Colombia: mujeres indígenas crean la primera agrupación para reivindicar sus derechos

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Conamic es la primera agrupación creada fuera de la estructura del patriarcado que busca lograr una participación política para trabajar por la paz. La organización cuenta con representantes de 10 pueblos indígenas.

«Porque el respeto a la vida, integridad y seguridad de todas las mujeres debe ser fundamental en el país. No queremos feminicidios en nuestros territorios o fuera de ellos». Las palabras las dio una mujer indígena durante el ritual de iniciación para el lanzamiento, este lunes, del Consejo Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia (Conamic).

Conamic es el primer consejo de mujeres indígenas en el mundo en el que se han podido reunir de forma autónoma, fuera de la estructura patriarcal que las amenaza por buscar el camino de la igualdad, la participación política y la paz en sus territorios.

De acuerdo con Margarita Rodriguez, representante indígena del Pueblo Sikuani, los encuentros entre las mujeres del consejo se viene dando desde 2013 por representantes de las comunidades Pasto, el pueblo Nasa, Yanacona, Sikuani, Misak, Emberá, Wayú, Arhuaco,Pijao y Yeral.

Estas mujeres se enfrentan a diversas problemáticas: «hemos enfrentado el conflicto armado, violencia psicológica, violencia familiar al interior de nuestras comunidades y afuera sufrimos discriminación. No tenemos participación en diferentes espacios de toma de decisiones. Algunas mujeres tienen conflictos en su hogar, sus esposos les pegan y salen sangrando. Son cosas que las mujeres han sufrido», cuenta Rodriguez.

Frente a eventos como estos, Kristian Herbolzheimer, miembro de la organización que acompaña el Conamic,Conciliation Resources, explica que «es necesario comprender que la construcción de paz es una tarea en conjunto con la sociedad. Tenemos que acabar la violencia directa, porque todavía hay actores que utilizan las armas para acabar con la vida. También la violencia indirecta que sufren los niños y las mujeres en un ambiente privado. La violencia estructural que conocen las mujeres indígenas, aquellas voces que en la cultura dominante ha marginado».

Para acabar con estos escenarios de violencia, Conamic busca, entre otras cosas, defender el saber ancestral de los indígenas; respetar los recursos naturales, incidir en las consultas previas, fortalecer y promover los derechos de las mujeres indígenas dentro y fuera de sus territorios, impulsar la participación política de la mujer libre de todas las formas de violencia y que las mujeres indígenas sean reconocidas como actoras de paz y agentes de transformación.

De acuerdo con Rosa Emilia Salamanca, líder de la corporación de Investigación y Acción Social y económica (Ciase), la creación de Conamic «ha sido un proceso humilde, un camino lleno de dificultades que se ha ido tejiendo poco a poco, una posibilidad llena de trabajo, de conciencia, compromiso y amor por su familia, su gente y la vida de tantas mujeres en el país».

La participación y el empoderamiento de las mujeres es relevante para la transición exitosa para la paz. Según Ivonne González, directora de derechos humanos del Ministerio del Interior, «tener hoy un grupo de mujeres indígenas es fundamental porque el activismo de las mujeres fue lo que materializó en los acuerdos de la Habana una subcomisión de género».

Al preguntarle a Rodriguez sobre su visión frente a los acuerdos de paz en su territorio, asegura que el problema principal es el desconocimiento: «en Vichada no se tiene conciencia de qué es eso. No tenemos suficiente información y el desafío es que nos escuchen».

Además de esta problemática, Rodriguez explica que las amenazas y el señalamiento a los grupos indígenas lo viven a diario por parte de algunas empresas que se encuentran cerca de sus comunidades. «Estamos en riesgo de estar exterminados, hay amenazas directas e indirectas, la empresa de caucho y Colombia Agro han tratado de desdibujar a las comunidades tradicionales ancestrales. Hemos hecho denuncias a los diferentes entes competentes, pero nunca hemos tenido respuesta».

El Espectador

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