Expectativas por el Mercosur ampliado y las tratativas con Europa – Por Daniel Víctor Sosa

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El tablero del comercio regional podría cambiar notablemente a partir de 2014, con mejores perspectivas para el nuevo Mercosur, ahora de cinco miembros plenos, mientras el resto de los países sudamericanos revista en condición de asociados.

La reciente decisión del gobierno de Paraguay de protocolizar el ingreso de Venezuela llega con siete años de demora, pero sin dudas impulsará una de las herramientas del desarrollo -el intercambio Sur-Sur- en el marco de la unidad latinoamericana.

Existen además fuertes expectativas de que en los próximos días se concrete un acuerdo clave, con amplias chances de beneficios en un plazo cercano.

Las miradas apuntan a la Unión Europea, en vista de los avances en las tratativas para un futuro convenio de libre comercio. Si bien queda mucho por negociar, este acercamiento fue una de las claves del giro en la posición paraguaya.

Los Estados parte del Mercosur confirmaron -a través de Rolando Costa Filho, jefe de Negociaciones Internacionales de la cancillería brasileña- que el plazo para la presentación de las ofertas a la UE será cumplido según lo acordado.

El funcionario señaló que “estamos en las etapas finales de la propuesta común del Mercosur”, en el marco de la reunión del Consejo de Ministros del área, realizada en Montevideo a comienzos de este mes.

En enero pasado, durante la cumbre Celac-Unión Europea, se trazó como objetivo cruzar nuevas propuestas de tarifas y listas de productos a finales de 2013. Nada asegura el éxito, pero muchos confían en un cierre favorable, que se formalizaría en la cita que América Latina tiene con Europa en España, en mayo de 2014.

Es decir, casi 20 años después de que ambas regiones -en pleno auge del neoliberalismo y el Consenso de Washington- firmaran un acuerdo marco de cooperación, que dio inicio a una serie de 15 reuniones hasta 2004, sin mayores progresos.

En otro contexto (crisis en los países centrales, gobiernos latinoamericanos nacionales y populares) se renovaron los contactos en los últimos años. Y hace pocos días se despejó una incógnita que dificultaba la negociación bilateral.

La Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) concluyó la semana pasada con el “Paquete de Bali”, un importante avance para los países en desarrollo, que comenzará a concretarse en dos o tres años.

No obstante, se eliminó allí un escollo central interpuesto hasta ahora por la UE, que mantenía indefinidas las concesiones agrícolas a otorgar al bloque subregional hasta conocer lo que debería ceder en el ámbito multilateral.

No es casual que Brasil haya tenido un rol primordial en este escenario, tanto a nivel internacional (el titular de la OMC es brasileño) como regional. Su estrategia de largo plazo consiste en allanar el terreno a sus ambiciones de liderazgo.

Con todo, no puede desconocerse el impacto favorable que tendrían esos acuerdos para el resto de los países de la región. Aunque seguramente algunos sectores productivos se verán más expuestos a la competencia externa y deberán tomarse recaudos para evitar consecuencias indeseadas.

La UE apuesta a la apertura del mercado de servicios y a las compras gubernamentales, mientras hace jugar a su favor el potencial aumento de inversiones.

Para el Mercosur, en tanto, el acceso al elevado consumo de los europeos (en especial de commodities), y la propia perspectiva de ingreso de capitales, bien valen el intento.

Con el ansiado acuerdo birregional, el bloque latinoamericano lograría perforar la muralla del proteccionismo de los países ricos y ganaría un nuevo sustento para acelerar sus planes de crecimiento con inclusión social.

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