Reelección y una unidad opositora (im)posible

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Shirley Ampuero, Silvina Romano y Javier Calderón-CELAGEn febrero de 2016 se realizó un referéndum para que el pueblo boliviano decidiera si estaba a favor (o no) de una posible repostulación de Evo Morales y Álvaro García Linera para las elecciones presidenciales. El resultado fue un triunfo por la mínima de la negativa, en un escenario viciado por una campaña realizada por los principales medios de comunicación (vinculados a sectores de la oposición) orientada a desprestigiar al presidente, que fue denunciada por el gobierno y posteriormente ampliamente probada[1].

De hecho, pasado un año del referéndum, hubo marchas a favor de la repostulación del binomio bajo el lema: “21F Día de la Mentira”[2], a la vez que la oposición marchó bajo la consigna “defender el voto boliviano que le dijo No a Evo Morales”[3].

Hasta ahora, al interior del oficialismo se discuten las cuatro vías legales que podrían habilitar al actual mandatario para presentarse como candidato en las elecciones presidenciales de 2019: 1) llevar a cabo un nuevo referéndum convocado por la ciudadanía, mediante la recolección de firmas del 20% del padrón electoral; 2) que la Asamblea Plurinacional modifique, mediante una ley, el artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE); 3) recurrir a la competencia interpretativa del Tribunal Constitucional para que en virtud del artículo 196 numeral II de la CPE, brinde su criterio en referencia a la nueva postulación de Morales[4]; y 4) la renuncia de Morales a la presidencia antes de terminar su periodo (seis meses antes de la elección), con el objeto de interrumpir su mandato y habilitarse como candidato.

Desde una lectura centrada en los límites de la democracia burguesa, la vía que parece gozar de mayor legitimidad es la de juntar firmas implicando a la ciudadanía, mientras que la vía de “interpretación” por parte del poder judicial o la que apela a la renuncia del presidente unos meses antes, a pesar de legal, podría tener menor grado de legitimidad. No obstante, la situación de Bolivia (al igual que en el resto de los gobiernos progresistas de América Latina) amerita un análisis más profundo, pues se trata de procesos que desde un principio (y debido a su compromiso con movimientos políticos y sociales) han apuntado a ampliar los límites de la democracia liberal representativa para transformarla en democracias sustantivas: procurar la inclusión política, económica, social y cultural.

De manera tal que, si bien el cumplimiento de la formalidad democrática es fundamental, situar la discusión en la alternancia de los candidatos es ceñirse a los parámetros planteados desde visiones de democracia liberal que prefieren focalizar en la forma y no en la sustancia. Por otra parte, desde este mismo ángulo, no se cuestiona, por ejemplo, la falta de renovación en países como Colombia, Perú, Chile, México, donde lo que sucede es un enroque entre élites para ocupar la esfera política formal y donde las fuerzas alternativas suelen carecer de chances reales para “competir” en elecciones y ello no es percibido como un obstáculo para que sean consideradas “democracias”. Algo similar sucede con democracias “intachables” como la de Alemania, donde Angela Merkel lleva más de 12 años como Canciller (va por su cuarto mandato consecutivo) con el aditivo de que una de las fundaciones alemanas más reconocidas, la social demócrata Konrad Adenauer, hace tiempo ha hecho pie en Bolivia y suele estar vinculada a sectores opositores al gobierno del MAS que tienen como principal caballo de batalla el asunto de la alternancia.

Lo dicho no implica desconocer el hecho de que existe una falta de recambio de liderazgos, e incluso un déficit en la formación de cuadros al interior de los procesos de cambio latinoamericanos. Se trata de cuestiones medulares para su continuidad, pero que requieren de procesos de formación que no necesariamente se adecuan al calendario electoral, a lo que se suma el hecho de que el fenómeno del liderazgo es complejo en sí mismo, tratándose de una suma de factores (personalidad, escenario político y económico nacional e internacional, correlación de fuerzas, legitimidad, entre otros) que no es usual que confluyan. Las recientes elecciones en Ecuador y el triunfo de Lenín Moreno como candidato que reemplazó a Rafael Correa en Alianza PAIS, podría jugar a favor de un argumento que “obligue” a procurar nuevos candidatos para el MAS. Pero también cabe la lectura de que Lenín Moreno ganó gracias al liderazgo y legitimidad de Rafael Correa y que entonces, el líder sigue siendo Correa.

La oposición y la unión (im)posible

Recientemente, los principales referentes de la oposición al actual gobierno, entre los que se encuentran el ex presidente Carlos Mesa por el MNR; el ex presidente Jorge Quiroga por ADN; el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas por el MNR; el alcalde de La Paz, Luis Revilla de SolBo; el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas; y Samuel Doria Medina, presidente del partido UN, autodenominados “Los Demócratas”, suscribieron una declaración conjunta[5], en la que pidieron al gobierno que respete la voluntad del pueblo manifestada el 21 de febrero del 2016 y que decline una nueva postulación de Evo Morales. Amenazaron con elevar sus demandas a instancias internacionales. Quiroga instó públicamente al presidente Evo Morales a que firme una carta en la que certifique que desistirá de una nueva candidatura, pues así “actuaría como un demócrata” tomando el ejemplo del presidente paraguayo Horacio Cartes[6]

En esta declaración conjunta también denunciaron que el gobierno estaría utilizando el Poder Judicial para llevar a cabo persecuciones políticas, afirmando además que no existiría la independencia de poderes en Bolivia, alegando que las causas abiertas por temas de corrupción de ciertos políticos opositores, constituyen una persecución política. Debe recordarse que varios líderes opositores están siendo procesados: Doria tiene un proceso judicial (caso FOCAS), acusado por el desvío de 21 millones de dólares de fondos públicos a cuentas privadas de Funda-PRO en el año 1992; Ernesto Suarez, del Movimiento Demócrata Social, ha sido acusado de enriquecimiento ilícito –destaca el hecho de que Suarez fue candidato a la vicepresidencia cuando su partido se alió con Unidad Nacional de Samuel Doria Medina en el año 2014. Sin embargo, algo característico durante los años de gobierno de Evo Morales ha sido una lucha frontal contra la corrupción, viniera ésta desde las filas del oficialismo o desde la oposición. Por tanto, argumentar persecuciones políticas para defenderse de la acción de presuntos casos de corrupción, no muestra más que la intención de una buena parte de la oposición para embarrar la cancha, tras haberse visto incapaz de ganar en las elecciones presidenciales al MAS en los últimos 12 años.

Considerando el intento de “unión” y la mencionada declaración, podría decirse que la oposición intenta construirse y legitimarse en torno a las siguientes estrategias: declararse en conjunto como los “demócratas”, sin importar la diversidad de posturas entre ellos; la defensa de la alternancia como “elemento fundamental de la democracia” o como un sinónimo de la misma, sosteniendo que la re postulación de Morales es “cosa juzgada”, que ya fue decidida en el referéndum de febrero de 2016 y que las cuatro vías planteadas serían inconstitucionales; la construcción de vicios en el ordenamiento institucional, para legitimar su posterior desconocimiento; el desprestigio de los Poderes del Estado y del Estado de derecho, vaticinando por ejemplo, que desconocerán las actuaciones del Tribunal Electoral, instalando como condición previa a cualquier elección un supuesto fraude electoral.

Tales posicionamientos y estrategias no son en sí mismas innovadoras, pero sí parece novedosa la pretensión de “unión” de una oposición sumamente heterogénea, intentando superar enormes diferencias, sociales, culturales y regionales con el objetivo de derrotar a Evo Morales. No hay proyecto político, no hay proyecto económico, no hay proyecto de país. El único motor es el “cambio” orientado a la reversión de procesos, hacia el pasado neoliberal, siguiendo en cierta medida las experiencias de Brasil y Argentina, y el intento fracasado de la segunda vuelta en Ecuador.

La oposición y la red de intereses

Las mencionadas experiencias de Argentina y Brasil han demostrado también que la oposición, las derechas, no operan de modo aislado. Algunas de las claves de sus “éxitos” están en sus vínculos con una red de poder que se extiende más allá de América Latina, lazos que nunca deben ser menospreciados, menos aún en escenarios de disputa electoral. En el caso de la oposición boliviana, vale la pena rastrear estos vínculos a partir de su idea de democracia. Una de las fuentes de las que abrevan los grupos opositores al gobierno para definir “democracia y libertad” es la Freedom House, organización internacional financiada entre otros, por la National Endowment for Democracy (NED), la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Estado estadounidense[7]. Recordemos que no hace mucho Jorge Quiroga, ex presidente por ADN, partido del fallecido Hugo Banzer, entregó al actual Secretario General de la OEA, Luis Almagro, el premio Freedom, en nombre de esta organización[8]. En el evento (realizado unos días después de que el gobierno venezolano ratificara su voluntad de salir de a OEA), Almagro dedicó el premio a los “políticos presos” en Venezuela[9].

Otro ejemplo del vínculo de la oposición con una red de intereses que trasciende lo local, son los eventos y publicaciones realizados por el Inter American Dialogue (IAD), think tank estadounidense dirigido por Michael Shifter[10] y uno de los principales bastiones del neoliberalismo. A finales de marzo, el IAD organizó un evento sobre Bolivia. Los “expertos” invitados fueron Raúl Peñaranda y José Manuel Ormachea. De Peñaranda destaca su función como director ejecutivo del Grupo Andino de Libertades Informativas (GALI), organización financiada por la USAID y la NED[11], trayectoria que al menos hace dudar sobre la imparcialidad y “neutralidad” de su opinión. Con respecto a Ormachea, está vinculado a la Red Nacional de Participación Política Juvenil en Bolivia, organismo que suele hacer actividades con la Fundación Konrad Adenauer[12] (fundación que fue denunciada por financiar organizaciones vinculadas a la política local)[13] y con referentes de la oposición al gobierno, como Carlos Valverde. Esta Red que apuesta por “las juventudes” es una de las que apoya, desde el año pasado, la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela[14]. Además, Ormachea colabora en medios como Los tiempos, escribiendo sin dilaciones contra el gobierno de Evo Morales.[15]

Durante el mencionado encuentro en el IAD, las exposiciones giraron en torno a la reelección de Evo Morales, confirmando la opinión de la oposición boliviana acerca de que “cualquier intento de forzar la reelección sería un atentado contra el orden democrático establecido en Bolivia”[16], a pesar de que las diferentes vías barajadas son completamente legales. Este tipo de afirmaciones contribuyen a consolidar la percepción de que la oposición carece de proyecto propio, más allá de buscar unificarse en torno a su enemigo común identificado no solo con el gobierno de Morales, sino con el proceso de cambio.

No cabe duda de la legitimidad de la figura de Evo Morales como portador del cambio desde hace 11 años, y que se erige como una (o única) posibilidad de estabilidad ante grandes mayorías que le mantienen su confianza. Una argumentación que no aleja a la estrategia reeleccionista de tensiones, pues permite flancos de ataque recurrentes desde las derechas sobre la necesaria rotación de los gobernantes. Un mono-tema que, como hemos enunciado, no debería constituir el centro del debate en procesos que buscan desde un inicio ampliar los límites de la democracia liberal procedimental, pero que a la vez resulta muy efectivo como eslogan de contra campaña, pues resulta más fácil centrarse en la “forma de la democracia” (procedimientos y tecnocracia) que centrarse en su sustancia, indiscutiblemente atada a la “cuestión” de la justicia social.

Notas

[1]http://www.erbol.com.bo/noticia/politica/19052016/quintana_llama_anf_erbol_pagina_7_y_el_deber_cartel_de_la_mentira

[2] http://www.telesurtv.net/news/Masiva-marcha-en-Bolivia-para-rechazar-la-mentira-del-21F-20170221-0026.html

[3] http://www.eldeber.com.bo/bolivia/Civicos-dicen-No-a-la-tirania-y-El-Alto-marcha-por-el-21F-20170221-0018.html; http://www.eldeber.com.bo/bolivia/La-violencia-y-el-festejo-marcaron-la-jornadanbspdivdel-21F-en-el-paisdiv-20170222-0004.html

[4] http://cnnespanol.cnn.com/2017/02/16/21f-dia-de-la-mentira-la-campana-que-promueve-la-reeleccion-de-evo-morales-como-presidente/; Consultar artículos 196 y 411 de la CEP http://www.harmonywithnatureun.org/content/documents/159Bolivia%20Consitucion.pdf

[5] Declaración Conjunta en Defensa de la Democracia y la Justicia. Recuperado en https://carlosdmesa.com/2017/04/12/declaracion-conjunta-en-defensa-de-la-democracia-y-la-justicia/

[6] http://www.eldeber.com.bo/bolivia/Tuto-pide-a-Evo-seguir-el-ejemplo-de-Cartes–20170418-0081.html

[7] https://freedomhouse.org/content/our-supporters

[8]http://www.erbol.com.bo/noticia/politica/28042017/almagro_recibe_premio_libertad_de_manos_de_tuto

[9] http://www.eluniversal.com/noticias/venezuela/almagro-dedica-premio-freedom-house-venezuela_650301

[10] http://www.celag.org/almagro-co-la-cruzada-contra-el-gobierno-venezolano-por-silvina-m-romano/

[11] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183635

[12] http://www.paginasiete.bo/sociedad/2016/3/31/aplp-convoca-taller-acceso-informacion-91638.html

[13]http://www.erbol.com.bo/noticia/politica/24082016/quintana_denuncia_que_eeuu_y_alemania_financian_ortiz

[14] http://juventud.org.bo/perfil/red-nacional-de-participacion-politica-juvenil-bolivia-ppj/publicaciones

[15] http://www.lostiempos.com/autor/jose-manuel-ormachea

[16] http://www.thedialogue.org/resources/bolivias-road-ahead/

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