Aram Aharonian, Abel Bohoslavsky, Stella Calloni y Atilio Borón debaten Nicaragua

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Nicaragua en debate
Nicaragua atraviesa una aguda crisis política con movilizaciones, protestas y muertos. Los cuestionamientos al presidente Daniel Ortega provienen incluso de muchos que formaron parte de la revolución sandinista que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza en 1979. NODAL abre sus páginas a un debate serio y responsable desde diversas ópticas para ayudar a comprender la crisis, aunque ninguna de las posturas expresadas represente una identificación editorial. Esperamos que el debate en NODAL contribuya comprender lo que sucede en Nicaragua.

Nicaragüita, y el triste papel de la izquierda regional – Aram Aharonian

Por Aram Aharonian*

Ahora el intento restaurador llega de la mano de una derecha internacional mucho más agresiva, consciente de que las demandas de ganancia del gran capital se producen en un mundo más competitivo, con otros actores globales fortalecidos y decididos a ocupar los espacios que reivindican como propios, y en circunstancias en que su principal centro de poder, Estados Unidos, está operando de forma peligrosa, unilateral e irresponsable, en virtud de que conoce que su poderío global está en declive.

Para muchos, el estallido fue causado por el hartazgo político, porque la realidad es que la derecha liberal es muy débil, y el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) –que cogobernó con Ortega hasta apenas semanas antes del 18 de abril- carece de capacidad de movilizar a esos miles de nicaragüenses que salieron a las calles. El estallido carece de líderes visibles, más allá de grandes empresarios, sacerdotes y obispos. Y carece de programa (por ende, carece de futuro).

Lo cierto es que la situación actual de Nicaragua ha generado un inesperado grado de polémica en la izquierda latinoamericana, arrastrando en ese tsunami a connotados intelectuales y dirigentes populares y políticos, y sobre todo a una fauna de opinadores profesionales que hasta el momento habían olvidado la necesidad de la crítica, del legado del pensamiento crítico latinoamericano, preocupados en servir de caja de resonancia de aquellos que los financian, olvidando cumplir con su función de informar y opinar, más allá de citas al azar de Marx, Lenin, Gramsci y/o Fidel Castro

Y entonces aparecen los academicismos y eufemismo de nuestros críticos, muchos de ellos mirando para otro lado, cuando Estados Unidos avanza en su proyecto recolonizador con una guerra de cuarta generación, baja intensidad, de violentos focos desestabilizadores, dentro de la cual debiera encuadrarse esta supuesta “rebelión andictatorial”.

Esta actitud no es nueva en nuestro continente. Ya sucedió en situaciones que vivió Cuba y, sobre todo, en la que aún vive Venezuela. Es una actitud cómoda, desde sus centros (y salarios) académicos, desde medios de comunicación de derecha, centro o de izquierda –tanto da-, con una capacidad asombrosa de no haberse dado cuenta de que el mundo del siglo 20 ya no existe, y que es más fácil hablar en pasado que preocuparse de las realidades del presente.

Y, entonces, comenzamos a hablar de la realidad geoestratégica, donde Estados Unidos –que sigue insistiendo en que América Latina es su patio trasero y puede regarlo o incendiarlo cuando le plazca- hoy pelea hegemonía con otras potencias como China y Rusia. Y a veces dejamos de lado la importancia que tiene sobre nuestros gobiernos, movimientos sociales y partidos políticos las manipulaciones y financiamientos de la socialdemocracia europea y sus fundaciones y ONGs, o del Vaticano, con el jesuita  Jorge Bergoglio a la cabeza.

Fakenews de cuarta generación

Todas las imágenes sobre los sucesos en Nicaragua, transmitidas desde el 18 de abril por los medios hegemónicos, viralizadas en las redes, se abstienen de mostrar la otra cara, la de los ataques con armas a los locales públicos, los saqueos, los militantes sandinistas quemados vivos en plena calle, la vejación a jóvenes.

Nicaragua es rehén de una realidad falseada y ficticia que mueve el terrorismo mediático de esta guerra de cuarta generación, al ritmo de las redes sociales, donde la realidad virtual se impone sobre la realidad real, donde, incluso, la masa de gente que de forma autoconvocada, genuina y respetuosa de la paz se moviliza por la democracia es convertida en carne de cañón, en ‘daño colateral’ para lograr el objetivo final: salir del gobierno constitucional, cueste lo que cueste.

Pocos dijeron que los ‘manifestantes pacíficos’ atacaron, quemaron, saquearon, destruyeron la oficialista Nueva Radio Ya, la Caja Rural Nacional (Caruna), cooperativa que ha administrado los fondos ALBA para proyectos sociales en beneficio de miles de familias. y el edificio del Ministerio de Economía Familiar.

Pero al coro de los medios hegemónicos se suman organizaciones de derechos humanos, rectores de universidades y sobre todo obispos que insisten en integrar la Comisión Mediadora del Diálogo Nacional para imponer el imaginario colectivo de que es una masacre del gobierno. Solamente algunos hablan de los muertos sandinistas, civiles, policías, funcionarios; pocos habla de la caravana atacada en Estelí, o lo que pasó en Masaya.

¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma?

Y, sobre todo, se invisibilizó la activa y agresiva participación del Episcopado y de sacerdotes e iglesias católicas en actos vandálicos: iglesias usadas como arsenales, obispos y curas arengando a la rebelión y a la muerte desde los púlpitos, paramilitares de la derecha disfrazados de monjitas para llevar a cabo sus matanzas… Nada dijo el papa Francisco desde sus aposentos en el Vaticano.

Pero ese imaginario colectivo, quizá transmitido también por los medios vaticanos, alcanzó, por ejemplo, al reconocido teólogo brasileño de la liberación, Leonardo Boff, quien hizo pública una carta en la que se declaró «perplejo por que un gobierno que condujo a la liberación de Nicaragua pueda imitar las prácticas del antiguo dictador», al manifestar apoyo a los obispos del país,  “mediadores” en el conflicto interno que enfrenta el país centroamericano, según el sitio web Confidencial.

La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha y, obviamente , está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros  y sociedades , unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas, señala el analista Álvaro Verzi Rangel.

Cabe destacar que varios líderes ligados a Atlas consiguieron ganar notoriedad últimamente: varios ministros del gobierno conservador argentino, senadores bolivianos y dirigentes del Movimento Brasil Livre (MBL), que ayudaron a derrocar a la presidenta constitucional Dilma Rousseff, según señala Lee Fang en un exhaustivo informe en The Intercept.

La red Atlas, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores.

La NED y el Departamento de Estado, que cuentan con entidades públicas que funcionan como centros de operación y despliegue de líneas y fondos como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), Freedom House y la Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), son los principales entes actores que reparten directrices y recursos, a cambio de resultados concretos en la guerra asimétrica en la que participan.

Las investigaciones del periodista estadounidense Max Blumenthal y del catedrático venezolano Álvaro Verzi Rangel, pusieron al descubierto el rol de entidades como la Usaid, Freedom House, y la NED en el financiamiento de ONG’s nicaragüenses, que llamaron al derrocamiento de Ortega. La Usaid aportó 5,2 millones de dólares, para “la capacitación de la sociedad civil y las organizaciones de medios de comunicación”.

En junio, los dirigentes del M19, el grupo estudiantil que comenzó las protestas antigubernamentales viajaron a Washington, financiados por Freedom House, donde se reunieron con la ultraderecha parlamentaria estadounidense. Félix Madariaga, uno de los líderes del M19, está al frente del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas, recibió 260,000 dólares de la NED. Otra fundación como “Hagamos Democracia”, de Luciano García, recibió 525,000 dólares de la NED desde 2014.

En 2017 un millón de dólares fue entregado por la NED a la Comisión de DDHH de Nicaragua, al Centro para la Empresa Privada, al Instituto Republicano Internacional, a la Fundación Iberoamericana de Cultura, a la Fundación Desarrollo Económico Social y 305,000 dólares a grupos anónimos para la “promoción de la democracia”.

Si, no, quizás

Algunos intelectuales de izquierda como Raúl Zebchi, señalan que “tenemos la segunda oportunidad de que la izquierda latinoamericana se redima de todos sus “errores”,  y llaman a condenar  la masacre que están perpetrando Daniel Ortega y Rosario Murillo contra su propio pueblo.” Dice que culpar al imperialismo de los crímenes propios es absurdo.

Otros, como Atilio Borón, comparan líricamente a la revolución nicaragüense como la niña que navega en un bote en un mar embravecido y con un timonel que ha perdido el rumbo.

“Aún bajo estas circunstancias, sería absurdo entregar a la niña a sus verdugos o hundir el bote y arrojarla al mar. Ya sabemos lo que ocurrió cuando gobiernos progresistas o de izquierda cayeron a causa de la conspiración imperial. Basta mirar lo acontecido en Honduras, Paraguay o Brasil para vislumbrar lo que podría ocurrir en Nicaragua si la ofensiva destituyente en curso fuese coronada con la victoria”, indica.

Lo de Nicaragua es una demostración más del poder del terror mediático de los medios hegemónicos trasnacionales y cartelizados y de su capacidad de imponer imaginarios colectivos en la región. Y, también, de una agencia propia de los medios alternativos (al mensaje hegemónico),  preocupados permanentemente por seguir reactivamente la agenda del enemigo y creer que la resistencia es la denunciología, sin informar sobre lo que realmente pasa.

Cuidado: no justificamos las acciones del gobierno nicaragüense, ni los pactos ‘tácticos’ con enemigos históricos del sandinismo ni la imposición de una reforma previsional siguiendo los modelos del FMI y sin consulta alguna con las bases ni la ciudadanía.

Lo que sí alertamos es que esta época de la posverdad exige que haya un pensamiento único, imágenes únicas, un solo discurso, y ese relato manejado desde los centros de inteligencia del norte, ha logrado quebrar el raciocinio de algunos que durante muchos años dieron muestras fehacientes de integridad y ética.

Hoy Nicaragua –no sólo el gobierno de Daniel Ortega y Rosarito Murillo- sufre los embates de la derecha vernácula, financiada, pertrechada y aguijoneada desde el norte. Muy probablemente este estallido fue iniciado “por errores de conducción, por fallas en la subjetividad de la dirección, por métodos y prácticas incorrectas”, como analiza Sergio Rodríguez. Lo cierto es que la muerte y la destrucción disfrazadas de democracia se quieren instalar en Nicaragua.

No parece verosímil la versión de que EEUU trasladó a Nicaragua parte de los mercenarios que protagonizaron las ‘guarimbas’ en Venezuela, pero sin lugar a dudas la caída del sandinismo debilitará el entorno geopolítico de Venezuela, y aumentaría las posibilidades de que la violencia se generalice en toda la región.

Pero los errores que se han cometido, los desvíos de la senda revolucionaria y popular, los tendrá que superar el propio pueblo nicaragüense, sin injerencias, sin recomendaciones gringas ni soluciones llegadas desde Washington vía Luis Almagro y la Organización de Estados Americanos, o de su Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El periodista argentino-mexicano José Steinsleger, buen conocedor de Nicaragua y la gesta revolucionaria, señala que “el pueblo sandinista decidirá. Mas no para que los escritores caigan en el prosaísmo de ser aclamados por consideraciones que exceden sus méritos literarios, o convirtiendo la paradoja en receta de buena ciudadanía”. Será el propio pueblo el que exigirá retomar el camino correcto.

Nicaragua, junto a Venezuela, Cuba y Bolivia, se ha convertido en una piedra en el zapato de los proyectos “panamericanistas” de Estados Unidos y sus repetidores, y hoy usan todos los argumentos para aniquilarla. No es la primera vez, tampoco. Tras la revolución sandinista, llegó la guerra del escándalo Irán-Contras, la agresión desde Honduras, el bloqueo de los puertos, las sanciones económicas, el intento de rendir por muerte o por hambre al pueblo.

La historia nos muestra que la revolución sandinista significó la tercera derrota de EEUU ante Nicaragua. La primera,  a mediados del siglo XIX, cuando el mercenario Walker intentó crear una extensión de Estados Unidos en Centroamérica; a comienzos del siglo XX cuando el general Sandino y su Ejercito de Hombres Libres los hizo morder el polvo de la derrota y los expulsó del territorio nacional y en 1979, cuando hicieron huir a Anastasio Somoza (“nuestro hijo de puta”, como lo llamó Franklin Roosevelt).

En el encuentro habanero del Foro de Sao Paulo, el segundo secretario del Partido Comunista Cubano, José Ramón Machado Ventura, señaló que con respecto a Nicaragua, la posición cubana  es categórica: en la medida en que Estados Unidos trata de manipular asuntos internos que solo los nicaragüenses deben resolver sin injerencia externa alguna, nuestro Partido ha dado, da y dará toda la solidaridad que demande el Frente Sandinista de Liberación Nacional para posibilitar el retorno de la paz al país”.

Toda esta realidad, toda esta barbarie, encubre otra realidad: la crisis de la integración latinoamericana y caribeña y atenta contra los esfuerzos de preservar la Celac y los demás proyectos integradores. Esa debiera ser una causa unitaria que las fuerzas (e intelectuales) de izquierda deberían colocar entre las/sus prioridades. También encubre el fracaso en propiciar la formación de nuevos cuadros, nuevos líderes, para dirigir las batallas actuales y las que vienen. Decía Fidel Castro que hay que saber dónde esté el imperio para ponerse en la trinchera del frente.

Los opinadores hegemónicos invisibilizaron la crueldad y el salvajismo de algunas protestas (quemaron vivo a un funcionario, balearon sedes gubernamentales, incendiaron escuelas, vejaron militantes), mientras por el otro lado se obvió la dura y brutal represión del gobierno.

Hace muchos siglos, Aristóteles sostuvo que la única verdad es la realidad, mal les plazca a nuestros opinadores. Hace cien días que se especula a través de los medios, mientras el gobierno de Estados Unidos (y el de otros países satélites) siguen amenazando a Ortega, “exigiendo” elecciones adelantadas. ¿Y si las gana Ortega otra vez?

Nadie aventura qué pasaría si cae el gobierno Ortega-Murillo, dado que los sublevados carecen de programa y no se avizora recambio, tampoco, dentro del sandinismo. El gobierno aún se sostiene, y si Ortega logra aplastar la protesta, no sería nada raro que la COSEP y la Iglesia se sienten a negociar el futuro de sus negocios.

En 1959 el escritor guatemalteco Augusto Monterroso escribó el cuento más corto de la historia: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. La interpretación queda librada a cada lector.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Mágister en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


En nombre de ninguna revolución se debe disparar contra el pueblo. Por Abel Bohoslavsky*, especial para NODAL

La crisis en Nicaragua conmueve al paisito centroamericano, tierra de lagos y volcanes y de gigantes como Augusto C. Sandino y Carlos Fonseca Amador, de historias de guerras civiles y sucesivas intervenciones norteamericanas. Y revoluciones genuinas. Viví trabajando como internacionalista muchos años durante la Revolución Sandinista, experiencia imborrable que me dejó enseñanzas invalorables y vínculos de compañerismo y amistad.

Como el imperialismo y sus conspiraciones existen, cuando uno no está en el terreno, debe saber nutrirse de muchas fuentes, lo que para mí en el caso de Nicaragua es factible por tantos años de compañerismo y amistad.

Recibo un mensaje de un compañero revolucionario, igualmente alarmado por la situación de Nicaragua, quien me destaca como “importante” leer el artículo “La guerra contrainsurgente. Nicaragua en la mira” donde la periodista Stella Caloni describe extensamente las acciones de varias agencias norteamericanas, como la National Endowment for Democracy (NED) o la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y la Freedom House  en la ejecución de la conspiración imperialista.

Paralelamente, Atilio Borón, en su «Nicaragua, la revolución y la niña en el bote», en una detallada consideración sobre esta crisis recorre también la trayectoria del intervencionismo yanqui.

¿Qué dice Borón sobre Daniel Ortega: “…cometió un gravísimo error al sellar pactos ‘tácticos’ con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz”… “hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado en el desprecio por la opinión de la base sandinista…”. Borón, acudiendo a la historia nos recuerda bien de los años ‘30, cuando el entonces presidente de Estados Unidos fue criticado por algunos legisladores por su apoyo al fundador de la tiranía nicaragüense Anastasio Somoza García “… el respaldo que Franklin D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que ‘sí, es un hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta’”.Después de su crítica a Ortega, Borón convoca a pesar de todo a apoyarlo. ¿Entonces qué? Si Somoza era el hijo de puta de Roosevelt, ¿Ortega es “nuestro” hijo de puta?

Parece fuerte este interrogante. Pero es que Borón (y otros/as) llama a defender a Ortega, aunque le pide rectificar el rumbo. Borón reitera que los organizadores de la conspiración imperialista Trasladaron buena parte de los mercenarios que protagonizaron las ‘guarimbas’ en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los manuales de la CIA. Conclusión: la caída del sandinismo debilitaría el entorno geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para la generalización de la violencia en toda la región”. El chavismo emergió como una fuerza nueva, hijo político de la rebelión del caracazo de 1989 e inició un proceso genuino y original que por ahora es una revolución inconclusa, asediada en forma múltiple por Estados Unidos por afectar seriamente los intereses imperialistas y de la burguesía nacional. El orteguismo es un régimen post-derrota política de la Revolución (1990), sucesor de tres gobiernos liberales clásicos. Ortega llegó al gobierno en 2007 mediantes sucesivos pactos con los liberales ex presidentes del período 1990-2006 y con la propia iglesia católica. Por esos pactos, lo que se garantizó es el régimen y no su ruptura. Bajo el formato de una alianza FSLN-Ortega-COSEP-Iglesia, Ortega garantizó estabilidad política a las ganancias empresarias. Ni el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada) ni la embajada se molestaron. Con Estados Unidos entró en conflicto cuando el proyecto del canal chino. Eso sí afecta directamente los intereses de dominación económica, política y  militar de Estados Unidos ¿Es eso una medida antimperialista? Para nada. La ley 840 es de un entreguismo rampante. Resigna la soberanía por un siglo, amén de un daño ambiental irreparable si se concreta su construcción. Si se cambia grafía china por inglés o alemán, es un entreguismo neocolonial más. ¿Que China no es Estados Unidos? ¡Claro que no! Es su competidora. No por casualidad ahora Trump le declaró la guerra comercial. ¿Eso le da un carácter progresista al capitalismo chino? ¡Vaya disparate!

En segundo lugar, comparar las “guarimbas” venezolanas que ocurrieron durante una grave crisis económica con la sublevación nicaragüense de abril hasta ahora, es ignorar la composición social de ambos fenómenos. Sin ser floreciente, la economía de Nicaragua no atravesaba una crisis de la dimensión de la venezolana. El detonante de la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social movilizó inicialmente contingentes estudiantiles de predominio pequeño-burgués. Fue la  respuesta represiva con los primeros muertos, la que desencadenó a su vez, respuestas populares solidarias. En las ciudades, de vecinos sin identificación partidaria, trabajadores informales, cuentapropistas; en pueblos y localidades de los departamentos de sectores campesinos y obreros rurales. Ni la raquítica derecha liberal, ni el COSEP co-gobernante con Ortega hasta semanas antes, hubiesen podido movilizar masivamente al pueblo y llegar a convocar a cientos de miles en la marcha de las Madres del dolor el 30 de mayo (donde hubo nuevas víctimas de la represión) y en sucesivas manifestaciones. Mucho menos, organizar cientos de tranques y barricadas. Sin duda que la movilización fue mucho más por motivaciones políticas que de reivindicaciones económicas postergadas. Se pueden resumir así: hartazgo acumulado de una parte importante del pueblo. Precisamente por lo repentina e inesperada, no preparada, la sublevación no tiene líderes ni programa. Por eso, la derecha clásica que tiene escasísima inserción popular, pudo “reaparecer”. Por eso el COSEP, socio de una década del gobierno, socio del “Presidente Pueblo” -que hace mucho es también un empresario- se puso inmediatamente en la vereda de enfrente. Por eso la cúpula de la Iglesia se puso en confrontación con el gobierno socialcristiano.

¿Qué hay intervencionismo imperialista? ¡Claro que sí! ¿Cuándo no la hubo? Pero no son sus agentes los sublevados del histórico barrio de Monimbó en Masaya ni en cientos de barrios y caminos de Nicaragua. Explicar semejante insubordinación en la que miles arriesgan la vida por la conjura imperialista es cerrar los ojos y la mente ante una realidad agobiante, durísima. Porque lo que Borón no menciona y la mayoría de los comentaristas omiten, es la magnitud y la brutalidad de la respuesta represiva gubernamental. Según Borón, los sublevados tienen “armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios”. Señor: si en las calles, barrios y carreteras, hay miles de manifestantes y además tienen esas armas y un ejército mercenario, y el Ejército de Nicaragua no actuó en tres meses, ¿cómo no asaltaron cuarteles, liquidaron a los funcionarios y tomaron el gobierno? Y usted menciona nada menos que “escuadrones de la muerte” de los sublevados. ¿Sabe usted cómo las tropas gubernamentales uniformadas y sin uniformes “limpiaron” Monimbó, Diriamba y otras zonas? Si es como usted relata, ¿por qué las madres de las víctimas le reclaman al gobierno y realizaron la marcha de las madres el 30 de mayo en contra del gobierno y no en contra de los sublevados?

El de Ortega es un régimen cuasi-confesional que adoptó simbología religiosa y decidió recurrir a las armas para enfrentar la protesta. Habiendo conservado tras diez años, importante respaldo electoral y popular, su respuesta fueron las armas. Si, como dijo Ortega, la protesta contra su reforma del INSS fue solo una excusa, ¿por qué derogó en pocos días su propio decreto? Si esa reforma no era neoliberal, tal como le fue criticada, ¿por qué no la mantuvo?

¿Qué pasaría en lo inmediato si cae el gobierno Ortega-Murillo? Aquí sí voy a coincidir con Borón en que no habrá ninguna salida revolucionaria. Simplemente, porque los sublevados ni lo pensaron ni se lo proponen. Salieron a las calles por el hartazgo. ¡Y merecen respeto aunque no tengan el programa de nuestros sueños! Muchos quisiéramos que en Nicaragua vuelva a florecer la idea de Carlos Fonseca de una Revolución Popular Sandinista donde se conjuguen la reivindicación socialista con la emancipación nacional. La fisura de la alianza Ortega-COSEP en el poder y la sublevación abrió la posibilidad de que el régimen surgido de los pactos Ortega-Alemán-Bolaños-Obando tenga un recambio. O no. Si el gobierno socialcristiano se sostiene, la clase empresaria no tendrá ningún empacho en recomponer su alianza si Ortega les garantiza la continuidad de sus negocios. Ortega necesita aplastar la rebelión para negociar su permanencia, negociar con la derecha, con la iglesia, y más allá con la embajada (incluso paralizar el canal chino) para continuar en nuevos términos la continuidad de un régimen económico que fue y es de recomposición capitalista. Si a eso le llaman progresismo, pues adelante. Sí, como justifica Borón, Somoza fue el “nuestro hijo de puta” de Roosevelt y él pretende que Ortega (de quien habla bastante mal) sea “nuestro hijo de puta”, que lo hagan él y sus predicadores de justificaciones. En nombre de ninguna revolución se debe disparar contra el pueblo. Los revolucionarios, los cheguevaristas, no podemos admitir tener “nuestros hijos de puta”. Que los tengan ellos.

*Autor de LOS CHEGUEVARISTAS-Del Cordobazo a la Revolución Sandinista.- Trabajó durante la revolución sandinista como médico en el Ministerio de Salud y periodista en Barricada, órgano oficial del FSLN


La guerra contrainsurgente: Nicaragua en la mira – Stella Calloni

Por Stella Calloni*

Estados Unidos avanza en su proyecto recolonizador con una despiadada guerra contrainsurgente

Si la oposición más seria al presidente Daniel Ortega en Nicaragua no se diferencia de los mercenarios, que siguen cometiendo crímenes atroces, mediante torturas y flagelación pública contra decenas de sandinistas por apoyar al gobierno, como lo muestran los videos filmados por periodistas y si además no se separan de organizaciones que reciben fondos de Estados Unidos y las derechas europeas, quedarán en la historia como verdaderos traidores a la patria.

http://www.lavozdelsandinismo.com/wp-estaticos/2018/07/foto-1-1.jpg

No hay eufemismo posible para decirlo de otra manera, ni “academicismos” que los amparen ante sus acciones, cuando precisamente Estados Unidos avanza en su proyecto recolonizador con una despiadada guerra contrainsurgente, de Baja Intensidad y de Cuarta Generación para controlar directamente a Nuestra América, dentro de lo cual se enmarca el golpe “blando” o suave, disfrazado de “rebelión antidictatorial”.

Lo que comenzó el 18 de abril pasado en Nicaragua, desde un inicio fue relatado por la corporación mediática falseando la verdad, manipulando en forma criminal los hechos y no sólo lo hicieron los medios del poder hegemónico, que son mayoría en el mundo, sino los escasos que sobreviven a esta supeditación, ocultando una tragedia de dimensiones aún no valoradas, como sucedió con Irak, Libia, Siria, Afganistán, como sucede en Yemen y en otros lugares y más cercanamente en Honduras, en Colombia, México y Guatemala.

Muchos periodistas, incluso intelectuales, identificados como progresistas o de izquierda, tan diversa en Nuestra América, sin conocer nada de la actual realidad nicaragüense sólo dieron voz a los supuestos “rebeldes” contra la también supuesta dictadura, un espejo de lo que fueron los comienzos de las guerras coloniales de ocupación en Oriente Medio.

Entre los que desafiaron el discurso Jorge Capelán, desde Nicaragua habló del “golpismo tóxico que se ceba con saña contra el pueblo nicaragüense” y recordó el viaje de 16 representantes del Movimiento “Renovador Sandinista”(MRS) a Washington para reclamar en el llamado Foro de la Sociedad Civil de la Organización de Estados Americanos (OEA)que tomara la decisión de enviar cascos azules a Nicaragua, entre otros graves hechos. Es decir pedían una intervención.

La actitud del gobierno ante la primera manifestación de protesta el 18 de abril fue derogar ley previsional- que se supone desató la tormenta golpista- y llamó al diálogo. Pero no era el diálogo lo que esperaba Washington que había preparado el golpe en el esquema de la guerra contrainsurgente que está aplicando, cuando la estrategia de dispersión del Comando Sur, les ha permitido la instalación de Bases y establecimientos de control militar en varios países, elegidos también estratégicamente.

Por otra parte la región está invadida desde mediados de los años 80 por una red de Fundaciones como la National Endowment for Democracy (NED), o la USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo) de tan larga y oscura historia en el continente, entre otras que mantienen una red de Oganizaciones No Gubernamentales mediante las cuales reparten generosas partidas de dinero a sus cómplices internos, sus aliados naturales, las derechas regionales, Esto les permitió infiltrar no sólo las estructuras jurdiciales en los países de la región y la prensa , sino todos los sectores de la sociedad, creando verdaderos monopolios para la manipulación informativa, la desconcientización y desculturización de los pueblos.

Años trabajaron en forma encubierta esas Fundaciones de la CIA, complicadas en cada intento o golpe de Estado que se produjo en la región en este siglo, desde Venezuela en el 2002 hasta la actualidad.

Nicaragua tiene decenas de ONG dependientes de las Fundaciones y en este caso colaboran activamente los grupos terroristas cubano-americanos de Miami, que tienen representantes republicanos en el Congreso estadounidense como Ileana Ros-Lehtinen y Marco Rubio, Ted Cruz y otros. Rubio, devenido en “asesor” del presidente Donald Trump para América Latina, es intermediario entre este y la derechas recalcitrantes de América Latina.

La corporación mediática internacional e imperial que maneja el 95 por ciento de las noticias que circulan por el mundo, originadas nada menos que en el Pentágono, es clave para la guerra de Cuarta Generación o guerra psicológica, un arma tan importante como los misiles.

No hubo nada espontáneo en las protestas de Nicaragua, como tampoco puede ser espontánea la presencia de mercenarios que se dedicaron a secuestrar sandinistas a los que sometían a brutales castigos y torturas, desnudados y varios de ellos flagelados públicamente, asesinados y luego quemados como en los tiempos de la Guardia Nacional de Anastasio Somoza. Esto está comprobado y filmado, lo que se ha convertido en una prueba del horror.

A lo largo de estos de casi tres meses quemaron escuelas, centros de salud, oficinas que se ocupaban en su mayoría de los temas sociales, cooperativas, “el Banco de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA). las Radios “Ya” y Nicaragua. Quemaron la Caja Rural Nacional, un banco cooperativo con los récords de cientos de miles de socios, y el mismo día quemaron la sede del ministerio de Economía Familiar y Comunitaria y una cantidad de edificios de funcionarios gubernamentales, casas escuelas, centros de salud, hospitales.

La lista de crímenes y destrucción es extensa, pero casi tres meses después el pueblo sandinista está en las calles, y el ejército logró recuperar varias poblaciones tomadas por los mercenarios y se va conociendo el verdadero alcance del golpismo con los millones de pérdidas en la destrucción criminal que afectará a todo el pueblo.

DENUNCIAS DESDE EE.UU.

Las investigaciones del periodista estadounidense Max Blumenthal, pusieron al descubierto el rol de entidades como la (USAID), Freedom House, y la NED en el financiamiento de ONG’s nicaragüenses, que llamaron al derrocamiento del Presidente Ortega del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN.

De acuerdo a Blumenthal la USAID, destinó para Nicaragua en 2017 la suma de 5,2 millones de dólares, “con la mayoría de los fondos destinados a la capacitación de la sociedad civil y las organizaciones de medios de comunicación”. También destacó que en junio, los dirigentes del M19, el grupo estudiantil que comenzó las protestas antigubernamentales viajaron a Washington a reunirse con la ultra derecha de EEUU, con figuras como Rubio, Ted Cruz y Ross Lehtinen. De la misma manera se reunieron con Mark Green, director del USAID, quien manifestó su apoyo contra el gobierno sandinista. El viaje fue pagado por Freedom House”.

Se destaca que el M19 no es espontáneo ni fruto del “descontento” contra Ortega sino que uno de sus organizadores Félix Madariaga está al frente del ·Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas, y es uno de los principales voceros contra el Sandinismo, que recibió 260,000 dólares de la NED. on la mayoría de los fondos destinados a la capacitación de la sociedad civil y las organizaciones de medios.

Hay referencias a fundación “Hagamos Democracia”, de Luciano García, reconocido opositor al sandinismo, quien recibió también 525,000 dólares de la NED desde 2014 y se constituyó en otro instrumento de intervención en Nicaragua, entregando en 2017 un millón de dólares a diversas organizaciones de la llamada “sociedad civil” que exigen la renuncia del Presidente Ortega.

Entre ellas la Comisión de DDHH de Nicaragua (111,000 dólares), Centro para la Empresa Privada (239,000 dólares), Instituto Republicano Internacional (150,000 dólares), Fundación Iberoamericana de Culturas ($79,000 dólares), Fundación Desarrollo Económico Social (40,000 dólares); entre otras. (Fuente: NED digital) También la NED destinó 305,000 dólares en 2017 a grupos anónimos de Nicaragua, para lo que ellos llaman “promoción de la democracia”, entiéndase, la organización de la contrarrevolución y la subversión antisandinista” destacando el papel que cumplen en la Guerra de Cuarta generación en América Latina.

La NED citada por Max Blumenthal, fue creada en 1983 por la administración de Ronald Reagan y desde entonces colaboró activamente en la Guerra encubierta de Estados Unidos contra Nicaragua en los años 80-90, apoyó y financió a los medios y la oposición antisandinista en ese país y fue clave preparando la invasión de EE.UU a Panamá en diciembre de 1989.

Asimismo como la USAID es responsable como parte y máscara que es de la CIA, de los miles de nicaragüenses muertos durante la guerra encubierta de los años 80 para lo cual inventaron el llamado contra-gate, llevando droga desde el Comando Sur en la zona del Canal de Panamá a Miami de donde salían armas para los mercenarios de la “contra”. Nada nuevo en la historia de EE:UU en Vietnam y en la actualidad para armar los mercenarios que usó y usa la OTAN en las actuales guerras coloniales de Medio oriente , el Norte de Africa y en Asia.

Un mes antes de las reuniones del M19 con legisladores ultraconservadores en Washington, la NED “afirmó sin rodeos que las organizaciones respaldadas por ellos han pasado años recibiendo millones de dólares sentando las bases para la insurrección” en Nicaragua, como lo señala el sitio web de noticias enfocado en América Latina, Global Americans, escrito por el académico estadounidense Benjamin Waddell , director académico de la Escuela de Capacitación Internacional en Nicaragua!(…)Después de la publicación de este artículo, Global Americans reemplazó el término “insurrección” con la palabra más inocua “cambio”. Sin embargo, el título original aún se puede ver en la URL del artículo.

Lo cierto es “La prensa internacional describió la rápida escalada de disturbios civiles en Nicaragua como una explosión espontánea de descontento colectivo” escribió Waddell y agregó que “la participación actual de la NED en nutrir a los grupos de la sociedad civil en Nicaragua arroja luz sobre el poder del financiamiento transnacional para influir en los resultados políticos en el siglo XXI”. “Mucho de lo que hacemos hoy fue hecho encubiertamente hace 25 años por la CIA”, comentó por su parte Allen Weinstein, fundador de la NED.

“Las caras más visibles del movimiento anti Ortega no han sido los jubilados afectados por las reformas de la seguridad social, sino los estudiantes urbanos, políticamente no afiliados, que buscan una victoria total. Han forjado una alianza con los opositores a la derecha.“Mientras tanto, hombres enmascarados con morteros y armas de fuego han formado la primera línea de los bloqueos viales que ya han drenado la economía de Nicaragua de unos $ 250 millones en ingresos..

Es tan obvia la acción de Estados Unidos en Nicaragua, que asombra por un lado que figuras importantes de este país, surgidas del sandinismo, cuya oposición a Ortega ´se basa en diferencias internas, y que por supuesto no nos corresponde juzgar, hayan hecho silencio en estas circunstancias y con ese silencio haber permitido este desangre del país con apoyo público de EE:UU, verdugo de Nicaragua desde el siglo XIX es un hecho que se debe analizar dentro del comportamiento de una buena parte de la llamada izquierda en este período histórico..

De la derecha o de un sector de la Iglesia o de las organizaciones de bonitos nombres “democráticos” sostenidas por los dineros de la CIA, no podríamos haber esperado otro tipo de conducta. Pero el silencio sobre los crímenes aberrantes y el terror sembrado en las poblaciones más humildes e indefensas, es un caso de complicidad extrema, donde algunos sacerdotes parecieron desafiar al Vaticano actual con su conducta.

Se Intenta derrocar a un gobierno que en Centroamérica no permitió el ingreso de las maras, que se destacaba en medio de la violencia en Centroamérica, que logró avances sociales únicos en esa región reconocidos por organismos internacionales y que permanece en el ALBA, contra todas las presiones de Washington, ese organismo integrador que tanto ayudó a los pueblos más necesitados. En momentos en que el gobierno de Trump amenaza con invadir Venezuela, Nicaragua es estratégica.

Nadie puede confundirse en un escenario como el actual en América Latina, donde ha quedado evidenciado que la Doctrina Monroe regresó con un imperio en decadencia y cada día más brutal, que intenta apropiarse directamente de lo que considera su ”patio trasero” y coloca a la Patria Grande en la disyuntiva : recolonización o independencia.

Stella Calloni: Periodista argentina y corresponsal en su país del diario La Jornada. Es autora de «Los años del Cóndor»

La Voz de Sandinismo


Nicaragua, la revolución y la niña en el bote – Atilio Borón

Atilio Borón*

La dolorosa coyuntura actual en Nicaragua ha precipitado un verdadero aluvión de críticas. La derecha imperial y sus epígonos en América Latina y el Caribe redoblaron su ofensiva con un único y excluyente objetivo: crear el clima de opinión que permita derrocar sin protestas internacionales al gobierno de Daniel Ortega, elegido hace menos de dos años (noviembre del 2016) con el 72 por ciento de los sufragios.

Esto era previsible; lo que no lo era fue que en esa arremetida participaran con singular entusiasmo algunos políticos e intelectuales progresistas y de izquierda que unieron sus voces a la de los lenguaraces del imperio. Un notable revolucionario chileno, Manuel Cabieses Donoso, de cuya amistad me honro, escribió en su flamígera crítica al gobierno sandinista que “la reacción internacional, el ‘sicario’ general de la OEA, los medios de desinformación, el empresariado y la Iglesia Católica se han adueñado de la crisis social y política que gatillaron los errores del gobierno. Los reaccionarios se han montado en la ola de la protesta popular.”

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Descripción correcta de Cabieses Donoso de la cual, sin embargo, se extraen conclusiones equivocadas. Correcta porque es cierto que el gobierno de Daniel Ortega cometió un gravísimo error al sellar pactos «tácticos» con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz.

Correcta también cuando dice que la derecha vernácula y sus amos extranjeros se adueñaron de la crisis social y política, dato éste de trascendental importancia que no puede ser soslayado o subestimado. Pero radicalmente incorrecta es su conclusión, como son las de Boaventura de Sousa Santos, la del entrañable y enorme poeta Ernesto Cardenal, y Carlos Mejía Godoy, amén de toda una plétora de luchadores sociales que en sus numerosas denuncias y escritos exigen –algunos abiertamente, otros de modo más sutil- la destitución del presidente nicaragüense sin siquiera esbozar una reflexión o arriesgar una conjetura acerca de lo que vendría después.

Conocidos los baños de sangre que asolaron Honduras siguiendo la destitución de “Mel” Zelaya; los que hubo en Paraguay luego del derrocamiento “express” de Fernando Lugo en 2012, y antes lo que sucediera en Chile en 1973 y en Guatemala en 1954; o lo que hicieron los golpistas venezolanos después del golpe del 11 de Abril en el interludio de Carmona Estanga “el breve”, o lo que está ocurriendo ahora en Brasil y los centenares de miles de asesinatos que hizo la derecha durante las décadas del “cogobierno FMI-PRIAN” en México, o el genocidio de los pobres practicado por Macri en la Argentina. ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que la destitución del gobierno de Daniel Ortega instauraría en Nicaragua una democracia escandinava?

Una debilidad común a todos los críticos es que en ningún momento hacen alusión al marco geopolítico en el que se desenvuelve la crisis. ¿Cómo olvidar que México y Centroamérica es una región de principalísima importancia estratégica para la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos? Toda la historia del siglo veinte está marcada por esta obsesiva preocupación de Washington para someter al rebelde pueblo nicaragüense. A cualquier precio. Si para ello fue necesario instaurar la sangrienta dictadura de Anastasio Somoza a la Casa Blanca no le tembló el pulso y actuó en consecuencia. Criticado por algunos representantes Demócratas en el Congreso de Estados Unidos por el respaldo que Franklin D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que “sí, es un hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta”.

Y las cosas no cambiaron desde entonces. Cuando el 19 de Julio de 1979 el Frente Sandinista derrotó al régimen somocista, el presidente Ronald Reagan no titubeó un minuto en organizar una operación mafiosa de tráfico ilegal de drogas y armas a los efectos de poder financiar, más allá de lo que autorizaba el Congreso de Estados Unidos, a la “contra” nicaragüense. Se conoció todo esto bajo el nombre de “Operación Irán-Contras”. ¿Podemos ser hoy tan ingenuos para obviar estos antecedentes, o para pensar que esas políticas intervencionistas y criminales son cosas del pasado? Un país, además, que en tiempos recientes ha planeado la construcción de un canal interoceánico –financiado por enigmáticos capitales chinos- que competiría con el de Panamá, controlado de hecho, si no de derecho, por Estados Unidos. Estos no son datos anecdóticos sino de fondo, indispensables para calibrar con precisión el marco geopolítico en que se desenvuelven los trágicos acontecimientos de Nicaragua.

Todo lo anterior no significa obviar los graves errores del gobierno de Daniel Ortega y el enorme precio pagado por un pragmatismo que sí estabilizó la situación económica del país y mejoró las condiciones de vida de la población hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado en el desprecio por la opinión de la base sandinista, aquellos se lanzaron con todo su arsenal a la calle para voltear a Ortega. Trasladaron buena parte de los mercenarios que protagonizaron las “guarimbas” en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los manuales de la CIA.

Conclusión: la caída del sandinismo debilitaría el entorno geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para la generalización de la violencia en toda la región.

Estando en el Foro de Sao Paulo que tiene lugar en La Habana pude deleitarme en la contemplación del Caribe. Allí divisé, a lo lejos un frágil botecito. Lo manejaba un robusto marinero y, en el otro extremo se encontraba una joven muchachita. El timonel parecía confundido y se esforzaba para mantener el rumbo en medio de una amenazante marejada. Y se me ocurrió pensar que esa imagen podía representar con elocuencia al proceso revolucionario, y no sólo en Nicaragua sino también en Venezuela, Bolivia, donde sea. La revolución es como aquella niña, y el timonel es el gobierno revolucionario. Este se puede equivocar, porque no hay obra humana a salvo del error; y cometer errores que lo dejen a merced del oleaje y pongan en peligro la vida de la niña. Para colmo, no muy lejos se dibujaba la ominosa silueta de una nave de guerra de Estados Unidos, cargada de armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios. ¿Cómo salvar a la niña? ¿Botando el timonel al mar y dejando que se hunda el bote, y con él la niña? ¿Entregándola a la turba de criminales que se agolpan, sedientos de sangre y prestos para saquear el país, robarle sus recursos y violar y luego matar a la jovencita?

No veo que eso sea la solución. Más productivo sería que algunos de los otros botes que se encuentren en la zona se acerquen al que está en peligro y hagan que el desastrado timonel enderece el rumbo. Hundir al que lleva a la niña de la revolución, o entregarla al navío norteamericano difícilmente podrían ser consideradas soluciones revolucionarias.

Atilio Alberto Borón es un politólogo, sociólogo, catedrático y escritor argentino. Doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Es profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.

TeleSUR


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