Venezuela: Maduro va por la reelección, la oposición deshoja la margarita en busca de candidato – Por Aram Aharonian
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El periodo de Nicolás Maduro como presidente venezolano termina (en algún momento) en 2018, cuando -según la Constitución de Venezuela- deben celebrarse unas elecciones para elegir al encargado de dirigir el destino del país en los próximos seis años. Maduro quiere ir por la reelección, mientras una desunida y desorientada oposición deshoja la margarita en busca de candidato.
El año 2018 llega con demasiados signos de interrogación. Trae elecciones presidenciales pero también viene cargado con desabastecimiento e inflación para sumarlos a otros escenarios como la corrupción, la criptomoneda, las maquinarias políticas, la injerencia foránea y nuevo encargado de negocios estadounidense mientras Washington sigue con el bloqueo y las sanciones. Por ahora sigue el diálogo político, también la emigración y la amenaza de nuevas guarimbas. Va a ser un año movidito, sin duda alguna, pero a eso Venezuela está acostumbrada: sigue en el ojo del huracán.
Todavía no hay fecha para unas elecciones, que el gobierno quiere adelantar lo más posible (para marzo), tras tres victorias en las urnas, mientras progresa el diálogo con la oposición en República Dominicana –uno de sus resultados fue la liberación de 80 presos acusados de actos vandálicos entre 2014 y 2017- y Maduro habla de criptomonedas y de un combate (tardío) a la corrupción obscena.
La reciente Encuesta Venebarómetro indica que la primera opción con 28,6% sería la de Maduro, bajo un escenario de múltiples candidaturas de oposición. Llama la atención que la suma de candidaturas de oposición recoge un 46,3% de potenciales apoyos bajo un esquema de unidad perfecta, lo cual implicaría la necesidad para una reelección de Maduro de contar con un voto duro de al menos 35% del caudal de participación electoral, en un escenario además de baja abstención (20-25%). Luego de las encuestas que muchas veces desorientan, llega la realidad.
Algunos asesores del gobierno intentan alejar la imagen del Presidente de la del líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez (a quien, entonces, pueden culpar por la “herencia recibida”). Pero la realidad es que lo que está presente en la mayoría de la población es una lealtad sólida a su figura y sus principios y es aquí donde algunos analistas ven una nueva época: una cosa fue el chavismo, es el chavismo, y otra el madurismo.
Difícil cambiar un imaginario colectivo en un país que no sale de su grave crisis y mucho menos atentando contra la imagen de un líder carismático como Chávez.
Maduro ha ido limpiando su camino hacia la reelección, eliminando cualquier candidatura que se le pudiera oponer, entre ellas la del ex ministro de Energía y presidente de la petrolera estatal Pdvsa, Rafael Ramírez, a quien, al igual que a la anterior Fiscal General Luisa Ortega, se les acusó de “corrupción” y al exministro Rodríguez Torres de agente extranjero.
Mientras, la corrupción sigue campante y no solo en Pdvsa, sino en lo referente a los sobornos de Odebrecht, la importación de alimentos, los organismos de control de cambios, la fuga de capitales, el desvalijamiento del país.
Al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) le conviene un escenario en el que los partidos de oposición se encuentren debilitados y divididos, y que una masa potencial de apoyo interiormente confundida y desmoralizada los lleve a la abstención. Y hoy por hoy lo favorece la quiebra y falta de organización de la opositora Mesa de Unida Democrática (MUD).
La reelección de Maduro fue adelantada por el ahora canciller Jorge Arreaza en Montevideo, tras lo que el vicepresidente Tareck El Aissami señaló que tras conquistar 20 gobernaciones, 300 alcaldías, la Asamblea Nacional Constituyente “vamos a tener, Dios mediante, pueblo mediante, la reelección de nuestro hermano Nicolás Maduro como presidente de la República.”
Sin embargo, Luis Vicente León, director de Datanálisis (y consecuente guionista de la oposición) asegura que pese a tres victorias electorales consecutivas (Constituyente, regionales y municipales) “Nicolás Maduro tiene una aceptación minoritaria y en un proceso electoral competitivo no resultaría ganador”.
Los asesores del gobierno creen que en condiciones de amenaza de Washington y de “persecución financiera” internacional, la respuesta de la mayoría del pueblo será la defensa de un símbolo político que encarne “la soberanía y la autodeterminación nacional”. Ese sería Maduro.
Por eso la insistencia en la guerra económica -un argumento que muestra su desgaste ante la realidad del desabastecimiento, la especulación cambiaria y de la inflación-, que intenta establecer en el imaginario colectivo una relación directa entre crisis y los agentes económicos que -según el relato oficial- orquestan una de las más largas “huelga de inversiones” por motivaciones políticas que experimenta el país.
La guerra económica no es la única culpable de la crisis, aseveró el exvicepresidente José Vicente Rangel: “Vivimos en un país donde el costo de los artículos básicos se pierde de vista minuto a minuto; la guerra económica, inducida por el imperio, Europa y los sectores radicales de oposición tienen gran responsabilidad en la situación. Eso para mí no tiene discusión. Pero me parece absurdo decir que son los únicos culpables cuando hay malas políticas económicas del gobierno”.
El auge petrolero permitió el ascenso social de sectores populares y medios, con políticas crediticias, de bienestar material y redistributivas del período Chávez. Y el gran desafío de Maduro es defender y sostener estas conquistas y mejoras materiales. Pero nadie espera que los precios del crudo alcancen en el corto plazo los 88 dólares por barril que los expertos oficiales consideran el precio justo.
La posible reelección de Maduro se dará en una cada vez más aguda disputa por la renta petrolera, sobre todo cuando los precios del barril de petróleo no parecen que vayan a recuperarse lo que dificulta cualquier apalancamiento de una salida a la crisis económica, sin caer en mayor financiamiento externo y/o comprometer el patrimonio nacional.
Hay variables y desempeños para tener en cuenta la candidatura presidencial del oficialismo: el desempeño político interno; el económico, el realizado en la arena de la geopolítica internacional y en el campo de la opinión pública nacional e internacional y, sobre todo, la gestión de demanda y resolución de problemas sociales. Una crisis económica aguda no determinará mecánicamente la probabilidad de reelección de Maduro, sobre todo cuando se sumó una grave crisis en los servicios públicos.
Para recordar: 2012 fue el último año de crecimiento económico y de inflación moderada, lo cual contrasta con el desempeño económico a partir del primer trimestre del año 2014, cuando comenzó la tendencia al decrecimiento, luego la recesión y hoy una depresión económica, junto a una aceleración inflacionaria y presión del mercado paralelo de divisas que impone sus reglas y ritmos al actual cuadro de hiperinflación.
Venezuela acumula once trimestres consecutivos de contracción, es decir casi tres años de una continua caída del PIB (2013-2016); luego de haber alcanzado un máximo histórico de crecimiento del 17,9% en 2004 y de un 5,5% en 2012. En el año 2013 el crecimiento fue de 1,6%, para luego iniciar un indetenible crecimiento negativo en el 2014 de un -3,9%, de -7,1% en 2015 y de un -13,8% en 2016.
Si a esto agregamos la progresiva devaluación de la moneda, y los cada vez más apremiantes pagos de endeudamiento e intereses, el desempeño económico constituye “un pasivo” para otorgar altas posibilidades de reelección de Maduro, señala el portal Supuesto Negado.
La oposición deshoja la margarita
Los principales dirigentes de la oposición, junto a sus asesores extranjeros, evalúan los nombres de los que pudieran someterse a una consulta interna para las presidenciales con la meta de presentar un solo candidato. El método de escogencia no está definido: primarias o por (el cada vez más difícil) consenso. Hasta ahora, lo seguro –según declaraciones de sus representantes- es que irán con un solo candidato.
Los sondeos de opinión mostraron a los más reconocidos: los políticos Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Juan Pablo Guanipa y Henri Falcón, y el empresario Lorenzo Mendoza, considerando que Henrique Capriles Radonsky, perdedor sucesivamente ante Chávez y Maduro, está inhabilitado políticamente. En las encuestas fueron muy bajas las adhesiones a otros “referentes” como Julio Borges o María Corina Machado.
La desbandada de la oposición tuvo como consecuencia la pérdida de autoridad de los líderes de la MUD, reflejándose en las encuestas de julio y diciembre: Leopoldo López -8%, Henrique Capriles -4%, Henri Falcón -3% y Henry Ramos Allup -2%, señala un editorial del diario derechista El Nacional.
Estos son los presidenciables de la oposición, “por ahora”:
Lorenzo Mendoza, propietario de las Empresas Polar –el mayor productor de alimentos y bebidas del país-, entra al ruedo como outsider (fuera del sistema político), con el mismo argumento utilizado por la derecha en otros países: el empresario que no necesita robar para gerenciar bien el país., en la era de empresarios presidentes (Trump, Piñera, Macri, Cartes, Kuczynski…)
De 52 años, no tiene trayectoria política, pero en el contexto de crisis económica, las encuestas sitúan a este hombre de negocios en las preferencias. La reacción de Henrique Capriles, de Primero Justicia (PJ), sobre una posible candidatura no se hizo esperar: “Tenga cuidado, porque si lo están asomando no es con buenas intenciones. Se lo digo yo”. Trascendió que no tiene intenciones de postularse.
Leopoldo López, está detenidos (ahora en su casa) desde 2014 –por responsabilidad intelectual de la muerte de 43 personas durante el terrorismo de calle- y su inhabilitación política vence este mes. El líder de Voluntad Popular es uno de los opositores más férreos y radicales del gobierno de Maduro y sus aspiraciones no son una incógnita. En 2012 se preparó para participar en las primarias de la oposición para enfrentar a Chávez y terminó apoyando a Capriles.
Tiene 46 años, y tiene dos hijos con Lilian Tintori, la figura de las relaciones internacionales de la oposición, su esposa desde 2007, quien está próxima a tener un tercer bebé. El diputado Freddy Guevara, señaló que “el candidato nuestro natural, el hombre que está asumiendo la responsabilidad y el sacrificio y con el que todos estamos ‘resteados’, es sin lugar a dudas Leopoldo López”.
Henry Ramos Allup, es un veterano abogado y político socialdemócrata de 74 años, tan conocido como extrovertido. Acción Democrática es el partido con la mayor cantidad de militantes en la oposición. Es fuerte en su discurso, elocuente y “no tiene pelos en la lengua” para decir sus verdades, lo que entusiasma a sus seguidores. “Si no quieren oír, tápense los oídos porque voy a decir lo que tengo que decir”, le dijo al presidente Maduro cuando éste presentó su memoria y cuenta ante el Parlamento.
“Si en la oposición hay elecciones y yo soy el candidato presidencial y resulto electo, pues seré el presidente”, afirmó al ser cuestionado sobre su candidatura para el 2018.
Manuel Rosales, fue gobernador del estado Zulia y compitió con Hugo Chávez en 2006 y en 2008. El funddor de Un Nuevo Tiempo (UNT) estuvo en el exilio y regresó en octubre de 2015, sabiendo que lo arrestarían. Rápidamente, entró en la lista de los llamados “presos políticos”. Tras su libertad en 2016, tiene a cuesta la sombra de señalamientos según los cuales negocia con el Gobierno, pero él asegura que “ni se compra, ni se vende”, aun así lo ven como opositor.
Salió a dar la batalla por la Gobernación del Zulia, la cual perdió, luego de que Juan Pablo Guanipa, se rehusara a juramentarse ante la Asamblea Constituyente. El pasado 15 de diciembre estuvo con la MUD en la negociación con el Gobierno en República Dominicana.
Henri Falcón, destacó como uno de los fieles a Hugo Chávez desde el Movimiento V República (MVR) hasta que en 2010 anunció su retiro del PSUV. Militar retirado y abogado, fue constituyente en 1999. Exalcalde de Irribarren en Barquisimeto, exgobernador de Lara y actual presidente del partido Avanzada Progresista (AP).
Sereno en su hablar, reitera su rechazo a la gestión de Maduro, pero recalca que la MUD ya cumplió un ciclo y que hay que establecer nuevas alianzas porque no puede estar encabezada por cuatro partidos que -según él- deciden por todos. No apoyó el llamado a abstención para las municipales. Asegura que AP participará en las presidenciales, pero no asoma nada sobre su nombre, solo acentúa que tiene “moral” para postularse a Miraflores y que “no puedo decir de esta agua no beberé”.
Juan Pablo Guanipa, fue el único gobernador electo que se negó a juramentarse ante la Asamblea Constituyente. Con la inhabilitación (por corrupción) de Capriles, Guanipa surge desde el Zulia como una de las fichas de Primero Justicia (PJ). No ha confirmado su postulación, pero tampoco lo niega. Su posición radical lo hace figurar como un recio opositor, pero en su contra tiene un electorado decepcionado por haber “dado la espalda” al voto que lo escogió como jefe del Ejecutivo zuliano.
(*) Periodista uruguayo, magister en Integración, fundador de Telesur, codirector del Observatorio de Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), y presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (Fila). Autor de Vernos con nuestros propios ojos y La internacional del terror mediático, entre otros textos.