Ricardo Patiño, excanciller ecuatoriano: «Hay persecución contra todos los que trabajamos con Correa»

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Por Luis Hernández Navarro

El ex canciller de Ecuador Ricardo Patiño tiene una vieja relación con México. Estudió economía en la Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa y obtuvo el mejor promedio de la carrera en 1979. Hoy, 40 años y muchas visitas después, está de vuelta en el país, en condiciones menos favorables que en aquel entonces. En pleno viaje de trabajo se encontró con la novedad de que sus opositores políticos en Ecuador quieren encarcelarlo.

Se le acusa de una presunta participación en un delito de instigación. Pero la acusación penal en su contra es muy endeble. Tanto así que la juez Beatriz Benítez negó la detención del ex canciller para las investigaciones.

Según el Ministerio Público de Ecuador, se pidió el arresto de Patiño el pasado 13 de abril, por unas declaraciones que hizo a la cadena internacional CNN. Hay tanta ilegalidad, tanto abuso del derecho, que yo sí tengo que pensar seriamente si me quedo en el país, dijo a la televisora.

El ex canciller partió de Ecuador a las 18:21 del 17 de abril de 2019, rumbo a Perú, pues sobre él no pesaba ninguna orden judicial. De ahí se dirigió a México para atender varios compromisos relacionados con unas publicaciones.

Patiño fue estrecho colaborador del presidente Rafael Correa. Se desempeñó durante seis años como canciller. Fue en esta última responsabilidad que le ofreció asilo a Julian Assange en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña. En 2012 declaró a Heather Hodges, embajadora de Estados Unidos, persona no grata y la expulsó del país.

El ex ministro de Correa asesoró efímeramente al mandatario Lenín Moreno, pero rompió políticamente con él. Le disputó sin fortuna la conducción del partido Alianza País, y se convirtió en una de las figuras opositoras a Moreno más importantes dentro de Ecuador. Es en ese contexto, y en el del acelerado desgaste del actual gobierno, que se intensificó la persecución política contra Patiño.

De visita en las instalaciones de La Jornada, Ricardo Patiño dio una entrevista al diario, que puede leerse como continuación de la que le hizo en estas mismas páginas Marcela Aldama hace unos cuantos días. Aquí parte de la conversación.

–Saliste de tu país como hombre libre y, al llegar a México, te encuentras con la novedad de que se está solicitando en Ecuador tu detención. ¿A qué se debe esta situación?

–Hay una persecución política en mi contra. Yo he venido a México muchas veces en los últimos años. Recordemos que estudié aquí. Me gradué en Economía, en la UAM de Iztapalapa. Aquí tengo grandes amistades.

–Fuiste un alumno ejemplar.

–Estudié mucho en aquella época. Siempre vengo, normalmente invitado para tratar temas de la política latinoamericana. Estuve invitado para la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahora vine a revisar unas publicaciones que estamos haciendo.

Recién llegado a este país, se produce en Ecuador una audiencia de formulación de cargos contra mí. Formulan cargos, dictan orden de prisión, piden alerta roja a la Interpol, por los comentarios que hice en una reunión interna del movimiento de la Revolución Ciudadana en octubre del año pasado.

Ni siquiera fueron hechos a la prensa, sino a los militantes del movimiento. Les decía que tenemos que reforzar nuestro trabajo popular y seguir acompañando a nuestro pueblo, que ha sido engañado por el gobierno de Lenín Moreno.

Moreno está botando a la calle a decenas de miles de empleados públicos. Ha reducido el presupuesto para educación y salud. La desatención a los pequeños y medianos campesinos, ganaderos, pescadores y artesanales es total.

Por eso llamamos a nuestros militantes a acompañar a toda esa gente en las calles, carreteras, instituciones públicas. Pero siempre de forma pacífica. Sin el uso de la violencia. Lo he dicho y lo he repetido muchas veces. Y, en esa intervención mía en la reunión que tuvimos en la ciudad de Latacunga, manifesté expresamente –y así lo reconoce el fiscal– que pedí que esas manifestaciones no fueran violentas.

A pesar de eso, en los últimos días, reactivaron una investigación y pidieron una boleta de detención en mi contra. La juez que vio la petición del fiscal le dijo que no la podía aceptar, la negó. Pero, después de eso, llamaron a la audiencia en formulación de cargos y emitieron una boleta para detenerme.

Es evidentemente una persecución política. No han tenido cómo imputarme otra cosa. No pueden acusarme de ladrón, o corrupto, o de haber hecho mal las cosas en mi gestión de los 10 años de gobierno de Rafael Correa. Entonces, se han inventado un supuesto ‘delito de instigación’.

–Parece estar de moda acusar de corrupción a los políticos progresistas. ¿Por qué no lo hicieron contigo?

–Yo fui ministro de cinco carteras: Finanzas, Litoral, Política, Relaciones Exteriores y Defensa. La más larga fue la de Relaciones Exteriores, que fue de seis años, y en Defensa, año y medio. Desde que terminamos la gestión, el 24 de mayo de 2017, me han hecho decenas de exámenes de contraloría, de todas las cosas que he firmado y de las que no. Y no han podido encontrar nada, ni una sola objeción, ninguna glosa, algo que pueda ser incluido en una instrucción fiscal, absolutamente nada. Cada semana llega un nuevo examen. Uno sobre otro. Quieren ir rápidamente a alguna cosa con la que me puedan apresar. Y como no encuentran ningún acto de corrupción, se inventan estos temas penales.

–¿El delito de instigación implica llamar a la violencia?

–Eso es lo que ellos dicen. Me acusan de instigar a la población a usar la violencia para destruir, derrocar un gobierno.

Pero no es así. Lo hemos dicho en cientos de intervenciones: nosotros no vamos a propiciar un golpe de Estado. Vamos a pedir, a través de lo que dice la Constitución, la revocatoria de mandato. Vamos a apoyar a los migrantes ecuatorianos que han pedido esa autorización en el Consejo Nacional Electoral, para recoger firmas y pedir que el pueblo se pronuncie sobre si ese presidente tiene que seguir o no.

La Constitución y la ley dicen claramente que si una autoridad no cumple con lo que dice en su oferta de campaña, podría revocarse su mandato por parte del pueblo que lo eligió. En eso estamos.

Pero, además, hay derecho a salir a la calle a reclamar para que el gobierno sepa que hay indignación popular. Pero nunca usando la violencia, sino el derecho a resistir, a la libre expresión, a la manifestación.

En la Constitución de Ecuador existe el ‘derecho a la resistencia’. A resistirse cuando un gobierno, una autoridad, incluso algunas personas naturales, hagan acciones que vulneren los derechos de los ciudadanos. Nuestras acciones están absolutamente marcadas en la Constitución.

–En una entrevista que diste a la cadena CNN, anunciabas la posibilidad de salir del país, porque estaba ya en marcha algo parecido a una persecución.

Ricardo Patiño fue ministro de Finanzas, Litoral, Política, Relaciones Exteriores y Defensa de Ecuador, en 10 años de gobierno de Rafael Correa. La imagen, durante la entrevista con La Jornada.Foto Guillermo Sologuren
–Se notaba una persecución. El hecho de que el sábado anterior el fiscal haya pedido ante una juez que me capturen, que me den una boleta de captura para investigar, así lo indicaba. Más aún si consideras que ese proceso comenzó desde octubre del año pasado. Y que cuando me han llamado a declarar, he ido. Por eso, en la entrevista a una cadena de noticias internacional, dije que sí me preocupaba lo que estaba pasando.

El vicepresidente Jorge Glas está preso sin ninguna prueba. Rafael Correa tiene orden de prisión. Le han inventado arbitrariamente un juicio por un supuesto secuestro. Han violando la ley y la Constitución. Los que lo acusan se contradicen todos los días, mienten. Sin embargo, le pusieron una orden de captura.

Hay una campaña de perseguir a todos aquellos que trabajamos con el presidente Correa. No es algo que supongamos, lo dicen abiertamente. El presidente del Consejo de Participación Ciudadana lo ha dicho en innumerables ocasiones. Dicen que hay que destruir todo lo que es correismo. Claramente hay persecución política.

–Tú eras canciller de Ecuador cuando Julian Assange se refugió en la embajada de Ecuador en Londres. ¿Crees que tu persecución está relacionada con ese hecho?

–Sí tiene alguna relación, a pesar de que el propio gobierno de Lenín Moreno le dio a Julian Assange hace un año y más una carta de naturalización como ciudadano ecuatoriano.

Ahora ha revocado ilegalmente esa carta. El gobierno de Moreno ya no quería mantener a Julian Assange como asilado en nuestra embajada porque hizo un pacto con el gobierno de Estados Unidos. Mike Pence estuvo en Ecuador. Del círculo cercano a Lenín Moreno ha salido a la luz pública que él hizo tres ofertas a Estados Unidos, a cambio de que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial le abran las puertas de los créditos.

Una, ponerse en la fila de los gobiernos que están en contra de Venezuela. La segunda fue tratar de liquidar la integración sudamericana y latinoamericana. Y, la tercera, entregar a Julian Assange.

Hemos reaccionado ante eso. Nosotros le conseguimos el asilo diplomático, y nuestra Constitución dice claramente que existe el principio de no devolución de un asilado. No se puede entregar a un asilado a sus verdugos. Eso también lo dicen las convenciones y los convenios internacionales de asilo. Y lo dice también la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, que dejó claramente establecido un principio de no devolución que tiene que ser respetado.

Hemos defendido el derecho de Julian Assange de permanecer asilado. Pero el gobierno de Moreno permitió la entrada de Scotland Yard para que sacara a rastras de nuestra embajada a un ciudadano indefenso. Es algo que nos avergüenza y nos avergonzará toda la vida. Quedará en la historia marcada la figura del traidor Lenín Moreno.

Eso es un elemento que explica mi persecución. Pero hay otro que es más importante.

–¿Que sería cuál?

–Las denuncias que se han hecho contra Moreno y su círculo más cercano, sobre la apertura de cuentas secretas en paraísos fiscales. En ellas han ingresado dinero de comisiones de empresas extranjeras, consultoras en Ecuador en 2012, cuando el actual presidente era vicepresidente de la república.

Esas cuentas fueron abiertas a nombre de Edwin Moreno Garcés, hermano del vicepresidente. Después, con eso se compraron departamentos en España, muebles de lujo, etcétera.

El presidente Moreno trata de evadir su responsabilidad diciendo que es de su hermano, que él no tiene nada que ver, que esos muebles de lujo eran de un amigo que le pidió que se los guardara en su departamento. ¡Como si fuera bodeguero!

El presidente Moreno no sabe cómo salir del atolladero. Porque, además, han salido un montón de correos electrónicos en donde se nota claramente que él está involucrado, que él conocía, y ha recibido de esos beneficios.

Nosotros no hemos hecho una denuncia. Pero sí le hemos pedido al presidente que explique, porque él era vicepresidente cuando esto ocurrió.

Pero, como no puede salirse del atolladero y está desesperado, comienza a golpear y tirar lodo con ventilador a todo el que se aparezca. Y, como yo soy una figura representativa del movimiento Revolución Ciudadana –y hace unos días tuvimos un resultado electoral muy positivo–, quieren liquidarnos. Ya no sólo en el ámbito judicial, sino a nivel personal, familiar. Pretenden meternos en la cárcel, destruirnos.

Las cárceles en Ecuador son lugares peligrosos. Matan mucha gente en ellas. Hay poco control, hay ingreso de armas de todo tipo. Y uno en la cárcel corre un riesgo muy grande. ¡Es gravísimo!

–Lenín Moreno era el candidato de ustedes. ¿Qué sucedió?

–Lamentamos que este hombre nos haya engañado. Es un impostor profesional. Nos engañó a todos los miembros del gobierno, comenzando con el presidente Correa. Cuando estaba en el gobierno los seis años que fue vicepresidente, y los cuatro años que estuvo como enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas, nunca manifestó una diferencia más que secundaria, de estilo básicamente, con el gobierno de la Revolución Ciudadana.

Ahora, según él, todo lo que ha hecho Correa y el gobierno es pésimo, lo peor, una catástrofe. Acusa a Correa de asesinato, de secuestrador e incluso llega a decir que es el jefe de la mafia. Casi lo tacha de jinete de Apocalipsis. Pero, cuando estábamos en el gobierno, habló siempre maravillas de Correa y de la Revolución Ciudadana. No ahorró adjetivos para enaltecerlos.

Todo esto lo hacía de manera hipócrita. Yo estoy convencido que esto es parte de un acuerdo con los gobiernos de Estados Unidos, con la CIA particularmente. Hemos encontrado que uno de sus más cercanos colaboradores, Andrés Michelena, era un informante de la CIA. Gustavo Larrea también ha tenido relaciones con esta organización delincuencial estadunidense.

–¿Por qué ha sido tan fácil echar atrás las conquistas de la Revolución Ciudadana?

–Yo creo que nosotros cometimos algunos errores. A pesar de que hicimos no solamente obras en favor de nuestro pueblo, sino también construimos normativas (estaba una Constitución e hicimos políticas públicas para que la gente tuviera derechos), fallamos en lograr que el conjunto de la ciudadanía, y las organizaciones de la sociedad ecuatoriana, se apropiaran suficientemente de esos derechos.

Hay reacción para enfrentar la arremetida de Moreno, pero no es lo suficientemente fuerte como para impedir que esas acciones vayan destruyendo los avances de la Revolución Ciudadana. Creo que en algunas cosas Moreno no podrá dar marcha atrás. No podrá deshacer la obra pública. Tampoco los derechos a la salud. Pero hay algunas otras cosas que sí ha podido revertir. Necesitamos un mayor nivel de conciencia política de la población para evitar que esa labor de destrucción se consolide.

La Jornada


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