La nueva mesa en Quito – El Tiempo, Colombia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El Gobierno llega este martes a su quinta ronda de diálogos de paz con el Eln en Quito, con un renovado equipo de negociadores de muy alto perfil, a ver si se logra, por fin, dejar atrás esa dolorosa página de guerrillas en Colombia que ha costado más de 220.000 muertos y millones de desplazados.
El nuevo jefe del equipo negociador es el exvicepresidente y hasta hace unos meses embajador en Cuba, Gustavo Bell; es un hombre de amplia experiencia en el acompañamiento de procesos de paz. No solo fue partícipe de los diálogos del Caguán, sino que en La Habana fue un discreto protagonista de la negociación que puso fin a la guerra con las Farc.
Además, hay que destacar el nivel de los generales que lo acompañan: Freddy Padilla de León, excomandante de las Fuerzas Militares, y Carlos Rojas, quien formó parte de la subcomisión que negoció con las Farc las condiciones de su desarme. Con estos nombres y los de cinco destacados académicos, el presidente Santos les demuestra al Eln y al país que está dispuesto a jugársela para lograr un acuerdo de paz.
Pero este es un lado de la mesa. Todo dependerá de la actitud del grupo armado de Nicolás Rodríguez Bautista, ‘Gabino’, que hasta ahora se ha mostrado reacio a hacer gestos de paz contundentes. Ojalá esta vez manifiesten otro talante. Aunque, para empezar, llega este martes a Quito sin haber definido si está de acuerdo con prorrogar el cese bilateral del fuego y de hostilidades que se vence a la medianoche de este martes.
Y mientras que el Presidente dijo estar “más que dispuesto a prorrogar el cese del fuego con el Eln y a renegociar las condiciones de un nuevo cese”, ellos insisten en condicionarlo a compromisos que resultan imposibles de cumplir de manera inmediata, aunque se hagan esfuerzos, como evitar la matanza de líderes sociales y garantizar el desmonte del paramilitarismo. Asimismo, hasta ahora, esa guerrilla ha pretendido excluir del fin de su lista de hostilidades crímenes de guerra tan graves como el secuestro y el reclutamiento forzado de menores. Eso no tiene presentación en un grupo armado que permanentemente se declara dispuesto a buscar la paz.
Con todo, hay que mantener la esperanza y recoger la declaración de ‘Gabino’ en su mensaje de fin de año, en el cual dijo que su guerrilla “no renuncia a la paz y en tal sentido no se levantará de la mesa”. El país espera que ese compromiso se traduzca en hechos concretos que demuestren que el Eln, esta vez sí, está listo para cerrar definitivamente el conflicto mediante una negociación política.
Y ello debería comenzar por aceptar la prórroga del cese bilateral del fuego y de hostilidades, sin que se repitan asesinatos de civiles como los cometidos por esta guerrilla en Chocó y Nariño en medio de la actual tregua. Por ello es clave que el Eln demuestre unidad de mando en la cúpula y jefatura sobre esos “frentes díscolos”, especialmente ubicados en estos departamentos. Además, para avanzar en la agenda de negociación, que tras un año de diálogos no ha pasado del primer punto.
Tiene pues el Eln la opción cierta de salir del monte a la vida civil. Por el bien del país y de tantos colombianos que ellos dicen defender, deben tomar este nuevo intento con la máxima voluntad.