Piden a la selección de Messi que no juegue en Israel

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«Pido al equipo argentino y en especial al capitán Leo Messi, que es muy apreciado en Palestina, para que se solidarice y boicotee el partido con Israel». Mohammad Khalil Obaid, jugador del Jameyet Al Salah, está postrado en una cama. Se estaba haciendo una selfie en la última protesta del 30 de abril pasado cuando balas israelíes le destrozaron las rodillas. Su mensaje cierra con un ruego para la selección: «Argentina, no hay nada amistoso en disparar a jugadores de fútbol». Jawhar Nasser Jawhar y Adam Abd al-Raouf Halabiya, 19 y 17 años, volvían a su casa el 31 de enero pasado tras entrenarse en el estadio Faisal al-Husseini cuando fueron baleados por soldados israelíes al acercarse a un checkpoint. Israel afirma que estaban por lanzar una bomba. «Para ellos -dice uno de los testimonios de un flamante documental coproducido por la Argentina y Palestina- el fútbol es terrorismo».

Los jugadores de Albion, decano del fútbol uruguayo, salieron a la cancha con banderas sobre luchas gremiales, de género y por Santiago Maldonado. Marcado por el paso de su último capitán, Agustín Lucas, jugador y poeta, y del sucesor Martín Monroy, Albion es un equipo comprometido con su tiempo. El problema saltó el 7 de abril pasado contra Cerro Largo, cuando Albion salió con una bandera de Palestina. Fue idea inicial, y aprobada por el vestuario, del arquero Santiago Amorín, estudiante de Humanidades, «en solidaridad con un colega baleado», por Mohammad Khalil. El club, que es una SAD, «se desvincula totalmente de dichos hechos, que no representan la filosofía de la institución, vinculada exclusivamente al deporte», aclaró rápido la dirigencia. Dos fechas atrás, un hincha solitario en la tribuna le gritaba a Amorín «¡alcahuete de Palestina!», «¡terrorista!». «Mirás mucho Canal 4», le contestó el arquero. Hinchas chilenos de Universidad Católica y Universidad de Concepción, igual que los del Celtic escocés, pidieron estas últimas semanas por Palestina. Sus carteles, dijo la autoridad, eran de «carácter político». Cansada de la FIFA, la Asociación de Fútbol de Palestina pidió al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) de Lausana que obligue a Gianni Infantino a respetar el artículo 72 de sus estatutos, que establece que «las asociaciones miembro y sus clubes no podrán jugar en territorio de otra asociación miembro sin su aprobación». Seis clubes israelíes juegan en asentamientos de Cisjordania. Tierra de discordia.

Palestina, moderados y ultras, se sabe pequeña en la batalla. Le molesta la «neutralidad» entre el elefante y la hormiga. Considera «política» la decisión de Israel de jugar el amistoso del 9 de junio ante Argentina en Jerusalén, foco de conflicto. El cotejo, parte de los homenajes por el septuagésimo aniversario del Estado de Israel, será en el Teddy Stadium. Allí juega un club que decidió pasar a llamarse Beitar Trump Jerusalen en homenaje a Donald Trump. Sus fanáticos racistas y nacionalistas de La Familia fueron objeto de documental de Netflix, «Forever Pure» (Puros para siempre), ya comentado en este espacio. Eli Tabib, dueño del Beitar, puso a Trump en el nombre de su club para agradecerle la decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y mudar a esa ciudad la embajada de Estados Unidos, pese a una masiva votación en contra de la ONU, que pidió respetar el histórico acuerdo de negociación con Palestina, que reclama la parte oriental de la ciudad.

El Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo de Palestina escribió a Jorge Sampaoli. Le pidió que adhiera a personalidades como Roger Waters, Elvis Costello, Brian Eno, Peter Gabriel y Stephen Hawking, entre otros, se sume al boicot cultural y deportivo y cancele el amistoso en Jerusalén. Le avisa que la selección argentina está siendo «utilizada». La selección inició el rito de jugar en Israel antes de debutar en un Mundial en México 86. El título ayudó a repetir el amistoso antes de las Copas de 1990 y ’94. Sampaoli dista de ser cabulero como Carlos Bilardo. Pero la AFA, me dicen, cobrará un dinero único. Israel pagará hasta el viaje posterior a Moscú. Gastará algo más de 9 millones de dólares. Y dará seguridad de Mossad a Leo Messi, que en diciembre pasado firmó un acuerdo de patrocinio con la firma de electrónicos israelí Sirin Labs.

En Palestina, no en Miami, está el zaguero de Talleres Juan Cruz Komar, conocido en Córdoba por su compromiso social. El drama del hacinamiento palestino, con foco especial en sus futbolistas, es el eje del documental argentino-palestino. Pibes y pibas que patean una pelota en las calles en medio de soldados y muros. Pura opresión. Cristian Pirovano, coautor junto con Fernando Romanazzo, me cuenta que en su primer viaje de 2013 fue salvado de los gases por Ashraf Abu Rahmah. Dos hermanos de Ashraf habían muerto impactados por gases en incidentes previos. Cristian volvió a verlo cuando retornó para el documental. Ashraf mantenía su bandera palestina erguida en plena represión. Fue tackleado y esposado. Cristian intentó una defensa. «La Habibi! Jalas!» (No hermano! Ya está!), le dijo Ashraf, con guiño de ojo y sonrisa. La foto forma parte de la muestra y documental que en cuatro días sumó 1400 personas en el Gaumont. Se llama «¡Yallah! ¡Yallah!». Dale, dale.

La Nación

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