Colombia: Indicios de fraude y un presidente tan devaluado como el Nobel – Por Camilo Rengifo Marín

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Camilo Rengifo Marín*

Juan Manuel Santos, el Nobel, es un presidente que se ha quedado solo, tan devaluado como el mismo premio, mientras surgen denuncias de un red de fraudes electorales ante la inminencia de la primera ronda de los comicios electorales, donde el ultraderechista Iván Duque y el centroizquierdista Gustavo Petro encabezan las preferencias.

Las denuncias públicas hablan de una vasta red de funcionarios inescrupulosos, que van desde la Registraturía, ente rector electoral, hasta los jurados de votación, que brinda servicios de acomodo en el conteo final para los candidatos que quedaron cerca de alcanzar una curul.

Todo apunta a una definición en el balotaje. La fuerza de la intención de voto de Duque se apoya sobre el uribismo consistente del campo y de los pueblos del centro del país. Esto lo favorece no solo porque le asegura un importante piso de votantes que lo propulsaron al primer puesto en las encuestas, sino también porque se trata de un electorado bastante sólido, que efectivamente vota en las elecciones.

Pero este electorado rural del centro no será suficiente para asegurarle la victoria y necesitará también el apoyo de una parte substancial del voto urbano, particularmente en las capitales del centro del país.

Por su parte, Gustavo Petro ha logrado consolidarse como un candidato fuerte desde el principio del año, marcando en las encuestas una tendencia a un crecimiento lento pero continuo, basado en una campaña eficaz y muy activa, que ha logrado enfocarse correctamente a nivel territorial. Según la encuesta Invamer, Petro le gana a Duque en Bogotá, y sobre todo en la zona Caribe que si fuera sola, estaría a punto de otorgarle una victoria en primera vuelta.

Un informe-denuncia de la Fundación Paz y Reconciliación sostiene que si un candidato a senador se encuentra cerca de acceder a una curul, en el preconteo y conteo final se maquillan los votos para que así sea. Ñade que se cobran hasta 2.500 millones de pesos (unos 900 mil dólares) por colar o meter jurados de votación de un candidato en particular. Sobre el papel los jurados son elegidos aleatoriamente, pero un porcentaje son digitados para favorecer candidatos.

Para reacomodar los votos necesarios para una curul en Cámara de Representantes se pagan mil doscientos millones de pesos (430 mil dólares), mientras que, para Senado, el costo asciende a los mil ochocientos millones de pesos (unos 640 mil dólares).

Santos confirmó que le quitarán tres ceros al peso, para depreciar con este nuevo sistema financiero el dinero que mantienen escondido en ‘caletas’ numerosos grupos criminales que operan en el país, en una clara devaluación.

En las últimas elecciones internas de Colombia, se vio en toda su dimensión este tipo de comportamientos, además de la directa injerencia por parte de jurados electorales en el proceso de selección de los candidatos, escondiendo los tarjetones de la consulta, tal como demuestran videos que se viralizaron.

Es una forma de mantenerse en el poder: las prácticas de fraudes y pactos entre los poderosos en el país son recurrentes a lo largo de la historia. Y el apellido de Santos, junto a otros cuatro, suma no menos de diez presidentes a lo largo de la historia de Colombia, la mitad de los elegidos durante el siglo XX, según el investigador David Rasero.

En un libro, la periodista Vicky Dávila, entrevistó a los actuales candidatos a la presidencia y vicepresidencia, a quienes fueron sus rivales en el 2010 y a los expresidentes para tratar de explicar por qué Juan Manuel Santos tiene tan poca popularidad en su país y sacó como conclusión que el actual mandatario “hace la política de forma desleal.

Santos no logró consensos sólidos alrededor del proceso de paz y tuvo muchos problemas de popularidad, no solo por el proceso de paz, sino por el “tal paro no existe”, por los kilómetros de mar territorial que perdió Colombia en el litigio con Nicaragua, por Odebrecht, por los escándalos de corrupción, junto a su personalidad, a su forma de hacer política, a su pelea con Uribe, a su deslealtad en la política, lo ha ido dejando solo.

El libro suma datos, como el informe que le llega de una empresa de seguridad privada al vicepresidente en ese momento, Germán Vargas sobre micrófonos y cámaras en su habitación y en su sala de juntas, y que Santos nunca investigó. Ernesto Samper señaló: “yo diría que Santos es una persona a la que lo mueven dos sentimientos: la ambición y la inteligencia. Es un ambicioso inteligente, lo cual lo puede hacer más peligroso”.

El último viernes de abril, Santos afirmó que, según fuentes de inteligencia, en Venezuela se estaría “preparando unos artículos nuevos de la Constitución para hacer elecciones indirectas, como el modelo cubano” y sí el país avanzaría hacia “una dictadura soviética con mecanismos sofisticados de control”. Estas premoniciones, ya forman parte del manual de mitomanía de los presidentes que integran el Grupo de Lima.

La ¿casualidad? hizo que su denuncia se produjera un día antes de que la Fundación Paz y Reconciliación hiciese público un informe donde revela que entre el 10% y 20% de los puestos del Senado colombiano están en riesgo de ser comprados a funcionarios electorales y el tufo de un posible fraude electoral se expande por el país.

(*) Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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