Hacia adelante – La Prensa, Honduras

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Con el final del escrutinio de las actas que presentaban inconsistencia culminó, en horas de la madrugada de ayer, la apertura de maletas, el conteo de los votos, uno por uno, en ellas contenidos y la entrega de resultados al Tribunal Supremo Electoral que dio cifras y porcentajes del nivel presidencial, con lo que se abre el espacio destinado a las impugnaciones que habrá de resolver el pleno del TSE.

Histórico el resultado por lo ajustado del triunfo, pero superhistórico el conteo especial, el que estuvo a cargo de personal ajeno a los dos partidos que quedaron en la contienda. Ante el “dar largas” de uno de ellos y el retiro voluntario del otro para evitar las suspicacias comenzó el escrutinio especial en presencia de los obsevadores de la Organización de Estados Americanos, de la Unión Europea y de instituciones civiles nacionales. Inédito, histórico, que el pueblo destrabase el proceso con el respaldo no solo de los observadores, sino de la gran mayoría de los hondureños, cuyo anhelo expresado era concluir y disponer de cifras y porcentajes firmes, aunque al proceso falten las impugnaciones, algunas de ellas ya presentadas en el nivel de Municipalidades.

Atrás las elecciones con participación ejemplar de los ciudadanos, pero, más importante, las lecciones que la dirigencia política, en el poder y la oposición, debe aprender para no seguir tropezando en la misma piedra. La exigencia de reformas electorales habrá de ser prioridad, no como jugada política para sacar ventaja, sino evitar el incremento de la debilidad institucional y no seguir atentando contra las precarias condiciones de gobernabilidad. El mandato de las urnas exige mayor responsabilidad, sensatez y tino en el Gobierno y en la oposición para los próximos cuatro años.

Pero hoy el desafío se mueve en el ambiente de dirigentes políticos y candidatos, a los que se exige que acepten resultado con sensatez y responsabilidad, pensando en el bien común de la población”. Por ello “pedimos a los dirigentes del Partido Nacional y la Alianza contra la Dictadura… que orienten a sus bases para que asuman una postura de respeto, madurez ciudadana, de promoción de la paz y conviviencia pacífica”, ya que “no tenemos derecho a fracasar”, orienta la Conferencia Episcopal de Honduras.

La violencia social y política van en camino y pueden crear una crisis tal como nunca ha habido en la historia nacional. El desafío, imperativo categórico, exige solución a los graves y urgentes problemas del país, “no tenemos derecho a fracasar”.

La Prensa

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