Costa Rica albergará el primer laboratorio centroamericano para analizar accidentes con radiación

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Cuatro científicos del Instituto de Investigaciones en Salud (INISA) de la Universidad de Costa Rica (UCR), trabajan en el primer laboratorio en Centroamérica que se encargará de estudiar y determinar la sobreirradiación después de un accidente con material radiactivo.

Se trata del Laboratorio de Dosimetría Biológica. La tecnología que este centro posee permite estudiar posibles daños que la sobreirradiación de rayos Gamma le causa a los cromosomas,  y con base en ello, determinar el nivel de radiación, dato con el que los médicos podrán tener mayor claridad sobre las posibles consecuencias para la salud, diagnosticar y dar tratamientos más efectivos.

¿Por qué es tan relevante esta noticia? Recordemos que no son pocas las personas expuestas a la radiación. Las aplicaciones van más allá de radioterapia en los pacientes con cáncer u otras enfermedades crónicas, o de exámenes de diagnóstico con rayos X. La radiación también se utiliza en algunos procesos industriales, en la investigación científica y la usan quienes laboran con esterilización de equipos especializados.

La apertura de este centro da esperanzas a toda la región centroamericana, dada la poca cantidad de laboratorios especializados en Latinoamérica. Si en este momento sucediera una accidente radiactivo, se tendría que acudir especialmente a Cuba y Argentina.

Luisa Valle, una de las investigadoras del INISA a cargo del centro, aclaró que Costa Rica tiene muy buenos niveles de seguridad radiactiva, que todo se maneja en niveles aptos para el ser humano y que los equipos son manipulados por gente con el debido conocimiento.

Sin embargo, la posibilidad de un accidente siempre está latente y por eso es mejor estar preparados. Por ello, se trabaja en conjunto con especialistas en medicina nuclear.

La última gran tragedia en el país tuvo lugar hace 20 años. Entonces, 115 enfermos de cáncer fueron expuestos a radiaciones hasta un 73% más elevadas de las que debían recibir con la llamada bomba de cobalto en el Hospital San Juan de Dios. Los hechos se atribuyeron a un error humano en la calibración de la máquina.

«El 26 junio de 2015 hubo una falsa alarma en un vuelo que llevaba material radiactivo y se sospechó de un derrame. Al final vimos que las cajas se mojaron con la lluvia, pero debemos estar preparados para enfrentar ese tipo de situaciones», relató Valle.

Mucho por hacer

«Con este laboratorio se puede estudiar un daño en los cromosomas que está muy relacionado a exceso de radiación ionizante (el tipo de radiación que se utilizan en procesos en la medicina y la industria). Se llama cromosoma dicéntrico, esto quiere decir que tiene dos centrómeros. El centrómero es la zona más angosta del cromosoma, es como una cinturita. Si tiene dos centrómeros esa es una anomalía que podría tener consecuencias en la salud», detalló Valle.

Asimismo agregó: «Esta será la primera prueba que realizaremos en el laboratorio, pero el equipo permite desarrollar varias, por ejemplo en los núcleos o en los anillos cromosómicos. Eso está para hacerlo más adelante».

En este momento los científicos están concentrados en realizar las llamadas curvas de nivelación para efectuar las pruebas de dosimetría biológica. Esto deja ver qué daños causa cada nivel de sobreirradiación en los cromosomas.

Para obtener estos resultados, primero se tomaron muestras de sangre de los pacientes del Hospital San Juan de Dios (centro médico que también está involucrado en el proceso) y con ellas se procede a aislar los linfocitos (tipo de célula del sistema inmunitario) y se someten a 11 diferentes niveles de radiación que van desde cero hasta los cinco gray (unidad que mide la radiación).

De esta forma se verán los daños que sufren los cromosomas en cada nivel de radiación.

«El equipo escanea las muestras, captura y tiene un lector para captar cromosomas dañados. Estas posibles anomalías las corroboramos; siempre debemos hacer ese análisis. Sin embargo, lo que a nosotros nos toma una semana, la tecnología lo puede hacer en menos de un día», resaltó Valle.

Se espera que para finales del 2018 la curva esté lista y se pueda utilizar en el caso de un eventual accidente.

Para todo esto, los científicos ticos se capacitaron en Argentina. «Realicé pruebas con ellos y vieron que los resultados estaban aceptables y dentro de la norma», dijo Fernando Ortiz, uno de los trabajadores que asistió a los talleres.

Una vez que se cuente con la primera curva, en el laboratorio se comenzará a trabajar en otras pruebas para otros tipos de radiación, como la producida por Rayos X.

¿Cómo funciona el equipo?

Para que el equipo funcione por completo, la curva deberá estar lista a finales del año entrante. Posteriormente vendrá un representante del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para analizar si los trabajadores dominan la técnica y comparará el desempeño con otros laboratorios similares. Luego se otorgarán los permisos definitivos.

Una vez que todo esté listo, cuando se dé algún accidente con radiación en Costa Rica o algún otro país centroamericano, los médicos tomarían muestras de sangre de las personas afectadas y las enviarían al laboratorio, donde los científicos rastrearían daños cromosómicos y los compararían con la curva. Así se sabría de cuánto fue la radiación y qué medidas pueden tomarse.

«Si se dijera que el paciente tiene dos gray, el médico ve las posibles consecuencias de la radiación y, con base en eso, vería cuáles son las consecuencias para la salud y qué tratamiento pueden darle. Tal vez la sobreirradiación no sea tan alta y el afectado nada más deba tener seguimiento,», dijo Valle.

Las posibles consecuencias dañinas de una sobreirradiación pueden ser cambios químicos en las células y problemas en el sistema nervioso y en el cerebro.

Con los resultados que arroje el laboratorio, los médicos podrían mitigar algunas consecuencias antes de que se manifiesten pues, por lo general, los síntomas se dan de forma paulatina.

La Nación

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