El sueño hemisférico
Por Ana Esther Ceceña, David Barrios
Los meses turbulentos que precedieron las elecciones venezolanas del 20 de mayo son al parecer sólo el inicio de una ofensiva, que se anuncia implacable, para la recuperación del territorio americano como base hemisférica de los intereses estadounidenses.
La intensidad y variedad de movimientos, operativos, posicionamientos y acuerdos militares, policiaco-militares y económico-financieros con que se recolocan los poderes hegemónicos con fachada o entretelones norteamericanos y adherentes, aliados y voceros locales, no ha cesado de desplegarse en los días posteriores al 20 de mayo. Para mantener el cerco y el agobio sobre Venezuela, sin duda, pero para avanzar en una escala mucho mayor.
Si bien Venezuela es un indudable epicentro de la estrategia de recuperación y disciplinamiento continental, no deja de ser, en otro sentido, un pequeño teatro de operaciones que se replica en todos los otros países o regiones, adecuándolo a las condiciones específicas. De esta manera, no sólo dentro de Venezuela ocurren simultáneamente una gran cantidad de ataques, intervenciones o provocaciones de distinto tipo y en sectores y geografías diferentes, sino que puede observarse una situación similar desde una perspectiva macrocontinental. La combinación de mecanismos, ritmos, intensidades y sectores implicados en una ofensiva de esta naturaleza no tiene freno; siempre puede agregarse algo más para potenciar los resultados deseados, y para complicar la comprensión del fenómeno y la capacidad de respuesta del pueblo afectado. La idea es ocupar espacios al ritmo y de acuerdo con las características y condiciones de cada uno y, a la vez, no dejar resquicios desde donde la resistencia a esta intervención pueda levantarse.