López Obrador: El fin de 36 años de neoliberalismo en México – Por Álvaro Verzi Rangel

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Por Álvaro Verzi Rangel*

Andrés Manuel López Obrador, en un país agotado por tantas muertes, una pobreza que crece y una corrupción endémica, se propone “hacer historia” construyendo un país más democrático, más incluyente, menos desigual y con mayor crecimiento, sin perder la actual estabilidad financiera. Esos objetivos los sintetizó en la idea de producir la “Cuarta Transformación”, con la cual pretende darle una dimensión histórica a la evolución de su país.

En ese camino reconoce como precedentes los siguientes hitos históricos:. La “Independencia” que entre 1810 y 1821 puso fin a 300 años de dominio español;. La “Reforma”, que a mediados de ese mismo siglo XIX permitió que México, con Benito Juárez a la cabeza, dictara varias normas reformistas de contenido social e institucional; La “Revolución” (1910/1917), que promovió políticas a favor de campesinos y pobres y culminara en la actual Constitución.

La “Cuarta Transformación” se propone dejar huellas históricas en la dirección de los objetivos ya señalados. Su primer desafío está puesto en la necesidad de encontrar caminos que pongan fin al desgarrador desangramiento de esa sociedad producida por un narcotráfico que parece incontenible dada su extensa vecindad con el principal consumidor mundial: los Estados Unidos.

A partir de ahora recuperaremos la patria, acepto el reto, no tengo el derecho de fallar, haré todo lo posible para obstaculizar la regresión, dijo al asumir, tras garantizar la seguridad de las inversiones nacionales y extranjeras, pero en seguida anunció la separación definitiva del poder público del poder económico que, acusó, durante décadas se alimentaron mutuamente al cobijo del modelo neoliberal, que ha sido un desastre, una calamidad para México. “Nos han entregado un país en quiebra”, dijo.

Reprochó que el modelo neoliberal empobreció a la mayoría de la población y la obligó a la economía informal, a la emigración masiva o a la delincuencia. Resaltó que si bien la corrupción es un mal que siempre ha existido en el país, en el periodo neoliberal se extendió a tal grado que el sistema en su conjunto ha operado para ejercer esa práctica.

AMLO se comprometió a que el Estado recuperará su papel de disminuir la desigualdad social y definió como inhumano utilizar el gobierno para defender intereses particulares y desvanecerlo cuando se trata de proteger a las mayorías. No es lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerar una carga el bienestar de los más necesitados, declaró.

De cara al pueblo de México, López Obrador presentó en el Zócalo un diagnóstico de 92 minutos, llano y descarnado: nos están entregando un país en quiebra, sobre todo en las industrias petrolera y eléctrica. Pero con la misma franqueza, clamó a los mexicanos: Los necesito. Y enseguida pidió con humildad le tengan confianza: “No me dejen solo porque sin ustedes no valgo nada… o casi nada”.

Uno a uno expuso un ambicioso programa de cien puntos que comprenden prácticamente las áreas económicas, sociales y de seguridad en el país. Destacó el anuncio del inicio de un proceso de amnistía para liberar a presos políticos o víctimas de represalias de caciques, funcionarios o gobernantes del antiguo régimen autoritario, y dijo que se cancelarán acusaciones penales contra activistas y luchadores sociales.

Treinta años de lucha

De los pozos petroleros a Palacio Nacional, el camino ha sido largo. Otros se hubieran rendido, pero no López Obrador, que si algo lo caracteriza es su tenacidad. O necedad, dirán algunos. Luego de tres intentos por llegar a la Presidencia de México, lo hizo con el mayor respaldo popular que haya tenido un mandatario desde el general Lázaro Cárdenas.

Uno de sus principales retos consiste en el cuidado y respeto de los derechos de pueblos y comunidades indígenas y campesinas, y de los bienes comunes. Debiera tomar en consideración la experiencia acumulada de los pueblos para detener los procesos de despojo. Las resistencias, desde los territorios, son fundamentales para entender los conflictos socioambientales y experimentar al mismo tiempo alternativas.

¿Será el fin de 36 años de vigencia del modelo neoliberal en México, está en puerta la opción de transitar hacia una ruta distinta a la del Consenso de Washington.? Lo cierto es que desde 1994-1996 se han aprobado una serie de candados legales que blindan jurídicamente el proyecto neoliberal. El desafío es desmantelar este entramado legal.

La cereza del pastel de la pérdida de soberanía durante 36 años es la reciente adhesión mexicana al Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de Otros Estados (Convenio del Ciadi) y su aceptación de que éste funcione como solucionador de controversias del Tratado de Libre Comercio con EEUU. Con él, las trasnacionales poseen un instrumento de presión sobre los gobiernos que, con vestimenta de tribunal de controversias, los amenaza para que no toquen intereses de esas empresas.

El proyecto alternativo de nación de López Obrador (AMLO) plantea que hay que recuperar democráticamente al Estado y convertirlo en el promotor del desarrollo político, económico y social del país. Sostiene que se consultará a la gente si las reformas estructurales se mantienen o se cancelan. Anuncia que el presupuesto será realmente público y se dará preferencia a los pobres. Insiste en la centralidad de la lucha contra la corrupción. Pero no habló de erradicar el modelo económico neoliberal.

Un editorial del diario La Jornada recuerda que fue característico del sexenio que terminó el afán por llevar el modelo económico neoliberal hasta sus últimas consecuencias, lo que implicó una nueva y radical reducción del Estado en áreas estratégicas, mayor desregulación, pérdida de derechos colectivos y la cesión de grandes porciones de territorio a compañías privadas de México y del extranjero.

En esta lógica, la presidencia de Enrique Peña Nieto logró lo que no pudieron las de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón: abrir la industria energética a los capitales privados. Con ello el Estado perdía buena parte de la renta petrolera y se hacía necesario cubrir el faltante con nuevos impuestos. La reforma energética y la fiscal fueron, por así decirlo, dos piezas de un sólo mecanismo.

Pero la privatización de recursos naturales, procesos productivos, de transporte y distribución en el sector energético significaron un trágico avance en la reducción y aun el desmantelamiento de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pro la inversión extranjera no fluyó, la producción energética, en lugar de crecer, se estancó o se redujo y sobrevino la depresión económica.

Y eso tuvo como consecuencia brotes y estallidos de descontento social en todo el país, junto a la pérdida de la soberanía energética, hasta el punto de que actualmente México no sólo es importador neto de gasolinas sino hasta de petróleo crudo, y buena parte de su generación eléctrica depende del gas natural comprado a Estados Unidos.

La reforma educativa, diseñada para desmantelar los sindicatos solo sirvió para generar un generalizado movimiento de resistencia magisterial que dio pie a excesos represivos, que dejaron varios muertos y la criminalización de la protesta social como la fabricación de cargos penales en contra de dirigentes magisteriales.

AMLO se manifestó por reorientar el sector energético para reconstruir a Pemex y a la CFE y recuperar la soberanía energética, y que el Legislativo construya a la brevedad un nuevo marco jurídico que realmente promueva la calidad en la educación sin agraviar al magisterio nacional.

La relación con EEUU y Latinoamérica

Lo más procupante de la relación bilateral con EEUU es la errática y provocativa política del régimen de Donald Trump, el cual ya preparó la primera crisis bilateral para dar la bienvenida a López Obrador: los buscadores de asilo en la frontera.

El domingo, 24 horas después de que asumi+oa el gobierno, su canciller Marcelo Ebrard viajó a Washington para verse con los secretarios de Estado, Mike Pompeo, y de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen para continuar abordando el asunto, mientras continua el bombardeo de la prensa contra el nuevo mandatario.

Los medios estadounidenses reportan que López Obrador está asustando a inversionistas (The Wall Street Journal); otros estiman exagerados los temores (Bloomberg), mientras algunos más están alarmados porque está por llegar un posible enemigo de la democracia (Financial Times), junto con lo de siempre, de que es impredecible, temperamental y no se sabe cuál versión de él gobernará (The New Times).

Carlos Figueroa Ibarra, secretario de Derechos Humanos.de Morena, el partido de AMLO, señala que México llevrá a cabo una diplomacia autónoma y autocentrada, pero a la vez consciente del tablero geopolítico mundial actual, y de la posición relativa de México, de sus posibilidades y de sus limitaciones. Se propone dotar al país de una política internacional propia, que encare una relación directa con todos los bloques del mundo según su importancia y los propios intereses mexicanos.

Respecto de América Latina, región con la que el país está unida por fuertes lazos históricos y culturales pero débiles vínculos económicos, aseguró que “México va a volver a mirar hacia el sur”. Destacó el efecto simbólico de haber invitado al presidente venezolano Nicolás Maduro a la asunción de López Obrador y señaló que “vamos a estar por las soluciones multilaterales de los problemas internacionales y por un respeto absoluto a las dinámicas internas de cada uno de los países”.

Esta última frase hay que entenderla en el contexto del aislamiento promovido por los EEUU contra Venezuela, que de esta manera explicitó que México no va a acompañar.

AMLO abre la esperanza de que México vuelva a ser un país para todos, terminando con 36 años neoliberalismo depredador y dependiente y vuelva a ser parte importante de América Latina y el Caribe.

(*) Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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