Carlos del Valle Rojas, doctor en comunicación chileno, sobre el rol de Piñera a nivel latinoamericano: «Hay un alineamiento mucho más claro con las derechas del resto del continente»

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Entrevista a Carlos del Valle Rojas, periodista y comunicador miembro de la Universidad de la Frontera (UFRO) de Chile

 Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

El viernes 22 de marzo se llevará a cabo en Chile una reunión para impulsar PROSUR, un nuevo organismo regional que intentará reemplazar a UNASUR ya que el gobierno de Sebastián Piñera asegura que UNASUR fracasó por “exceso de ideologicismo”. NODAL dialogó con Carlos del Valle Rojas, periodista y doctor en comunicación, miembro de la Universidad de la Frontera (UFRO) de Chile para conocer más sobre la situación actual de su país y la actuación del presidente Piñera en el marco del alineamiento de buena parte de América Latina con los postulados de Estados Unidos.

Hace pocos días se cumplió un año de la asunción de Sebastián Piñera como presidente de Chile. ¿Qué avances y qué retrocesos hay en el país a partir de lo que ha dejado Michelle Bachelet?

Entre los avances se puede encontrar la consolidación de algunos aspectos del modelo económico. Todo lo que tiene que ver con cierto ajuste a la cuestión social se ha visto mucho más consolidado. La política neoliberal llevada al plano de la educación se agudiza a través de los indicadores y el control, que era un poco lo que venía avanzando el modelo neoliberal con los otros gobiernos. El retroceso tiene que ver con la reducción de políticas sociales.

Son matices del modelo neoliberal lo que estamos viendo en Chile en este primer año de Piñera, no hay cambios drásticos y radicales sino énfasis en ciertos aspectos. Ahora hay discusiones sobre subida de precios en algunos sectores y cuestiones de esa índole, pero estructuralmente no se pueden observar cambios profundos. En ese sentido es bien plano porque el neoliberalismo ha calado profundo.

A nivel interno, el año en el gobierno de Piñera ha sido marcado por el asesinato de Camilo Catrillanca. ¿Cómo analiza usted esta situación?

El caso Catrillanca es la consecuencia de una política de Estado que ve en el mundo mapuche el enemigo interno histórico desde el asentamiento del Estado nacional hasta ahora. La muerte de Catrillanca se suma a cerca de 20 comuneros mapuches muertos en distintos momentos desde 1997 aproximadamente y es una expresión más de esta política. Esto ocurre porque el presidente lo primero que hace para la región de La Araucanía, donde está situado el epicentro de la conflictividad del Estado con el pueblo mapuche, es enviar una suerte de comando policial especial que se perfecciona en Colombia denominado “Comando Jungla” para tratar estos temas. No es que no haya sido una zona que antes no estaba militarizada, sino que hay una militarización más profunda.

El caso de Catrillanca viene a ser un ajusticiamiento extrajudicial, que ese es el matiz que tiene frente a otros casos que hubo y que forma parte de una política más agresiva donde claramente lo que se pretendía era matarle. No es que haya sido un accidente que se podría pensar en otros casos de enfrentamientos. En el asesinato de Catrillanca hay una decisión tomada que concluye en esa muerte. Por lo tanto, la idea del enemigo interno en el mapuche se mantiene y se agudiza.

Y a nivel externo hay un posicionamiento de Piñera muy fuerte impulsando la creación de Prosur y apoyando con énfasis a Juan Guaidó en Venezuela. ¿Qué lectura se puede hacer?

Ese es el posicionamiento clásico de la derecha en Chile, que sí es una diferencia profunda respecto del gobierno de Bachelet dado que hay un alineamiento mucho más claro con las derechas del resto del continente y por lo tanto la alianza con Estados Unidos era bastante obvia. Piñera es un hombre formado en EEUU que defiende un modelo neoliberal de la Escuela de Chicago y esa es su gran matriz. No es tanto la cuestión ideológica de la derecha sino más bien la cuestión empresarial.

Sin embargo, últimamente Piñera ha tomado un cierto protagonismo en este movimiento que viene dado por el hecho de que se haya generado toda una constelación de gobiernos de derecha en la región: Brasil, Chile, Argentina, Colombia, etc.  Se ve un poco más envalentonado para asumir este protagonismo pero él no es una persona de ideología que vaya a concebir un proyecto de derecha, está mucho más marcado por la matriz empresarial. Lo que pasa ahora con esta iniciativa de Prosur es claro: se busca un país como Chile que parece “más neutral” frente a algunas cuestiones y que aparezca como protagonista de esta iniciativa.

La primera señal fue la visita de Piñera al concierto Venezuela Aid Live realizado en Cúcuta porque fue uno de los pocos presidentes que estuvo ahí. No estuvieron ni Macri ni Bolsonaro pero sí estuvo Piñera como señal del envalentonamiento respecto de una situación latinoamericana que le produce cierta satisfacción y cierto interés, aunque insisto que no es porque él tenga un proyecto ideológico de derecha como lo tienen en otros países sino más bien para tener cierto protagonismo.

Hay una foto de Piñera el año pasado en la Casa Blanca junto a Donald Trump con una especie de meme donde la bandera chilena estaba dentro de la norteamericana.

Es parte de ese deseo de protagonizar, de estar ahí siempre presente más que una cuestión ideológica. Eso ilustró mucho lo que es Piñera en el sentido político: una persona de cierta superficialidad que busca sobresalir en estos detalles pero que en realidad no tiene la profundidad que se requeriría para el debate con otro. Por lo tanto, la injerencia de Chile va a ser funcional e instrumental y será utilizada por otros grupos a nivel latinoamericano porque hay una perspectiva del modelo chileno como modelo exitoso en lo económico, entonces tiene sentido mostrar el protagonismo de Chile respecto de lo que está pasando en la región.

La expresidenta Michelle Bachelet ahora como Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas envió una misión técnica a Venezuela antes de tener reuniones con el presidente Nicolás Maduro y con Juan Guaidó. A pesar de escuchar los reclamos y atender la situación es hostigada en Chile y le exigen un posicionamiento claro siendo que ella trata de moverse en arenas movedizas.

Al igual que en el caso de Piñera, este episodio muestra la postura que ha tenido Bachelet durante sus dos gobiernos. Una postura que si bien va hacia lo social y las políticas sociales, nunca hace un posicionamiento muy claro. Cuando en la región se juntaban los distintos presidentes de sectores más de izquierda, Michelle Bachelet nunca tenía protagonismo.

Aquí lo que pasa es que ella trata de tener una neutralidad frente a un tema en el cual no se puede tener una neutralidad, entonces la crítica le llega desde los dos sectores, tanto los que apoyan a Guaidó como los que apoyan a Maduro. Su posición era no tener que tomar posición y hoy en día está exigida a hacerlo. Creo que tratará de no estar en alguno de los dos lugares, se ubicará en un lugar muy técnico.

También fue un poco el síntoma de sus gobiernos, muy social pero técnico.  No creo que asuma un rol protagónico. La posición que uno esperaría de ella es más hacia la izquierda pero no lo veo, como tampoco lo vi en los dos gobiernos. Nunca fue una postura que pudiera haber liderado la región. Creo que ahora está de nuevo expuesta a la misma situación de tener que tomar posición pero va a salir de la misma forma como lo ha hecho hasta ahora en sus dos gobiernos, la posición de no tomar una posición. La ventaja es que ahora quizá por ser un rol bastante político y técnico va a resolverlo con informes técnicos, pero no creo que se atreva a tomar una posición ya que nunca lo ha hecho. Sería una sorpresa que lo hiciera.

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