Retrato de un «chulla» quiteño y un «chanta» argentino – Por José Steinsleger

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Corría mediados de 2005 y América Latina atravesaba por uno de los momentos más exultantes de su historia. Chávez, Lula y Kirchner gobernaban en Venezuela, Brasil y Argentina, y en la mansión de Mauricio Macri el timbre sonó varias veces, con impertinente insistencia.

El presidente del Boca Juniors, flamante diputado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), preguntó al mayordomo:

-¿De dónde dice que viene?

– De Quito, señor.

– Quito… Quito…

– La capital de Ecuador, señor.

– ¿Quién lo recomienda?

– La embajada, señor. Se trata de un importante «consultor político».

– ¡Uf!…que pase.

El visitante no se ofendió frente al displicente trato del dueño de casa. Corredor de fondo en las antesalas del poder y paradigma del “chulla” o “sapo” quiteño (“gandalla”), Jaime Durán Barba olfateó en el aire al “chanta” argentino ( ídem), arquetipo de la picaresca que un tango famoso retrata con precisión: “Niño bien pretencioso y engrupido (…) que llevás dos apellidos/ y decís que sos de familia bien (…)/ y se ve bien claro que tenés mucha clase/ para lucirte detrás de un mostrador”.

En efecto, por línea materna Macri es Blanco-Villegas, importante doble apellido de terratenientes de la provincia de Buenos Aires, pero que tiene prohibido ventilar debido a exigencias categóricas del tronco familiar. Caso distinto al de Durán Barba, hijo de hacendados también, y que así como los que se avergüenzan de su linaje indígena-mestizo, porta los suyos con presunción de “sangre española”.

“El chanta” y “el chulla” sintonizaron, y pusieron manos a la obra. Sin embargo, antes que las credenciales de “consultor”, a Macri le llamó la atención el uso natural del “vos”.

– Sí… conozco tu país del derecho y el revés. A inicios de los 70, después de pelear con mi padre, me fui a Mendoza, a la Universidad de Cuyo. Fui discípulo de Rodolfo Agoglia, Arturo Roig, Enrique Dussell, y hasta milité en la Juventud Peronista.

– Yo también tengo problemas con mi viejo… Dice que por mi culpa perdió un montón de plata tratando de hacer negocios con Donald Trump.

En los oídos de Macri, la trayectoria de Durán Barba era un misterio persa. En Ecuador fue director en la primera época de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), y en 1978 lanzó un boletín llamado Informe Confidencial. No obstante, para los corresponsales extranjeros, se trataba de una información “de excelencia”, con datos que provenían de fuentes más o menos obvias.

Un funcionario del Centro Internacional de Estudios Superiores para la Comunicación de América Latina (Ciespal), donde fui editor de la revista Chasqui, me dijo: “No te sorprendas. El “chullita” es amigo y comensal de todas las embajadas. Y en algunas, recibe y ofrece algo más que datos confidenciales…”.

Durán Barba estudió en varias instituciones conservadoras de Estados Unidos (por ejemplo, la George Washington University), y allí tomó contacto con algunos de los tigres expertos en guerra sucia electoral: Joseph Napolitano, uno de los mentores de John Kennedy; James Carville, inventor de la expresión usada por Bill Clinton en la campaña de 1992 (“es la economía, estúpido”); Dick Morris, quien diseñó la llamada “triangulación” táctica que se sitúa al margen de la ortodoxia partidaria.

En México, Carville fue asesor de Francisco Labastida, aspirante a la candidatura del PRI, y Morris asesoró a Vicente Fox. Y en Argentina, el primero trabajó en la campaña del peronista Eduardo Duhalde, y el segundo en la del radical Fernando de la Rúa. De su lado, Durán Barba tuvo de clientes a Fox y Felipe Calderón del PAN, para después orientar en Guayaquil al millonario Álvaro Noboa, el alcalde de Bogotá Antanas Mockus, y el derechista Mauricio Rodas, quien derrotó al movimiento Alianza-País para la alcaldía de Quito.

Dos años después del encuentro referido al empezar esta nota, el “chulla quiteño” logró que Macri fuera elegido diputado nacional. Y en 2007, jefe de la CABA, cargo que desempeñó durante ocho años, confrontándose con Cristina Fernández de Kirchner, nada menos.

No sólo eso. En las legislativas de 2009, el “método Durán Barba” hizo que el colombiano-argentino Fernando de Narváez (un empresario y aventurero de la política), le ganara a Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires, quitándole al kirchnerismo la mayoría en ambas cámaras del Congreso

– No me jodas, Durán… ¿Crees que puedo llegar a ser presidente sin ser peronista, radical, con un partido de mierda y docenas de causas abiertas por contrabando y estafa?

– Precisamente por eso, Mauricio. Vos no sabés nada de política, pero sos un líder nato. Y como dijo Sun Tzu: de la debilidad sacarás tu fuerza. No confrontés, pensá en nada y hacé a un lado los escrúpulos, atributos que llevás en tu ADN de casta y clase. ¡Así funciona la política en el siglo XXI!

En los comicios presidenciales de diciembre de 2015, ni Gardel hubiera pronosticado que en los tres enclaves del poder político nacional ganarían, con el voto popular, todos los candidatos del “chanta” argentino: presidencia, CABA… ¡provincia de Buenos Aires!

Durán Barba recibió lo suyo, y se regresó a Ecuador entonando un popularísimo paso doble de la ciudad andina: “Yo soy el chullita quiteño/ La vida me paso encantado/

Para mí todo es un sueño/ Bajo este, mi cielo amado.

(*) Periodista argentino residente en México. Columnista de La Jornada.

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