Crisis en Brasil e inestabilidad geopolítica para la región – Por Carmen Aliaga Monrroy

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La emergencia económica y política de los BRICS como una potencialidad geopolítica que reordena el tablero mundial durante la última década, había brindado al Brasil, la oportunidad histórica de perfilarse como potencia mundial. Este fenómeno cambiaba totalmente las perspectivas para nuestra región, sumándose además el contexto político favorable a posibles alianzas entre gobiernos progresistas a nivel no sólo comercial, sino con perspectivas de crecimiento y desarrollo intrarregional. Se abría no sólo para la economía brasileña, sino para los intercambios comerciales toda una expectativa para América Latina; la interrelación entre crecimiento económico de Brasil y sus crisis políticas internas muestra la importancia y las implicaciones geopolíticas de la actual crisis política y económica de Brasil para toda la región.

¿Una oportunidad geopolítica latinoamericana perdida?

Brasil visualizado en diversas oportunidades como el gigante de la región vive desde hace dos años atrás una crisis política y social que irradia a la región, el golpe de Estado del año 2016 muestra cómo la crisis económica afectó los niveles políticos hasta llegar a un grado de eclosión social. Por otra parte esta misma crisis muestra la influencia de la intervención norteamericana para frenar toda posibilidad de crecimiento de un país latinoamericano. Los intereses sobre recursos estratégicos en reservas petroleras y otros recursos de Brasil por parte de la hegemonía imperialista jugaron un rol fundamental en la inestabilidad política que aún se siente en este país.

La importancia económica de Brasil en tanto recursos petrolíferos preocupa al eje imperialista, desde el gobierno de Lula Da Silva se advertía sobre la necesidad de proteger política e incluso materialmente los recursos de este país, principalmente en el área amazónica. Es por esta razón estratégica que la crisis política de Brasil sólo puede ser leída geopolíticamente y entendida desde los intereses de EE.UU. para intervenir en la política exterior de América Latina.

EE.UU. y su relación con la crisis en Brasil

El caso de Brasil muestra a la región la importancia de acompañar los procesos de transformación política con transformaciones estructurales de la matriz productiva. Los escándalos de corrupción acompañados de la crisis económica de Brasil se dan en gran medida debido a la influencia determinante de la presencia de empresas multinacionales con inversión estadounidense en ese país. Por ejemplo EE.UU. tiene importantes inversiones comerciales en el yacimiento PreSal de reservas submarinas de gas y petróleo; inversiones que le hacen una importante competencia y hasta intento de sabotaje a PETROBRAS.

Por otra parte, en una esfera más política, es claro que a EE.UU. le preocupaba el liderazgo que empezaba a tener Brasil sobre la región; lo cual se demuestra con el acercamiento diplomático entre la potencia norteamericana y el gobierno argentino que tiene serias intenciones de debilitar la preponderancia brasileña. Finalmente y como la estrategia militar no puede dejarse de lado, se ha podido comprobar que desde el año 2009 se han incrementado las bases militares norteamericanas, principalmente en la Costa Caribe.

Todos estos datos muestran que no hay casualidad alguna entre los intereses hegemónicos, políticos, militares y económicos de EE.UU. y su necesidad de intervenir en la derechización de los procesos políticos de América Latina; solapando incluso de forma descarada intervenciones antidemocráticas como sucedió en Brasil.

Aprender de los errores cometidos

Lo sucedido en Brasil muestra la importancia de aprender de los errores históricos para los otros gobiernos progresistas de la región. Aunque es innegable la apuesta norteamericana por desestabilizar políticamente a este país, también es innegable la degeneración interna de lo que fue el gobierno del PT. Los escándalos de corrupción en los que se vieron involucrados muchos representantes este partido y de ese gobierno demuestran que es necesario repensar los procesos de transformación política y social a nivel geopolítico. Parece que ser que a pesar de las innumerables movilizaciones y protestas sociales en Brasil, se está perdiendo una oportunidad histórica para el proceso de desglobalización y abriendo una puerta que se creía estaba cerrada a la derecha en diferentes puntos estratégicos de nuestro continente.

El caso brasileño es un problema que atañe a todos los pueblos de la región, la recesión económica que ha llegado a ser la una de las peores de su historia está afectando a otras economías aledañas, el desempleo y la pérdida de los derechos sociales/laborales; son una alarma para los procesos progresistas que resisten en la región. Sólo en el caso de Argentina se han reducido las ventas en un 47,9%, con Chile el comercio ha caído en un 14,6% y en Bolivia todavía se está esperando una variabilidad de los precios del petróleo y el crudo. En el caso nuestro preocupa también que desde el golpe de estado del año 2016 las posibles alianzas con el “gigante sudamericano” se vean truncadas, había ya iniciativas de intercambios energéticos que podrían haber marcado una figura nueva de política regional con respecto a la gestión energética al menos entre estos dos países. Por todo esto Bolivia está sintiendo y seguramente resentirá aun los efectos de la crisis brasileña.

Por otra parte, esta crisis también demuestra la aun presente dependencia económica de los países latinoamericanos, se sabe que una de las razones que llevó a la recesión fueron los incontables créditos subsidiarios e incentivos fiscales que incentivaron Lula Da Silva y posteriormente Dilma Rousseff aprovechando el precio mundial de los commodities. La desaceleración asiática también tuvo su impacto en esta crisis y así los sucesos geopolíticos han tenido mucho que ver para develar que no existe en efecto una soberanía política y económica sobre gestión de recursos y que además no se logrará este objetico en los márgenes del capitalismo y de un modelo económico extractivo. La transformación radical, estructural y urgente de una matriz productiva a nivel regional se va mostrando cada vez como una de las pocas salidas frente a las amenazas hegemónicas del imperialismo que tiene sus ojos puestos en la región.

Políticamente se está debilitando peligrosamente el bloque progresista que se había abierto a partir del año 2000, al mismo tiempo se están fortaleciendo intereses intervencionistas, empoderamiento militar y mostrándose con mucha más furia que antes procesos fascistas, xenófobos y racistas contra América Latina; mostrándonos que si la respuesta de es de orden multilateral, los efectos serán desastrosos para cada uno de los países de la región.

(*) Antropóloga boliviana con estudios en geopolítica e integración regional.

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