No más dilaciones – El País, Colombia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Diecisiete días después de iniciado el paro cívico en Buenaventura para reclamar por soluciones de fondo que necesita la ciudad, parece caer en un punto muerto. A cambio, los hechos de violencia, los bloqueos en las calles y el sistemático enfrentamiento con las fuerzas de policía se están tomando el escenario mientras la ciudadanía padece los rigores de la parálisis.
El incendio de una tractomula en la noche de ayer, así como la construcción de barricadas y los desafíos a las autoridades indican que el movimiento está desviando su sentido cívico. Mientras tanto, las mesas de concertación no parecen lograr el avance que se espera en el tratamiento de los problemas y en el cumplimiento de las promesas que reclaman los bonaverenses.
Esas actuaciones le quitan respaldo al movimiento social dirigido a producir las soluciones que se esperan. Además, amedrentan y desaniman a la comunidad que necesita encontrar un norte, que ya debería guiar el diálogo establecido con las autoridades nacionales.
Por eso hay que pedirle a quienes convocaron el paro que le expliquen a la comunidad lo que realmente está sucediendo, y que aclaren la responsabilidad de los desmanes que están aconteciendo. Las características de esas confrontaciones violentas son muy distintas a las de la asonada del pasado 19 de mayo, e indican a las claras que en ellas hay un propósito que no coincide con los pedidos que motivaron la movilización, por lo cual se requieren explicaciones.
De otra parte, la prolongación del paro ocasiona perjuicios para los habitantes de Buenaventura y para su vida social y económica. La actividad portuaria experimenta dificultades que se traducen en pérdidas multimillonarias, gran detrimento para la actividad industrial que necesita de los suministros que entran por esa ciudad, y para las exportaciones.
Entre tanto, las negociaciones parecen quedarse limitadas a mesas de trabajo donde se discuten temas como la cultura, mientras se presentan propuestas que parecen imposibles de aplicar en el corto plazo como la declaratoria de emergencia jurídica o la creación de un fondo económico que por sus características puede demandar la autorización de una ley tramitada en el Congreso de la República.
Esas posturas, combinadas con la lentitud del Gobierno Nacional para responder a la crisis enorme y profunda que padece Buenaventura, no pueden continuar. Así vengan ministros, lo cierto es que no hay aún las respuestas que esperan los bonaverenses, mientras se producen hechos que parecen dirigidos a aprovechar la confusión y que con seguridad son rechazados por la ciudadanía.
Por eso hay que encontrar la manera de lograr el cumplimiento de los compromisos que adquiera el Gobierno, requisito fundamental para levantar el paro. Y se debe dar también el pronunciamiento de quienes lo dirigen, contra la violencia que se está presentando.
A Buenaventura no se le pueden seguir haciendo promesas que no se cumplen. Pero tampoco se puede permitir que la protesta se diluya o se transforme en atentados contra los bonaverenses.