Venezuela: ¿Dónde está el enemigo?, análisis de la frontera con Colombia – Por Marco Teruggi

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Un país se mueve debajo del país. Lo hemos visto emerger durante tres meses, luego hundirse como piedra en el agua oscura. No se fue. Está, se mueve, reorganiza, acumula fuerzas para un nuevo momento. La hipótesis es la siguiente: está concentrado en Táchira y el eje fronterizo, zona de retaguardia que es a su vez el punto desde el cual lanzaron y -seguramente- lanzarán las nuevas ofensivas a medida que el escenario se desarrolle. Esperarán las condiciones, o, como enseña la política, buscarán crear las condiciones. Varios indicios llevan a esa conclusión.

En primer lugar, un hecho temporal. Mientras en Caracas la ofensiva callejera disminuía abruptamente a partir del 25 de julio, en simultáneo se incrementaba en Táchira, punto donde concentraron su fuerza antes desplegada en varios puntos del país. Esos días fueron de ataque frontal, pueblos enteros sometidos a un asedio encabezado por cuatro actores: paramilitares, delincuentes, miembros de la derecha -centralmente Voluntad Popular- y base social opositora. Todos articulados con tareas diferentes y un plan común, el de imposibilitar la realización de las elecciones constituyentes, llevar al estado a un nivel mayor de violencia, de imposibilidad de gobierno, orden público, libertad democrática. Pensaron que ese era el territorio que podía quebrarse y allí se concentraron.

En segundo lugar, el desarrollo que se gestado en años. Se han instalado fuerzas paramilitares a lo largo de los municipios fronterizos con Colombia -muestra de eso fue el campamento desarticulado en marzo de este año- y en puntos nodales de la economía del estado Táchira, como son, además del contrabando de gasolina, alimentos, medicinas, y billetes, los mercados principales de verduras y hortalizas. Esto último pudo evidenciarse cuando grupos armados impidieron que salieran los camiones con comida durante el conflicto. El diseño de control territorial responde a un plan económico, de guerra, y de reorganización de la vida social en esas zonas a partir del poder de las armas.

En tercer lugar, una frontera de miles de kilómetros. Del otro lado se encuentran bases norteamericanas, las Fuerzas Militares de Colombia, y las bases paramilitares. Existe una conexión entre todos: detrás de las armas y municiones de los paramilitares está no solamente el contrabando, sino también el plan norteamericano que incluye financiamiento y diseño. Tal vez la intervención anunciada por Donald Trump ya comenzó a través de esas fuerzas irregulares que operan tras las sombras, sin uniformes, ni brazaletes, ni palabra pública. ¿Se trata del embrión de ejército irregular que necesitan? En caso de desarrollarse sería al parecer en esa zona, donde cuentan con dinero, niveles de arraigo territorial, abastecimiento en armamento y hombres desde Colombia. ¿Cuántos miles de paramilitares existen en Colombia? ¿Qué capacidad armada tienen? En los meses del conflicto mostraron armas largas, de guerra.

En cuarto lugar, las características del estado Táchira. Por las razones mencionadas, podría ser el lugar donde se ensaye un esquema de “territorio liberado”, es decir bajo control político de la contrarrevolución a través del brazo paramilitar. No de manera silenciosa, sino con identidad pública, como intento de quiebre de la unidad territorial del Estado. ¿Están en condiciones materiales de realizar una acción sostenida de esa envergadura? Durante estos tres meses no parecieron disponer de esa fuerza. ¿Está en desarrollo en estos momentos, en particular a partir del fracaso de la línea insurreccional y la posible derrota electoral de octubre? ¿La tienen, pero no la mostraron?

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Se trata de un intento de ejército conformado por tropas de pobres colombo/venezolanos al servicio de los intereses de los Estados Unidos, las empresas trasnacionales, burguesías y oligarquías nacionales. Una fuerza paramilitar que se nutre del dinero, las drogas, la cultura hollywoodense latinoamericanizada, la miseria que devora a jóvenes y los hace mercenarios en filas de estructuras armadas contrarrevolucionarios. Ponen su vida al servicio de quienes luego buscarán quedarse con las riquezas del país. Porque ese es el debate de cada época: quiénes se quedan con las riquezas que produce la sociedad, y quiénes las pierden.

En el caso de Venezuela la disputa es a todo o nada y es hoy. Y mientras el enemigo armado ha vuelto a ingresar al terreno del silencio a nivel nacional -no así en zona de frontera donde se reportan enfrentamientos con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana-, el enemigo principal, es decir los Estados Unidos, ha emergido con nitidez y ha tomado la palabra pública. Amenazas militares, sanciones económicas para llevar al país al default, despliegue diplomático continental, todas las armas están sobre la mesa. Aunque, como analiza Fernando Travieso, existe otro enemigo detrás del enemigo principal, que opera en el anonimato y el crimen mundial de la riqueza a costa de la pobreza: las compañías petroleras, manejadas a su vez por grandes familias reunidas en el fondo de inversión Vanguard.

¿Qué plan tienen para recuperar el control de la riqueza? El esquema podría ser el siguiente: conducir al país a la caída económica a través del default producto de las sanciones, una situación que agravaría la ya difícil situación de la población, un cuadro que sería acompañado por el intento de desencadenar saqueos que buscarían ser convertidos en asaltos insurreccionales con métodos terroristas a través de los grupos paramilitares que podrían iniciar con un intento de control del Táchira. Un plan de ese tipo podría tener una resolución por los votos -para la cual la derecha no tiene certeza de resultado electoral- o convertirse en un enfrentamiento de duración indeterminada con el objetivo de caotizar el país. El plan contiene varios tiempos: el del desgaste, el ataque y el de la siguiente reconfiguración de la sociedad. ¿Cuál sería el rol del brazo paramilitar en caso de recuperar el poder político la derecha?

Tienen limitaciones. Una de ellas es que la violencia desplegada entre abril y julio dejó a una dirigencia opositora con poca legitimidad. Otra es que el chavismo se mueve en el tablero internacional, en particular en sus alianzas con Rusia y China.

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El análisis así planteado solo contempla al enemigo como exterioridad. La situación en la cual estamos inmersos, no solamente por lo evidente de lo que fue, por ejemplo, el caso de la Fiscal General, indica que esa división, ese fuera del chavismo, no es tal. En particular al estudiar la situación económica, el equilibrio de fuerzas que -en la disputa por la apropiación de la riqueza- no favorece a las clases populares que ven cómo, dentro del cuadro de reducción de los márgenes económicos, son centralmente sus condiciones de vida las que desmejoran semana tras semana, mes tras mes.

Ese cuadro económico favorece el avance del enemigo, le permite ganar posiciones en lo internacional y en lo nacional. ¿Por qué no se han tomado decisiones en ese terreno como se lo hecho en lo político? ¿Cuáles son los intereses en juego en las importaciones con las mismas empresas que no traen resultados, en la falta de apertura al público de números, datos, acreedores, en la dificultad para cerrar la frontera aun cuando está formalmente cerrada? Ese nudo critico condensa el punto de unión entre los enemigos externos de la revolución y sus aliados internos. Alianzas que pueden ser únicamente económicas, pero que inevitablemente impactan sobre lo político.

Estamos en tiempo de iniciativa política del chavismo. En simultáneo el enemigo reorganiza sus filas, organiza su brazo paramilitar en la frontera, trabaja en el desgaste económico de la población, baraja todas las cartas posibles. ¿Cuánto durará esta situación? Es momento de avanzar. ¿Sino cuándo?

(*) Licenciado en Sociología. Cronista y periodista.

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