Una visión centenaria de las revoluciones de México y Turquía – Por Dra. Neslihan Kadıköylü (especial para NODAL)
Por Dra. Neslihan Kadıköylü *
Hace 80 años, el 10 de noviembre de 1938, falleció Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la República de Turquía. Pero su muerte implicó solamente su desaparición física, su influencia e imagen nunca se esfumaron y aún hoy, a los 80 años de su partida permanece vivo en los corazones de tantos turcos. En este marco, y en la conmemoración del aniversario de su partida queremos mencionar algunos aspectos de la Revolución Turca y analizar, desde una perspectiva social y cultural, sus aspectos semejantes con la Revolución Mexicana.
La Revolución en México iniciada en el año 1910 por las fuerzas revolucionarias lideradas por Emiliano Zapata, en el sur, Pancho Villa, Pascual Orozco y Venustiano Carranza, en el norte derrotó al ejército del dictador Porfirio Díaz. Esa victoria, sin embargo, fue sólo el principio del conflicto que iba a suceder en México, porque los generales revolucionarios tenían objetivos muy diferentes; algunos fueron liberales como Madero, y otros radicales como Emiliano Zapata y Pancho Villa. Por tal motivo, había sido muy difícil llegar a un acuerdo para organizar el gobierno de las fuerzas revolucionarias y el resultado fue una lucha de más de veinte años por el control del poder. A partir del año 1920 con la llegada de Álvaro Obregón a la presidencia, la paz comenzó a florecer en la mayor parte del país, a pesar de que ocasionalmente surgían todavía algunos conflictos. Obregón gobernó hasta 1924 y durante su gobierno inició la reconstrucción del país y buscó la unidad nacional para cumplir con los requerimientos de la Revolución como la expropiación de los latifundios, el reparto de las tierras a los campesinos y el mejoramiento de la educación. Y especialmente la política educativa en esta etapa fue muy destacada; Obregón contempló un plan que incluía al área rural como único camino para impulsar el desarrollo de los sectores populares y mejorar la productividad del país. (Delgado, 2007: 113-116) Cuando concluyó su período presidencial, en 1924, después de las elecciones presidenciales, Plutarco Elías Calles tomó posesión de la presidencia y continuaron las reformas iniciadas anteriormente.
Mientras tanto, por el otro lado del océano, en las tierras de la Turquía de hoy, se vivía un proceso similar en algunos aspectos. En 1918, un resultado importante de la Primera Guerra Mundial fue la caída final del Imperio Otomano basado en los principios islámicos, y su reemplazo por la República de Turquía, un estado nacional laico. (Jelavich, 2013: 126) En aquella fecha, tras la derrota de la Primera Guerra Mundial, el 30 de octubre de 1918 se había firmado el Armisticio de Mudros entre el Imperio Otomano y los Aliados. Con ese documento que significaba la rendición incondicional del Imperio Otomano ya se había empezado la partición de las tierras otomanas. En la historia de Turquía fue un punto de inflexión crucial el período de catorce meses que transcurrieron a partir de la firma de este Armisticio hasta el 27 de diciembre de 1919, fecha de la llegada de Atatürk a Ankara, ciudad en la cual establecería más tarde la Gran Asamblea Nacional Turca (Türkiye Büyük Millet Meclisi, TBMM). (Ortaylı, 2018: 241)
En aquella coyuntura, del malestar por la ocupación que empezó en 1918, surgió una resistencia nacionalista que fue capitaneada por Mustafa Kemal Atatürk, la que posteriormente se convirtió en la Guerra de Liberación que duraría hasta el año 1922. Con grandes esfuerzos y una exitosa resistencia del pueblo de Anatolia, Atatürk y sus colaboradores ganaron la guerra que finalizó con la salida de las tropas invasoras de las tierras que más tarde serían el nuevo Estado turco. El último punto fue İzmir desde donde tuvieron que salir las tropas invasoras griegas el día 9 de septiembre de 1922. Más tarde llegó la hora de estructurar el nuevo país. El 29 de octubre de 1923 se fundó oficialmente la nueva República de Turquía y Atatürk, siendo el primer presidente del país, llevó a cabo una serie de reformas para que el Estado fuera moderno y desarrollado económica y culturalmente. Estos esfuerzos de reforma realizados en muchas áreas llevaron el país a un proceso de modernización.
Sobre la revolución cultural realizada en ambos países
El período del siglo XX fue tanto para México como para Turquía “una era de revolución cultural” concretada con una serie de reformas constitucionales, culturales, religiosas y, especialmente, educativas realizadas en el campo. En 1910 la Revolución Mexicana tenía tres objetivos principales: Tierra, libertad y justicia social. Había desigualdad e injusticias en el campo y en las grandes ciudades, y la riqueza estaba concentrada en manos de unos cuantos mexicanos ricos, mientras la mayoría de la gente apenas podía subsistir. Los campesinos deseaban que les fueran devueltas sus tierras y sus derechos para poder vivir dignamente. Así que por eso el reparto de tierras fue uno de los primeros objetivos de la Revolución Mexicana, tarea con la que también inició, posteriormente, la modernización del campo.
En este sentido, la República de Turquía recién fundada tenía también un objetivo parecido al de México sobre el problema de tierra, aunque en Turquía no fue posible poner en práctica dicha reforma. Como se puede ver en la Constitución de 1924 y en los discursos de Mustafa Kemal Atatürk y otros estadistas, promover el derecho a la propiedad y expropiar tierras para entregarlas a campesinos sin o con poca tierra fue una de las principales políticas de la nueva República. Sin embargo, este objetivo no se logró cabalmente debido a los efectos de las dinámicas internas y externas durante el proceso de transición al sistema multipartidista, y la existencia de grandes terratenientes entre los partidarios más importantes del grupo gobernante que realizó la Guerra de Liberación. (Suiçmez ve Güler, 2005: 35)
Junto con la reforma de tierra, fue muy importante para ambos países la modernización y la educación del pueblo en zonas rurales. En esa época en México se realizaron grandes esfuerzos en los campos para resolver el problema de la educación nacional y para hacer llegar a todas las mentes los datos más esenciales de la civilización. Sobre esas reformas educativas, un escritor turco llamado Nusret Kemal en su libro titulado Meksika’da Köycülük (Modernización del pueblo mexicano) escribe que el derecho de la educación pública, laica, gratuita y las reformas en las zonas rurales fueron unos de los logros más importantes del movimiento revolucionario mexicano. Afirma que este país que empezó con la Revolución de 1910 a establecer una idea nacionalista y a mejorar las condiciones de vida en el campo, en 1920 llevó a cabo con mucho éxito y con amplitud, la modernización del pueblo mexicano. Según él, gracias a los trabajos realizados a partir de esta fecha, México y sus experiencias en esta área fueron ejemplos importantes para todo el mundo y, además, fueron dignos de consideración para Turquía también. Porque –según las propias palabras del autor– los dos países se parecían mucho por sus revoluciones y por sus reformas cumplidas en el campo, y para ambos países, educar a los campesinos fue mucho más importante que producir genios (Kemal, 1934: 4-5).
El Secretario de Educación de ese período, José Vasconcelos, un erudito abogado y educador con una capacidad excepcional y gran visión, puso en marcha una campaña, llamada alfabeto, pan y jabón, con el fin de que la escuela primaria llegara a todo el país y todos los mexicanos aprendieran a leer y escribir. Los que sabían debían enseñar a los que no sabían. Desde este punto de vista, Vasconcelos organizó en los campos las misiones culturales: grupos de estudiantes y maestros que se instalaban temporalmente en diferentes lugares para alfabetizar a la gente y enseñarle medidas de higiene, oficios y cómo aprovechar mejor los recursos del lugar donde vivían. La obra de Vasconcelos constituyó una verdadera revolución cultural, que no sólo incluyó las áreas de la enseñanza, sino también fomentó las áreas de letras y artes en general. (Delgado, 2007: 116)
Nusret Kemal, en dicho libro, también habla de esos misioneros/pioneros de la educación enviados a los pueblos con el fin de extender el nuevo concepto de educación y levantar el ánimo de la revolución. Con este ánimo público y también con los esfuerzos y las contribuciones de dichos pioneros y de los campesinos, lograron establecer escuelas en los pueblos. En esos días de imposibilidad económica, el gobierno, generalmente dentro del pueblo o de la región, elegía un maestro que no necesariamente tenía educación pedagógica o experiencia, pero trabajador, enérgico, unitario y revolucionario, y apenas les pagaba un sueldo mínimo. Cuando se necesitaba una escuela en un pueblo, los campesinos también debían de tomar parte en la construcción y los gastos del edificio. Primero, debían conseguir un lugar, obtener los materiales para la construcción del edificio, y luego tenían que construirlo. Fue necesario también el apoyo del pueblo en su funcionamiento, es decir, los campesinos debían interesarse por la educación como los trabajos diarios del campo, aceptar francamente los consejos de los maestros, y asegurar la continuidad de los niños a la escuela. (Kemal, 1934: 33-36) Además de estas actividades reformadoras en el campo, se fundaron bibliotecas en ciudades y pueblos; se publicaron revistas y libros, tanto para niños como para adultos.
Igual que México, uno de los problemas más importantes de la nueva República Turca fue el problema de educación (el analfabetismo, falta de las escuelas y maestros). Por lo tanto, se llevó a cabo una campaña similar en el campo en Turquía donde, al llegar al año de 1935, el 80% de la población era analfabeta y la mayor parte de ellos vivía en los pueblos. (Öztürk, 2017: 3) Además, tener un largo período de mal gobierno, enfrentarse con guerras y rebeliones y luego entrar en una etapa de reformas hizo que el país se encontrara en malas condiciones económicamente. El gobierno tuvo que trabajar mucho con poco dinero; se vio obligado a confiar –en lugar de los medios materiales– en la fuerza del espíritu y de la fe de su gente, en la emoción por el éxito y la chispa revolucionaria encendida en los corazones de su pueblo. En esas circunstancias, gracias al apoyo y los esfuerzos de Mustafa Kemal Atatürk e İsmet İnönü, líderes de la época; Saffet Arıkan y Hasan Ali Yücel, dos secretarios sucesivos de la Educación Pública e İsmail Hakkı Tonguç, director general de la Educación Pública se aprobaron los principios fundamentales de “los Institutos del Pueblo” con la “Ley de Maestros de Pueblo” promulgada en 1937. (Öztürk, 2017: 3) Y a partir del año 1940, en la etapa de İsmet İnönü, dichos institutos se fundaron gradualmente como uno de los proyectos más importantes de la República para el desarrollo rural y transformación social. Estos institutos no se establecieron como una sola escuela, sino como un complejo educativo construido sobre un terreno grande con muchas unidades y áreas de trabajo. Su objetivo principal era educar a la gente rural para ser maestros en los pueblos, enseñarles las nuevas técnicas para la agricultura y favorecer el cooperativismo y la organización de la población a través de los maestros que se distribuirían después a los pueblos desde aquí. (Türkoğlu, 1997: 160) Por tal motivo, sus programas de educación –además de las asignaturas clásicas (matemáticas, ciencia, literatura e historia, etc.)– incluían asignaturas prácticas como agricultura, construcción, arte y manualidades.
De esta manera, gracias a la fundación de los Institutos, se inició en Turquía una campaña educativa muy grande y efectiva. Hasta el final del año académico de 1946-47 se graduaron 5447 maestros, 8756 instructores y 541 agentes de salud, y el número de alumnos alcanzó los 16.400 en ese mismo año. Aquí estudiaron numerosos poetas, escritores, investigadores y educadores. La tasa de alfabetización, que se estimaba en el año 1935 en un 20%, aumentó.1 En los Institutos 15.000 acres de áridos terrenos se cultivaron y se convirtieron en campos agrícolas, se plantaron 250.000 árboles, 2.500 acres de vegetales y 1.200 acres de viñedos. Se criaron miles de ganados. (Öztürk, 2017: 189)
Sin embargo, a pesar de sus grandes beneficios, algunas partes de la sociedad estaban en contra de estos Institutos. Los conservadores se opusieron a la educación mixta en un internado y fue muy difícil persuadir a los padres en los pueblos para que dejaran a sus hijas estudiar allí. Además, los movimientos anticomunistas y anti socialistas, fuertes en ese momento, atacaron las escuelas y perjudicaron su reputación ante la sociedad. También muchos propietarios de tierra que controlaban los pueblos estaban perturbados por los maestros que regresaban altamente educados. (Öztürk, 2017: 183-188.) Al final, los Institutos del Pueblo fueron cerrados en el año 1954 y se quedaron, desgraciadamente, como un milagro inacabado de la Revolución Turca.
Otras Reformas Políticas, Sociales y Religiosas
Otras reformas de carácter político, social y religioso realizadas en la presidencia de Atatürk muestran semejanzas y coincidencias con las reformas más importantes de la presidencia de Plutarco Elías Calles. Cada uno de los dos líderes indicaba un marco constitucional en que las reformas fueran cambiando y modernizando las sociedades respectivas. Elías Calles continuó con las reformas agrarias, laborales y educativas iniciadas por su antecesor y propuso leyes que hicieron cumplir la Constitución. Introdujo una serie de leyes destinadas a eliminar la influencia generalizada de la Iglesia y de esta manera restringir la autonomía religiosa. Por consiguiente, empezó un conflicto entre los que querían una separación de la religión y el gobierno, y los que querían la superioridad de la Iglesia Católica. Lamentablemente este conflicto terminó con un levantamiento, llamado Guerra Cristera (1926-1929), y armado por parte de los que apoyaban a la Iglesia Católica. El Ejército intentó detenerlos y el conflicto se hizo más intenso. La rebelión duró tres años, hasta junio de 1929, cuando el gobierno y la Iglesia llegaron a un entendimiento.
A esos años en Turquía, gracias a las leyes tomadas de la civilización occidental, se introdujeron también cambios importantes. Se tomaron decisiones grandes sobre asuntos muy fundamentales. En 1928 el islam dejó de ser la religión del Estado y desapareció el rol de la religión en asuntos estatales secularizándose la estructura administrativa; se sustituyó el alfabeto árabe por el latino; se realizó una mejoría notable en los derechos de la mujer (en 1934 se les otorgó el derecho a votar y ser votadas) y se introdujeron incentivos para la educación de la mujer; se reformó la vestimenta de la gente, prohibiendo el uso del velo a las mujeres y el fez a los hombres con el fin de occidentalizar la imagen de la población. En fin, con todas estas reformas llevadas a cabo por Atatürk y sus colaboradores se aspiró a crear, sin perder la identidad original, un país moderno, dinámico y productivo donde los valores de justicia y ciudadanía se afianzaron. Sin embargo, Atatürk se enfrentaba a una sociedad de un trasfondo oriental que se recelaba de la civilización europea, especialmente de los principios del secularismo, y es por eso que todas dichas reformas fueron cambios muy difíciles de percibir por una parte considerable de la sociedad turca.
También en el marco de estudios de modernización, en ambos países se hicieron esfuerzos para separar al ejército de la política. En México el control de los militares y de su actuación política se realizó por los propios militares. Fueron, en efecto, el general Calles, el general Cárdenas y el general Ávila Camacho quienes pusieron en práctica una serie de medidas para controlarlos. La profesionalización de los caudillos y jefes militares empezó con Calles e incrementó el control y la disciplina política; y la desaparición del sector militar dentro del partido y su fusión con el llamado “sector popular” fue un paso más del control, que tendía a
impedir los distingos entre civiles y militares dentro de la política. (Casanova, 1975: 51-52) Por su parte Atatürk pensó que, si el Ejército interviniera en la política y, de esta manera, los comandantes fueran diputados también, esto no sería compatible con la jerarquía militar del Ejército, y en caso de divisiones políticas, el Ejército se habría debilitado. (Atatürk, 2005: 692) Por tal motivo aspiró separar al Ejército de la política y el 19 de diciembre de 1924 se aprobó la ley que aceptaba que los militares no podían ser miembros del parlamento mientras continuaban en sus cargos.
A modo de concluir se puede afirmar que, con estas reformas realizadas, se intentó facilitar que las respectivas sociedades relativamente atrasadas para su época se adaptaran y se acercaran al mundo moderno y civilizado. De este modo, se trató establecer una concepción progresiva y libertaria a fin de que el régimen recién instaurado alcanzara al nivel de modernidad, y se pretendió reestructurar la sociedad cambiando las viejas leyes convertidas en obstáculos al desarrollo y crecimiento.
* Universidad de Anadolu, Turquía
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