El golpe en Venezuela: el plan Z de la oposición y el águila del norte – Por Luca Guillén

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Luca Guillén, periodista de NODAL

El reconocimiento de un autoproclamado presidente en Venezuela, Juan Guaido, por parte del gobierno de Donald Trump seguido de más de 13 países de la región en la inmediatez, dejaron ver que lejos de ser una maniobra espontánea fue un plan previamente digitado. Tampoco fue un hecho aislado, sino que en los 20 años que el chavismo lleva en el poder fueron distintas estrategias. Inclusive en el corto plazo Maduro vivió un intento de magnicidio en su contra hace menos de cinco meses a través de bombas arrojadas desde un dron.
No hace falta irse lejos en el tiempo para recordar el golpe de Estado de 2002 que dio por vencido al entonces presidente Hugo Chavez, que retornó al poder en menos de 48 horas. El año 2017 estuvo marcado por las protestas instaladas en la capital Caracas y en varios puntos del país. Las llamadas guarimbas marcaron este proceso que terminó con una gran cantidad de muertos.

La estrategia de los partidos opositores era el levantamiento que creara el caos en las calles, cerrar el tránsito, aislar a los funcionarios y enfrentar en combate directo a militares y civiles oficialistas. Este también parecía un punto sin retorno para Maduro. Sin embargo, la respuesta para pacificar el país fue la creación de la llamada Asamblea Nacional Constituyente (ANC). De esta manera se le quitó el poder que tenía la oposición desde la Asamblea Nacional, y tomó protagonismo Delcy Rodríguez como presidenta de la ANC. Una cara nueva que renovaba los bigotes de Maduro y que llamó a los grupos radicalizados a participar de una mesa de diálogo para establecer puntos de consenso básicos para frenar la violencia callejera.

Muchas fueron las caras que desfilaron como líderes de la oposición venezolana. La mayoría parlamentarios de la Asamblea Nacional, entre ellos Henrique Capriles, Julio Borges, Juan Requesens, Antonio Ledezma, María Corina Machado y Freddy Guevara. Muchos fueron encarcelados por llamar abiertamente al levantamiento contra el gobierno, otros están exiliados. Ante cada nueva elección se veía la furiosa competencia por liderar un frente opositor nunca conformado más que en la proclamación de la Mesa de Unidad Democrática que se fue disolviendo. La salida que reclamaban y promulgan es la intervención extranjera. Además de reiteradas convocatorias a las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela, que hasta hoy siguen como inamovibles aliadas del presidente.

En la última votación presidencial (sÍ, se celebraron elecciones y hasta con fiscalización de organismos internacionales) Maduro obtuvo el 68% frente al 21% de Henri Falcón como el único de la oposición organizada que pensaba llegar al poder a través del sufragio. Fue altamente criticado por el arco opositor por presentarse, dando a entender que legitimaba las votaciones supuestamente fraudulentas y no acatar la orden de llamar al abstencionismo de la población.

LATINOAMÉRICA UNIDA EN POS DEL IMPERIO: Los puntos de apoyo en el exterior

La oposición comenzó a viajar al exterior para hacer campaña contra su propio país, exhibiendo las miserias nacionales para pedir la intervención de una mano visiblemente extranjera. La conformación del grupo Lima fue fundamental para presionar en la OEA, apoyados por su Secretario General Luis Almagro, ferviente antichavista. En el último año la arremetida fue a partir de denunciar una “crisis migratoria” que necesitaba de la “ayuda humanitaria” de una potencia experimentada para salvarla.

Nicolás Maduro recuperó un concepto que parecía haber quedado caduco a fines de los 80´ con el fin de la guerra fría: los países satélites. Así podría volver a definirse a los Estados de la región que salieron, con una inmediatez sorprendente, a reconocer a un autoproclamado presidente Juan Guaidó. Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, Paraguay, Panamá, Guatemala, Honduras, Chile, Costa Rica y Perú acataron la orden del norte.

Con la UNASUR en el frezzer y el Mercosur en Stand By los aliados regionales fueron virando hacia gobiernos alineados a Washington. Cómo socio insoslayables solo quedan Evo Morales en Bolivia, con un fuerte posicionamiento de apoyo, la alicaída Nicaragua y Cuba reafirmando su posición histórica.

El enlace con la Casa Blanca parece ser el senador estadounidense Marco Rubio. El parlamentario por el Estado de la Florida, se ocupa de tratar e informar las novedades de los “ovejas negras” de la región. Promueve las sanciones económicas y el bloqueo de cuentas a miembros relacionados con los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

AMLO y un desayuno venezolano

A un mes de asumir como presidente de México y proponer la Cuarta Transformación de la Nación, Andrés Manuel López Obrador fue recibido con altísimas expectativas por el arco progresista latinoamericano. A nivel nacional tuvo el mes de diciembre como récord de asesinatos, entre las fiestas la caída del helicóptero de la gobernadora de Puebla, y la explosión de un ducto en Hidalgo. Por si fuera poco la geopolítica lo llama a jugar en el partido internacional en terreno venezolano, y en el cuál seguramente se le ofrecieron la camiseta de los dos equipos para que elija.

En una de sus conferencias de prensa matutinas AMLO respondió una pregunta sobre su posición frente al conflicto venezolano tomando examen a los periodistas. Al pedirle explicaciones sobre porqué México no firmó con el Grupo de Lima un acuerdo que apuntaba sobre Venezuela, les hizo googlear la Constitución Nacional. Afirmó que el artículo constitucional 89 señala “la no intervención y la autodeterminación de los pueblos. A veces se olvida porque hubo un tiempo en que no se cumplía con esa política. Entonces ¿qué estamos haciendo? Apegándonos a lo que establece nuestra constitución. Es un principio, no solo constitucional, político”.

Atento a su posición y con una ágil reacción emitió un comunicado conjunto con Uruguay. De esta manera se posicionaron como posibles países intermediarios asegurando que “brindan puntual seguimiento” y llaman a todas las partes “a reducir la tensión y evitar una escalada de violencia que pudiera agravar la situación”. Astuto AMLO en arrastrar al parsimonioso Uruguay, para no exponerse solo y mostrar un mini bloque capaz de motorizar una posible nueva mesa de diálogo.

Jugadores Internacionales

Está claro que Venezuela es el tema principal de la agenda internacional y por ende los países se posicionan. Así lo hizo el presidente de Francia Emmanuel Macron por Twitter considerando “la elección ilegítima de Nicolás Maduro”. No obstante esto fue más una mandada unipersonal que una consideración de la Unión Europea, que queda por ver cómo actúa.

Con todos los ojos puestos en el gobierno de Vladimir Putin que recibió hace poco a Maduro, en un comunicado moderado criticó el intervencionismo y llamó a calmar las aguas. Rusia pidió a los políticos de oposición venezolana que no sean “peones en un juego de ajedrez ajeno”. Por su parte China y Turquía siguieron la misma línea.

Tres figuras latinoamericanas en los que posiblemente sean las dos instituciones mundiales más importantes podrán desempeñar un papel trascendental. Por un lado el Papa Francisco, que hasta ahora siempre apeló por la paz y la solución de conflictos. Inclusive expresó en más de una ocasión un mensaje de armonía para Venezuela. Por el otro, la expresidenta de Chile, Michelle Bachellet, que se desempeña como Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Este organismo tiene como presidenta de la Asamblea mundial a la ecuatoriana María Alejandra Vicuña. Bachellet pidió por el diálogo y se manifestó preocupada de que la situación pueda “escalar rápidamente en una espiral sin control y con consecuencias catastróficas”.

El año no comenzó con buenas señales para quienes esperamos de la crisis venezolana una salida nacional pacífica con el respeto de la soberanía expresada por la voluntad popular en democracia. El discurso norteamericano de apoyar a pueblos “sufridos por dictadores crueles” fue visto en Siria, Libia e Irak. (¡Qué casualidad que sean países petroleros!). El resultado está a la vista. La potencia armamentística número 1 tiene el botón en la mano de Donald Trump… y el foco puesto en Venezuela. Además de un brazo armado en Brasil con el gobierno militar de Bolsonaro, y países que acatan las órdenes al pie de la letra.


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