Dueños de negocios ecoturísticos en Belice quieren mayor protección de manglares

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Por Erik Hoffner.

Caminar por la costa de San Pedro —la ciudad turística más importante de la costa de Belice— brinda una clara imagen de la tensión entre los recursos naturales y la economía. La arena de coral da paso a varios cientos de metros de agua azul intenso hasta donde las olas del Caribe golpean el Arrecife Mesoamericano, la segunda barrera de coral más larga del mundo, que se extiende desde Honduras en el sur hasta México en el norte.

Debajo de las fragatas volando se pueden ver muchos hoteles con estilos diferentes: contemporáneos y acogedores, y elegantes, nuevos y relativamente altos. También hay bares, restaurantes y tiendas de buceo por todos lados hasta la orilla. En establecimientos como “Sandy Toes”, uno puede sentarse en una silla de plástico y beber un ron local mientras sus pies cuelgan sobre la marea caliente.

Pero si uno camina hacia el norte a lo largo de la playa, en poco tiempo unos árboles de mangle desviarán su camino. Estos mangles pertenecen a La Choza, otro bar al aire libre, el cual se asemeja a como una vez lució la zona.

“Si corto esos árboles, la erosión se llevará nuestro bar”, explicó el propietario Luis Cabanas. “El manglar nos protegió del huracán Earl el año pasado. No se llevó nuestro techo”. Cabanas ha estado en San Pedro 28 años y recuerda que la playa en ese entonces era mucho más salvaje con manglares conviviendo con las olas.

Cuando se le preguntó si mantiene los manglares por otra razón, agregó con una sonrisa: “nos gusta darles casa a los peces pequeños”.

Los manglares significan dinero

Situado en el extremo sur del Cayo Ambergris a solo un rápido paseo en taxi de agua de Belice continental, amantes del sol y la naturaleza llenan la isla cada invierno. Su proximidad a algunos de los lugares más populares de buceo en el mundo como la Reserva Marina de Hol Chan y el Gran Agujero Azul —además de las actividades turísticas principales como paravelismo, pesca, kayak de mar, excursiones por el arrecife con máscara y esnórquel, además de restaurantes— le ha dado popularidad al destino.

La ciudad se beneficia enormemente de los dólares extranjeros, al igual que gran parte del país: se calcula que entre un cuarto y un tercio de la población de Belice está empleada en el sector turístico, el cual en gran parte es ecoturismo.

Pero esta isla económicamente importante, y muchas otras que se encuentran dispersas en el Caribe, no existirían si no fuera por los manglares, ya que siempre han mantenido barras de arena movedizas, como esta, en su lugar por mucho tiempo, suficiente para que el suelo se forme y haga el lugar habitable. Y más allá de la creación del hábitat terrestre, los manglares son donde la mayoría de las criaturas que habitan los arrecifes cercanos y los pastos marinos pasan sus primeros años, protegidos de los depredadores entre las raíces cercanas y enredadas de los árboles.

Los peces crecen en los árboles

“Los peces crecen en los árboles en Belice”, dijo Abner Marin, guía de pesca con mosca, cuando se le preguntó sobre la importancia de los árboles. Su casa también está en el paseo marítimo, aquí, justo después de La Choza. En el frente, su barco de fondo plano espera al siguiente pasajero en busca del macabí, la palometa o el tarpón. Normalmente reservan los servicios de Marin todos los días durante la temporada alta de invierno, al igual que la mayoría de sus compañeros guías.

“Los manglares son la esencia de nuestras vidas”, continuó, “especialmente para los pescadores de lodazales. El manglar y el arrecife… todo se conecta. Los manglares crean los cayos, detienen la erosión, filtran los desechos y, sin embargo, estamos perdiendo tantos, tanto terreno de pesca. Cuando los guías se quejaron, el alcalde dijo ‘pesquen más lejos’”.

Aunque se dice que el propio alcalde fue guía y recientemente apoyó a la creación de un área protegida marina en el otro lado de la isla, Marin y otros dueños de negocios no sienten que el gobierno local haga cumplir las reglas que protegen a los manglares —de lo que dependen sus vidas.

Uno de ellos ayudó a unir una resistencia a la tendencia desenfrenada del desarrollo que destruye el manglar. Chris Beaumont es un veterano que se mudó aquí hace 17 años para enseñar windsurf antes de iniciar su propio negocio: la Belize Chocolate Company (que compra cacao de cooperativas indígenas en la tierra firme para hacer desde bombones hasta té de chocolate). Con una camiseta con las palabras “Paz, Amor y Chocolate” puesta, se dirigió dentro de un nuevo desarrollo especulativo que recientemente cortó una gran área de manglares al norte de San Pedro.

Aunque hay carritos de golf y señales que advierten a la gente que tienen que obtener un permiso antes de hacer cualquier cosa con sus parcelas compradas, el nuevo proyecto de desarrollo parece bastante desierto. “Grand Belizean Estates” hasta ahora no muy grande, está tan lejos de la ciudad que no hay servicios, ya sea de agua, alcantarillado, o electricidad; sin embargo, los especuladores han comprado los 1200 lotes despejados con la esperanza de que implementen esos servicios y les permitan construir, y así aumentar el valor de su inversión.

Muchas zonas de manglares como esta se pierden rutinariamente, según Beaumont, cuando los desarrolladores compran lotes y los despejan sin buscar primero un permiso. “Es más fácil pedir perdón que pedir permiso, y luego pagar la multa”, dijo. Si bien es ilegal cortar los manglares sin un permiso, la multa es de $500 beliceños ($250 americanos), no importa el tamaño del lote, lo que no desalienta a los posibles desarrolladores.

Falta de un plan

“La isla necesita desarrollo, pero no hay un plan maestro o un plan específico para el desarrollo”, dijo Beaumont, “y los propietarios de los grandes proyectos de desarrollo, y los políticos, sienten que los manglares están interrumpiendo el camino. No hay un plan para lo que hay que proteger y conservar”.

En 2009, Beaumont y otros desencadenaron un movimiento que detuvo un masivo desarrollo propuesto de 1000 nuevos hogares al sur de San Pedro llamado South Beach. “Toda la isla se reunió, realizó una marcha y dijo ‘esto es algo que no puede suceder en la isla’”. Solo una porción de esa área de manglar fue cortada antes de que las motosierras fueran detenidas. Hoy está creciendo lentamente de nuevo con garzas, espátulas y cigüeñuela de cuello negro.

Los intentos de determinar la posición oficial de San Pedro sobre cuestiones de desarrollo de manglares por teléfono y correo electrónico fueron evitados repetidamente por el alcalde adjunto de la ciudad, Gary Greif, a pesar de estar de acuerdo con ser entrevistados.

Pero el jefe de otro gran organismo oficial de la zona, la Reserva Marina de Hol Chan, Miguel Alamilla, respondió que la situación de los manglares es difícil en la isla, ya que la mayoría de ellos están en manos de desarrolladores privados, lo que da lugar a dos tipos de daño.

“Primero cortan el manglar, que es un humedal, luego tienen que dragar una zona del lecho marino para llenarla. Por lo tanto, estamos perdiendo lechos de pastos marinos y hábitats bentónicos además de las áreas de manglar. Por lo tanto, en respuesta, hemos estado en el proceso de identificar y establecer nuevas áreas de manglares dentro de la reserva marina, especialmente las utilizadas por los pescadores para la pesca deportiva”, dijo recientemente Alamilla por teléfono desde su oficina.

¿Es adecuado el proceso de revisión de nuevos desarrollos?

“No lo creo”, dijo Alamilla. “El proceso de Evaluación de Impacto Ambiental es defectuoso y siempre está en el lado del desarrollador. Una vez que uno realiza un EIA y lo presenta, es un trato hecho, no hay tiempo suficiente para la revisión. Muy pocas personas se sentarían y leerían un EIA, es un documento grande que intimida a la gente. Pero cuando lees la información muchas cosas son absurdas. Se aprovechan del hecho de que la gente no los lee y que no saben todas las palabras técnicas.

Por lo tanto, el equipo de Alamilla resume y traduce información en los EIA para el público, así los ciudadanos puedan estar mejor preparados para reuniones y consultas sobre los proyectos de desarrollo propuestos. Cuando se le preguntó si Ambergris Caye puede acomodar más desarrollo, dice que nadie lo sabe, porque no hay plan para ello.

“Tenemos tres borradores de documentos de gestión para la isla. Están en borrador. Ninguno de ellos ha sido completado”, dijo Alamilla con frustración. “Así que la gente no sabe qué es el desarrollo sostenible”.

En el vacío, el desarrollo está sucediendo. “Ofrecemos protección para los manglares dentro de la reserva”, continuó, “pero para los que están afuera, es una historia diferente”.

El Chocolatier Beaumont también quiere un plan, y sostiene que San Pedro podría tener manglares extensos y un desarrollo sano y continuo si la ética cambiara y la gente se acomoda a la idea de vivir entre los árboles.

Marin apunta a la orilla cercana y el arrecife ondulado, dijo: “el alcalde ha dicho que todo el mundo quiere esa playa de arena blanca, sin nada en el camino de la vista, pero lo que deberíamos vender es la diversidad de los manglares. ¡Córtenlos! ¡Hagan que se vean lindos! Pero dejen que atraigan también a las aves y los peces”.

El guía de pesca Abner Marin llama a los manglares el árbol más amenazado del país, y habla de liderar una campaña para cambiar la designación nacional de árboles.

“Actualmente la caoba es nuestro árbol nacional, pero por cada uno que se corta, plantan más. Con los manglares, cuando uno es cortado, ponen arena sobre él”, dijo.

“Si matamos los manglares, nos matamos”, continuó. “No podemos desarrollarlo todo”.

Referencias:

  • Giri C, Ochieng E, Tieszen LL, Zhu Z, Singh A, Loveland T, Masek J, Duke N (2011). Status and distribution of mangrove forests of the world using earth observation satellite data (version 1.3, updated by UNEP-WCMC). Global Ecology and Biogeography 20: 154-159. doi: 10.1111/j.1466-8238.2010.00584.x . Data URL: http://data.unep-wcmc.org/datasets/4
  • Hansen, M. C., P. V. Potapov, R. Moore, M. Hancher, S. A. Turubanova, A. Tyukavina, D. Thau, S. V. Stehman, S. J. Goetz, T. R. Loveland, A. Kommareddy, A. Egorov, L. Chini, C. O. Justice, and J. R. G. Townshend. 2013. “High-Resolution Global Maps of 21st-Century Forest Cover Change.” Science 342 (15 November): 850–53. Data available on-line from: http://earthenginepartners.appspot.com/science-2013-global-forest. Accessed through Global Forest Watch on June 22, 2017. www.globalforestwatch.org.

(*) Editor para Mongabay. Miembro de la Sociedad de Periodistas Ambientales.

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