Entrevista de Nodal a Laura Zúñiga, hija de la activista hondureña Berta Cáceres, a un año de su asesinato: “A mi mami la mataron por luchadora y por indígena pero también por ser mujer”
Por Nadia Luna – Nodal
Berta Cáceres fue asesinada mientras dormía en su casa. Había recibido amenazas luego de denunciar el asesinato de cuatro compañeros que, al igual que ella, se oponían a la construcción de una represa hidroeléctrica en territorios del pueblo indígena lenca. Se suponía que contaba con protección estatal ya que las amenazas de muerte eran moneda corriente para una activista que luchaba desde que era pequeña y se inmiscuía en diversos movimientos sociales acompañando a su madre. En 1993, fue una de las fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y era su coordinadora general al momento de su muerte. Realizó incontables movilizaciones y formó activistas en todo el mundo. En los últimos años, denunció la creciente militarización de Honduras y se opuso a la construcción de la represa por parte de la empresa DESA (Desarrollos Energéticos).
“Aparte de la lucha por su comunidad, propuso nuevas estrategias y discusiones al movimiento social hondureño y de todo el mundo. Su persecución y asesinato tiene un direccionamiento: golpear a la organización de la que es parte y a los movimientos sociales en general”, sentencia Laura Zúñiga, hija de Berta Cáceres, en entrevista con Nodal, al cumplirse un año del asesinato de su madre. Por el momento, hay ocho detenidos por el caso, entre ellos, militares entrenados por los EEUU, como figura en un expediente que salió a la luz en los últimos días.
Durante el día de hoy, se realizarán numerosos homenajes a Berta Cáceres, en el marco del Día de Acción Global promovido por el COPINH. En Argentina, habrá actividades en diversos puntos del país, como la que tendrá lugar en el Obelisco a las 17.
Ustedes, tanto familiares como miembros del COPINH, siempre denunciaron al Estado como responsable por el asesinato de Berta. ¿Qué opinan de la forma en que se está llevando a cabo la investigación? ¿Confían en ella?
Nosotros hemos sido marginados de la investigación y no tenemos acceso a ella ni al expediente. Lo que nos dicen es que en este caso se aplica la Ley de Secretividad, pero esa ley en realidad apunta terceros y nosotros como víctimas legales, no somos terceros. Además, nos preocupa que, a pesar de la Secretividad que alegan, hubo un robo del expediente del caso. Entonces, nosotros no tenemos acceso, pero otras personas que no deberían, sí. Al están tan marginados de la investigación, no podemos saber si es de buena calidad o no, pero esto es algo que nos preocupa, dada la responsabilidad del Estado en el asesinato.
Por cómo se está construyendo el caso, lo que tememos es que todo quede finalmente en la impunidad. Creemos que las capturas pueden ser parte de una estrategia del Estado para bajar la presión internacional alrededor de este caso. También nos preocupa que las capturas estén relacionadas con militares, algunos entrenados por EEUU. Ahí se evidencia que los militares están involucrados en la represión y persecución de mi mami y de las personas que lucharon con ella. Creo que esto es parte de los efectos que tuvo el golpe de Estado en la militarización de la sociedad.
Aparte de las amenazas que recibía Berta por su activismo ambiental, ¿también recibía agravios por el hecho de ser mujer?
Para los empresarios y un gobierno militarizado, que alguien se oponga a sus políticas y a la violencia que ejercen, es motivo de persecución. Pero creo que el hecho de que sea una mujer la que los enfrente sin miedo, y que aparte de ser mujer sea indígena, fue uno de las detonantes de su asesinato. Por eso decimos que a mi mami la mataron por luchadora y por indígena pero también por ser mujer. Y lo hicieron con saña y odio. Cuando la insultaban, le decían que era puta, que era bruja, que era loca, y esas son cosas que a los hombres, aún siendo parte de los movimientos sociales, no les toca enfrentar.
¿Qué impacto crees que tuvo el asesinato de Berta para la lucha internacional medioambiental e indígena?
Perdimos una referente política muy fuerte. Ella era una persona muy protectora, que generaba confianza y disipaba miedos. Ella logró tejer muchas relaciones, no solo a partir de pensar que tenemos problemáticas parecidas con otros pueblos, sino también a partir de la fraternidad. Por eso, creo que muchos activistas de todo el mundo sintieron que habían asesinado a una hermana, a una compañera. Lo vimos en actividades que realizamos en diferentes lugares, como sucedió en EEUU, donde se hizo presente una delegación de Palestina diciendo que su pueblo los había mandado a solidarizarse en agradecimiento porque ella los había ayudado. Además, saber que el asesinato se concretó, es un precedente preocupante porque si han atentado contra una figura tan fuerte internacionalmente, puede pasarle a cualquier compañero o compañera que lucha en territorios en conflicto.
Mis hermanos y yo siempre hemos sido parte de organizaciones sociales, tratando de aportar a las luchas, pero ahora hay un compromiso mayor. Ahora nuestro plan de vida tiene que ver con la colectividad y la lucha, no solo por justicia para mi mami, sino para todos los que luchan en defensa de sus territorios.
En enero, la ONG Global Witness publicó un informe que dice que Honduras es el país más peligroso del mundo para ejercer el activismo ambiental. ¿En los últimos años recrudeció la persecución a los pueblos indígenas?
A partir del golpe de Estado (contra el presidente Manuel Zelaya en 2009), hubo un paquete de concesiones a empresas que fomentaban el extractivismo, sobre todo en la parte de minería y construcción de represas. Las represas son para el sostenimiento de la minería. Hubo una avanzada hacia lugares en los que antes no podían entrar, ayudados por las nuevas tecnologías, por una cantidad de leyes que criminalizan la protesta social y por todas las estructuras militares y paramilitares que se formaron en Honduras a raíz del golpe. Las comunidades tuvieron que organizarse y enlazarse con otras porque la persecución y la violencia es muy fuerte. Muchas veces, nuestros compañeros y compañeras no pueden ni salir de la comunidad porque las empiezan a perseguir.
Pero creo que, por lo menos de donde yo vengo, que es el occidente de Honduras, hay muchos pueblos indígenas que son guerreros, que históricamente han defendido sus territorios. Nosotros tenemos una noción de territorialidad en la que la tierra, el río, la montaña son parte de nosotros y no podemos vivir sin ellos. Somos pueblos que, ante la avanzada sobre los territorios, los derechos y los cuerpos, vamos generando nuevas estrategias de lucha para seguir resistiendo. Hemos tenido victorias en algunos lugares, pequeñas pero muy valiosas.
¿Cómo sigue la lucha por el esclarecimiento del crimen? ¿Qué exigen los familiares y miembros de COPINH?
A un año de su asesinato, seguimos exigiendo justicia. Justicia integral, que tiene que ver con la captura no solo de autores materiales, sino con el juicio y castigo para los autores intelectuales de su asesinato. Eso es algo a lo que ni siquiera con las capturas se ha llegado. También exigimos que se cancele el proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, construido por la empresa DESA, esa empresa que ha sido criminal, no solo por estar asociada al asesinato de mi mami sino por la reiterada violación de Derechos Humanos, persecución e intentos de asesinatos contra otros compañeros y compañeras de la comunidad.
También seguimos exigiendo una comisión internacional independiente agenciada por la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), para que pueda llevar una investigación confiable en este asesinato, y que sea autorizada por el Estado de Honduras, porque de lo contrario no podría entrar. Finalmente, exigimos el respeto a nuestros territorios y a nuestra autonomía para decidir sobre ellos.