilidades del proyecto Bolsonaro. La creciente fuerza del movimiento obrero-popular y las intensas contradicciones y divisiones intestinas en el seno de las clases dominantes. La profundización de la crisis económica juega a favor del agravamiento de estas dos cuestiones.
El papel que asume las relaciones de superexplotación y precarización del trabajo en el proceso de acumulación, acentúa la mayor politización del mundo del trabajo.[3] Vinculado a las formas sociales destructivas de las políticas económicas neoliberales, es creciente la organización de las clases trabajadoras, del movimiento obrero, la lucha de los campesinos, el movimiento estudiantil, la militancia en las periferias, etc.
La amenaza de la eliminación de derechos laborales, sociales, políticos, ambientales, de territorio, sexuales, raciales, indígenas, etc., recrea en la sociedad una mayor politización, organización y militancia colectiva, con la que crece la fuerza del movimiento popular, y sus amplias demandas de Trabajo, Educación, Tierra, Democracia, Constituyente, etc., etc. Prueba de ello es la organización del Día Nacional de Lucha en Defensa de la Educación programada para el 15 de mayo, en el que estudiantes, profesores y trabajadores de la Educación tomarán las calles en protesta por los recortes (algunos llegan hasta el 50 por ciento) a las universidades públicas. Así también lo prueba el hecho de que las principales centrales sindicales lograron cohesionarse en la próxima Huelga General emplazada para el 14 de junio en contra de la Reforma Previsional, “madre de todas las reformas” del gobierno Bolsonaro, con el que el capital financiero pretende expropiar del fondo de consumo obrero, al menos 1 billón de Reales (250 mil millones de dólares, equivalentes a 12% del PIB aproximadamente) en los próximos diez años.
La segunda cuestión que remite a otro Talón de Aquiles del nuevo gobierno, se refiere a las contradicciones que se desenvuelven al interior de las clases dominantes. Por la importancia de sus determinaciones, en lo que sigue nos referiremos a este problema que concierne a las relaciones que se presentan en el bloque en el poder.
Con el fin de comprender el tipo de relaciones que atraviesan el campo de las clases dominantes, en el primer apartadoexponemos un esbozo sobre los nexos entre economía y política que atañen a la reproducción del capital, las luchas políticas, el bloque en el poder y los impactos de sus “disensiones intestinas”.
En el segundo apartado nos detenemos en el análisis concreto de las razones que explican las disputas actuales inscritas al interior del bloque en el poder en Brasil, las cuales se presentan principalmente entre el bando lunático que conforma a “olavistas-bolsonarianos” frente a la llamada “ala militar”.
1. Reproducción del capital y luchas políticas de clase
Los estudios sobre el poder, la lucha política y el Estado no pueden desvincularse del conocimiento sobre los procesos de producción, circulación y acumulación que el capital despliega en su movimiento de valorización. Al mismo tiempo, la dinámica del capital no puede entenderse en absoluto sin visualizar la cuestión crucial de las relaciones de poder y fuerza política entre las clases sociales y las distintas fuerzas que las componen. Entender los nexos inescindibles entre economía y política permite explicar la sustancia de los conflictos que marcan en la actualidad a nuestras formaciones sociales.
En esta perspectiva, el movimiento de valorización del capital y de su reproducción no es más que reproducción de la lucha de clases en toda la complejidad que implica.
En un plano concreto, el capital es una multiplicidad de unidades de producción y circulación. Según la división social del trabajo y el espacio que ocupan en el movimiento de reproducción del capital, los capitales se conforman en clases (burguesía, terratenientes); se constituyen en fracciones de clase (financiera, comercial, industrial, minera); se articulan en sectores (gran capital, pequeño y mediano capital); se adscriben a un ámbito espacial nacional-internacional (burguesía local o extranjera). Según su lugar histórico en las relaciones con las economías centrales e imperialistas, los capitales se expresan como burguesía “nacionalista”, “compradora”, “dependiente”, “interna”, “lumpenburguesía”.
La multiplicidad de estas unidades están inscritas en la división social del trabajo y descansan sobre relaciones de producción mercantil capitalistas, las cuales reposan en la propiedad privada de los medios de producción, la explotación de la fuerza de trabajo, la competencia anárquica, la concentración, el monopolio, en suma, una lucha irrefrenable por la valorización.
En este sentido, no existe “plan de gobierno” (“proyecto nacional”), o “vía de desarrollo” que pueda incorporar al conjunto de demandas e intereses de esta multiplicidad de unidades que el capital sintetiza. Como señala el Manifiesto de Marx y Engels, “la burguesía vive en lucha permanente”. El capitalismo implica una “competencia universal”, enfrentamientos y disputas entre clases sociales, fracciones de clase y fuerzas que las constituyen, en donde unas logran prevalecer por encima de otras.
Los intereses y proyectos que logran ser elevados a política de Estado (“proyecto de nación”) necesariamente suponen el beneficio y crecimiento de unos y el desmedro o la propia ruina de otros. Es en el Estado donde se condensan los conflictos, disputas y enfrentamientos de clase. De ahí que el Estado exprese una relación de fuerzas.[4]
Patrón de reproducción, contradicciones y luchas “desde arriba”
¿Cómo pensar las relaciones (acuerdos/disputas) entre los capitales que toman forma al interior de las clases y fracciones dominantes? ¿Cómo se expresan en el Estado? ¿Cuál es su relevancia? Veamos.
En esencia, el capital tiene por principio y finalidad su valorización. Para tal objeto, da vida a un movimiento cíclico constituido por sus tres fases (circulación, producción, circulación), que la conocida fórmula del ciclo del capital-dinero (Marx) expresa: D-M…P…M´-D´.
Los intereses y proyectos que los capitales defienden guardan un profundo nexo con el diseño, forma y grado de despliegue que buscan establecer al interior de estas tres fases. En cada una de éstas el capital adopta distintas formas bajo las que busca implementar las condiciones que le permitan acceder a su objetivo final de valorización-acumulación.
Grosso modo, las formas que asume el capital y las modalidades que construye en el ciclo del capital-dinero (en el flujo de la circulación-producción-circulación), por ejemplo, giran en torno a: tipos de origen y sectores de destino de las inversiones, origen y paquetes de tecnología incorporada (D-M); modo de consumo y explotación de fuerza de trabajo, sectores productivos prioritarios (Agro, industria, servicios), tipo de valores de uso elaborados, ejes principales de producción-acumulación (…P…); construcción de mercados (interno/externo), jerarquización de grados y acuerdos de asociación comercial (D´-M´).
La definición de estas y otras modalidades que interesan al capital constituyen un movimiento general que determinados capitales buscan establecer de un modo hegemónico sobre otros capitales (y sobre el conjunto de la sociedad) en un tiempo y espacio dados.
Sintetizando la cuestión, los conciertos o conflictos entre las clases dominantes tienen como base general el desenvolvimiento del ciclo del capital-dinero, el cual implica relaciones políticas (de mayor o menor tensión) que persiguen el establecimiento predominante de determinadas formas de acumulación-reproducción del capital con implicaciones para el conjunto de una formación social.
La repetición constante y continuidad de movimientos que logran adoptar los capitales predominantes en los distintos procesos y relaciones construidas en el plano de las tres fases del ciclo, hacen inteligible una modalidad determinada de reproducción del capital. Así, un patrón de reproducción del capital[5] designa el modo particular que adopta el proceso de valorización-acumulación, el cual se configura según las formas dominantes que adopta en el conjunto de sus fases y a través de las relaciones y procesos que las componen.
Para entender las modalidades de reproducción del capital y las disputas que se levantan sobre éstas, es importante tener presente la “estructura global del capital” (Marini, op. cit), esto es, el plano del capitalismo mundial. Sobre este plano puede explicarse el lugar que adoptan las economías en la División Internacional del Trabajo, las relaciones de las economías dependientes con las economías centrales, los modos en que operan los mecanismos de apropiación y transferencias de valor a favor de éstas últimas economías. En suma, implica comprender el modo en que se constituyen las relaciones de dominación y explotación internacional, las desiguales relaciones de soberanía, sus impactos en la democracia, así como las decisivas luchas anti-imperialistas vinculadas a la tríada independencia-revolución-socialismo.
Estudiar una modalidad o patrón de reproducción permite dilucidar sobre la textura de los intereses y la consistencia de clase de los proyectos de acumulación-reproducción. Descifrar un patrón guarda toda su relevancia para las clases trabajadoras y populares. Qué capitales, qué clases, fracciones y sectores son los que prevalecen y cuáles son desfavorecidas o fuertemente excluidas bajo una dada modalidad de reproducción. Qué tipo de relaciones se construyen con las economías centrales e imperialistas y cuáles contradicciones y conflictos se presentan.
La relevancia de lo político en la reproducción del capital
El establecimiento político-estatal de una modalidad de reproducción se realiza en función de las disputas y enfrentamientos entre los intereses, planes y proyectos de las distintas clases sociales, fracciones o sectores del capital. Al interior de un mismo modo de reproducción, existen intereses y luchas políticas por redefinir pautas, rumbos, y modificaciones en cada una de las relaciones que integran las distintas fases que conforman dicho modo de reproducción (por ejemplo, origen y destino de la inversión, el diseño de los ejes de producción-acumulación, jerarquización de mercados, etc.). De igual manera, son relevantes las disputas por la implementación de las políticas económicas (fiscal, hacendaria, comercial, laboral, etc.), en la medida que éstas fungen como mecanismos de estímulo o palancas que dan forma a uno u otro modo de reproducción del capital.[6] En general, la primacía de las políticas económicas establecidas en el Estado permite visualizar las clases o fracciones de clase que concentran la mayor fuerza política.
Hegemonía y bloque en el poder
A este respecto, existe en el campo de las clases dominantes, una clase o fracción que hace prevalecer sus intereses en el grueso del movimiento de reproducción, con lo cual, puede entenderse su mayor capacidad de poder político. Se trata así de la clase o fracción hegemónica.[7]
De acuerdo con Gramsci, la fracción hegemónica supera el “mezquino interés económico-corporativo” (los intereses de su grupo o fracción), y eleva la “unidad de los fines económicos y políticos” a un “plano universal”, presentándose así, como portadora de los “intereses generales” de los grupos y fuerzas subordinadas.[8]
Esto es de gran significación. Contrario a una visión instrumental y simplificada del Estado, ello denota que una fracción hegemónica practica la imposición de sus intereses predominantes dentro de una base de relaciones con otras clases y fracciones dominantes, lo cual hace de la vida del Estado una formación continua de “equilibrio inestable” (Gramsci) de intereses entre las fuerzas hegemónicas y los grupos subordinados.
La conformación de esta base de relaciones da lugar a la constitución de un bloque en el poder, entendido éste como un modo de articulación de alianzas (sin menospreciar sus tensiones-conflictos) entre las clases, fracciones y fuerzas del capital. Cada uno de los elementos del bloque vela por sus intereses sobre el proceso de acumulación-reproducción, los cuales inciden siempre según los diversos grados de las relaciones de fuerzas que éstas encierran en momentos determinados.
En esta perspectiva, el Estado condensa las relaciones de fuerza experimentadas en el bloque en el poder, por un lado, y respecto a las clases dominadas, por el otro. Sus tensiones y confrontaciones atraviesan plenamente las distintas ramas y aparatos de Estado. De este modo, la política del Estado es un resultado de las contradicciones experimentadas al interior de los aparatos estatales marcados éstos por intereses y conflictos entre las fuerzas y fracciones de las clases dominantes (bloque en el poder), así como por las clases explotadas.
Aquí ponemos de relieve la necesidad de analizar las formas que asumen las relaciones de fuerza, el modo de conformación del bloque en el poder, su composición y jerarquía (su base de acuerdos-alianzas-pactos, en el marco político-hegemónico del “interés general”), así como examinar el cuadro de contradicciones y confrontaciones presentes. El examen de este último cuadro es de gran consideración, dado que aquí pueden llegar a abrirse significativas fisuras entre los elementos del bloque de dominación con implicaciones de la mayor significación.
Agravamiento de contradicciones, crisis política y nueva relación de fuerzas
En determinados momentos históricos, y más aún dentro de un cuadro de crisis económica, puede asistirse a un agravamiento de las contradicciones de clase en el seno del bloque en el poder, lo que puede dar paso a una “ruptura del equilibrio de fuerzas” (Gramsci), dando lugar a una crisis política.
La crisis política, más allá de su complejidad y de los cursos histórico-particulares que necesariamente toma, da cuenta de sustantivas modificaciones en las relaciones de fuerzas, las cuales tienen efectos en el Estado y en sus aparatos (que pueden expresarse en una “crisis institucional”, “crisis de gobierno”, “crisis de Estado”). La crisis política puede presentarse como un momento determinado de agudización de los conflictos en el que ciertas clases, fracciones o fuerzas dadas deciden “poner fin” a un marco de condiciones de inestabilidad hegemónica dando paso a la restauración de sus intereses (“reasumir el control”), o cuando éstas optan por un profundo viraje en las relaciones de poder del que emana una nueva configuración del bloque de dominación.
La agudización de estas contradicciones de clase (en las que las luchas populares tienen gran peso), los cambios producidos en el bloque en el poder, junto a condiciones de inestabilidad empujadas por tensiones políticas en la escena política, entre otros elementos, impactan en modificaciones de las propias formas de organización estatal (las formas de Estado). Todo lo cual guarda su mayor significación respecto a los intereses de las clases dominadas, así como a sus propias condiciones de lucha.
Ahora bien, y volviendo a la cuestión del patrón de reproducción, señalamos que la nueva composición del bloque en el poder, de las fuerzas hegemónicas y de la jerarquía de sus intereses, inciden inherentemente en una redefinición de pautas, rumbos y tendencias de la reproducción del capital. O en su caso, puede asistirse a una reestructuración profunda en el patrón de acumulación-reproducción del capital.
2. La formación social brasileña
Valga este breve esbozo analítico sobre algunos de los nexos económicos y políticos que permiten estudiar parte de la complejidad del proceso de reproducción del capital. Las contradicciones y luchas políticas que se desenvuelven en el Brasil actual, mismas que atraviesan los poderes del aparato estatal (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), presentan, en mayor o menor medida, buena parte de los nexos aquí expuestos.
La crisis económica mundial y brasileña en particular, agravó el equilibrio de fuerzas que sustentaron a los gobiernos del PT. La crisis política desembocó en el Golpe de 2016, el cual implicó una metamorfosis en lo político-estatal girando en torno a una radical reestructuración en la reproducción del capital.
Dos años de gobierno Temer sentaron las bases del desmantelamiento del Estado social (neodesarrollista) bajo la hegemonía de la fracción financiera (local-extranjera), del agronegocio e industrial. Posteriormente, el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Fuerzas Armadas, medios de comunicación, iglesias, todos ellos asociados con las fracciones hegemónicas (locales y extranjeras) y al imperialismo estadounidense, construyeron un pacto de dominación de clase cerrando filas en la inhabilitación política de Lula y la elección del gobierno Bolsonaro.
El gobierno Bolsonaro no es una simple continuidad de Temer. Nuevos elementos se inscriben en esta etapa. Uno de los principales reside en el agravamiento de las contradicciones de clase en el seno del bloque en el poder. Contraposiciones de intereses respecto a las modalidades que debe adoptar la reproducción del capital (sus pautas, rumbos, tendencias, etc.) acentúan las disputas entre las clases, fracciones y fuerzas políticas, poniendo en cuestión acuerdos y pactos establecidos. Relaciones de fuerza vacilantes forman el marco inductor de una crisis política. En el límite, rupturas políticas al interior del bloque de dominación podrían influir en posibles modificaciones en la forma de Estado. Según las disputas presentes, puede conducir, sea a la forma de un régimen estrictamente militar, sea a una organización neofascista del Estado (con Bolsonaro y sus bases de extrema derecha a la cabeza), o incluso, que se asista a la prolongación del actual Estado de excepción con democracia electoral. Los alcances de la lucha popular y sus horizontes de construcción de una forma democrática de Estado también están presentes.
El momento actual en Brasil: neofascistas vs militaristas
Nuestra tesis principal es la siguiente. El momento actual en Brasil presenta un periodo de agravamiento de las contradicciones de clase en el seno del bloque en el poder. Las distintas contradicciones y conflictos que atraviesan los aparatos y poderes estatales (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) del gobierno Bolsonaro, y al interior de cada uno de estos, reflejan buena parte de ello.
La principal disputa situada al interior de las fuerzas del bloque de dominación, la cual se expresa actualmente en el enfrentamiento del polo “bolsonariano” en contra de la llamada “ala militar”, se inscribe en un marco de contradicciones de clase. Es ésta la raíz que permite explicar dicha disputa.
Más allá de sus intereses comunes, que dieron forma a lo que ya señalamos como una alianza o pacto de dominación de clase, “olavetes” (personal del gobierno Bolsonaro seguidores del neofascista Olavo de Carvalho[9]) y militares, representan distintos proyectos económicos, políticos e ideológicos, cuyas alianzas y relaciones de clase son dinámicas y relativamente difusas. Más allá de intereses corporativos que sin duda albergan los militares (cargos públicos, blindaje ante los ajustes, como el caso de la Reforma Previsional, reestructuración de la Carrera Militar, etc.), sostenemos que la principal contradicción entre estas fuerzas gira en torno a las modalidades que debe tomar el patrón de reproducción del capital en Brasil.
Según la marcha de los acontecimientos (los tiempos de la política son muy propios), la profundización de la crisis económica, las acciones u omisiones del gobierno Bolsonaro, podrá agravarse la confrontación, dando lugar a una crisis política de mayor intensidad que altere la relación de fuerzas e incida en la forma de Estado y en una definición en la reproducción del capitalismo brasileño.
Confrontaciones e inestabilidad hegemónica
La confrontación actual se inscribe dentro de un periodo de inestabilidad hegemónica. En este contexto, olavistas-bolsonarianos y militares disputan la hegemonía al interior del bloque de dominación. La prueba más palpable de este tipo de disputa aún inestable reside en que hasta ahora unos y otros se imputan del hecho de pretender “tutelar” al Ejecutivo.[10]
Los enfrentamientos contra los altos mandos militares han sido protagonizados por Olavo de Carvalho (a quien hace apenas unos días el mismo Bolsonaro –respaldándole– le entregó la máxima condecoración del gobierno brasileño con la “Ordem de Rio Branco”), los hijos de Bolsonaro, el canciller E. Araújo, es decir, los grupos más extremistas y más cercanos al ex capitán. Ponemos de relieve que estos ataques se han agravado desde el mes de abril, a partir de las fuertes críticas de Steve Bannon (estratega del trumpismo, y que desde la campaña electoral está muy cerca de los Bolsonaro) en contra de las posiciones del vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourão, a quien Bannon se atrevió a pedir su renuncia.[11]
Entre estos ataques, sobresale la presentación de un pedido de impeachment en contra del vicepresidente Mourão, en la Cámara de Diputados. El proyecto (¿un aviso de Bolsonaro?) fue presentado por el diputado pastor Marco Feliciano[12], quien es muy cercano a la presidencia. Dicho proyecto fue archivado por el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia.
El blanco de ataques de “olavetes” contra militares está centrado en los altos mandos de las fuerzas armadas, precisamente quienes ocupan los más altos niveles en el nuevo gobierno y cuya influencia y/o tutelaje sobre el ex capitán es fuerte: El general Augusto Heleno, Jefe del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI); su asesor especial, el excomandante del Ejército Eduardo Villas Bôas; el Ministro de la Secretaría de Gobierno, Carlos Alberto Santos Cruz; el general Fernando Azevedo e Silva del Ministerio de Defensa; el general retirado y hoy vice-presidente, Hamilton Mourão.
Importante es considerar que los múltiples agravios referidos a los altos mandos, además de pretender deslegitimarlos y debilitarlos, buscan conspirar contra la jerarquía militar provocando fracturas y divisiones (¡como en Venezuela!) al interior de las tropas y bases militares. Este elemento no es menor, dados los rasgos neofascistas del “miliciano” Jair Bolsonaro, de sus círculos cercanos, y su interés en expandir un “movimiento de masas” característico del fascismo, el cual ya está presente en la coyuntura, a través de grupos como MBL, Vem para Rua, Intervenção, entre otros.[13]
Como hemos señalado, modificaciones en la modalidad de reproducción del capital son acompañadas de tensiones y oscilaciones en las relaciones de fuerza. Esto se presenta tanto al interior de las clases dominantes, como en la intensificación de las luchas de las clases trabajadoras y el movimiento popular en contra de éstas.
Si bien en un trabajo anterior nos hemos referido sobre los choques del Ejecutivo contra los poderes Legislativo y Judicial (que continúan), a las tensiones del gobierno Bolsonaro con las fracciones del agronegocio e industriales, sobre el posible declive del respaldo del capital financiero en caso de una derrota de la Reforma Previsional, el papel antagónico de los intereses de Estados Unidos y China en la economía brasileña, es decir, sobre nuestro análisis sobre las distintas contradicciones que hasta ahora se condensan en el gobierno Bolsonaro[14], despejamos en lo que sigue un planteamiento puntual.
Disputas por la Hegemonía y modalidades de reproducción del capital
¿Qué contradicciones se expresan dentro del bloque en el poder, particularmente entre olavetes-bolsonarianos y militares? ¿Por qué pueden estudiarse dentro de un análisis de clase? Sus diferencias se inscriben en los intereses y tendencias que buscan imponer en el proceso de acumulación-reproducción del capital, pues encierran profundas implicaciones en la soberanía, la seguridad nacional, inversión extranjera, mercados, de geopolítica, etc. Más allá de intereses comunes situados en las relaciones de superexplotación del trabajo y de dominación (Reforma previsional, precarización laboral, prioridad del mercado externo, ajuste fiscal, etc.), expresan lazos de representación de clase relativamente distintos.
Olavetes-bolsonarianos representan los intereses de fracciones burguesas más dependientes y asociadas al imperialismo de Estados Unidos. Sintetizan un proyecto económico, político e ideológico de corte neofascista apoyado por el capital financiero estadounidense. Le subyace a dicho proyecto una regresión de las condiciones de dependencia hacia un carácter semicolonial o neocolonial en las estructuras de circulación, producción y acumulación del capital.
Como señalamos en la introducción, la exacerbación del patrón de especialización productiva a que se dispone la asociación subordinada de Bolsonaro con Trump, tiene por detrás el socavamiento del aparato productivo tecnológico-industrial, e incidirá en las desiguales relaciones de apropiación de valor entre las economías, con impactos en la mayor explotación del trabajo, y graves consecuencias socio-ambientales para Brasil y el planeta.
La posible inserción de Brasil a la OCDE acordada entre Trump-Bolsonaro supone un giro regresivo en materia de inversiones, liberalización comercial en desmedro de la industria, de la educación pública, la investigación científica y el mercado nacional. Ello implica la sumisión a la geopolítica de Estados Unidos y sus guerras por la dominación mundial y la destrucción de un mundo multipolar. El realineamiento de Brasil se inscribe en la política imperialista (y neo monroísta) de desintegración “progresista” latinoamericana (el paso de Unasur a Prosur), de conversión en primer satélite-apoyo junto con Colombia (Gupo de Lima) en el cercenamiento del socialismo cubano y la revolución bolivariana, así como en el desmantelamiento-socavamiento de las relaciones de la economía China con Brasil. De este último punto puede suponerse tendría efectos en el deterioro del papel del país sudamericano en el grupo de los BRICS y en la frustración de la incorporación brasileña al llamado eje geoeconómico global de la economía china basado en la Iniciativa de la Franja y Ruta de la Seda[15].
De acelerarse el distanciamiento con la economía China, poderosas fracciones del agronegocio exportador (base política del gobierno), que tienen a la economía asiática como su principal mercado, no dudarán –ya lo han hecho– en poner en tela de juicio al Ejecutivo[16], retirarle su apoyo, o aproximarse a otras fuerzas. Lo mismo ocurre con las fracciones exportadoras vinculadas a los países árabes que han visto daños a sus intereses con el alineamiento del gobierno al sionismo de Netanyahu en Israel.[17] Dentro de este cuadro, llamamos la atención del acercamiento de los industriales (Fiesp) con el vicepresidente Mourão. Si bien esta fracción participó intensamente en el apoyo de la destitución de Dilma, días después del triunfo electoral de Bolsonaro, el pinochetista y “superministro” Paulo Guedes los hizo sacudir cuando advirtió: “vamos a salvar la industria a pesar de los industriales”[18].
Por otro lado, los militares en Brasil representan un proyecto económico, político e ideológico relativamente distinto. Sus intereses no son exclusivamente corporativos. No se inscriben en una modalidad de acumulación-desacumulación neocolonial, de abdicación industrial, ni implica una subordinación absoluta a Estados Unidos. Ante las críticas del ex capitán a China (que en otras ocasiones se ha contenido), Mourão ha señalado que China es un “socio estratégico para Brasil, y no una amenaza”. [19] Así mismo, declaró que el país no vetará a la empresa Huawei, el conglomerado chino al que el gobierno de Estados Unidos le declaró la guerra tecnológica por ir a la vanguardia en la tecnología 5G, y recientemente alertó al ejecutivo brasileño para su proscripción. Paradójicamente, los militares guardan distancia de los rasgos neofascistas concentrados en el “ala bolsonariana”. Un fracaso del gobierno Bolsonaro, al decir de los altos mandos militares, los llevaría a ellos mismos a “pagar la cuenta”.
Una de las principales doctrinas estratégicas de las fuerzas armadas se basa en hacer del Brasil una “potencia intermedia”, lo que supone una relativa defensa “nacional”, la expansión de la industria, seguridad energética, desarrollo tecnológico, control de los recursos naturales, política externa protagónica, proyección internacional, encuadrado en lo que Ruy Mauro Marini conceptualizó como “subimperialismo”.
Igualmente, se encuentran fuertes divergencias con el proyecto “bolsonariano”, entre otras cuestiones, respecto a la aplicación de distintas políticas económicas, el carácter de las privatizaciones de las empresas público-estatales (Banca pública, Correos[20], Petrobras, etc.), mecanismos de regulación. Así también, como se ha experimentado muy recientemente, existen divisiones sobre la orientación del mercado exterior, como se ha evidenciado en las disputas al interior de la Agencia de Promoción de Exportaciones e Inversiones (APEX), anteriormente controlada por el canciller Ernesto Araújo, y hoy dirigida por el contra-almirante Ricardo Segovia, un militar cercano a Santos Cruz.[21]
Llama la atención aquí, el hecho de que Lula, en su entrevista de finales de abril (autorizada por el Supremo Tribunal Federal, en el marco de los choques del Ejecutivo y los comandos de la Lava Jato en contra de esta máxima instancia del Judiciario), se refiera a Mourão como el “primer enemigo de Bolsonaro”,[22] así como el hecho de que el ex presidente haya manifestado su voluntad de “dialogar con los militares”.
Factor de crisis y problemas de hegemonía: ¿cuál es la vía de solución?
Ahora bien, en un cuadro de crisis económica, el papel del gobierno Bolsonaro de extrema derecha constantemente pone en entredicho el problema de la hegemonía. Más allá de la representación de los “intereses generales” que la política del Estado en general tiene por objeto “organizar” y “unificar”, el gobierno Bolsonaro se postra a intereses específicos del capital y de Estados Unidos. Bolsonaro está cada vez más impedido de adaptar sus planes económicos a una política de cohesión y organización de la hegemonía. En muchos casos, es la tutela militar, quien hasta ahora ha podido contener al gobierno. También, como en el caso del agronegocio respecto a China y respecto a los países árabes, los ruralistas han podido frenar al bolsonarismo.
Esta postración de Bolsonaro lo incapacita para cohesionar el “interés general”, y por tanto, de reproducir la hegemonía, lo que constituye un elemento causal de crisis en el seno de las clases dominantes.
Si hasta hoy predomina la inestabilidad hegemónica, la pregunta es, ¿asistiremos a una solución definitiva? ¿Cuál será la vía que defina la composición jerárquica entre olavetes y militares? ¿Llegaremos a una fractura decisiva que precipite una crisis política? ¿Cual podrá ser la carta de olavetes-bolsonarianos para establecer el control sobre la tutela militar?
Los militares son guardianes del orden, de la “estabilidad”. Así han venido actuando. En este sentido, su horizonte es el triunfo definitivo de la tutela militar, sin ruptura. Buscan el sometimiento del “bolsonarismo” sin la irrupción de una crisis política. ¿Puede resolverse el problema de la hegemonía sin fracturas decisivas? ¿Sin golpe de Estado? En una especie de “tutelaje militar bajo control”.
Una destitución del ex capitán podría favorecer al movimiento popular y al PT, por la vía de una politización de elecciones directas. Un escenario tal llevaría a las fuerzas armadas a un salto en la instauración de una dictadura militar. Un peligroso cambio en la forma de Estado.
Como vemos, la definición de la hegemonía política en el bloque en el poder tiene incidencias en las tendencias de la reproducción del capital, las prioridades de la política económica, la reestructuración del Estado, todo lo cual concierne a las luchas de las clases trabajadoras y el movimiento popular.
En esta disputa de neofascistas contra militaristas, hasta ahora, pensamos que van afirmándose los segundos. Así lo deja ver el peso militar que ha barrido “casi a cero” la postura neofascista de Bolsonaro contra Venezuela, así también en el conflicto en la Apex, en el Ministerio de Educación, en la contención de las relaciones con Israel, en la conservación de las relaciones con China, que podrán ser actualizadas en el viaje del vicepresidente Mourão a China en este mes de mayo. Quizá, parte de todo esto tenga frustrado al trumpismo, quien hace unos días en la reunión del Consejo de Representantes de la OCDE, el gobierno de Estados Unidos dejó pasar la oportunidad de presentar la propuesta de incorporación de Brasil como miembro pleno de la OCDE, según lo negociado en el encuentro Trump-Bolsonaro en el mes de marzo[23].
Coda
Recién comenzó el gobierno Bolsonaro y las divisiones se han hecho presentes. Cada vez más se agravan y profundizan las contradicciones que alcanzan a los distintos poderes y órganos estatales. El Ejecutivo está impedido de una articulación política con la que establezca sus proyectos. Con la profundización de la crisis económica y una posible derrota del gobierno en las reformas estructurales (que igualmente agravarían la crisis) que demanda el gran capital local e internacional, bolsonaristas perderían gran músculo. Podrán crecer las demandas del empresariado y de los capitales por la recuperación económica, lo que desdoblaría más las tensiones y escisiones internas desde arriba.
En este marco, según el desenvolvimiento del gobierno y de sus acciones, la intensidad de las luchas populares -bajo los tiempos propios de la política-, pueden afianzarse nuevas asociaciones y relaciones de alianzas entre las fuerzas económicas y políticas, las cuales son siempre dinámicas y cambiantes en este contexto, que puedan incidir en modificaciones en las relaciones de fuerza y con ello, en la adopción de una forma de reproducción política y económica del capital.
En el hervidero de la lucha de clases en Brasil, pisamos la antesala de nuevos procesos.
Notas
[1] Como señala Adrián Sotelo Valencia: “La superexplotación y la imposición de una relación flexible entre el trabajo y el capital, cuya tendencia es consolidarse como la nueva normatividad de las relaciones laborales y contractuales en todo el mundo, son la esencia de las nuevas relaciones sociales de producción, propias de esta etapa de reestructuración y crisis del capitalismo”. Ver, Crisis capitalista y desmedida del valor. Un enfoque desde los Grundrisse. Itaca-FCPyS,UNAM. 2010. p. 54.
[2] Sobre el paradigma teórico de la superexplotación del trabajo en el marco de la teoría marxista dela dependencia, ver, Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia. Era. 1974; “Procesos y tendencias de la globalización capitalista”, en La teoría social Latinoamericana. T. IV. Ed. El caballito-UNAM. 1996. Pueden consultarse en http://www.marini-escritos.unam.mx/
[3]Ver, Ricardo Antunes, “Intermitentes e imprevidentes”, 9-04-2019, https://diplomatique.org.br/temer-e-bolsonaro-intermitentes-e-imprevidentes/
[4] N. Poulantzas, Estado, poder y socialismo. S. XXI. 1979.
[5] Para una profundización teórica sobre esta categoría, ver la obra de Jaime Osorio, Teoría Marxista de la Dependencia. México, UAM-X/Itaca. 2016.
[6] Jaime Osorio. Op. Cit.
[7] Sobre este concepto, ver, N. Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado Capitalista. S. XXI. 1968.
[8] A. Gramsci. Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado Moderno. JP Editor. 1975.
[9] Olavo de Carvalho, es un astrólogo y autonombrado filósofo. En su momento, elaboraba discursos para los propios militares, recibiendo condecoraciones de su parte. Hoy es su más acérrimo enemigo. Y ha escrito, sin ambages, su línea ideológica y política: “la presente generación tiene una misión histórica: es la de realizar, sin extinguir una sola institución democrática, lo que los militares de 1964, extinguiendo varias, no hicieron: extirpar el comunismo de la vida política nacional, integralmente y para siempre”. Ver, “Olavo: el ideólogo detrás del gabinete de Bolsonaro”, 27-11-2018, https://www.lapoliticaonline.com/nota/ricardo-bloch-olavo-el-ideologo-detras-del-gabinete-de-bolsonaro/ . El ideólogo ultra conservador, tiene gran influencia en los grupos más allegados de Bolsonaro. Entre los altos funcionarios destacan, los Ministros de Educación (A. Weintraub, antes R. Vélez), de la Mujer, (Damares Alves), Relaciones Internacionales (Ernesto Araújo), Medio Ambiente (Ricardo Salles), los tres hijos de Bolsonaro (Flávio, Eduardo, Carlos), entre otros.
[10]Esto se constata en la reciente entrevista al ex comandante del Ejército, Eduardo Villas Bôas. Ver, https://politica.estadao.com.br/noticias/geral,villas-boas-olavo-de-carvalho-presta-enorme-desservico-ao-pais,70002818547
[11]Ver, https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2019/04/mourao-quer-mostrar-que-esta-preparado-se-bolsonaro-falhar-diz-ex-estrategista-de-trump.shtml
[12] Ver, https://congressoemfoco.uol.com.br/governo/marco-feliciano-vice-lider-do-governo-pede-impeachment-de-mourao-por-conduta-indecorosa/
[13] Ver los tres recientes ensayos de Armando Boito Jr. respecto a “la cuestión del fascismo en el gobierno Bolsonaro”, https://www.brasildefato.com.br/2019/01/10/artigo-or-a-questao-do-fascismo-no-governo-bolsonaro/
[14] Ver, “Contradicciones y crisis política permanente: ¿Adiós a Bolsonaro?”, 29-03-2019. https://www.lahaine.org/mundo.php/contradicciones-y-crisis-politica-permanente
[15] Bolsonaro tiene programado un viaje a China para este mismo año. Por otro lado, Brasil recibirá la Cumbre de los BRICS, para noviembre de 2019. Dos fechas importantes donde podrán despejarse los rumbos de estas relaciones.
[16] Ver, https://alfonsin.com.br/chanceler-ernesto-arajo-faz-afagos-china/
[17] “Nosotros somos un país en desarrollo que depende mucho de sus relaciones comerciales”, señaló un decepcionado Michel Alaby con la política externa del gobierno, miembro por más de 35 años de la Cámara de Comercio Árabe-Brasil. Ver, https://economia.uol.com.br/noticias/redacao/2019/04/02/bolsonaro-israel-arabes-comercio-exterior-exportacoes.htm
[18] Ver, https://tribunademinas.com.br/noticias/politica/30-10-2018/paulo-guedes-vamos-salvar-a-industria-apesar-dos-industriais-brasileiros.html
[19]Ver, https://br.reuters.com/article/idBRKCN1RI0JN-OBRTP
[20] El general Juarez Aparecido de Paula, presidente de la Empresa Brasileña de Correos y Telégrafos (ECT), es contrario a la privatización de la estatal. Ver, https://www.valor.com.br/empresas/6227065/correios-nao-sobrevivem-se-parte-rentavel-vendida-diz-presidente.
[21]Ver, https://www.nexojornal.com.br/expresso/2019/05/09/O-que-%C3%A9-a-Apex.-E-por-que-ela-est%C3%A1-em-disputa-no-governo
[22]Ver, https://br.sputniknews.com/brasil/2019042713768930-lula-bolsonaro-guedes-entrevista-moro/
[23]Ver, https://www.valor.com.br/brasil/6243633/eua-mantem-bloqueio-na-ocde-e-nao-cumprem-barganha-com-brasil
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