Argentina: el histórico debate sobre la legalización del aborto entra en la recta final
Debate en vivo desde la Cámara de Diputados de la Nación argentina
Anticipan una reñida votación en Diputados por el aborto legal, seguro y gratuito
La Cámara de Diputados protagoniza un debate histórico sobre la legalización del aborto, donde se intercambiaban discursos a favor y en contra, en una sesión con final incierto ante los pronunciamientos públicos de varios legisladores que evidenciaban una marcada paridad.
Minutos después de la medianoche, los poroteos informales marcaban una paridad de 125 votos entre positivos y negativos, una abstención y cuatro diputados que aún no habían asumido una posición en público respecto del proyecto para autorizar la interrupción voluntaria del embarazo.
Esto sin contar al presidente de la Cámara, el macrista Emilio Monzó, que está indeciso y soló votaría para desempatar; y al kirchnerista Julio De Vido, suspendido como legislador.
El debate, uno de los más importantes sobre temas sociales desde el retorno de la democracia, comenzó ayer pasadas las 11,30 y se extenderá al menos hasta las 9 de la mañana.
Una multitud a favor de la legalización del aborto desbordó el operativo de seguridad
Si la votación por el aborto en la Cámara de Diputados reflejara la movilización callejera, el resultado debería guardar una proporción de 9 a 1. Y tal vez algo mayor aún. La marea verde literalmente copó el barrio de Congreso. El operativo de seguridad y la divisoria de aguas en la Plaza del Congreso quedaron totalmente desbordados por los cientos de miles de manifestantes a favor de la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El contraste con el sector celeste, color que identifica a los antiabortistas, es abrumador: un pequeño grupo en la esquina de Hipólito Yrigoyen y otro frente al escenario montado a tres cuadras de allí, que en su caso no llegó a sobrepasar media cuadra de la avenida.
Tambien es notoria la diferencia entre la composición de uno y otro grupo. El verde, mayoritariamente de jóvenes y adolescentes; el celeste, algunas familias, gente mayor y pocas chicas.
El dato más llamativo fue el evidente fracaso del diseño de seguridad montado por la Policía de la Ciudad. Desde la tarde del martes se había dividido con dos hileras de vallas la Plaza del Congreso. En el costado norte se ubicarían los militantes a favor del aborto; en el sur, los opositores. En el medio y a lo largo de toda la plaza quedó conformada una “tierra de nadie” en la que se instalaría la policía para impedir el acercamiento de uno y otro grupo.
La convocatoria proaborto se fue nutriendo desde el mediodía. A las seis de la tarde, hora en la que estaba convocado el acto “por las dos vidas”, el sector verde ya había desbordado e ingresado en el celeste. Alguna poca gente con pañuelos de ese color y banderas argentinas caminaba a la par de quienes portaban los pañuelos verdes. A lo sumo, un cura que pasaba con una bandera en la espalda debió escuchar –y lo hizo con estoicismo– los reclamos a los gritos de un grupo de adolescentes pintadas de verde. Casi a las siete ya no había “tierra de nadie”: todo el lugar era ocupado por el verde. Como la marea avanzaba, la policía rediseñó de urgencia el operativo. Atravesó con vallas la calle Yrigoyen a la altura de Solís, para impedir el contacto entre verdes y celestes. Estos últimos se congregaron en la esquina de Yrigoyen y Entre Ríos. A lo largo de esa avenida hubo gente raleada y una algo nutrida media cuadra llegando a Belgrano, donde estaba instalado el escenario.
En la zona celeste, un pequeño grupo de rodillas rezaba el rosario. Otro, que había instalado un pequeño altar con velas y una estatuilla de la Virgen, cantaba con las manos tomadas entre sí.
En los cincuenta metros de vallas improvisadas sobre Solís sucedió lo que el operativo buscaba evitar: que hubiera militantes de uno y otro lado. Unos y otros se trenzaron en una batalla verbal. Grupos verdes, principalmente chicas jóvenes, lanzaban sus consignas al otro lado. “Aborto legal, en el hospital”, cantaban. “No al aborto, sí a la vida”, respondía del otro lado un grupo de muchachos con cara de pocos amigos.
–Putas del imperialismo –fue el insulto elegido por uno de ellos, mientras sus compañeros esgrimían afiches con imágenes de niños ensangrentados.
La situación no pasó a mayores, aunque enseguida llegaron refuerzos policiales para hacer del lado celeste unnuevo cordón que separara ambos bandos. Cada uno siguió con sus cantitos, pero ahora más separados uno de otro.
Mientras los pequeños grupos celestes que quedaron confinados alló no pasaban de un par de miles de personas, la ola verde tenía dominio total sobre toda la Plaza del Congreso, y mucho más. La Avenida de Mayo se colmó densamente hasta la 9 de Julio. Callao, otro tanto hasta Corrientes. En la esquina de Sarmiento, la muchedumbre era impenetrable: allí estaba el escenario verde. Al mismo tiempo, estaban repletas todas las calles comprendidas en el áea conformada por Rivadavia, Callao, Corrientes y Paraná.
En alguna cuadra, sentadas y rondas de mate, en otra, batucadas y guitarreadas, en una tercera cientos de adolescentes combatiendo el frío a puro salto y grito. Mientras, un incesante ir y venir de gente: bastaba bajar al subterráneo de la línea B o la A para observar el recambio de manifestantes con el verde identificatorio.
Adentro del recinto, el recuento de votos seguía mostrando paridad.