Debate feminista: Abajo el feministómetro -Por Carolina Spataro

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Este verano trajo días agitados en los medios con debates feministas a toda hora, que se multiplicaron en las casas, las oficinas, las verdulerías y las mesas de los bares. Un aire fresco permitió introducir en la cultura de masas ideas y argumentos que tienen décadas de existencia pero que no suelen ser parte del prime time mediático. Esto se dio en medio de un proceso en donde los límites respecto de qué voces son las autorizadas y cuáles los lugares de enunciación adecuados se fueron tensionando: están quienes los expanden y hacen más porosos y también quienes los contraen y solidifican. A continuación, algunos botones de muestra.

1- Las Aracelis
Hace unas semanas Araceli Gónzalez participó de la mesa de Mirtha Legrand y opinó sobre la ya tristemente célebre frase de Cacho Castaña: “es un tema muy grave, las mujeres sufrimos ese tipo de acosos. Es terrible, ¿con qué derecho? Está demodé, tiene que evolucionar, las personas evolucionan […] En este medio no podemos justificar […] Yo no estoy en contra de Cacho Castaña, estoy en contra de su frase. […] Si él dice eso, ¿qué ejemplo le está dando a un adolescente? […]”. Mirtha intervino y preguntó: “¿pero vos pensás que con lo que dijo alguna persona violada va a gozar como dijo él?”. Araceli pegó el grito en el cielo y le respondió: “¡Ay por dios! ¡Basta, ya es terrible como lo dijo él! ¡Ese es el miedo que tenemos todas las mujeres!”.[1]

Unos días después la entrevistaron en Intrusos del Espectáculo y le preguntaron por dicha intervención. Ella respondió: “escuché por ahí que dijeron que soy feminista. Yo no soy feminista. Lo respeto muchísimo, pero tengo un hijo varón hermoso, un marido precioso y respeto mucho a los hombres. Ambos géneros se tienen que respetar”.[2]

El “no soy” fue acompañado, minutos después en ese mismo programa, por unas ideas que no circularon o circularon menos. Algunas de ellas: “me parece que la mujer durante muchísimos años ha tolerado muchas cosas. No se atrevía a hablar por miedo a que no le creyeran o quizás muchas mujeres por trabajar han sido acosadas. Hay miles de casos de estos, pero EEUU alzó la voz y a partir de ahí todas empezaron a animarse a denunciar estas cosas […] Denunciar nos protege, denunciar hace que esto no continúe […] A veces los hombres en posiciones de poder se abusan de las jóvenes que se están iniciando que tienen miedo de decirle que no por quedarse sin trabajo. Hay miles de casos, no es la primera vez, el tema es que ahora se están atreviendo a hablar”.

El “no soy” le costó carísimo y en las redes comenzaron a aparecer frases del tipo: “la burrada de Araceli González”, “sos un poco imbécil”, “siempre vendió corpiños, no podes pedirle mucho más”, “no le da para otra cosa” y sigue la lista. Muchas personas, principalmente mujeres, la mandaban a leer, a militar, a salir a la calle, a concientizarse.

La saga no terminó ahí porque la producción de Intrusos, encabezada por la gerenta de programación de América Liliana Parodi, se hizo eco de lo que sucedía en las redes y decidió invitar al piso a Florencia Freijo, politóloga y activista feminista, quien tuvo tiempo para hablar y explicar con claridad algunos ejes del movimiento feminista y de sus luchas. También llamaron por teléfono a Araceli y armaron una conversación entre ellas. Araceli escuchó a Freijo, dijo que estaba muy enojada por los insultos que había recibido en esos días, dio cuenta de las múltiples maneras que el machismo afectó su vida —cosa que viene haciendo hace un tiempo— y contó, entre otras cosas, que no fue acosada en su carrera profesional pero sí abusada a los cinco años por un adulto que la manoseó. Le agradeció a Freijo sus palabras y afirmó: “si eso es el feminismo, entonces soy feminista”.[3]

Esta anécdota viene a cuento de una reflexión más general sobre mujeres, medios y feminismos:

– Si queremos que las demandas del movimiento feminista lleguen a más mujeres (y varones también, claro), ¿qué hacer con las Aracelis? Podemos enojarnos con ellas porque creen que es incompatible ser feminista y querer a los hombres. Podemos insultarlas, subestimarlas, medirlas con el feministómetro y excluirlas de nuestro campo de interlocución. Eso es siempre una posibilidad que está a la vuelta de la esquina, aunque dudosa es su eficacia.

– También podríamos comprender que no todo el mundo tiene por qué saber qué significa el feminismo e incluso que no todas las mujeres tienen por qué definirse como feministas para sumar a la causa (feminista, valga la paradoja). Alentar a las denuncias en casos de acoso, afirmar que la violación es el gran temor de las mujeres y señalar que los varones con poder se abusan de las jóvenes ¿no es acaso un modo de sumar a la visibilidad de las luchas feministas?

– El feminismo es un movimiento que, a pesar de tener más de un siglo de existencia y muchísimos logros respecto de la autonomía de las mujeres, no es conocido por todo el mundo ni tiene un sentido unívoco. Tampoco hay un sólo feminismo, la clase, la raza, la edad, la orientación sexual, la religión, etc., intersectan de modos particulares complejizando las discusiones. De todos modos, lo que Araceli dijo podría servir, más que para quemarla en la hoguera, para preguntarnos de qué se estaba desmarcando. Quizás, si prestamos atención a los insultos que recibió, encontremos una posible respuesta.

2- Las Wandas
Ahora bien, ¿qué sucede cuando una mujer del mundo del espectáculo sí se define como feminista? Veamos lo que sucedió con Wanda Nara, mediática, modelo, conductora y manager del mundo del fútbol, que se hizo famosa en los medios hace más de diez años cuando se viralizó un supuesto video de ella practicando sexo oral a la vez que se la vinculaba en un romance con Diego Maradona mientras ella afirmaba en los medios que era virgen. La exhibición de su cuerpo, sus vínculos con varones famosos y millonarios, su matrimonio primero con el jugador de fútbol Maxi López y luego con un amigo de éste, Mauro Icardi, y la presunción de una vida sexual activa, le valieron incesantes calificaciones del machismo más rancio: petera, botinera, garca, come billetera, etc.

A la luz de los debates recientes, a todas las famosas se les pregunta por las situaciones de acoso y sobre su vínculo con el feminismo, y Wanda no fue la excepción. En una entrevista dijo hace unos días: “creo que las mujeres tienen que perder el miedo, denunciar. El maltrato no hay que escucharlo ni permitirlo porque después es una cadena que no se termina más, que es cada vez peor”. A la pregunta “¿Sos feminista?” respondió: “Sí, ciento por ciento, siempre y se nota, súper feminista. Todo este avance que hay hasta tecnológico, en un montón de cosas, también hace que las mujeres se animen y hablen, que se quiten la presión o el miedo que antes tenían y al escuchar otros casos siento que muchas mujeres se están animando a hablar, está bueno que eso pase”.[4]

Las críticas en las redes tampoco se hicieron esperar esta vez: “ella se constituyó voluntariamente en el paradigma de la cosificación”, “a ella le gusta que la cosifiquen”, “lo que dice no alcanza para postularla como heroína del feminismo”, “hizo plata a partir de prácticas machistas”, “no hay nada de liberador en ella”, “es una mantenida”, “es la sombra de un varón poderoso”.

Esta otra anécdota también viene a cuento de una reflexión más general que va en línea con la anterior:

– Sobre la cosificación: si pudiéramos ponernos de acuerdo en lo que ello significa, ¿podríamos (y convendría) dejar afuera del movimiento feminista a mujeres que usan su cuerpo y su erotismo como herramienta de trabajo, visibilización, placer estético o para hacerse un lugar en el mundo? “Mi cuerpo es mío” es uno de los lemas que buscan concientizar sobre la necesidad de la despenalización del aborto. “¿Es igual de mío si quiero usarlo para mostrar las tetas en la tapa de la revista Gente?” es una pregunta que podría devolvernos Wanda.

– Además, en un momento de expansión del feminismo, ¿qué sentido tiene elaborar un check list que deberían cumplir las mujeres para otorgarles la credencial de feminista? Probablemente ni la feminista más formada aprobaría un check list exhaustivo. ¿Es una biblioteca llena de Simones de Beauvoirs y Butlers las que nos habilita a hablar de un tema tan sensible y dar cátedra sobre ello? Tal vez no. Tal vez sobre violencia, maltrato y acoso podemos hablar todas y cuanto más lo hagamos más cerca estaremos de una vida libre de violencia para las mujeres.

– ¿Wanda Nara es una heroína feminista? Poco importa la respuesta, ¿acaso existe alguna? Un movimiento de heroínas como un todo coherente de teoría y praxis es un imposible. Pero incluso, si esas heroínas existieran, no son suficientes. Necesitamos más personas denunciando el machismo y sus consecuencias.

– En estos días también se subestimó la aparición de “feministas por todas partes” porque ello respondería a una moda. A ciencia cierta no lo sabemos pero, en todo caso, ¿no está buena esa moda? Una moda no necesariamente tiene que ser pasajera y, en todo caso, si lo fuera, seguramente deja marcas profundas en quienes se hayan subido a ella.

– Como lo que sobran son preguntas podríamos sumar otra: ¿Es Wanda representante del feminismo? No, claro que no, el feminismo no es una cuestión de representación. Tal como lo explica claramente Claudia Laudano en un posteo reciente en su muro de Facebook (recomiendo que la busquen, es especialista en feminismos y mediatizaciones y explica con claridad el lugar de las redes sociales en toda esta movida)[5]: “‘Esta feminista no me representa’, se escucha en días de #fervorfeminista. Cooorrecto! El feminismo no es un sistema de representación. Consta de perspectivas históricas varias, con múltiples discusiones internas que no admiten reduccionismos”.

3- Los Rials
En estos días el programa que conduce Jorge Rial se llenó de feministas: Florencia Freijo,[6] Malena Pichot,[7] Julia Mengolini,[8] Luciana Peker,[9] la Señorita Bimbo (Virginia Godoy).[10] Cada una llevó diferentes perspectivas de un movimiento heterogéneo en franca expansión. Hablaron con claridad, no abusaron de la jerga y le marcaron la agenda al programa: es momento de que la tele hable de aborto. Y lo lograron. El pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se vio en un programa televisivo de gran audiencia y los argumentos a favor de la despenalización se hicieron escuchar. “El aborto en televisión no existe. ¡No abortan ni en ficciones las mujeres!” dijo Señorita Bimbo con cara de indignación. Y agregó. “Es la primera causa de muerte en mujeres gestantes”, explicando que abortan las mujeres de todas las clases sociales pero mueren solo las pobres que no pueden pagar para hacerlo en condiciones seguras. Febrero de 2018, televisión abierta, programa de chimentos, Argentina. Tomá mate.

María Florencia Alcaraz, en una nota reciente en Anfibia, señaló algo clave al respecto: “si queremos que el feminismo llegue a más hay que asumir los riesgos, hay que sentarse en el sillón de Intrusos y que escuchen las pibas en los barrios, las mujeres que están mirando porque son las que hacen tres veces más trabajos domésticos y de cuidados no remunerados que los varones y a las que las afecta con mayor fuerza la desocupación y el ajuste”.[11]

Si bien el uso de este tipo de pantallas para la expansión de los mensajes feministas fue bienvenido por muchas (¡enhorabuena!), varias críticas comenzaron a circular por las redes. Algunas de ellas: “que un programa que se dedicó toda su vida a cosificar a la mujer debata sobre estos temas muestra el caretaje y alto grado de corrección política imperante en nuestra nefasta televisión”, “¿ahora la lucha es conquistar Intrusos?”, “No se puede debatir nada serio en esa esfera, el feminismo es una praxis política”, “¿Tienen conciencia de quién es Jorge Rial?”, “Esto es una lavada de cara que están haciendo para conseguir posicionarse mejor en el medio”, “visibilizar una problemática en cualquier lugar y de cualquier manera no suma”, “el feminismo está más preocupado por la agenda mediática que por otra cosa”, “todo lo que toca la tele lo espectaculariza y por lo tanto lo banaliza”, “no creo que para hablarnos entre nosotras haya que estar mediadas por Jorge Rial”, “me gustaría mayor presencia de expertxs en género en vez de figuras mediáticas”, “un lugar que cosifica nunca puede servir a la causa feminista”, “¿qué puede quedar en limpio de todo esto para el/la televidente?”, “la recepción de las audiencias es dispersa, lábil y fragmentada”.

Esta otra anécdota, la última, también viene a cuento de una reflexión más general:

– Las industrias culturales se mueven en busca del rédito económico, de eso no hay dudas. Evidentemente el feminismo está midiendo, incluso Rial lo dijo varias veces con el pañuelo verde colocado durante todo un programa como pulsera en su muñeca. El feminismo también tiene su nicho de mercado, nada escapa a ello: son también mercancías los libros de Simone de Beauvoir, los discos con las canciones de las raperas que le cantan al amor entre mujeres y los pines de “mi cuerpo es mío” que venden en las marchas del Ni una menos; aunque claro, con diferente capacidad de rentabilidad y poder de penetración cultural.

– Si el programa de Rial, el de Susana o el de Mirtha habilitan espacios para las voces feministas, guiados por el fin de lucro, la moda o el pionerismo, bienvenido sea. Hace años que pedimos que los medios de comunicación se hagan cargo de nuestras demandas. Ahora que lo hacen, aunque sea momentáneamente, las críticas son porque no se ajustan al modo en el que creemos que debería hacerse. Quedarnos en la queja es una opción, aprovechar el resquicio para colarnos otra. Tal como señala Carolina Justo von Lurzer en una nota reciente en Las 12: “Podemos sólo horrorizarnos por las confusiones, las banalizaciones, las contradicciones. O podemos también aprovechar la cultura popular como trinchera para tirar una que otra bomba”.[12]

– A su vez, el argumento del lucro no sirve para explicar complejamente el circuito de la comunicación. Los mensajes que cuestionan los privilegios machistas, que ponen un freno a las violencias, que promueven las denuncias por acoso, que dice que las que mueren en abortos clandestinos son las pobres y que señalan que la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres es el horizonte por el que lucha el feminismo, habilitan que cada vez más mujeres identifiquen que lo que a ellas les pasa no responde a una situación individual sino a un sistema económico, cultural y político más amplio que hay que cambiar entre todas y todos.

– Las audiencias multiplican esos mensajes y los usan para su vida cotidiana de modos que no son automáticos pero sí muy potentes. Lo hacen con la música, con la literatura y también con la televisión. Desde hace dos años, junto a colegas de Buenos Aires, Rosario y Córdoba (Carolina Justo von Lurzer, Libertad Borda, Marina Sánchez de Bustamante, Florencia Rovetto, Mariángeles Camusso y equipo), estamos indagando sobre audiencias de programas televisivos de espectáculos, en un proyecto financiado por el CONICET y la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. Algunas de las personas con las que trabajamos, que eran televidentes frecuentes de estos programas, afirmaban que conocieron lo que significaba, por ejemplo, una perimetral, por el caso de Federico Bal y Barbie Velez. Qué significaba y en qué circunstancias se la podía pedir. Podríamos decir que fue un caso de violencia de género que fue espectacularizado, uno más. Sin dudas así es, ojalá eso cambie y para ello necesitamos más feministas trabajando en los medios. Pero, mientras tanto, en esos lugares se cuela información valiosa para muchas/os. En estos días el feminismo se expandió de la mano de las Aracelis, Wandas y las feministas que estuvieron en lo de Rial. Ojalá esto dure y mucho.

Cierre
El video de la canción “La tonta” de Jimena Barón muestra a una mujer joven y sola realizando quehaceres domésticos en un hogar pulcro de colores pasteles.[13] Lleva vestidos vaporosos ceñidos en la cintura que evocan a las protagonistas de La mística de la feminidad de Betty Friedan o a Betty Draper de Mad Men. Mientras friega el piso, pasa la aspiradora y hace una torta, canta “Vuelvo a ser la tonta/ que se amolda a tu rutina/ Que te espera mientras te cocina/ Que se pone contenta si te ve/ Y si no también/ Y sin querer/ Todo lo que juré jamás volver a ser/ Me vuelve y lo repito una y otra vez/ Pedazos de ilusión que rescaté, vuelvo a romper”.

Al final —alerta spoiler— la protagonista, vestida de un negro, con mirada y actitud desafiante, aprieta un botón y pum, explota una bomba dentro de la casa y ella sonríe. En la próxima escena se la ve dejando atrás la casa que se prende fuego. “Muerte al príncipe azul y a la domesticidad obligatoria” podría llamarse ese tema que está batiendo records entre las más jóvenes. En estos días “La tonta” sonó en una radio FM junto a “Girls Just Want to Have Fun” de Cyndi Lauper y “Material Girl” de Madonna, en un bloque que la conductora denominó “fem-power, empoderadas”. Así estamos.

Entonces, a esta altura de la soirée, con un movimiento de mujeres que se amplía y diversifica y la constante aparición de manifestaciones que no encajan con un modelo único de intervención política, es hora de preguntarnos: ¿qué va a hacer el feminismo con las voces no canónicas que demandan una vida libre y sin violencia para las mujeres? ¿Qué va a hacer con las Aracelis, las Wandas, los Rials? ¿Qué va a hacer con los espacios de enunciación no consagrados como la televisión, las revistas de chimentos y las canciones hiteras? ¿Vamos a seguir considerando todo esto sólo reproducción del patriarcado o vamos a ver allí herramientas potentes para cuestionar el orden de género vigente? En estos días aparecieron respuestas muy creativas y poderosas. Ojalá podamos multiplicarlas.

Por ejemplo, de cara al Paro Internacional de las Mujeres del próximo 8 de marzo, sería importante que la consigna la difundan también las famosas del espectáculo, los programas de televisión más vistos, los de radio más escuchados, las cantantes que llegan a las pibas, las tapas de las revistas femeninas que entran en miles de hogares.

Cuestionemos el desprecio y prejuicio que aún pervive y que impide ver que ciertos objetos de la cultura de masas por momentos expanden, a su manera y con sus propias retóricas, algunas demandas del movimiento de mujeres. Un feminismo a la medida de los estándares del progresismo más estricto sería un feminismo para pocas, para las convencidas, para las de siempre.

“El feminismo es para todo el mundo” se llama el libro de bell hooks, escritora y activista feminista, que puede descargarse gratuitamente gracias a la Editorial Traficante de Sueños.[14] Que sea para todo el mundo depende también de nuestra capacidad de escuchar y hablar con las Aracelis, las Wandas y los Rials desde un lugar más empático que el pedestal de la que todo lo sabe.

En esta columna votamos por un feminismo con las Aracelis adentro, erradiquemos la policía del feminismo de una buena vez. Lleguemos a más lugares y más lejos de la mano de la cultura de masas. Ésa es la que es.

[1] https://www.youtube.com/watch?v=27K5y3_ceew

[2] https://www.youtube.com/watch?v=9jf1KPPRPjY&t=644s

[3] https://www.youtube.com/watch?v=l_TNbkR-QD0

[4]https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2018/01/28/entrevista-exclusiva-de-teleshow-a-wanda-nara-no-hay-que-permitir-los-maltratos/?outputType=amp-type&__twitter_impression=true

[5] https://conlagentenoticias.com/feminismo-el-espacio-obtenido-en-intrusos-ayudo-a-calar-mas-hondo-en-la-sociedad/

[6] https://www.youtube.com/watch?v=l_TNbkR-QD0

[7] https://www.youtube.com/watch?v=k0ysAvHTipk

[8] https://www.youtube.com/watch?v=BmO31vIVldk

[9] https://www.youtube.com/watch?v=W9-QIpKWjy8

[10] https://www.youtube.com/watch?v=sRlnz5FtTnM

[11] http://www.revistaanfibia.com/ensayo/el-rating-es-feminista/

[12] https://www.pagina12.com.ar/93015-hagamos-de-los-feminismos-intrusos-en-el-espectaculo

[13] https://www.youtube.com/watch?v=Pf6gxXgrwLc

[14] https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/TDS_map47_hooks_web.pdf

Fuente-Universidad Nacional de José C. Paz

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