Operación América Unida: presencia militar permanente de EEUU en América Latina – Por Silvina Romano, Tamara Lajtman y Aníbal García Fernández

790

Por Silvina Romano, Tamara Lajtman y Aníbal García Fernández / Investigadores de Celag

Del 6 al 12 de noviembre se llevará a cabo un ejercicio militar conjunto auspiciado por las Fuerzas Armadas brasileñas en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú con la participación de Estados Unidos.[1] El ejercicio se denomina “Operación América Unida” o “Amazonlog 17”. Por primera vez, se prevé la instalación de una base militar internacional temporal en la ciudad de Tabatinga (estado de Amazonas, Brasil) fronteriza con Leticia (Colombia) y Santa Rosa (Perú). El ejercicio consistirá en simulaciones militares dirigidas desde la base multinacional y el objetivo “oficial” es prepararse para una situación de “carácter humanitario”.[2]

La presencia militar de EEUU en Perú, Colombia y Brasil es en algunos casos de larga data, además de extenderse por diversas zonas y con múltiples objetivos. Se trata de hechos y procesos poco conocidos, que tienden a ocultarse deliberadamente de la opinión pública, a pesar de que vienen operando para legalizar y naturalizar la intervención, ocupación y control del territorio por parte del complejo industrial militar de EEUU.

Por un lado, no solo es curiosa en sí misma la presencia de tropas de EEUU en la zona de la Amazonía, sino que es preocupante la meta relativa a atender cuestiones de “carácter humanitario”, considerando la permanente presión para desestabilizar a Venezuela (especialmente alarmante durante la primera mitad de 2017). El Comandante del Comando Sur, Kurt Tidd, en su informe ante el Congreso estadounidense (2017) declaró: “La creciente crisis humanitaria en Venezuela puede obligar a una respuesta regional”.[3] Este tipo de advertencia se suma a una serie de prácticas de las fuerzas de seguridad estadounidense que exceden la guerra contra las drogas y el terrorismo -ámbito por excelencia de las Fuerzas Armadas (FFAA) de EEUU en América Latina- que incluyen cursos de entrenamiento y operaciones conjuntas con FFAA de América Latina para enfrentar la “amenaza del cambio climático”, control de movimientos migratorios, desarrollar “asistencia humanitaria” y la “preparación frente a desastres naturales”. Por otro lado, y no menos preocupante, la presencia militar de EEUU en Perú, Colombia y Brasil es en algunos casos de larga data, además de extenderse por diversas zonas y con múltiples objetivos. Se trata de hechos y procesos poco conocidos, que tienden a ocultarse deliberadamente de la opinión pública, a pesar de que vienen operando para legalizar y naturalizar la intervención, ocupación y control del territorio por parte del complejo industrial militar de EEUU.

En términos generales, esta presencia estadounidense en la región debe ser comprendida en el contexto de disputa global por el control político, económico y científico de los recursos naturales, en el que la Amazonía en su conjunto ocupa un rol prioritario a causa de sus enormes reservas de hidrocarburos, agua, minerales y biodiversidad. Asimismo, es fundamental tener en cuenta el escenario regional a partir de la nueva articulación geopolítica que se abre con la caída de Dilma Rousseff y el giro conservador en Brasil que, junto a países como Colombia y Perú, se suma a los gobiernos alineados a la doctrina de seguridad hemisférica, en clave opuesta a la trayectoria del progresismo en la región.

BRASIL 

  • El Ejercicio Operación América Unida/Amazonlog 17 demuestra que Brasil “vuelve a conectar” y “estrechar los lazos” con FFAA de EEUU, relajando aspectos que tensionaban la relación previamente [ver recuadro 1].
  • En julio de 2017 (Brasilia), en diálogo establecido entre delegados de las FFAA brasileñas con delegados del Comando Sur, se acordaron 43 acciones entre ambos “equipos”, establecidas en un plan de compromiso conjunto. Este tipo de encuentros se realizan desde 1984.[4]
  • En ocasión de ese encuentro, un grupo se dedicó especialmente a asuntos de ciber-defensa, en el marco del Comando de ciber-defensa que está operativo y que implica tareas conjuntas de las tres Fuerzas Armadas [ver recuadro 2].
  • Otro de los rubros destacados durante el encuentro fueron las Fuerzas de Operaciones Especiales. El Comandante de las Operaciones Especiales aclaró que este grupo viene operando desde 1956 y que fue en gran medida organizado con base en lo aprendido por militares brasileños en Fort Bragg y Fort Benning.[5]

  • En junio de 2016 las “conversaciones” entre FFAA brasileñas y Comando Sur se llevaron a cabo en Houston y se acordaron 57 acciones, incluyendo intercambios profesionales. En 2015 se habían acordado 70 eventos, entrenamiento e intercambios entre las FFAA de EEUU y Brasil.[6]
  • En 2016 las Armadas de Brasil y EEUU realizaron una actividad preparatoria para las Olimpiadas en Río de Janeiro, involucrando entrenamientos enfocados en antiterrorismo. Parte de estos entrenamientos incluyeron la presencia de portaviones de EEUU en la costa de Rio Grande do Sul y Río de Janeiro para entrenamiento de la Fuerza Aérea Brasileira en 2015.[7]
  • En 2017 el Ministerio de Defensa de Brasil (gobierno Michel Temer) y el Pentágono firmaron el Convenio para el Intercambio de Información en Investigación y Desarrollo, MIEA (Master Information Exchange Agreement). El documento funciona como base para establecer cualquier tipo de cooperación bilateral con Estados Unidos.[8]
  • En 2003 Lula puso fin a las negociaciones con Estados Unidos para el uso de la base de Alcântara. El gobierno de Temer retomará este proyecto.[9]

  • En 2010 se firmó el Acuerdo de Cooperación en Defensa (bilateral): colaboración en áreas como investigación y desarrollo, apoyo logístico, tecnologías de seguridad, la adquisición de productos y servicios del rubro de defensa.[10]
  • En 2010 se firmó el Acuerdo de Seguridad General de Información Militar (bilateral): facilita compartir información militar y de defensa clasificada, que es fundamental desde un punto de vista operacional y también desde lo comercial.[11]

PERÚ

  • Perú es integrante esencial de la Iniciativa Regional Andina (2002), que es la expansión en la región andina del Plan Colombia.[19]
  • Perú es el tercer principal receptor de recursos estadounidenses de “Asistencia Militar y Policial” en América Latina entre 2000 y 2017, después de México y Colombia, con un presupuesto total 1500 millones de dólares.
  • Entre 2001 y 2015, con un total de 651 militares entrenados por fuerzas de seguridad EEUU, el país ocupa también el tercer puesto, luego de Colombia y México.[20]
  • En 2007 se retoman las operaciones contraterroristas en el VRAEM,[21] operaciones que persisten hasta la actualidad y cuentan con asesoramiento estadounidense.
  • En 2016 se reafirman relaciones militares bilaterales marcando pautas para una nueva serie de ejercicios militares conjuntos y entrenamiento del Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales Conjuntas (CIOEC) y del Comando Especial del VRAEM.[22]

  • En 2016, la Resolución Legislativa n° 30398 permite el ingreso de tropas del Destacamento Operacional Alfa (ODA) (de EEUU) con los fines de “entrenamiento de Operaciones especiales con el Comando de Fuerzas Especiales – VRAEM.[23]
  • En 2014 el General John Kelly -exjefe del Comando Sur de los EEUU y actual Jefe de Gabinete de gobierno republicano- visita al VRAEM para optimizar intercambio en conocimientos de combate.[24]
  • Se afirma que la relación de EEUU-Perú es directa o vía Bogotá. El Ex Secretario de Defensa, León Panetta (2012) mencionó: “Estados Unidos se encuentra listo para trabajar con Perú en planeamiento conjunto, intercambio de información y cooperación trilateral con Colombia para abordar nuestras inquietudes compartidas sobre seguridad”.[25]
  • En 2012, 120 efectivos de las fuerzas especiales peruanas que operan en la región del VRAEM reciben entrenamiento en técnicas de asalto aéreo por la División de Aviación del Ejército colombiano.[26]

  • Es simultáneo a la reinstalación de la VI Flota para patrullar el continente con “fines humanitarios” –con estaciones de aprovisionamiento en Perú y Colombia– se instalan, financiadas por el Comando Sur, una serie de pequeños Centros de Operaciones de Emergencias Regionales (COER) para la ayuda humanitaria y respuesta a desastres naturales que sustituyen (o funcionan en paralelo a) las tradicionales bases militares.

COLOMBIA
  • El acuerdo entre Obama y Uribe de 2009 que concedía a EEUU la utilización de siete unidades militares colombianas con un régimen de inmunidad para las tropas, contratistas y mercenarios,[27] fue declarado inconstitucional por la Corte Constitucional de Colombia. Pese a ello, la actividad militar de EEUU prosigue sin la necesidad de acuerdos formales.
  • En 2012, al margen de la VI Cumbre de las Américas en Colombia, los presidentes Santos y Obama acordaron ampliar la cooperación bilateral en seguridad estableciendo un “Plan de Acción sobre Cooperación en Seguridad Regional” para coordinar la asistencia militar y policial a terceros países.
  • En 2013 se produce la incorporación de Colombia como miembro de la OTAN: “en los últimos años militares y policías de más de 45 países se han beneficiado de ese conocimiento. Colombia continuará con este esfuerzo de contribución a la seguridad, a la paz y a la estabilidad regional e internacional, así como brindando su experiencia a las naciones que lo requieran” (acuerdo suscrito en Bruselas en junio de 2013).[28]
  • En agosto 2017 la Fuerza Aérea colombiana llevó a cabo un ejercicio con la Fuerza Aérea brasileña, bajo “supervisión” del Comando Sur. Los ejercicios fueron conducidos por el Comando de Movilidad Aérea, incluyendo más de 3000 militares y con la participación de 25 asociados internacionales (31 julio al 12 de agosto).[29]

ANTECEDENTES OPERACIÓN AMERICA UNIDA (Y LA AMAZONÍA)

  • Las fuerzas armadas de Brasil, Colombia y Perú vienen llevando a cabo distintos programas de cooperación para enfrentar los “delitos transnacionales”, ejemplo de ello es la operación naval Bracolper realizada anualmente desde 1947.[32]
  • En 2003, Brasil firmó un protocolo con el gobierno colombiano y más tarde con el peruano, para compartir la información generada por el SIVAM (Sistema de Vigilancia de la Amazonía).[33]
  • El departamento del Putumayo, que limita con Ecuador, tiene un rol prioritario en fumigaciones aéreas, erradicación manual forzada y militarización en el marco del Plan Colombia por concentrar el mayor número de hectáreas sembradas con cultivos ilícitos.
  • En marzo de 2008 se produce el bombardeo del campamento de las FARC por las FFAA colombianas en la provincia Sucumbíos (Ecuador), en el marco del “Operativo Fénix”, que contó con asesoría de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y la CIA, de EEUU.

  • En 2016 se firmó un acuerdo para la construcción de un COER en la región Amazonas (Perú) entre el gobierno regional, el Comando Sur y la empresa Partenon Contratistas E.I.R.L. El COER incluye: helipuerto, almacén de ayuda humanitaria y módulos de logística, monitoreo y análisis.[34] A ello se le suman los demás COER ubicados en la Amazonía peruana como los de Ucayali, San Martín y Loreto.
  • El Comando Sur está permanentemente involucrado en “programas sociales” en la Amazonía. Un ejemplo es la instalación de tecnología y donación de medicamentos bajo proyecto de la Marina de Perú que circula por los ríos amazónicos para llevar servicios sociales a las poblaciones ribereñas.[35]
  • Presencia de militares estadounidenses en Iquitos, en laboratorio del Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales de la Marina de los EEUU (S. Naval Medical Research Unit, NAMRU-6) establecido en 1983.[36]

En continuidad con prácticas de larga data afectan directamente a las poblaciones que habitan esos territorios (incluyendo la represión y expulsión) codiciados por el sector privado/público de EEUU y los sectores locales vinculados a esos negocios.

Como hemos mencionado en un inicio, esta permanente y extendida presencia de fuerzas de seguridad de EEUU en la Amazonía, geográficamente muy cercana a Venezuela, levanta la voz de alerta. Pero no es el único motivo de preocupación. En virtud de lo expuesto aquí, y considerando los casos puntuales abordados, destacan al menos las siguientes cuestiones.

En el caso de Brasil, “anfitrión” de la Operación América Unida, vale recordar que durante los gobiernos del PT, se mantuvo una política de soberanía respecto de la Amazonía, que blindaba de algún modo la estrategia estadounidense y ponía freno a proyectos de “internacionalización” de esa región (tal como lo plantea la Estrategia Nacional de Defensa de 2008).[1]Como se mencionó, en el 2003 el gobierno de Lula da Silva puso fin a las negociaciones con Estados Unidos para el uso de la base de Alcântara, pero el gobierno de Temer retomó este proyecto.[2] De modo que los ejercicios conjuntos en la Amazonía marcan una reversión en lo relativo a la soberanía en zonas geoestratégicas. Con respecto a Colombia, si bien es ampliamente conocida la injerencia de FFAA de EEUU en el país en el marco del Plan Colombia, hoy es más importante que nunca la publicidad y visibilidad de las acciones de las FFAA colombianas, en un contexto de firma de la paz que ha llevado al desarme de las FARC pero también a la proliferación del paramilitarismo. En lo referido a Perú, llama la atención la escasa publicidad y difusión sobre la extendida presencia de las fuerzas de seguridad estadounidenses en ese país en regiones geopolíticas y geoeconómicas estratégicas. A partir de la firma del Tratado de Libre Comercio Perú-EEUU, se permitió la licitación de la Amazonía peruana para explotación y exploración de petróleo, la privatización de los recursos minerales y energéticos. Esto, en continuidad con prácticas de larga data que afectan directamente a las poblaciones que habitan esos territorios (incluyendo la represión y expulsión) codiciados por el sector privado/público de EEUU y los sectores locales vinculados a esos negocios.[3]

La presencia militar de EEUU en la región no solo nos alerta sobre la mayor incidencia/dependencia de los lineamientos de seguridad del país del Norte en América Latina y la cada vez mayor capacidad de vigilancia, acceso a información y recursos en “tiempo real”. También advierte sobre el impacto en aspectos fundamentales relativos a la soberanía, la ampliación de la vigilancia (incluida la ciber-seguridad); el alcance del rol/acción de las FFAA (en “reemplazo” de personal civil); la “apertura” de espacios como la Amazonía a la rapiña por recursos de todo tipo; la influencia/apropiación de desarrollo tecnológico por parte de empresas y del sector industrial militar de EEUU, entre otros aspectos que deberían formar parte de un amplio debate público.

Por último, pero no menos importante, los países que participan en la Operación América Unida forman parte a su vez del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de UNASUR, que fue creado tanto en una lógica de estrechar la cooperación entre las FFAA regionales, como para reforzar la autonomía frente a EEUU ¿en qué lugar queda el CDS en este creciente reforzamiento de las relaciones militares con EEUU?

Más notas sobre el tema