Ecuador: los laberintos de la consulta – Por Pedro Brieger

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Por Pedro Brieger

El domingo 4 de febrero se realizó una Consulta Popular en el Ecuador impulsada por el presidente Lenín Moreno que obtuvo un amplio respaldo en las urnas. Esto era previsible por el alto nivel de popularidad con el que todavía cuenta Moreno, el control de aparato estatal y el apoyo de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, tanto estatales como privados.

Los ecuatorianos le dijeron que sí a las siete preguntas formuladas en la Consulta. Estas iban desde la inhabilitación política a quienes estuviesen involucrados en casos de corrupción, hasta penas por delitos sexuales contra niños, la prohibición de la minería metálica, o leyes sobre la especulación de tierras y la explotación petrolera entre otros temas.

Pero la pregunta central que partió aguas en Ecuador fue la número dos, para anular la reelección indefinida. Si bien cada país tiene un sistema político diferente y hay casos donde la reelección indefinida es permitida y en otros vetada, no se puede afirmar que era una respuesta a un “clamor popular” contra la reelección indefinida dado que durante la campaña electoral de 2017 esta iniciativa no formó parte de la plataforma de gobierno de Moreno. Por dicho motivo es muy difícil pensar que no fue una pregunta diseñada para cerrarle el paso a una nueva postulación presidencial del expresidente Rafael Correa, con quien hoy Moreno está enfrentado.

Apenas un año atrás Moreno y Correa viajaban por el país para ganar las elecciones generales y asegurar la continuidad de la llamada “revolución ciudadana” que nació en 2007 cuando Correa asumió la presidencia. Si bien había muchas dudas al interior del movimiento creado por Correa respecto de la candidatura de Moreno, fue el mismo presidente quien la impulsó para frenar a la derecha ecuatoriana representada por el empresario Guillermo Lasso. Por eso Correa en persona participó activamente durante la campaña electoral de 2017 para ayudar a Moreno a triunfar en primera y segunda vuelta.

Pero la relación entre ambos se deterioró rápidamente después del triunfo y ello derivó en una ruptura personal y política con una profunda división en todas las líneas del movimiento creado por Correa, también entre sus principales referentes y los congresistas en la Asamblea Nacional.

Esto se vio claramente durante la campaña a favor y en contra de la Consulta. Mientras la canciller María Fernanda Espinosa publicó una nota en NODAL y afirmó que el gobierno de Lenín Moreno “continúa y profundiza la línea progresista y democrática en base a políticas públicas y una acción de gobierno por la garantía de derechos, la inclusión y el combate frontal a la pobreza y la desigualdad”, el excanciller Guillaume Long, en una entrevista, también para NODAL, afirmó que Moreno era un “impostor” que había establecido “una alianza fuerte con sectores de derecha, y que tiene un papel que cumplir: matar a la Revolución Ciudadana y tratar de destruir políticamente al ex presidente Correa.”

Paradojas de la política, un año después del triunfo sobre Lasso en esta Consulta Popular Moreno recibió su apoyo, y de todo el arco opositor que lo enfrentó en 2017, mientras que Correa y sus seguidores hicieron campaña por el voto negativo.

Sin embargo, si para Lenín Moreno esta Consulta tuvo como objetivo impedir el regreso de Correa, para Lasso y los sectores que gobernaron el país durante décadas a favor de las clases dominantes se trata de desmontar todo lo conseguido durante los diez años de “revolución ciudadana”, de la que Moreno fue parte.

Tras conocerse el resultado Lasso afirmó sin rodeos “Hoy con frontalidad y firmeza podemos decir que (el expresidente Rafael) Correa es parte del pasado. Y el presidente Moreno tiene por delante el desafío de terminar con el correísmo, terminar con sus leyes que asfixian las libertades, como la libertad de expresión y su política económica que mantiene a seis de cada 10 ecuatorianos sumidos en un lacerante subempleo y desempleo”.

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El resultado a favor de la consulta es contundente si se miran los números fríos, pero la política es más dinámica que los fríos números. En primer lugar, cabe preguntar si la gobernabilidad de Moreno dependerá del apoyo que consiga de la antigua oposición que está en las antípodas de su enunciado proyecto político. Por otra parte, ¿habrá evaluado Moreno lo que significa tener como opositor a Correa? En la pregunta dos -y con casi todos los medios de comunicación en contra- Correa logró el apoyo de 35 por ciento de los votantes, lo que demuestra que cuenta con un significativo respaldo popular. Un día después de la Consulta a través de su cuenta en twitter Correa recordó la fallida rebelión de Chávez en 1992: “el joven oficial Hugo Chávez decía: ´no se han alcanzado los objetivos POR AHORA´. El resto es historia. 26 años después decimos lo mismo, y el resto también será historia”.

Se abre un nuevo escenario político en el Ecuador con más preguntas que respuestas sobre el resultado de la Consulta Popular. El tiempo dirá si Lenín Moreno podrá consolidar su poder sin una parte importante del movimiento que fundó Rafael Correa y si continuará formando parte del eje progresista en la región. En un tiempo que las derechas latinoamericanas pugnan por una restauración conservadora como en Brasil y Argentina sufrirá presiones de todo tipo. ¿Podrá resistirlas?


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