Ecuador: y luego de las elecciones, ¿qué? – Por Dayana León

582

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Cuando concluye el día de las votaciones en los procesos electorales, para las personas que trabajamos desde la institucionalidad no concluye la jornada, ni mucho menos el largo periodo que inició, al menos año y medio antes, con una planificación operativa, hoja de ruta y evaluación de comicios anteriores para aportar con las lecciones aprendidas. En ese momento, luego de cerrar los centros de votación, empezamos de nuevo: a valorar el camino recorrido y a garantizar un escrutinio que responda legítimamente a la decisión de cada elector en las urnas.

¡Tarea fácil no es! Precisamente, porque nuestro trabajo no depende únicamente del desempeño cabal de cada servidora y servidor público, sino de la actuación de diversos actores y líderes de opinión que pueden en mayor o menor medida calificar el trabajo en función de sus perspectivas o intereses.

A veces pensamos que este camino es injusto, con muchos tropiezos, incomprensiones y tantas pausas en proyectos personales y familiares; sobretodo, tanto tiempo que no va a regresar junto a los seres que queremos y que no siempre estarán con nosotros.

Recientemente en Ecuador, vivimos las Elecciones Generales de 2017 donde se pudo elegir al Presidente / Vicepresidente, Asambleístas y Parlamentarios Andinos. Un proceso que por primera vez, luego del año 2006, vivió el balotaje electoral. El 10 de abril pasado el Consejo Nacional Electoral cerró la Audiencia Nacional de Escrutinio, proclamó resultados y abrió el plazo legal para las impugnaciones. Esto, en el ámbito legal; mientras que en el estado de opinión sin fundamentos y acudiendo a calificativos, intentaban deslegitimar a la institución electoral.

Pero mientras esto sucede, nos quedan dos lecciones para continuar en un camino que nos enseñó a amar y a valorar cada paso: la primera, creer en el valor de la ética y el compromiso con el país y la democracia; y, la segunda, dejar a futuro con el aporte que – por muy pequeño que creas-, le consolida a un organismo electoral que fue legítimo y respetó lo que la ciudadanía decidió. Hoy lo que nos queda luego de cada elección es seguir conservando la libertad de dejar decisiones dignas para las futuras generaciones.

(*) Periodista.

Dayana León

Más notas sobre el tema