Uruguay: El pragmatismo destruye la política – Por Eduardo Camin

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Abrimos una ventana al mundo al leer y releer al maestro Carlos Quijano, cada vez que los Cuadernos de Marcha aparecen en mí, me enseñan algo nuevo, pero también me sumergen en un mar de dudas. Cuanta enseñanza nos aportó, y tan poco lo recordamos. Pero somos así, débiles de memoria e injusto con aquellos que formularon con tanta precisión los futuros inciertos. Aquellos hombres que casi sin querer nos enseñaron a dudar.

Al analizar los actuales discursos a través de la erudición de nuestro primer ministro Danilo Astori recordé la percepción del maestro Carlos Quijano sobre el paisito en aquel “serás lo que debas ser”. La interrogante, pudo formularse en otros tiempos … de esta forma ¿es viable el Uruguay?

Ahora la pregunta, tal vez deba formularse de modo distinto; ¿es posible un desarrollo autónomo del Uruguay? El planteo de esas preguntas, salvo en contadas ocasiones, y a través de muy pocos interlocutores, la hemos eludido siempre. Pero las preguntas están ahí y si, en este lapso de tiempo, Uruguay ha podido ignorarlas o esquivarlas algunas veces soterradas, parece que ya está obligado a afrontarlas. No nos podemos seguir escudando como en el verso de RubénDarío, que no sabemos “adónde vamos ni de dónde venimos”.En todo caso, a no dudarlo, el ministro de economía con su pragmatismo sabe bien hacia dónde va. “Voila” nuestras dudas.

Para el pragmatismo es característica la reducción de la verdad a utilidad, por lo tanto, la correlaciónreal resulta vuelta de pies a cabeza. Efectivamente, la verdad proporciona o al menos puede proporcionar utilidad a las personas, pero esto no se desprende de modo alguno que todo lo útil es verdadero. A veces también las ideas falsas pueden resultar útiles, ya que en virtud del choque de intereses lo que es útil para algunos resulta perjudicial para otros. Si se identifica la verdad con la utilidad habrá que reconocer que cada persona tiene una verdad suya, “propia” incluso la verdad para el hoy puede ser una y mañana otra, ya que cambian las circunstancias. Es llamativo a la vez que característico el hecho que se utilicen como sinónimos de “verdadero” palabras como seguro, útil, sensato, fundamentado, cómodo, bueno, etc.

El pragmatismo ejerció una influencia sustancial en el desarrollo del pensamiento político en EEUU. Propiamente dicho, la escuela del “realismo político” en la esfera de la política exterior arranca directamente de los planteamientos del pragmatismo. La ligazón de la política exterior de este país con la política interior hace mucho tiempo que fue señalada en la sentencia: lo que es ventajoso para General Motors es ventajoso para EEUU.

Hoy, en lugar de GM habría que poner el complejo militar-industrial, que el presidente D. Eisenhower califico de principal fuerza económica y política de Norteamérica a mediados del siglo XX. Cada guerra de los EEUU aparece como ventajosas para el CMI, pero contradicen los intereses bien comprendidos la nación norteamericana, sin pensarlo mucho los medios gobernantes de EEUU calificaron cada guerra como guerra “por la salvación de la civilización” por la “salvaguarda de la democracia” por lo tanto la guerra es justa. Por todo esto los debates basados sobre la ocurrencia del pragmatismo son alarmantes.

Si tomamos como ejemplo la contradicción fundamental de la época actual, no se pueda pasar por alto el hecho bastante conocido de que los objetivos políticos y las acciones políticas de la clase obrera (perdón… pero aún existe como clase) y la burguesía que emanan de dichos objetivos son opuestos. Esto es la consecuencia de la diferencia radical de su situación en el sistema de producción social. Al desarrollarse, dicha contraposición de intereses conduce,más tarde o más temprano, a la lucha por el poder político, que necesitan la clase obrera y sus aliados para cambiar radicalmente las relaciones de propiedad con ello todo el sistema de relaciones sociales. Sabemos que quienes pensamos en términos históricos en el carácter dialectico del criterio de la practica como testimonio de la veracidad de la teoría y a su vez fuente de su desarrollo, somos denostados inequívocamente por ese “pragmatismo arrogante”.

Poco importa, creemos en la crítica radical de izquierda porque somos conscientes que la etapa actual del desarrollo histórico se caracteriza por una brusca agudización de la lucha entre la ideología científica marxista-leninista y la ideología burguesa. Esta lucha es de una vigencia extraordinaria, pero parte del problema es que quienes creyeron en ella ahora son aventajados defensores de los organismos financieros que antes combatían. Por lo tanto, la cuestión continúa siendo álgida, en nuestros países emergentes –para utilizar un eufemismo de rigor – la lucha tiene una doble finalidad, en el tiempo y en el espacio, y debe librarse en primer término contra las formas opresivas del capitalismo globalizado.

El pensamiento político burgués matizado por los pragmáticos del progresismo, no es solo un fenómeno de la conciencia clasista, sino también un fenómeno social destinado para completar en forma teórica ficticia los eslabones que faltan en las relaciones sociales reales “libertad del individuo” “democracia” “igualdad de oportunidades” “la paz social”, etc. La creación de ilusiones sociales “compensadoras” a base de tergiversar los hechos reales, es una necesidad objetiva que emana de la propia naturaleza del capitalismo. Las ilusiones que engendra el capitalismo no solo son vitalmente necesarias para él, sino que desempeñan un rol totalmente real. La ideología burguesa mantiene apresado en sus redes al hombre.

No se puede decir que el hombre se somete como un autómata a la realidad capitalista. De lo contrario no sería necesario elaborar meticulosamente un sistema refinado de ilusiones, como por ejemplo la ilusión de la “libertad del individuo”, que durante años es el principal postulado de la ideología burguesa. Incluso a pesar de la constante devaluación de los valores ideológicos que promueve, la burguesía continua a crear una atmosfera en la que el hombre, incluso si no acepta el capitalismo, se somete a sus órdenes como “individuo libre”, incluso sin pararse a mirar la profunda esencia antihumana del sistema capitalista.

Decimos una vez más; miremos los hechos y desoigamos las palabras y sobre todo pongamos atención en los ecos tediosos del pragmatismo económico.

(*) Periodista uruguayo. Jefe de redacción internacional del Hebdolatino, Ginebra.

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