Demanda marítima: editoriales de Cambio y Página Siete, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La CIJ deja intacta la demanda marítima

Muchas han sido las reacciones que provocó el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre la demanda de Bolivia contra Chile. El dictamen —conocido ayer luego de más de una hora de lectura de las partes salientes del texto a cargo del presidente del cuerpo colegiado, el somalí Abdulqawi Ahmed Yusuf— fue lo que menos se esperaba, dada la calidad y contundencia de los alegatos bolivianos frente al no argumento y vacuidad que hicieron gala los representantes del Estado demandado.

Han sido cinco años en los que Bolivia desarrolló una intensa campaña a su favor y lo ha hecho de manera transparente, de cara al mundo. Ha sido un proceso intenso que permitió instalar en la agenda global el derecho boliviano de contar con un acceso soberano al Pacífico. A los ojos de todos, por los antecedentes y el curso que siguió el juicio en el tribunal de las Naciones Unidas, la valoración de aquellos jueces resulta al menos incomprensible sino injusta en toda su extensión.

“Nos sentimos decepcionados de que la Corte haya asumido una posición tan conservadora y por tanto tan poco progresista”, ha señalado en la sede del tribunal internacional el abogado Remiro Brotóns al cuestionar el lente con el que los jueces valoraron la demanda boliviana.

A su vez, el agente de Bolivia en La Haya, Eduardo Rodríguez Veltzé, subrayó que “esta decisión (de la CIJ) no limita la posibilidad de que las partes den continuidad a estas negociaciones y diálogo (…) nosotros habíamos anticipado que indistintamente de los alcances de la Corte, Bolivia iba a mantener firme su decisión de encontrar soluciones a su encierro”. El vicepresidente, Álvaro García Linera, en La Paz, dijo que “pese al rechazo que estableció la CIJ, el derecho de Bolivia a un acceso soberano al océano Pacífico sigue vigente, es irrenunciable”.

A las voces que reafirman el derecho marítimo boliviano —pese al fallo— se sumaron las de los expresidentes como una muestra clara de que el mar nos une y nos unirá mientras perdure la injusticia del enclaustramiento.

En esa línea, el presidente Evo destacó el exhorto de la Corte para que Chile y Bolivia puedan continuar con sus esfuerzos de diálogo y llevar adelante “negociaciones trascendentes”. Ha remarcado el Jefe de Estado: “Si bien no hay una obligación de negociar, hay una invocación a seguir con el diálogo”. Se cerró una puerta, pero se abrirán otras.

Cambio


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El duro impacto del fallo de la CIJ

Este 1 de octubre de 2018 acabó de forma abrupta una de las mayores expectativas en las que muchos bolivianos habíamos creído y confiado: que la centenaria demanda de volver al océano Pacífico de forma soberana, encontrando una solución a nuestro enclaustramiento, fuese finalmente valorada por una corte internacional; y que nuestro vecino, que hace 140 años usurpó este territorio por medio de una invasión, fuera obligado a negociar de buena fe para dar respuesta a esta justa aspiración.

Un siglo de declaraciones, acuerdos, acercamientos, rupturas y otros fueron puestos sobre la mesa en la demanda que Bolivia, a través de un equipo jurídico nacional e internacional, interpuso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la máxima instancia internacional para dirimir este tipo de diferendos.

Cuando, en septiembre de 2015, esta corte se declaró competente para tratar esta demanda, Bolivia empezó a tejer un sueño que fue alentado no sólo por las autoridades, sino por excancilleres y expresidentes, y acompañado por buena parte de la ciudadanía.

De modo que ayer, cuando el juez Abdulqawi Ahmed Yusuf, presidente de la CIJ, dio lectura al fallo y desestimó, uno por uno, los argumentos que dieron cuerpo a la demanda boliviana, el sentimiento de derrota y frustración fue genuino e indisimulable.

12 de 15 integrantes de este tribunal encontraron insuficiente la argumentación boliviana de “derechos expectaticios” y no hallaron elementos que obliguen a Chile a negociar en ningún sentido. Aunque, al final de la lectura –luego de casi una hora de explicación detallada de ocho puntos centrales expuestos por la defensa boliviana– Ahmed Yusuf afirmó que a pesar de rechazar el alegato no se excluye la posibilidad de que ambos países continúen dialogando, es preciso admitir que la derrota fue categórica.

Pero, si desde lo jurídico se debe asumir este triste epílogo de uno de los momentos más intensos de este largo e infructuoso diferendo, es importante ahora, invocar a la unidad de los bolivianos en torno a esta reivindicación. Ya llegará el momento del replanteamiento .

Son muchos los países que han resuelto distintos impasses territoriales, producto de conflictos bélicos o de otro tipo, por medio de la creatividad, la buena voluntad y la buena fe. Que Chile considere ahora que no tiene ya nada que conversar con Bolivia para resolver este tema es un error parecido a considerar que haber apostado por una demanda en una corte internacional fue un fracaso anunciado y previsible.

Sin duda, hay que hacer autocrítica y meditar profundamente sobre los errores cometidos, las responsabilidades en la estrategia aplicada y los pasos a seguir, pero nada de esto deberá significar renunciar a la aspiración nacional de superar la mediterraneidad que nos afecta.

Aunque hay que convenir que de ahora en adelante deberá ser únicamente la buena voluntad del país trasandino la que medie para cualquier acercamiento, con este fallo no se invalidan los argumentos ni los hechos históricos, recogidos tantas veces por los historiadores y expertos bolivianos e internacionales. Si la demanda boliviana fue objeto de respaldo internacional, incluso en el propio Chile y por personalidades de todo el mundo, no es porque haya sido un mal invento boliviano, sino porque en efecto existe la necesidad de resolver este diferendo.

Esta fue la intención de Bolivia con esta demanda ante esta corte internacional, y que haya sido fallida la misión emprendida por el equipo jurídico no debiera representar una renuncia a una invocación que además es, a estas alturas, indispensable para la buena vecindad e integración regional.

Deberán ser futuros protagonistas quienes encuentren nuevas vías de diálogo y acercamiento. Entretanto, esperamos que este triste momento sea encarado con sensatez por todos los actores y ciudadanos; y que no sea motivo de más enfrentamiento ni encono entre bolivianos, sino que represente una lección aprendida: la cautela es mejor consejero que el triunfalismo anticipado del que todos debiéramos asumirnos como responsables.

Página Siete


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