Constituyente (Venezuela) – Por Reinaldo Iturriza López
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Cualquiera que pretenda explicar, justificar o legitimar la más reciente oleada de violencia antichavista, de la cual Marco Teruggi ha hecho una muy pedagógica radiografía (1), a partir del supuesto de que vivimos en una dictadura que se niega a medirse electoralmente y pretende perpetuarse en el poder, tiene que comenzar por explicar cómo es, entonces, que se produjo la penúltima oleada de violencia antichavista, entre febrero y junio de 2014, y que arrojó un saldo de cuarenta y tres víctimas mortales y más de ochocientos heridos.
¿Cómo explicar semejante atentado contra la democracia venezolana, que comenzaba a ejecutarse cuando habían transcurrido poco más de trece meses desde las últimas elecciones regionales, menos de diez meses desde las últimas elecciones presidenciales y poco más de dos meses desde las últimas elecciones municipales, contiendas electorales todas en las que resultó vencedor el chavismo (2)?
¿Cómo explicar que la referida oleada de violencia, autodenominada “La Salida”, iniciara menos de dos meses después de la histórica reunión del presidente de la República, Nicolás Maduro, con gobernadores y alcaldes de oposición en Miraflores, el 18 de diciembre de 2013, aplaudida por la gran mayoría del pueblo venezolano, y de la que el autor de estas líneas fuera testigo presencial?
Para entender, hay que precisar: 1) el bloque de poder antichavista, desde el inicio mismo de la Revolución bolivariana, apostó por la violencia para derrotar al chavismo; 2) cuando, después de 2006, decidió abandonar la vía violenta, no lo hizo por vocación pacífica y democrática, sino porque la violencia le había conducido a fracaso tras fracaso (3); y 3) la derrota electoral de octubre de 2012 sumió al antichavismo en un peligroso estado de “precariedad estratégica”. En enero de 2013 nos peguntábamos si esta circunstancia se traduciría en el renovado protagonismo de la vía violenta (4). Y eso fue exactamente lo que ocurrió (5).
¿Quiere decir esto que el antichavismo todo es violento y antidemocrático? Sin duda alguna lo es la mayoría de quienes integran sus elites políticas, económicas, sociales y culturales, no así la mayoría de su base social. Por un lado, tal y como ilustra el artículo de Teruggi, la movilización de una parte de la base social antichavista es necesaria para insuflar de legitimidad manifestaciones cuyo propósito es claramente desestabilizador; por el otro, a través de diversas vías, pero fundamentalmente haciendo uso de las redes sociales, ésta es sometida a un bombardeo inclemente de mensajes que persiguen condicionarla, de manera que esté dispuesta a aceptar, y en una situación límite incluso participar en la comisión de un crimen porque “estamos en guerra”.
Lo anterior no salva de responsabilidad a quienes, por ejemplo, de manera deliberada difunden mensajes que promueven o celebran delitos de odio. No obstante, es necesario entender que el grueso de la base social del antichavismo es rehén de unas elites, esas sí, profundamente antidemocráticas. Rehén y responsable de no haber producido anticuerpos contra la violencia, el racismo y clasismo de las elites antichavistas, y de no haber construido otras referencias políticas. Al contrario, el nuevo liderazgo, encarnado en Primero Justicia y Voluntad Popular, es tanto o más violento y antidemocrático que la vieja clase política, y sin duda alguna más clasista y más racista.
No puede decirse lo mismo de la timorata clase política antichavista que desea elecciones, pero cede al chantaje de las líneas de fuerzas más violentas, seguramente con la esperanza de hacerse con sus cuotas de poder cuando la “dictadura” sea derrocada. Su cobardía cómplice la hace igualmente responsable del asedio que hoy sufre la democracia venezolana.
Por tanto, aquí el problema no es la falta de elecciones y, con todo el respeto que se merecen los compañeros y las compañeras que han planteado el asunto de buena fe, tampoco lo es el hecho de si debe o no convocarse a un referendo consultando al pueblo venezolano si desea o no Asamblea Nacional Constituyente. El problema de fondo es la precariedad estratégica del antichavismo y su opción por la vía violenta, es decir, su opción por la vía no electoral, y las gravísimas implicaciones que esto tiene para la democracia venezolana. Para decirlo con Claudio Katz, su apuesta es “imponer el cambio por la fuerza para convalidarlo luego en los comicios” (6).
Puertas adentro, el principal problema es el cúmulo de circunstancias que han incidido en el desdibujamiento del horizonte estratégico de la revolución bolivariana (7), como consecuencia del avance de las líneas de fuerza más conservadoras y autoritarias del chavismo, y que se expresa, entre muchas otras maneras, en la profunda desconfianza en el pueblo organizado (8) y (9) o en posturas claramente regresivas en materia económica o de seguridad ciudadana (10).
La opacidad predominante respecto de este conflicto no justifica en lo absoluto la multiplicación de análisis muy superficiales, plagados de generalidades, medias verdades, mentiras y lugares comunes, que centran su atención en la figura de Nicolás Maduro, silencian las voces y luchas populares, y ni por asomo intentan comprender la forma como se expresa la lucha de clases a lo interno del chavismo, enfocados como están en discurrir soporíferamente sobre el “fin de ciclo” y cuestiones por el estilo.
La situación es realmente difícil: precariedad estratégica del antichavismo, desdibujamiento del horizonte estratégico chavista, violencia, economía bajo asedio. En este contexto histórico es que el presidente Nicolás Maduro ha asumido el riesgo de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, al término de la movilización popular del 1 de mayo.
Un día antes de la convocatoria, Maduro afirmaba, como preparando el terreno: “Hay que romper totalmente la modorra, el acomodamiento”. Ciertamente, el chavismo más amodorrado, acomodado, burocratizado, esclerotizado, corrompido, ni siquiera ha tenido la capacidad para entender el momento histórico. Hay que decirlo, develarlo, combatirlo: hay un chavismo que se siente cómodo sin elecciones; un chavismo que, justo porque tiene mucho que perder, ya no lucha, y es un obstáculo permanente para quienes luchamos. Se les ve gritando consignas y hablando, ahora sí, de unas Comunas en las que jamás han creído. La inmensa mayoría del chavismo está harto de esta forma de hacer política.
Hay que imponer la paz, cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, retomar el horizonte estratégico. Tenemos que hacer de la Asamblea Nacional Constituyente una oportunidad para alcanzar tales objetivos.
Referencias:
(1) Marco Teruggi. Radiografía de la violencia en Venezuela. 8 de mayo de 2017. https://notasperiodismopopular.com.ar/2017/05/08/radiografia-violencia-venezuela/
(2) En las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2013, el chavismo obtuvo veinte de veintitrés gobernaciones. En las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013, Nicolás Maduro resultó electo Presidente de la República con el 50,61 por ciento de los votos. En las elecciones municipales del 8 de diciembre de 2013, el chavismo obtuvo 240 de 337 alcaldías. La oleada de violencia antichavista autodenominada “La Salida” inició el 12 de febrero de 2014.
(3) Reinaldo Iturriza López. El chavismo salvaje. Editorial Trinchera.
(4) Reinaldo Iturriza López. Confianza en nosotros mismos. 8 de enero de 2013.
Confianza en nosotros mismos
(5) Reinaldo Iturriza López. Chavismo y revolución. ¿Qué pasa en Venezuela? 29 de agosto de 2016.
Chavismo y revolución. ¿Qué pasa en Venezuela?
(6) Entrevista a Claudio Katz: “La aplicación de Gramsci a Venezuela implicaría hoy asumir decisiones revolucionarias”. 6 de mayo de 2017.
http://www.lahaine.org/b2-img17/KatzEntrevistaGramsci.pdf
(7) Reinaldo Iturriza López. Los desafíos de abril: las tareas del chavismo. 24 de abril de 2017.
Los desafíos de abril: las tareas del chavismo
(8) Reinaldo Iturriza López. La vitalidad de la revolución. 31 de agosto de 2014.
La vitalidad de la revolución
(9) Reinaldo Iturriza López. Para el renacimiento de la política revolucionaria. 5 de enero de 2016.
Para el renacimiento de la política revolucionaria
(10) Reinaldo Iturriza López. El lado blando de la mano dura. 2 de junio de 2016.
La vitalidad de la revolución
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(*) Sociólogo y escritor venezolano.