Sebastián Quiroga, vocero nacional del Congreso de los Pueblos: “Con los procesos de paz en Colombia no se puede bajar la guardia de la lucha”

1.802

Por Leandro Albani

¿Es posible analizar un futuro cercano para Colombia y alcanzar algunas conclusiones? Con esa pregunta, entrevistamos a Sebastián Quiroga, vocero nacional del Congreso de los Pueblos, organización política y social con una fuerte presencia en todo el territorio colombiano. Los acuerdos de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las actuales negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la expansión del paramilitarismo, las políticas oficiales de ajuste y el avance de la derecha en América Latina, son los temas centrales en este diálogo.

-¿Cómo analiza la actual aplicación en Colombia de los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC?

-El diálogo entre el gobierno y las FARC tiene dos caras: la del gobierno, o digamos la del régimen, y la de las FARC. Por parte de las FARC, existe la decisión firme de avanzar en el proceso de diálogo y solución política, lo que significa la dejación de armas y el tránsito hacia ser un partido político. Este proceso ya surtió efecto y hoy las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia son la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Es decir, cumplieron. Sin embargo, la otra cara, la del cumplimiento del gobierno nacional, y más en general del régimen político colombiano, es la del incumplimiento general y particular. En general, porque se podría decir que hoy estamos en una tercera negociación: más de cinco años de negociaciones directas entre el gobierno y las FARC; ajustes que se tuvieron que hacer después del plebiscito en donde ganó el NO a los acuerdos; y modificaciones que se están haciendo en el Congreso de la república vía Fast Track, o vía rápida, como mecanismo de implementación. Cada vuelta de estas, ha restringido cada vez más los alcances del acuerdo, desfigurando su esencia, en el sentido de modificaciones positivas a la democracia, a la distribución de la tierra y el reconocimiento de derechos. En lo particular, sale una carta de Timoleón Jiménez donde expresa estos incumplimientos, relacionado con el levantamiento de órdenes de captura, aportes económicos a desmovilizados, aprobación de leyes para circunscripciones especiales. entre otros temas. Este hecho de incumplimiento tiene preocupada con razón a la FARC, y al conjunto de sectores que le tuvimos fe a este acuerdo y sus alcances.

-¿Los acuerdos de La Habana son un piso para las próximas negociaciones entre el ELN y el gobierno nacional?

-Tanto el gobierno, como las FARC y el ELN reconocen que el proceso de La Habana es diferente al proceso de Quito; tanto por el carácter de las organizaciones como por el momento de cada negociación. El ELN plantea una agenda más amplia y menos acotada, con un énfasis en la participación y el protagonismo de la sociedad. Además,  plantea puntos no pensando en el futuro de la organización misma sino del país. Los acuerdos de La Habana, y más en general el proceso, deben servir parar extraer lecciones positivas y negativas, y aunque pueda haber insumos, no será ni un piso ni un techo.

-¿Cómo podría sintetizar la presencia del paramilitarismo en el territorio nacional?

-Luego de la desmovilización de las AUC (Autodefensas Unidas de Colimbia) en 2005, el paramilitarismo cambió su forma de actuar y su presencia, luego de la consolidación de la presencia de la fuerza pública y de la economía extractiva y agroindustrial. Hoy hay una fuerte presencia del paramilitarismo en las zonas urbanas del país, ligado al microtráfico y al control territorial. En los territorios rurales es similar: presencia en territorios de frontera vinculados fuertemente al narcotráfico y contrabando, y con presencia en territorios de abandono histórico del Estado como en el Chocó.

-¿Cómo influyen los cambios de gobierno de América Latina, donde en muchos casos asumió la derecha, al proceso de paz en Colombia?

-Influyen en varios sentidos. Muestra que la vía democrática no está completamente garantizada para los movimientos populares como alternativa de cambio. Es decir que no se debe bajar la guardia. También pone alerta sobre el acecho del gobierno norteamericano, y las extremas derechas, que lanzan una nueva ofensiva hacia el continente, usando todas las formas de lucha. En conclusión, muestra que el proceso de paz no puede ser una bajada de guardia con respecto a la lucha por un nuevo país y un nuevo continente. Que es necesario estar alerta, siempre buscando cómo aumentar las capacidades de lucha, pelea, disputa y conquista por parte de los sectores populares. Esa es la perspectiva de un proceso de diálogo y solución política, un proceso que nos deje con más fuerza y no con más debilidad.

El Furgón

Más notas sobre el tema