Disyuntiva electoral: entre dos derechas (Ecuador) – Por Juan J. Paz y Miño Cepeda

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La degradación del análisis político debida a la ideologización de la realidad y al uso de un marxismo dogmatizado, ha conducido a una serie de ideas simplemente conceptuales.

Se afirma que en la segunda vuelta electoral se enfrentan dos derechas. No es cierto. Están en juego los intereses de la ultraderecha oligárquico-empresarial frente al amplio sector democrático-progresista de la sociedad ecuatoriana, que incluye a las nuevas izquierdas y a los marxistas que rechazan el apoyo a un banquero.

Este sector democrático-progresista es el que ha sostenido en diez procesos electorales a la Revolución Ciudadana y que ha apoyado al presidente Correa, aunque también de allí provienen las desilusiones y rompimientos; y es el sector que ha vuelto a darle mayoría a Alianza País en la Asamblea y a Lenin Moreno en la primera vuelta.

Bastaría obrar con objetividad intelectual y un mínimo de fundamentación histórica para ver cuán diferentes son las fuerzas sociales y políticas que apoyan a uno u otro candidato presidencial; y, además, bastaría con analizar qué hará cada uno si llega al gobierno, para anticipar los riesgos del retorno de la ultraderecha. ¿Qué candidatura es la que ofrece privatizar, crear zonas francas, restringir las inversiones sociales, arremeter contra los impuestos, cambiar el sistema universitario, flexibilizar el trabajo, abrir el libre comercio, alterar la institucionalidad del Estado y revisar la Constitución?

También se afirma que la disyuntiva electoral está entre la dictadura y la democracia. No es cierto. El “correísmo” tiene serios motivos de desencanto y frustración, particularmente acumulados durante los dos últimos años, incluso por los sonados casos de corrupción. Se impone un cambio. Y tampoco el candidato es Correa, sino Moreno. ¿Pero, desde cuándo los intereses oligárquico-empresariales representan la democracia, mientras el sector democrático-progresista de la sociedad ecuatoriana representa la dictadura?

Aquí el juego de conceptos busca descalificar el voto ciudadano de clases medias, trabajadores y amplios segmentos populares, que no votarán por Lasso. Sucede lo mismo al atacar el “populismo” o hablar dogmáticamente de “democracia burguesa”; porque la disyuntiva está entre la dictadura del capital y la democracia de los ciudadanos. Y existe suficiente experiencia histórica en Ecuador y América Latina para demostrar a dónde conduce el dominio de los intereses privados en el Estado, como ya ocurrió en el país durante las décadas finales del siglo XX, o con lo que ocurre en Argentina y Brasil del presente.

Sostener que en una década se ha apuntalado un “capitalismo extractivista” (“neo/neoliberalismo” y hasta “capitalismo de Estado”), que solo ha “beneficiado” a banqueros y empresarios, por lo cual no hay alternativa popular entre las dos candidaturas finalistas, es forzar nuevamente la realidad con estereotipos económicos y conceptos marxistas desactualizados.

Todo ello solo sirve para justificar el voto de quienes apoyarán a una elite bancario-empresarial, que es otra avanzada neoliberal en América Latina.

Ecuador, lunes 27 de marzo de 2017

(*) Juan J. Paz y Miño Cepeda, historiador ecuatoriano, es coordinador del Taller de Historia Económica.

Alai

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