Descubren en México la reserva arqueológica inundada más grande del mundo
Descubre la cueva arqueológica sumergida más larga del mundo en México
La naturaleza en Tulum es majestuosa y sorprendente, tan imponente como todo lo que se refere a la cultura maya. Justo en ese lugar se hizo el descubrimiento de uno de los vestigios mayas más sorprendentes de los últimos años: el sistema de cuevas inundadas más grande del mundo.
Mide cerca de 347 kilómetros y en ellas se encontraron, además, cientos de objetos pertenecientes a los mayas, los cuales darán mayor certeza a las investigaciones que arqueólogos han hecho a lo largo del tiempo. Ahora, es pertinente preguntarnos:¿cuánto durará esta belleza?
Los saqueos arqueológicos suponen un peligro para la Riviera Maya, un lugar en el que la historia, la riqueza y la belleza se conjugan en un combo que llama la atención no sólo de arqueólogos, sino también de guías ecoturísticos no certiÖcados y de personas que tienen como objetivo el hurto arqueológico en esta área de la República Mexicana. Vasijas, restos humanos y de animales, fueron algunos de los objetos que se encontraron en la cueva.
Sergio Santana, experto en espeleología (aquella ciencia que estudia el origen y la formación de las cavernas y cavidades subterráneas naturales), declaró al portal Sipse que la Riviera Maya «corre peligro por el saqueo arqueológico; es necesario poner énfasis en el cuidado de estos recursos naturales». Al descubrirse esta cueva sumergida, considerada la más larga del mundo, los expertos le temen al turismo invasivo una vez más. Y no es para menos: esos cenotes sumergidos eran considerados como el inframundo para los mayas y en su universo tenían un lugar especial, pues era el «tercer nivel», más allá del cielo y de la tierra.
Lo importante de este hallazgo es lo que aloja la gran cueva subterránea. Posee cientos de artículos, entre ellos vasijas de cerámica, objetos con un presumible uso funerario e incluso restos humanos y de animales como elefantes, osos, tigres y caballos. El grupo de exploradores del proyecto Gran Acuífero Maya encontró una conexión entre los sistemas de Sac Actún y de Dos Ojos, lo que permitió abrir este nuevo pasadizo de más de 347 kilómetros.
«Es un túnel del tiempo que nos transporta, en algunos casos, a entre 12 mil y 10 mil años atrás», indicó al diario El País, el especialista Guillermo de Anda, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). «Era como recorrer las venas de un cuerpo, un laberinto de caminos que se unían y se separaban», indicó al mismo medio el buzo en jefe Robert Schmittner.
En 2016, por ejemplo, se publicó una investigación realizada por el INAH, en la que se reveló que el robo arqueológico se disparó en un mil por ciento, de 2006 hasta el momento en que se dio a conocer la investigación. En ese mismo tiempo, la Procuraduría General de la República aseguró mil 281 piezas ultrajadas. Tesoros como los que posee la cultura maya y que están situados en la Riviera deberían tener mayor protección al convertirse en un blanco fácil para los saqueadores. El nuevo descubrimiento será, sin duda, un gran reto para las autoridades en Tulum. La preservación arqueológica, incluso por encima del ecoturismo, debería no representar un riesgo para la cueva encontrada en territorio maya; sin embargo, los saqueos son inminentes en este tipo de descubrimientos.
En Tulum, la cueva inundada más grande del mundo
Por Verónica Díaz
Integrantes del equipo de exploración subacuática del Gran Acuífero Maya (GAM), un proyecto de investigación multidisciplinaria impulsado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), descubrió la conexión de dos sistemas de cavernas inundadas, que en conjunto se convierten en la cueva inundada más larga del mundo.
El doctor Guillermo de Anda, el director de esta investigación, confirmó a MILENIO que después de 10 meses de trabajo intenso y, 14 años de búsqueda en el caso del director de exploración del GAM, Robert Schmittner, el pasado 10 de enero se encontró la conexión de dos de los sistemas de cuevas inundadas más grandes en Tulum, Quintana Roo: Sac Actun, con 263 kilómetros, y Dos Ojos, con 84.
Esta conexión, que ahora alcanza los 347 kilómetros de largo y una profundidad promedio de 20 kilómetros (aunque hay lugares de dos metros y otros de hasta 100 metros), adquiere el nombre del sistema más grande que lo conformó: Sac Actun o La cueva blanca, de acuerdo con las normas de espeleología.
“Es, sin duda, el sitio arqueológico sumergido más importante del mundo —explicó De Anda a MILENIO— pues ahí hemos registrado más de cien elementos arqueológicos: restos de fauna extinta, de hombres tempranos, arqueología maya, cerámica y elementos funerarios mayas. Es muy importante también que este hallazgo permite ver que, posiblemente los patrones de asentamiento del pasado, desde el pleistoceno, pasando por los antiguos Mayas hasta la época colonial, se desarrollaron paralelamente a esta enorme cueva inundada de agua dulce.
“Hay una serie de cuevas secas o semisecas asociadas a este gran sistema, con accesos que atestiguan la presencia de humanos antiguos, quienes modificaron estos espacios con muros y escalinatas; aquí también se ha encontrado cerámica o pintura rupestre y en la superficie hay estructuras erigidas que ahora contribuyen a entender mejor el desarrollo humano en la Península de Yucatán”.
De acuerdo con el especialista, además del valor que representa para la investigación científica, este es un gran logro para la exploración en sí misma, pues este acuífero puede ser la última frontera de la exploración después de los océanos, lo que ahora impone el reto de la conservación y la documentación.
“Autoridades del INAH son conscientes del reto que representa documentar, estudiar y registrar adecuadamente todos estos elementos y ponerlos todos bajo una misma lente para dejar de visualizarlos como contextos aislados, para hacer una interpretación global”, señaló De Anda.
El explorador Robert Schmittner, de origen alemán, tiene 20 años de experiencia de explorar este entramado de cuevas húmedas, su disciplina y tenacidad le han permitido alcanzar estos logros, muchas veces arriesgando su vida.
Esfuerzo titánico
“Todo este esfuerzo es titánico de todo un equipo, especialmente de los buzos, entre quienes estuvieron Marty O Farrell, Jim Josiak, Sev Regehr y especialmente de Robert Schmittner, quien cuenta con una gran pasión, obsesión y deseo de encontrarlo.
“No descansó en 14 años hasta no encontrar la interconexión. Todos los días muy temprano, tendiendo que cargar tanques, llevar el compresor y llenar los tanques, equiparse, buscar una nueva entrada, hacer el mapa. Después, consultar el mapa del día anterior, entrar al agua, tirar la línea y buscar el lugar en que nos quedamos ayer y proponerse buscar en ese otro pasaje que pudimos ver a la derecha, mapearlo”.
De Anda señala que lo que sigue es estudiar el valor de los recursos naturales que implica este hallazgo, especialmente el del agua dulce; conocer la dimensión de las cuevas que contienen esta agua, su contexto, su calidad, la dirección en que van sus flujos, entender mejor la morfología del subsuelo peninsular y su biodiversidad. Entender mejor, pues, una parte importante del planeta que no se conocía con exactitud.
“Aunque se han hecho estudios con detectores remotos, éstos nunca han podido sustituir la presencia de exploradores humanos; este es un gran logro de este proyecto, somos humanos los que estamos accediendo a estos sitios.
Otro de los retos inmediatos consiste en conectar Sac Actun, y sus 347 km de largo, con otros tres sistemas de cuevas subacuáticas, los cuales están muy cerca uno del otro, localizados en el municipio del Tulum; uno de ellos es La madre de todos los cenotes que por ahora es un sistema individual y está ubicado al norte de Sac Actun, con una longitud de 18 km y cuya profundidad máxima es de 20 metros.
Según datos del Quintana Roo Speleological Survey, solo en el norte de Quintana Roo hay 358 sistemas de cuevas sumergidas, lo que representan cerca de mil 400 km de pasajes inundados de agua dulce. Después Sac Actun y sus nuevas dimensiones, queda el Sistema Ox Bel Ha, localizado al sur de Tulum con 270 km y Kook Baal con 93 km.
Los tesoros que esconden las zonas arqueológicas bajo las aguas de México
El sitio arqueológico sumergido más grande del mundo ha sido descubierto en Tulum (Quintana Roo) por un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Al localizar la conexión entre los sistemas de Sac Actún y Dos Ojos, se ha abierto un gran laberinto de cuevas de casi 350 kilómetros de longitud. Allí se han econtrado cientos de objetos arquelógicos que son evidencia de civilizaciones antiguas, como la maya.
Pero este es solo uno entre los incontables sitios arqueológicos bajo el agua que tiene México: algunos conocidos y otras por descubrir. El INAH creó una dependencia para estudiarlos en 1980 y desde entonces han sido fuente de hallazgos tan importantes como el de los restos del humano más antiguo de América.
Esto sucedió en 2007 en el cenote de Hoyo Negro, también en Tulum. Siete años después se dio a conocer que el esqueleto, casi íntegro, había sido el de una joven de entre 15 y 16 años que fue bautizada como Naia, y que vivió hace casi 13.000 años en la península de Yucatán.
«Hay un gran abanico de sitios arqueológicos bajo el agua y todos son importantes. Es un universo enorme», sostiene Roberto Junco, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH. Él ha compartido con Vernebuena parte de las imágenes que se muestran en este artículo, y que son un reflejo de la riqueza cultural que tiene México también bajo sus lagos, cenotes y mares.
No todas los zonas arqueológicas subacuáticas corresponden a formaciones estrictamente naturales. Muchos de los sitios marítimos que estudia el INAH se crearon a partir de barcos hundidos. Una de las investigaciones actuales, por ejemplo, se sitúa en un barco de vapor de 1853: el SS Independence, que hoy yace cerca de la Isla Margarita, en Baja California Sur. «Es uno de los primeros buques que llevaba a sus tripulantes a buscar fortuna en California durante la Fiebre del Oro», explica Junco.
El investigador argumenta que este tipo de lugares son igual de valiosos que las formaciones naturales, como los cenotes: «Cualquier sitio calificado como patrimonio cultural subacuático nos va a hablar de dinámicas del pasado». Pero es verdad, añade, que algunos hallazgos pueden parecer más espectaculares que otros.
Junco narra que, en 2015, él y su equipo encontraron una colección muy valiosa de joyas en un naufragio ocurrido cerca de las costas de Yucatán: unas 80 esmeraldas y varios objetos de oro, como rosarios, hebillas, mancuernillas y relicarios. Se cree que el barco se dirigía hacia La Habana. Los objetos rescatados y restaurados se encuentran actualmente en exhibición en el Museo de Arqueología Subacuática de Campeche.
Este proyectil de cañón fue descubierto en la parte norte de Isla de Guadalupe (Baja California), donde se encontraba hundido el pecio Lewis Cass, un buque de la Segunda Guerra Mundial.
Las lagunas del Sol y la Luna, en el Nevado de Toluca, constituyen otro de los sitios arqueológicos subacuáticos más estudiados en México. Se encuentra a más de 4.200 metros de altura, por lo que su exploración está reservada para buzos con un entrenamiento especial.
Al fondo de estas aguas se han encontrado distintos objetos. Junco destaca un cetro de madera del posclásico y cientos de ofrendas de copal que habrían lanzado a las lagunas los pobladores prehispánicos. Según el INAH, las resinas aún conservan su aroma a pesar de haber permanecido sumergidas unos 1.500 años. En la primera de las siguiente imágenes aparece un buzo del INAH sostiendo una antigua ofrenda de copal. En la segunda foto, se aprecia más de cerca uno de estos objetos mientras está siendo estudiado por los investigadores.
En la bahía de Acapulco, cuenta Junco, se ha encontrado una gran colección de porcelana china. «Esto nos permite entender las dimensiones del comercio que ya existía entra la Nueva España y Asia en el siglo XVI. Demuestra que el mundo ya empezaba a gloablizarse desde entonces», afirma.
Hasta ahora, todos los sitios arqueológicos bajo el agua que hay en México son áreas reservadas para la investigación. Pero Junco asegura que la subdirección del INAH que dirige se encuentra en el proceso de diseñar los lineamientos para la visita de turistas a un sitio en el Caribe Mexicano: el Banco Chinchorro (Quintana Roo). La meta, dice, es poder contar con operadores de buceo calificados que guíen a los visitantes e «inculquen el respeto al patrimonio cultural subacuático».